Al hilo de un artículo de Anasagasti

2022/07/27
El pasado 24 de julio el Grupo Noticias publicó en sus medios un artículo de opinión de Iñaki Anasagasti. Como en tantas ocasiones, el “exdiputado y senador de EAJ-PNV” (así reza la nota final del propio artículo), dedica su diatriba a meterse con la dirección de ELA, la estrategia del sindicato y sus posicionamientos.

Sus argumentos no merecen respuesta. Hace mucho que, cada vez que se refiere a ELA, acaba mezclando sus legítimas opiniones y críticas con multitud de inexactitudes, falsedades y mentiras que se descalifican por sí mismas. Pero hay en este artículo algo que creo que no se debe pasar por alto, y tiene que ver con la memoria de dos grandes exponentes de la política y el sindicalismo vasco cuya militancia ELA y PNV tuvieron el honor y la suerte de compartir. Me refiero a Uzturre y al que fue presidente de ELA, Manu Robles-Arangiz, ambos citados en el artículo.

En el caso de Uzturre, el autor en cuestión llega a entrecomillar una frase que nunca dijo (“Esta no es mi ELA”) para señalar que eso es lo que diría hoy. Por mi parte, a lo que dice sobre Manu Robles-Arangiz, solo quisiera añadir un dato. En 1976, durante el III Congreso de ELA, se discutían los nuevos Principios de la organización que salía de la clandestinidad. Manu defendió el comunitarismo como ideología para el sindicato (como lo había hecho en una obra publicada poco antes, “Comunitarismo o socialismo”), pero la mayoría del Congreso apoyó el Socialismo como universo ideológico. Estos Principios sancionaron también la plena autonomía política del sindicato, lo cual tenía un significado muy concreto en relación con la historia compartida con el PNV. En esto Manu estaba de acuerdo. A pesar de su disconformidad ideológica, Manu siguió presidiendo el sindicato hasta su muerte y con ello nos dio una doble lección: la primera es que el sindicato es soberano para tomar sus propias decisiones, comenzando por el apartado ideológico; y la segunda, que ELA, comenzando por su dirección, debe ser una organización capaz de concitar la adhesión de una clase trabajadora vasca que es plural, también en lo ideológico. Son dos grandes lecciones.

ELA y PNV han compartido décadas de historia. En 1976 ELA decidió que las cosas en adelante serían de otra manera. Por respeto a nuestro propio proyecto, a nuestra propia historia y a figuras históricas cuya militancia también compartimos, entre ELA y PNV debería haber unas líneas rojas que no debieran traspasarse. Creo que, en concreto, ni ELA ni PNV deberían utilizar la memoria de aquellos grandes dirigentes sindicales y políticos para reprocharse las decisiones que en el presente cada organización adopta. Y menos dar lustre a despropósitos literarios como el que comentamos.

No sé lo que piensan los dirigentes del PNV, pero sí sé lo que piensa la dirección de ELA: jamás utilizaremos la memoria de nuestros dirigentes compartidos para reprochar al PNV su línea política. Cada generación debe saber construir su relato y confrontar, si es preciso, el de otros. Y para ello no hay más autoridad que los hechos, los datos, la razón, los valores éticos y el futuro que se propone para el país. Si admiramos a dirigentes del pasado es precisamente porque supieron hacer eso.

Pienso que Anasagasti no debería usar la sigla de su partido de esa manera, aunque eso es algo que solo compete a su partido. Creo que tampoco el Grupo Noticias sale bien parado dando tribuna a personas carentes del más mínimo equilibrio. Pero eso tampoco nos compete a nosotros y nosotras.