Hay que matar al macho para hacer la revolución

2022/05/05
MIRARI ULLIBARRI
Tranquilo José Mari que cuando hablamos de matar al macho, no nos referimos a todos los hombres cis (los hombres que se identifican con el sexo biológico que tuvieron al nacer) del planeta, sino al constructo social que representa tanto el machismo como el patriarcado en ciertos hombres. Y sí, aunque queramos ponernos chapitas de aliados, como ya explicaba en mi anterior artículo, en los movimientos de izquierdas, ya sea en el Kurdistan como en Euskal Herria, sigue habiendo mucho macho y tenemos mucho que hacer.

Dicho esto, el otro día las mujeres del grupo no mixto de ELA en Gasteiz tuvimos el placer de compartir espacio con una compañera del colectivo Jineolojî center. La verdad es que, al final, las dos horas de tertulia quedaron cortas con la cantidad de ideas y puntos de vista que compartimos. Puesto que, como ya te habrás dado cuenta José Mari, podríamos estar meses hablando de la guerra cultural, las estructuras del movimiento kurdo, la importancia de la defensa de la tierra o de la liberación de las mujeres. Pero el capitalismo no nos deja aportar tanto tiempo a alimentar nuestro conocimiento sino es produciendo.

Una vez más, a pesar de haber miles de kilómetros entre ambos pueblos ví muchísimos paralelismos entre estos. Una de la similitudes, fue el genocidio cultural que llevan a cabo los estados como Turquía contra el pueblo kurdo, intentado no solo desprestigiar sino también marginar todo lo relacionado con dicho pueblo. Inevitablemente, esta estrategia me recordó a las maniobras franquistas y postfranquistas que intentaban e intentan destruir todo lo vinculado con la identidad propia de las naciones peninsulares: desde Catalunya a Galiza, desde Andalucía a Euskal Herria. Tratar de aniquilar hasta el último recoveco de esencia cultural imponiendo otra, es una estrategia imperialista más que conocida. Lo vimos con nuestros ancestros colonos en Abya Yala y lo vemos a diario en el imperialismo yankee. Y como bien dijo el escritor kurdo Musa Anter “si mi lengua sacude los cimientos de tu estado, eso significa que has construido tu estado en mi tierra”.

Durante esas escasas dos horas la compañera nos intentó explicar que en apenas medio siglo de revolución, han construido no solo rígidas estructuras del movimiento kurdo como partidos políticos o cooperativas alimentarias, sino también pueblos enteros con tal de llevar la soberanía del territorio a otro nivel. La verdad es que esto da que pensar en la relación temporal de la lucha/la revolución y el auge o la fuerza de la misma. Pero creo que comparar nuestros contextos en este sentido sería un poco más complejo.

En relación a las estructuras del movimiento kurdo, una de las cosas que más me impactó fue la fuerza que tienen las organizaciones no mixtas dentro de él. Sabía de su existencia, dado que, para lo bueno o para lo malo, en ciertos ámbitos se ha hablado mucho de las guerrilleras del YPJ y de la revolución de Rojava. Pero no me había imaginado que había todo un engranaje político construido por y para mujeres, desde escuelas a clínicas médicas, desde poblados a guerrillas. Cuando la compañera explicaba todas las organizaciones no mixtas que había, a mi me pareció irremediable preguntarle sobre las reticencias que podría crear ese hecho en ciertas personas. Puesto que, como bien sabrás José Mari, explicar la necesidad de los grupos no mixtos en ciertos espacios sigue siendo una tarea ardua. En ese aspecto, ella narró que obviamente había reticencias, siempre las hay, pero también explicó, que uno de los fundamentos de su lucha era la liberación de la mujer y que para ello era imprescindible crear espacios única y exclusivamente por y para mujeres. Por lo que entender dicha decisión organizativa, debía de ser el deber de todo militante.

Hablando de cimientos, como algunas ya sabréis, la defensa de la tierra es otra de las bases de la lucha kurda. El líder y preso político Abdullah Öcalan explica bien este término cuando asegura que ningún sistema social/político que no se encuentre en armonía con la naturaleza puede reclamar racionalidad y moralidad para sí mismo. Dicho en otras palabras, un sistema que no respete la naturaleza no es moral, y por tanto, trasladándose a nuestro contexto; por mucho que Arantxa Tapia y los fondos de europeos se empeñen en meternos en la cabeza que el capitalismo verde es lo mejor que existe, aparte de ser inaceptable también es incoherente.

Podríamos estar horas o como antes he dicho meses hablando de la revolución kurda, de Jineolojî (la cual significa ciencia de las mujeres) o de todas las prácticas ecologistas que existen dentro de este movimiento, pero Jose Marí creo que hoy has tenido bastante. Por esa razón me gustaría acabar con esta reflexión: si no llevamos a cabo la muerte del macho (no solo de forma estructural sino también ideológica) en los movimientos de izquierdas, nos será imposible avanzar, pero con constancia y ayudándonos de movimientos internacionalistas ese camino será menos engorroso.