El país de Arantza Tapia
En Euskal Herria, como es el caso de Tubacex, o antes en H&M en todo Euskal Herria, hay un sindicalismo que ha decidido plantar cara a esos despidos colectivos. Es por esa razón que Tubacex fue a la huelga, y judicializó los despidos. Los tribunales fallaron a favor de los trabajadores despedidos, dando por buena, por cierto, la pericial de ELA. Pero Arantxa Tapia no se acuerda de esto, o sea, no se acuerda del hecho de que los despidos fueron contrarios a derecho. Y, que a pesar de ello, ha costado meses de huelga, y Dios y ayuda, llegar a un acuerdo para evitar los despidos.
Arantxa Tapia dice ser nacionalista, pero cuando mira a España se le hace el pompis azucarillo. Le encanta la reforma del PP y no le gusta lo que pasa Euskal Herria. Le encanta que Calviño, Sánchez y compañía velen por que esa reforma que permitió a Tubacex despedir siga en vigor. Y aún le gusta más que, cuando en España se plantean despidos colectivos, UGT y CCOO corren a negociar la avería y a firmar. No es que nosotros aquí consigamos pararlo todo. Pero aquí hay un sindicalismo que lo intenta, que lucha siempre, y que, en ocasiones, vence. A Tapia esto no le pone: lo que le pone es España. Por eso su partido no apoya la derogación de esa reforma. Por eso los diputados vascos de su partido en Madrid no se comprometen a derogarla.
Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista British Journal of Industrial Relations (titulado “Striking to Renew: Basque Unions’ Organizing Strategies and Use of the Strike-Fund”), muestra que Euskal Herria es el territorio europeo donde más huelgas se realizan. Y esto, estamos de acuerdo, consejera Tapia, es reputacional. Para la gente que es despedida, que sufre, que lucha contra la injusticia, la huelga es un instrumento útil y, en ocasiones, el único con el salvaguardar su propia dignidad.
Vuelvo al titular: “La huelga de Tubacex ha hecho daño reputacional a todo el país“. La pregunta pertinente es, señora Tapia, la siguiente: ¿cuál es su país?: me temo que un país sin jueces, sin currelas, sin familias, sin sindicato combativo… Un país de empresarios, un país españolizado… Un país de mierda, consejera Tapia.
¡Viva la mala reputación!