Oh Bella Ciao

2021/05/04
El sentido común establece que nunca se debería caer dos veces en el mismo abismo. Pero si alzamos la vieja alfombra que cubre la basura de la historia se demuestra que las caídas se repiten frecuentemente de idéntica manera; con una mezcla de ridículo y pavor.

El aumento de la extrema derecha a nuestro alrededor no se puede explicar obviando un neo-liberalismo que da vía libre para abusar de los débiles mientras las élites económicas se benefician a manos llenas como lo hicieron en el pasado. Por eso deberíamos buscar las causas del ascenso de los ultras en las políticas de ajuste y recortes impuestos durante la crisis por partidos conservadores y socialdemócratas. Porque cuando unos países soberanos se rinden ante los intereses de los grandes bancos y multinacionales, se genera un campo de cultivo propicio para la reaparición de un fascismo que, en apariencia, estaba hibernando.

En el siglo pasado la ceguera social de algunos movimientos de izquierda así como la política de apaciguamiento encarnada por algunas potencias democráticas frente al régimen nazi tuvo un coste de decenas de millones de muertos. Hoy en día, algunos partidos de izquierda se ponen de perfil ante el auge del fascismo y no plantean una agenda social o una alternativa capaz de seducir a toda esa gente humilde que se siente huérfana con los partidos clásicos y que ha permitido que sean movimientos como Vox los que capitalicen su rabia.

Por tanto, si no queremos volver a caer en un agujero negro debemos exigir a los partidos políticos que tengan entre su prioridad más absoluta combatir la desigualdad a través de la elaboración de políticas sociales que consoliden una sociedad más acogedora y solidaria a la vez que intransigente con la ultra derecha. No es tiempo de masajear conciencias con discursos contemporizadores sino que ha llegado la hora de asumir riesgos colectivos para hacer frente a un fascismo que aunque vuelve con su apariencia más inocente sigue siendo el mismo monstruo de siempre.