Una mañana y un fondo buitre

2024/03/14

Como cada mañana te levantas, bajas a pasear a la perra por el barrio, sacas lo que haya en el buzón, te preparas el café y mientras desayunas miras tanto las cartas como la propaganda que te ha dejado Amaia, la trabajadora de Correos. Nada extraño, 60% facturas y el resto anuncios de supermercados. Pero de repente te das cuenta de que una de esas comunicaciones del banco es diferente, no es la factura mensual, es otra cosa. Al abrirla lees por sorpresa, que tu banco ha vendido la deuda que tenías con el, en otras palabras la hipoteca, a otra entidad, también llamada fondo buitre, y que ahora, es ella la que te está reclamando el dinero, pero en este caso la cantidad es mayor y no puedes permitírtelo.

Vuelves a leer la carta, no lo entiendes, tu banco de toda la vida ha vendido tu hipoteca a un fondo extranjero con domicilio en un paraíso fiscal y no te ha dicho nada, no puedes creértelo. Llamas al banco y lo único que te dicen, es que son cosas que pasan y que lo que han hecho es completamente legal. Entras en pánico, quieres llorar, gritar, quemar el banco y con el, toda la especulación, pero estás paralizada. Podrá ser legal pero sabes de sobra que no es moral.

Al rato decides llamar a tu amiga Ane, ella siempre ha estado metido en temas sociales y te suena que hace poco te invito a una charla que realizaban en el gaztetxe. Ella dice que te tranquilices, que por desgracia no eres la primera ni la última que se encuentra en esta situación y que vayas a la reunión que realiza el sindicato de vivienda el martes.

Llega el martes, apareces en la asamblea, al principio te da vergüenza abrir la boca, es la primera vez que participas en un órgano así, pero poco a poco vas escuchando diferentes testimonios y tu también quieres compartir el tuyo. Jacinta cuenta que el Ayuntamiento de Basauri ha comprado su bloque, que le han restringido el contrato, que van a hacer nuevas viviendas, pero que a ella lo único que le han ofrecido es una alternativa monetaria e insuficiente. Hodei cuenta que su casero quiere subir el precio del alquiler un 37% y que ella no puede permitírselo, el casero por su parte, argumenta que ha hecho unas obras, algo insignificante, y que tiene que cubrir el gasto. Ahmed explica que el padrón es un derecho pero que su arrendataria se niega ha concedérselo, y que la única solución que ha encontrado es pagar el padrón para poder acceder a los servicios que “en teoría” son para todas las personas.

Estás anonadada, no sabías que esto ocurría en tu ciudad, ni que las personas tuvieran tantos problemas con la vivienda. Sabías que encontrar un alquiler barato no era fácil, ya te lo había dicho tu sobrina Goizeder cuando quiso emanciparse, pero no sabías que el problema era tan hondo y que había tanto afán de especulación. Ahora te sientes estúpida, la mercantilización de los derechos estaba al orden del día y tu no te habías enterado, o mejor dicho no te habías querido enterar, a pesar de ello, ahora algo había despertado.

En Hego Euskal Herria hay más de 1.000 desahucios al año, el precio de la vivienda en los últimos tres años ha subido un 9,7% y un 19% en los últimos cinco, en 2022 el precio medio de la hipoteca era de 721 euros, lo que supone un 30% de la renta, la turistificación de nuestras ciudades es algo evidente y cada vez son más los fondos buitres que poseen bloques enteros. Con la vivienda hay un problema real que nos afecta a todas, o mejor dicho, a las personas pertenecientes a las clase trabajadora. Por esa razón, esta semana como mínimo hay dos eventos importantes: por un lado, este viernes en Basauri se concentrarán para exigir que de los bloques 5,7,9 y 11 de San Fausto no se mueve nadie y por otro lado el viernes también, pero esta vez en Gasteiz, denunciaremos la mercantilización del derecho a la vivienda y los suministros básicos. Ven, manifiéstate, organízate y despierta.