Alerta: !Las mujeres nos queremos vivas!

23/11/2015
No todas las muertes valen igual. No es lo mismo un muerto que una muerta. No es lo mismo una muerte que un asesinato. Las mujeres y los hombres no valemos lo mismo en esta sociedad. ¡Qué obviedad! ¿O no?

No se me olvidan tampoco, otros tantos factores que hacen que todas las muertes y asesinatos no valgan lo mismo. Para muestra los asesinatos y muertes de París, Siria, Palestina, Kenya, Kurdistán, Líbano o los cadáveres en las infranqueables fronteras europeas, además de un interminable etcétera.

Pero esta vez toca hablar de mujeres, de mujeres asesinadas y agredidas por hombres, para ser más precisa. Estamos en vísperas del 25 de noviembre, día internacional contra la violencia sexista, y aún comprobando que las cifras de asesinadas en el estado español en las últimas semanas se acercan a cifras de guerra, esta sangría parece no adquirir el grado de prioridad política en las agendas de los altos mandatarios.

El terrorismo machista tendrá que esperar ante la urgencia de combatir el terrorismo yihadista y salvarnos de su amenaza mundial. Esto sí que es importante y para ello se actúa en consecuencia recurriendo incluso a la vía militar. No olvidemos tampoco que en estos momentos se habla de guerra en Francia y como tal, se trata de un gran negocio sobre todo para la industria armamentística, que entre otros, cotiza al alza en estos momentos.

Por lo tanto, las vidas de las mujeres asesinadas por hombres, parejas, ex parejas u hombres cualquiera en nuestra sociedad y en nuestro entorno son “amortizables políticamente” o “socialmente asumibles” al no alterar el orden ni la paz social ni mundial. Sería bastante iluso pensar lo contrario a pesar de que se cumpla el protocolo de rigor y la respuesta institucional formal se limite a cumplir expediente sin aumentar o poner a disposición más medios de actuación ante la violencia sexista.

Y ante esta realidad, algunas nos preguntamos: el patriarcado, pilar sobre el cual se sustenta la violencia sistémica ejercida contra las mujeres, ¿no es una amenaza global?, ¿no es también alimento y nutriente central de las guerras y característica fundamental en el ejercicio del poder universal masculino?

El patriarcado o ese sistema de organización social basado en las relaciones de jerarquía entre los sexos quizá suena a abstracto, a impalpable e incluso incómodo y sobre el cual es casi imposible actuar. Cuesta citarlo y ni se ve ni se toca a la hora de marcar prioridades políticas y menos a la hora de establecer medidas de acción. No se encuentra dentro de ningún eje del mal ni supuestamente representa una amenaza a la democracia ni a la civilización.

Quizá esta invisibilidad o ese no poder palpar el machismo y el patriarcado hace que una gran parte del imaginario social no contemple los asesinatos de mujeres como cuestión de alarma social ante la cual hay que responder con urgencia. Sin embargo, es motor y palanca de desigualdad e injusticia a escala planetaria al ser parte intrínseca de la propia configuración del poder hegemónico. El PODER con palabras mayúsculas.

No todas las injusticias provocan las mismas reacciones a pesar de que el discurso oficial y el protocolo de rigor se empeñen en decir lo contrario. Y de alguna manera tiene su lógica: lo que no te toca de cerca o ni siquiera crees que va contigo no te afecta o lo hace de manera anecdótica. En realidad, a la mayoría le emociona más la victoria de su equipo de fútbol local que una sangría de mujeres asesinadas a manos de hombres que supuestamente las querían.

Sé que son cosas distintas, que se trata de reacciones sociales distintas ante fenómenos o realidades que nada tienen que ver aparentemente, y que alguno/a se pueda sentir molesto/a con tamaña aseveración. Pero lo cierto es que: ¿cuál es la reacción ante los asesinatos y agresiones sexistas?, ¿los responsables institucionales y los medios de comunicación qué están haciendo al respecto?, ¿qué hacemos nosotros/as en nuestro cotidiano?…

Al escribir estas líneas siento que mucha gente se puede sentir atacada. Lo cierto es que hace poco fui interpelada por unos conocidos que equiparaban los asesinatos de las mujeres con los asesinatos perpetrados contra hombres (sin aclarar la causa o causas), los accidentes laborales o los suicidios. Todo en el mismo saco.

Existen casuísticas particulares; está claro que existen hombres que rompen las reglas y desafían los dictados de género normativos. No es objeto de este artículo arengar a una guerra entre mujeres y hombres. Pero de ahí a poner en cuestión la desigualdad estructural de base existente entre mujeres y hombres, hay un buen trecho. No surgen tantas dudas cuando hablamos de clase o de raza.

Lo cierto es que es ésta (la desigualdad estructural de base entre mujeres y hombres) y no otra la razón de fondo que pone en peligro la vida de millones de mujeres en todo el mundo.

Para terminar, quería apuntar que ya hay una alerta en la calle que grita que las mujeres nos queremos vivas. Con el movimiento feminista al frente, los movimientos sociales y el sindicalismo de contrapoder estamos interpelados también a visibilizar y denunciar con urgencia y con más ahínco esta guerra silenciada y que para el estabilshment es de bajo impacto. Tanto dentro como fuera de nuestras organizaciones, en procesos de toma de conciencia individuales y colectivos que nuestras palabras se conviertan en acciones: ¡NO A LA VIOLENCIA SEXISTA!