“El sionismo es un proyecto colonial”
Héctor Grad Fuchsel nació en Argentina, dentro de una familia de migrantes judíos. En plena dictadura militar decidió dejar Argentina e irse a Israel. A los pocos meses de llegar a Israel, Héctor se encontró con una persona que le hizo una pregunta que le cambió la vida: ‘¿tú, que te consideras de izquierdas, qué cambios harías en Israel para construir una sociedad más justa?’ “Cuando terminé mi respuesta –afirma Héctor–, esa persona me hizo ver que la lista que había hecho implicaba transformar radicalmente todas las instituciones que eran la base del sionismo, de la construcción del asentamiento judío en Palestina. Y terminó diciéndome: ‘Pues esto es lo que es el antisionismo’. Desde entonces pasé a organizarme con antiosionistas y a considerarme antisionista”.
Héctor vivió nueve años en Israel. Durante ese tiempo militó en una organización mixta, compuesta por judíos y palestinos. “Desde antes de los 60, en los orígenes de esta organización, había militantes palestinos dentro de Israel que ya tenían claro que el proyecto sionista era un proyecto colonial y no un proyecto de autodeterminación nacional. Afirmaban que lo que se había conseguido desde el mandato británico –es decir, desde antes de la Guerra del 48 y antes de la partición– era un asentamiento segregador excluyente de la población autóctona, que la excluía de la vida social y política. Es como si hubiera un proceso de inmigración a cualquier país donde esos migrantes no solo se organizan, sino que lo hacen para excluir al resto de la población”.
¿Qué es la Red Judía Antisionista?
Héctor Grad es miembro de la Red Judía Antisionista, organización internacional creada por personas de origen judío en 2009 a raíz del llamamiento de la sociedad palestina a la campaña BDS (Boikot, Desinversiones y Sanciones). Esta organización parte de la base de que el proyecto sionista es un proyecto colonial, y que el estado que la constituye –Israel– es un estado de Apartheid.
“La Red donde más presencia tiene es en Francia, en Inglaterra y, sobre todo, en los Estados Unidos de América. Es decir, esta Red que se declara abiertamente antisionista donde más fuerza tiene es en el propio corazón del imperio, donde el lobby sionista es más potente. Cuando se creó la Red Judía Antisionista, hace 15 años, era algo minoritario; hoy Israel lo considera su mayor amenaza estratégica. Una parte importante de la juventud, sobre todo de la comunidad judía americana, se está desenganchando del sionismo. Se están desenganchando porque consideran que Israel es un proyecto colonial que ocupa territorios palestinos”.
Judío y antisionista
‘¿Eres judío y antisionista?’ Héctor ha tenido que responder infinidad de veces a esta pregunta. Este profesor de antropología considera que la pregunta surge de una confusión interesada que genera la propaganda sionista, que iguala judaísmo a sionismo y sionismo a judaísmo. Sin embargo, afirma que la realidad nunca fue esa.
“Esta confusión interesada tiene efectos perversos. El primero es que el sionismo e Israel se presentan como representantes del pueblo o de las comunidades judías del mundo, cuando esta comunidad no se ve necesariamente representada en el proyecto sionista o en su concreción posterior, el Estado de Israel. Y menos en sus políticas, que son mayormente criticadas en gran parte de las comunidades judías del mundo. El otro efecto perverso es que nos convierte a quienes no compartimos el proyecto sionista en rehenes de sus políticas y, posiblemente, de algunos de sus efectos”.
“Esta confusión interesada ha calado en mucha gente que cree que todos los judíos son sionistas y, por lo tanto, que todos somos partícipes de ese proyecto colonial. Esta es la base de un antisemitismo que existe, pero que en realidad es la reacción a la política de ocupación y a los crímenes de guerra del Estado de Israel”.
