A lomos de un tractor

2024/02/12
Mirari Ullibarri
Recuerdo la primera vez que acompañe a mi padre a una movilización agrícola y ganadera, recuerdo también cuando uno de sus compañeros arrojó la leche que había recolectado a la carretera. Me quedé atónita, no entendía nada, fue entonces cuando mi padre me dijo “le sale más barato tirarla que venderla en el mercado”. En aquel momento yo no tendría mucho más de un lustro, fue algo que me impactó, que me hizo pensar y que a día de hoy me sigue pareciendo una aberración.

Como ya expliqué anteriormente mis progenitores fueron de aquellos que tuvieron que dejar de estudiar para ponerse a trabajar, mi padre en concreto tuvo que dejar de estudiar para ponerse a echar una mano en el campo; para ordeñar las vacas, para hacer la cama de las gallinas, para producir queso, para regar, para cosechar, para sembrar y para una millar de cosas mal remuneradas. Porque poco se habla de que la mayoría de las personas agricultoras debe tener dos trabajos para subsistir, porque como bien sabéis, “con el campo no da”.

Muchas veces hemos escuchado que ser agricultor es una forma de vida, que es dedicación y esfuerzo, pero pocas veces ponemos el foco en la precariedad. En mi familia se ha crecido mirando al cielo: que si llueve, que no llueve, que si viento castellano, que si viene del norte, que si en marzo mayea en mayo marcea. “Las vacaciones” han dependido siempre de cuando se acababa la cosecha, hasta entonces por lo menos en mi familia, se paraba el tiempo.

La agricultura y la ganadería son profesiones totalmente despreciadas, mis abuelos no decidieron quitar los animales que había en casa por capricho, sino porque no podían. No podían permitirse tener más gastos que ingresos, no podían permitirse mantener una familia de esa manera. Es triste que la única alternativa que se les ha otorgado sea postrarse ante las grandes multinacionales y fondos de inversión. Es triste que nuestras políticas prefieran el libre comercio que el km0 y el auto-consumo.

Este no es un conflicto que solo interpele a las personas del primer sector. Esto nos interpela como sociedad, como consumidores y como sujetos de un futuro más justo. Un futuro que cientos de agricultores como mi hermano, han decidido reclamar a lomos de un tractor. Un futuro por el que merece la pena luchar.

Como bisnieta, nieta, hija y hermana de personas agricultoras me gustaría decir que es lamentable que grupos de ultra-derecha estén utilizando la legitima lucha de la defensa de la tierra y las condiciones laborales para introducir discursos racistas, españolistas y retrogrados. Pero aún más lamentable me parece el paternalismo que la izquierda de salón está llevando a cabo, quitate un poco de urbanita y date un paseo por el campo.