Traición

2014/12/03
Se cuentan por decenas las personas que, durante esos días, han calificado de “enorme torpeza” el hecho de que se hayan puesto a disposición del público las alegaciones de Confebask al famoso Real Decreto Ley, mediante las cuales sería posible dejar fuera de circulación al sindicalismo molesto. Torpeza, dirían, lógicamente, porque esas cosas se piensan y, si se puede, se practican, pero no deben decirse en público.

Pero con el asunto de la torpeza difícilmente podemos llegar al fondo del problema. Creo que los sindicalistas, y más en el contexto de esta crisis, tenemos, si se me permite, un problema con el “tanteador”. Muchos de los nuestros engrosan desde hace tiempo las colas del paro, y en las empresas reina el miedo. El que no está mal del todo reza “… que me quede como estoy”, y esta derrota que venimos sufriendo, en mayor medida aún tras las últimas reformas laborales, nos está nublando un poco la vista para valorar incluso algunos de los logros que sí estamos alcanzando.

Postulo que la patronal valora en mayor medida nuestros logros que nosotros y nosotras mismas, ofuscados como estamos por una acumulación insoportable de derrotas. Por eso, creo sinceramente que la patronal no ha hecho esas alegaciones porque, como ahora se dice, “se le ha ido la pinza”, sino porque le estamos creando problemas objetivos y considera que las instituciones políticas y el legislador deben ayudarle a solventarlos.

JUDICIALIZACION. A diferencia de las patronales de otros territorios, Confebask ha asistido a una judicialización amplia de muchos conflictos, EREs, cierres y convenios colectivos. Hasta la fecha, en no pocas ocasiones, los tribunales han dado la razón a los sindicatos que los hemos promovido. No significa que eso vaya a seguir siendo así en el futuro… no lo será a buen seguro. La reforma laboral de 2012 se hizo precisamente para limitar al máximo la impronta del poder judicial en la suerte de la conflictividad laboral. Pero es evidente que no todo va al ritmo y a la manera que a la patronal le gustaría. En su haber no sólo están estrepitosas derrotas judiciales, también inútiles alargamiento de conflictos de lo que han salido derrotados.

HUELGAS. Nuestra caja de resistencia marca la diferencia. El grueso de la conflictividad laboral del estado se concentra en el País Vasco. Para nosotros son siempre pocas, nos quedamos con las derrotas, y miramos más que nada a las empresas donde no aún no tenemos capacidad de confrontación… La patronal ve Euskal Herria, por su parte, como una auténtica isla donde permanece la referencia de un sindicalismo combativo como alternativa al modelo de moderación-concertación. Un sindicalismo capaz de conflicto, y dispuesto a sostenerlo económicamente. El stablishment, como dice nuestra secretaria general adjunta, ha pasado a limpio las consecuencias sociales y empresariales de enfrentarse a un sindicato mayoritario que es independientemente tanto económica como políticamente, y no le gusta nada de nada.

CONVENIOS DE EMPRESA. La reforma de le negociación colectiva, como dijo un representante de la patronal española, se hizo desde el convencimiento de que los sindicatos no lograrían adaptarse a la empresa, y no lograrían por tanto, impedir la inaplicación de los convenios sectoriales en los centros de trabajo. Si miramos a lo que está pasando, eso es cierto en gran medida. Sin embargo, desde 2012, ELA ha firmado más de 300 convenios colectivos, casi todos ellos de empresa. Para nosotros, es un número extremadamente humilde, porque afecta a una pequeña parte de la clase trabajadora vasca. Y nos abruma asomarnos a la tarea ingente que tenemos por delante.
Pero Confebask no ve la cosa de la misma manera. Ni mucho menos. La patronal vasca es consciente, por una parte, que hay un sindicalismo, el nuestro, que ha decidido contradecir la profecía de la propia patronal, y ha aceptado el reto de ir a la empresa, porque no hay alternativa. Y observa, con mayor preocupación aún, que en esos pocos cientos de convenios, estamos introduciendo lo que hemos llamado “claúsulas antirreforma”, es decir, artículos que impiden precisamente la aplicación de los elementos más graves de la reforma laboral (ultraactividad, inaplicaciones, etc.). Las “claúsulas antirreforma” son ya el label de ELA a una negociación colectiva digna de tal nombre.