Los mayores sionistas hoy no son judíos
Una parte importante de los apoyos que tiene el sionismo no viene de gente de origen judía, sino que vienen de la derecha, la extrema derecha y del fundamentalismo evangélico. Ambos movimientos están muy relacionados en Europa y América. “Los más furibundos apoyos de las acciones de Israel, -afirma Héctor- son los movimientos que ayer eran antisionistas y hoy abrazan el sionismo defendiendo a Israel como lo que es: la avanzadilla de la civilización occidental y sus intereses en Oriente Medio. Han transformado su antisemitismo en islamofobia. Confluyen el sionismo, el Estado de Israel y estos movimientos en un frente islamófobo contra las poblaciones de origen árabe en Europa occidental y otras partes del mundo”.
“Lo vivo con horror, pero no me sorprende”
Héctor Grad afirma que vive con horror lo que está sucediendo tanto en Gaza como en el resto de Palestina. Eso sí, reconoce que con los años ha ido perdiendo la capacidad de sorpresa. “Hace mucho me acostumbré a que el Estado que se declara heredero del Holocausto y la principal barrera para que eso no vuelva a ocurrir, repita una y otra vez acciones que son dignas herederas de aquellos que se plantearon como objetivo la eliminación sistemática del pueblo judío. Los paralelismos son inevitables, a pesar de que intenten criminalizar a quien los plantee”.
“Nada se parece más a la situación de Gaza y a la reacción israelí ante la resistencia palestina que la reacción que tuvo el nazismo frente a los resistentes de los Guetos de Varsovia o Viena. En aquella época era lo mismo, una población cercada en un territorio del cual no se podía ni entrar ni salir. ¿Entonces, qué hacían? Pues lo mismo que ahora, cavar túneles para introducir alimentos, comida y armas para la autodefensa. Calcado a lo que ocurre en Gaza u otros lugares de Palestina”.
‘No en mi nombre’
Las acciones contra el pueblo palestino por parte del Estado de Israel son habituales y sistemáticas. Imágenes terribles que se reproducen cada cierto tiempo. Cuando sucede algo así, Héctor Grad, como otros muchos judíos, lo primero que suele hacer es decir aquello de ‘esto no puede ser en mi nombre’. “Frente a la barbarie, la única opción que nos queda es hacer algo para que ésta no continúe. Y la forma de hacerlo es comprometernos en la solidaridad con el pueblo palestino, con el movimiento global que intenta influir para cambiar la correlación de fuerzas entre el sionismo, el pueblo palestino y los pueblos de la región”.
¿Por qué no ha habido hasta ahora ninguna solución?
Héctor intenta responder a esta pregunta: “La relación de fuerzas entre el sionismo y los pueblos de la región hace que Israel, con los apoyos transnacionales que tiene, pueda hacer lo que le plazca e imponer las condiciones que quiera a los representantes palestinos. Esto pasó en cualquiera de los momentos en los que hubo algo que negociar. Por esto, ninguna solución de las que a todos nos parecen razonable es viable. Mucha gente piensa que la solución más viable es la creación de un estado palestino junto a Israel, tal y como está previsto en la solución del plan de partición de la asamblea de las Naciones Unidas de 1947. Este plan solo se cumplió en la parte que le convenía a Israel, que desde el primer momento hizo todo lo posible para que no se cumpliera lo de la otra parte. Si en ninguno de esos momentos terminó por construirse un Estado palestino, es porque Israel ha hecho todo lo posible para que nunca se cumpla”.
“El problema no es un estado, dos estados o 25 estados. Lo que hay que hacer es cambiar la correlación de fuerzas entre israelíes y palestinos dentro de la sociedad israelí y en el contexto internacional que permita que se produzca un proceso de descolonización del Estado de Israel para convertirlo en un estado democrático donde toda la ciudadanía esté en igualdad de condiciones y no bajo cinco regímenes legales diferentes como hay en Palestina. Antiguas discusiones de un estado o dos estados tienen poco sentido. Ninguna es viable mientras sigamos en la situación en la que estamos. Si alguna vez hay una solución será cuando se logre una democracia real, una sociedad más justa donde ser de primera o de segunda no dependa del origen étnico”.