El mar se lleva la vida de 700 personas y los derechos humanos básicos

21/04/2015
En pleno siglo XXI seguimos presenciando con indignación tragedias humanitarias dignas de la época de la esclavitud a orillas del Mar Mediterráneo. Estos días parece que se activa la alerta en la Unión Europea ante la muerte por naufragio de 700 personas frente a las costas de Libia.

Aún así, parece que el escándalo no es para tanto, ya que no todas las vidas valen lo mismo en este planeta (menos si no eres europeo/a) y el viejo contiente elude responsabilidades ante la muerte indiscriminada y evitable de miles de personas en sus límites fronterizos.

Desde ELA nos unimos a la denuncia colectiva de esta catástrofe humanitaria y advertimos del peligro en torno a la dirección de las medidas que se proponen para abordarla.

Los altos mandatarios de la Unión Europea, así como los representantes de los estados miembros, siguen en la línea de abordar las consecuencias de este éxodo forzado sin tener en cuenta las causas y las múltiples dimensiones que éste conlleva. Por ejemplo, se opta por alertar del supuesto peligro del efecto llamada si se amplían los recursos para los rescates humanitarios (palabras de Jorge Fernández Díaz, Ministro del Interior español), y algunos dirigentes insisten en impedir a toda cosa la entrada de personas migrantes, e incluso refugiadas, a Europa. Las vallas de concertina de Ceuta y Melilla representan desgraciadamente un símbolo de esta política de cerco y restricción de los Derechos Humanos básicos.

De esta forma, la política migratoria comunitaria sigue siendo una declaración de principios basada en una política de control y de seguridad de personas y de fronteras. La fortaleza europea consigue así fomentar la criminalización y estigmatización de la migración forzada y de situaciones de vida límite.

En este mundo al revés, el neocolonialismo sigue estando vigente y precisamente, quizá por ello a la comunidad europea le cueste tanto asumir su responsabilidad en tamaña injusticia. Parece que aquella Europa de los derechos y de las libertades cada día está más lejos, y que la actual no está a la altura de hacer frente al genocidio migratorio.