Verdades (casi) olvidadas

2020/04/28
Llega mayo y su primero con tres verdades (casi olvidadas) y sus contradicciones, que es como decir contienda vital, y por ende política. ¡Vamos!

Primera: toda riqueza proviene del trabajo y sólo del trabajo. ¿A qué si no tanto avasallar para reanudar la actividad? Los empresarios se otorgan esa procesión, de la riqueza, digo; los políticos se la dispensan (por convicción, por ignorancia, por interés... quién sabe). Como Ibarretxe en aquel sarao empresarial: "Vosotros sois el 90% del PIB vasco". Les conmueve porque es falso. Zubiaurre (Confebask) y Tapia (Industria) lo desmienten: toda presión es poca para impedir que pare lo no esencial; contra el estado (que ya quisiéramos para otros líos); contra quienes se plantan en las empresas; contra el sindicalismo abertzale. "Esto es una locura que no entra en la cabeza de nadie sensato": Zubiaurre. Y colea Erkoreka: "Todavía se escuchan los ecos de algunos irreductibles, pero creo que es un dilema falso” (salud-actividad, se entiende). Pero no lo es. Es la contienda del presente y del futuro. Una disputa sobre el mismo y crudo poder, o sea, sobre el orden social. No es –solo– la actividad y los resultados de las empresas. Se trata de medir y de medirnos. Medir –dice Agamben– el "paradójico umbral de indiferencia", la amplitud del espacio donde lo político, lo jurídico y lo burocrático tienen valor imperativo. Establecer la hegemonía y la legitimidad: sin contestación. La batalla sigue, hay discordia, pero no la suficiente. La habrá más, cuando se suavice el estado de excepción, si no arrecia. Esperamos, irreductibles ¡claro que sí Josu!. Temen al otoño, cuando las hojas caídas descubran la masacre social. Por eso mejor votar en chanclas, en la alegría inaugural, esquiva y estiva de la desescalada. De eso va el debate ¿no?... Electoral, digo.

Segunda: lo único esencial es el cuidado. La contradicción: sus profesiones son precarias y feminizadas, y los cuidados no profesionalizados no reconocidos. Dime qué es lo esencial y te diré quién eres. "Lo esencial es vivir" dice el pobre ingenuo o peor. Son portavoces de la patronal, sí, pero al loro: no es sólo una cuestión de ganancia, que también. Es un alineamiento moral, y un cálculo odioso, que difumina el cómputo de los daños colaterales. "Lo esencial –vienen a decir– es producir lo que nos permita vivir en los mismos términos que hemos venido viviendo hasta ahora". Como si fuese posible. El debate se moraliza, y en la misma medida se despolitiza la decisión y revierte en quien la denuncia la calificación de "ideológico". Lo de los demás es inmoral; pornografía es el erotismo de los otros; lo inmoral es el coma económico. ¿Y el coma sanitario? Una fatalidad, ingrata y dolorosa, sí, pero solo eso. Ojo al programa.

Tercera: la salud es cuestión de clase, de renta, de color de la piel, de procedencia… y de más cosas. En la misma medida el paradójico empeño de la gubernamentalidad en negar la evidencia: porque su virus no tiene fronteras. Pues no: la cosa va de recursos ¿si no de qué?: materiales, económicos, relacionales… y simbólicos y mediáticos. Y al loro con estos últimos, los que encubren la realidad y la ilegitimidad de los primeros. Los que permiten imputar a otros la desviación o la ilegitimidad, cuando no la irresponsabilidad –de haberse desenvuelto, por ejemplo, por encima de sus posibilidades–. Ojo al latiguillo: llegó como farsa, y lo repetirá como tragedia si pueden. Europa se ocupa. Cualquier trance es susceptible de convertirse en crisis de deuda. Ojo al marco que viene.

Singular batalla la del confinamiento en estos lares, en balcones, redes y medios: cuán lejos EiTB de su mandato parlamentario, altavoz de pluralidad. No podía ser de otra manera. Había que homologar la “nota aclaratoria” de Tapia para ampliar ad libitum las actividades posibles. Aquí sí, contra Sánchez. Porque de eso se trata (¿o no lehendakari?) ahora también con la desescalada: ¿quién es el soberano –no de la nación que se imagina sino– del estado de excepción?

Vuelve Schmitt. Ya lo hemos pillado.

Pero saldremos de esta.

Gora maiatzaren lehena!