Eso significa que el problema para la patronal, no es, en sí, su derrota en lo que hoy por hoy es sólo un puñado de empresas. El problema es que el sindicalismo de ELA está demostrando en la práctica que otro sindicalismo, otra negociación, otras relaciones laborales son posibles, y ello en medio de una crisis social y económica sin precedentes. La patronal saca cuentas, y teme a esta referencia no fundamentalmente en el presente, sino sobre todo cuando imagina una eventual coyuntura de recuperación del empleo en la que la amenaza del paro no tenga el efecto disciplinador que está teniendo en estos momentos.

FINANCIACIÓN. ELA no ha dejado de criticar durante estos años la manera en que el gobierno vasco, el sindicalismo español y Confebask, ha venido acordando (en materia de formación, empleo, salud laboral…) todo lo necesario para que el sistema vasco de relaciones laborales se constituya en un subsistema del marco español, con sus mismos códigos de conducta y financiación. Eso es así… pero eso no es como ellos lo ven. Si nos comparamos con el resto de comunidades autónomas del estado resulta igual de cierto que la negativa del sindicalismo abertzale a esta concertación social tramposa ha impedido en la CAPV que se articulen flujos de centenares de millones de euros a gestionar por los sindicatos y la patronal. Hace escasas dos semanas, mediante una ley foral, el parlamento de Navarra ha puesto en manos de la patronal y los sindicatos del régimen la friolera de 500 millones de euros para lo que han llamado el Consejo del Diálogo Social. Confebask, por su parte, ha tenido que cambiar de sede y despedir a un buen puñado de empleados, por problemas financieros. Algún periódico del régimen ha sugerido que parte del problema con la exsecretaria general tenía que ver también con esto. Quiero decir que también en este capítulo, nuestro tanteador sólo ve derrota donde el sindicalismo español y la patronal ven los millones y millones de euros que se les escapan de las manos por el “capricho” del sindicato mayoritario.

EL PRESTIGIO. En este contexto de destrucción de empleo, de demolición del derecho del trabajo y de degeneración de las relaciones laborales, los sindicalistas tendemos a subrayar la voracidad empresarial, su obsesión por los beneficios. Pero es preciso recordar que para el empresariado, como clase, como casta, tan importante como los beneficios, resulta su prestigio, la consideración social de que goza, la percepción que en el espacio de la opinión pública tenga su desempeño en términos de valores morales. No hay más que asomarse al blog del presidente de Confebask para observar de qué manera aparece, desde hace años, muy preocupado por la imagen de desprestigio que el empresariado tiene en nuestro país. A ese desprestigio ha contribuido, en su opinión, y de manera sobresaliente, el sindicalismo de ELA.
La patronal tiene razón en esto. A corto plazo cualquier pirata consigue beneficios, pero a largo, como decía Marx, debe darse una congruencia entre la estructura económica y la ideología. Difícilmente el sistema político y el espacio de la opinión pública podrán en el largo lazo bendecir a una clase patronal cuyo desempeño esté cuestionado por las mayorías sociales. Tanto el gobierno como las patronales vascas han trabajado mucho para que durante estos años de crisis se asocien con la tarea empresarial valores preactivos como el emprendimiento, la iniciativa, el riesgo, la creación de empleo… Pero esas campañas estén lejos de ser otra cosa que eso, campañas.

TRAICIÓN. Termino. Hace un par de años, la entonces secretaria general de Confebask, Nuria López de Guereñu, hizo unas declaraciones contra ELA, diciendo que nuestro sindicato no asumía el papel de moderación que corresponde a los sindicatos mayoritarios. Esa denuncia no es una frase más, sino que expresa a la perfección la manera en que tanto la patronal como este gobierno entienden el sindicalismo. El sindicalismo para ellos, debe formar parte de lo que el filósofo francés Michel Foucault denominaba gubernamentalidad. En su concepción, el sindicato debería formar parte, institucional y vocacionalmente, de los mecanismos estatales de soberanía y disciplinamiento de la clase trabajadora, otorgando naturalidad a una relación laboral crecientemente precaria y convirtiéndose en gestores del descontento para la consecución de la paz social.

Patronal y gobierno son conscientes de que cuanto el sindicato mayoritario ha decidido no jugar, conscientemente, ese papel, no sólo se pone en crisis la estabilidad y la continuidad de las políticas (al menos de algunas) que ambos lideran, sino que se cuestiona su propia legitimidad, en cuanto opuestas al sentir popular mayoritario. No es por ello extraño que en no pocos discursos tanto de la patronal, del gobierno, del propio lehendakari y sus acólitos mediáticos, subyace, a mi entender, una acusación velada, pero profundamente sentida: “ELA… nos ha traicionado”.

Es posible. Continuará.