Tambores de guerra

2022/03/22
La ilegítima invasión de Ucrania por parte de Rusia ha vuelto a sacudir nuestras conciencias ya que hemos comprobado cómo, muy cerca de nuestros hogares, se puede vivir un auténtico escenario bélico del que se derivan consecuencias dramáticas para la población civil. Si no tuviéramos poco con los sempiternos conflictos del Sahara, Palestina o Yemen, el hecho de que esta tragedia se haya producido en pleno corazón de Europa, nos ha generado una gran inquietud, además de padecer de primera mano las consecuencias económicas y sociales de esta guerra, con los brutales incrementos de los precios y la llegada de refugiados que huyen de las bombas y la miseria.

A partir de ahí, deberíamos ser capaces de hacer un análisis honesto para entender los parámetros de este conflicto. Y es que es desesperanzador como, desde los grandes medios de comunicación, se banaliza esta escalada bélica con un discurso maniqueo entre el bien y el mal, como si estuviésemos en tiempos de Ronald Reagan y el Muro de Berlín todavía se mantuviese en pie. Ese afán de simplificar todo al estilo de las películas de Hollywood confunde deseos con realidades y no parece que sea lo más adecuado para solucionar problemas. Por eso, lo mínimo que debemos exigir a nuestros dirigentes políticos, es que analicen este drama con la complejidad que tiene la geopolítica en el siglo XXI, intentando comprender las razones que nos han traído hasta aquí.

Así, deberemos rechazar con firmeza las tesis imperialistas injustificadas de Vladimir Putin para invadir un país soberano, pero, a su vez, tendremos que asimilar que hay causas, contextos, antecedentes e intereses de cada país que han propiciado esta guerra.  De hecho, que la OTAN lleve expandiéndose militarmente 25 años hacia las fronteras de Rusia es una provocación y un grave error político que el Kremlin venía denunciando y que ha acabado por estallar, sumiendo en la miseria y en el caos a un pueblo, el ucraniano, que ha sido víctima de la soberbia e irresponsabilidad de EEUU y de la incapacidad de Europa para abordar los conflictos políticos desde la diplomacia, el diálogo y el respeto a los adversarios.

Por tanto, urge no inflamar más la escalada militar, poniendo las bases claras de un equilibrio razonable que pasa por implementar un plan de neutralidad para Ucrania que sea capaz de calmar las razonables inquietudes defensivas de un país, Rusia, al que habrá que tener en cuenta en la convulsa escena internacional. Porque las películas con final épico y feliz no dejan de ser ficción pura y dura y, por lo tanto, poco válidas para afrontar la cruda realidad.