Ahora, a por la democracia

2016/05/18
Una de las prácticas más insorportables e indeseables de las que acontecen en el sistema de medios de comunicación es la preeminencia del llamado “periodismo de declaración”. Cada día, abundan los espacios, los minutos, las imágenes y las páginas impresas sobre lo que los diversos agentes sociales, económicos y políticos dicen, lo cual, muy a menudo, nada tiene que ver con lo que realmente hacen. Esta práctica periodística ha contaminado, en muchos casos, a los propios informadores y gabinetes de prensa de la clase política. En otros casos, esos gabinetes son impulsores entusiastas de esa forma de periodismo, lo que supone un importante ahorro de recursos para el conjunto del sistema mediático.

El pasado 10 de mayo, en la página de Lehendakaritza se daba noticia de la firma de un “protocolo de colaboración entre las comunidades del País Vasco y Navarra” por parte de Uxue Barkos y de Iñigo Urkullu, en calidad de presidentes de sus respectivas comunidades autónomas. La noticia tenía dos subtítulos, el segundo los cuales rezaba lo siguiente: “El protocolo establece una "alianza" por afianzar y avanzar en el autogobierno, y que se reconozca la bilateralidad como sistema de garantía”.

Me tomé la molestia de descargar el protocolo (pues no había sido reproducido como texto). Pues bien, resulta que en ese protocolo no aparecen ninguna de las palabras principales de ese subtítulo: ni alianza (¿a qué vienen esas comillas?), ni afianzar, ni avanzar, ni autogobierno… La palabra bilateralidad sí aparece, pero no en relación con el autogobierno, ni su afianzamiento o su avance, sino exclusivamente en el capítulo que tiene que ver con la “Hacienda y la Política financiera”, y más en concreto con el Convenio y el Concierto Económico. El texto además no pide que se reconozca esa bilateralidad, como dice el subtítulo, sino que la “pone en valor”, extraño galicismo para nosotros, peninsulares, que no nos permite saber si esa bilateralidad existe o no realmente. Finalmente, la palabra garantía aparece una sola vez y en relación con la movilidad de los habitantes de ambas comunidades, por lo tanto sin relación con el autogobierno.

Según reza la crónica de la página web de Lehendakaritza, “Urkullu ha querido destacar que ambas comunidades comparten por fin la apuesta por la adecuación y actualización del autogobierno”. El lehendakari, por lo visto, “ha recordado que tanto el Gobierno Vasco como el de Navarra han sentido “la misma inquietud” por la estrategia centralizadora del Ejecutivo español, de ahí el compromiso adquirido por “defender conjuntamente” el Concierto y Convenio Económico y en favor de la bilateralidad como sistema de garantía, recurriendo a la figura del `pase foral´.

Pues bien: el protocolo firmado, un documento bilingüe de 22 páginas, no habla ni de autogobierno, ni de adecuación ni de actualización; no se habla en absoluto del estado, ni de nada que tenga que ver con su estrategia de centralización. Tampoco nada sobre defender conjuntamente algo, sino “que comparten su preocupación en la defensa”, es decir, dice precisamente lo contrario: que lo defienden por separado, compartiendo la preocupación, que es como no compartir nada. Y, como era de esperar, tampoco se dice nada sobre el pase foral ni nada parecido.

¿Cómo se explica entonces esta crónica de Lehendakaritza que, por lo demás, se ha reproducido con enorme éxito en los más variados medios de comunicación de nuestro país? Se explica por lo que decíamos más arriba. Barkos y Urkullu firman públicamente un protocolo, y al hacerlo hacen unas declaraciones. A partir de ahí, Lehendakaritza hace una crónica sobre las declaraciones, y los medios reproducen bien las declaraciones, bien la síntesis de Lehendakaritza. Muchos medios se ahorran un pastón, porque pueden reproducir crónicas sin necesidad de que ningún periodista dedique un sólo minuto al protocolo a cuya firma ha asistido. De esta manera, al ciudadano no le llega la menor noticia sobre lo firmado y, lo que es peor, en este caso al ciudadano “abertzale” o “vasquista” se le traslada la idea de que existe por fin una alianza vasco-navarra en defensa del autogobierno, lo cual carece de cualquier base documental y probatoria.

El protocolo firmado podía haber recogido que durante la anterior legislatura española, 17 leyes promulgadas por el parlamento de Navarra han sido recurridas ante el Tribunal Constitucional, es decir: el protocolo podría decir algo sobre la suspensión de facto a que está sometida legislativo, expresión institucional de la soberanía de los navarros y navarras. Ambos gobiernos podrían hablar, igualmente, de la tenaza a que se están viendo sometidos sus ámbitos competenciales en múltiples materias como educación, política presupuestaria o relaciones laborales, por citar sólo unas cuantas. Pero el protocolo no habla de nada de eso.

El periodismo de declaración, y los gabinetes de comunicación de las instituciones, tienen un objeto preciso: que el pueblo no conozca lo pasa ni lo que se decide y se lleva a término. Por eso, el periodismo de declaración, cuando lo impulsan los medios privados, es, simplemente, manipulación. Cuando lo impulsan los medios públicos, es una subordinación inadmisible al poder de turno. Y cuando lo impulsan los gabinetes de prensa de nuestros gobernantes hay que encender la alarma: porque ahora van a por la democracia.