EITB, ¿hacia dónde?

09/11/2015
A un medio público en Euskal Herria ELA le pide imparcialidad, una programación que ofrezca una alternativa a la banalización de muchos medios privados, promover la capacidad y conciencia crítica de la sociedad, primar la cultura vasca y el euskera, y que pudiéramos acceder a órganos -libres de la mano del Gobierno- para corregir el control político que se ejerce en la programación… EITB no es eso. Sinceramente, más allá de un instrumento de propaganda del Gobierno, ¿qué se quiere hacer de EITB?

Un ejemplo: El pasado día 5 de noviembre, se informaba en el Boulevard de Radio Euskadi sobre el conflicto catalán cuando el presentador dijo “… ayer el Lehendakari Urkullu volvió a hacer un ejercicio de realismo político...”. En un medio público no deberían hacerse ese tipo de valoraciones. No sabemos si eso se hace por mandato político o por agradar a la dirección o al Gobierno. No es un caso aislado; en los informativos, en relación con los debates sociales y políticos, la política del Gobierno siempre queda a salvo.

ELA publicó hace unas semanas un documento en el que realizaba una crítica a EITB. Llama la atención el escaso eco que ha suscitado. Denunciábamos la destrucción de empleo en EITB como consecuencia de la política presupuestaria del Gobierno Vasco. También veníamos a decir que nos enerva que con el dinero de todos los y las ciudadanas se pague la propaganda del Gobierno.

¿A qué nos referimos? La forma más sutil de manipulación informativa tiene que ver con la decisión de qué es noticia y qué no: El conflicto social y político, sus razones y los responsables de las políticas que sufrimos no son noticia. Qué noticias se eligen para informar sobre ellas y qué otras se dejan a un lado; cómo se informa sobre las elegidas; cómo se repiten hasta la saciedad las elegidas; el desfile de miembros del Gobierno, día sí y día también; la gran presencia del mundo económico y los negocios para que defiendan sus intereses de clase; la elección de “expertos” neoliberales para que sienten cátedra; la elección de tertulianos que ocultan su pertenencia a partidos concretos; la inexistencia de debates reales; la falta de respeto a las organizaciones que defendemos políticas alternativas convirtiéndonos en una anécdota en la programación… Todo eso se denuncia con datos en el informe.

La dirección de EITB no se ha dado por aludida con el informe, tampoco el Consejo de Administración ni los grupos parlamentarios. No hay respuesta.

Al Gobierno -máximo responsable- solo le preocupa el control de los informativos; que lo que le interesa ocupe espacio. Ejerce su influencia y logra su propósito. Del Consejo de Administración nadie se ha dirigido a ELA para debatir sobre lo denunciado. La posición del Gobierno la entendemos, la de los demás es más difícil.

¿Qué medios públicos necesitamos y para qué? Es un debate imprescindible que afecta a ámbitos distintos: político, social y sindical, cultural, euskera, entretenimiento... ELA cree que los y las ciudadanos vascos nos merecemos más; nos merecemos unos medios públicos que hagan contrapeso con los medios privados; que dejen de competir por la audiencia imitando a Berlusconi; que sirvan a una sociedad rica en expresiones, en problemas, en conflictos, en ideas, etc... Unos medios que ayuden a que la conciencia crítica de los y las ciudadanos posibilite otros equilibrios.

En el libro “El Establishment” de Owen Jones -muy recomendable- se explica cómo unos fanáticos del neoliberalismo lograron influir en la política (Hayek, Milton Friedman…). Hace 50 años esos fanáticos eran considerados por la democracia cristiana y la socialdemocracia como fascistas y chalados. Hoy la democracia cristiana y la socialdemocracia han hecho suya la política neoliberal que aquellos propugnaban. Ya no queda vestigio alguno de socialdemocracia práctica. Lograron imponer a casi toda la clase política otro “sentido común”. En el libro se explica la colaboración que prestan los medios de comunicación y los Think tanks para generalizar ese “sentido común”; para ayudar al poder a conducir la ira de la gente contra quienes sufren y no contra los responsables del sufrimiento; para que las barbaridades antisociales que realizan los Gobiernos parezcan cosas normales y nuestra reivindicación de políticas sociales parezcan estridencias. Sí, hoy esa clase política que sirve al poder económico quiere que seamos nosotros los que aparezcamos ante la opinión pública como unos chiflados.

El actor norteamericano Robert Redford decía la pasada semana “me deprime el control político del periodismo”. A ELA también. El periodismo en general de los medios privados está, más que nunca, al servicio del poder económico. Si no es el propietario, lo controlan a través de la publicidad.

El director de un periódico vasco nos dijo recientemente… “no veis que esto no va a cambiar; ¡adaptaos!”. Confebask, por su parte, en una última reunión nos dijo “hemos logrado mucho poder y las cosas no van a cambiar”. El sindicalismo debe “adaptarse” igual que lo hace la mayor parte de la clase política. Quieren que perdamos la esperanza, que nos resignemos y les acompañemos en lo que hacen. La seguridad con que se expresan tiene que ver también con el papel que asumen los medios de comunicación. A ese poder se le protege. El director de ese mismo medio de comunicación años antes nos dijo que no iba a publicar un informe que ELA había realizado sobre los beneficios y la política de personal de Iberdrola porque... “7 puestos de trabajo del periódico se financiaban con la publicidad de Iberdrola”. Era un medio privado. Tampoco EITB se hizo eco de aquel informe sobre Iberdrola.

Mucha gente en Euskal Herria no sabe qué son el Concierto y el Convenio Económico. Ni qué son, ni mucho menos cómo los utilizan las Haciendas en beneficio del capital y las empresas. Tampoco sabe que los salarios nunca han significado menos en el reparto de la riqueza, ni que el capital nunca ha pagado menos impuestos que ahora. Tampoco sabe muchas otras cosas. No es de extrañar.

Un añadido. Nuestra crítica exime de responsabilidad a los y las trabajadoras de EITB. ¡Claro que hay hooligans que hacen un periodismo banderizo! Pero, aun y todo, ellos no son los responsables. Hay una dirección que lo permite; debiera existir un libro de estilo, un código ético, una rayas rojas que nunca se pasen por respeto a una sociedad que, de verdad, es más plural que la que EITB presenta.