“Europa no pinta nada en la batalla por la hegemonía mundial”

Yago Álvarez Barba, (@EconoCabreado), activista y coordinador de la sección de economía del diario El Salto

¿Qué diagnóstico haces de la situación económica de España y de la UE?

Últimamente soy bastante pesimista. La inflación ahora mismo es la principal batalla económica y cultural. Parece que la inflación, la deuda y el déficit son las tres principales preocupaciones y nos estamos olvidando de que muchas veces esa deuda y ese déficit vienen de un gasto público, de una inversión pública en esas políticas contracíclicas que son las que acaban sacando de la crisis o, por lo menos, manteniendo las rentas durante las crisis. Figuras como los ERTEs o el Ingreso Mínimo Vital ayudan a mantener las rentas de las personas más desfavorecidas y también dan impulso a la economía.

La subida del IMV que ha sufrido el Estado español durante los últimos 4-5 años y el incremento del gasto presupuestario en los años 2020 y 2021 son, sin duda, los dos cambios más importantes que ha sufrido el país desde un punto de vista macroeconómico; incrementar rentas mínimas y dejar atrás la austeridad o, por lo menos, dejar atrás la idea de que en una crisis se debe aplicar austeridad, que fue lo que se hizo en la anterior y que supuso un auténtico desastre.

El resultado es que, a pesar del shock de la economía, estamos teniendo mejores cifras de empleo. Al final, esa teoría de que hay que sacar a lo público de la economía para dar un mayor espacio a lo privado hace aguas por todos los lados.

Te vamos a pedir un ejercicio de clarividencia. ¿Qué escenarios prevés para 2023?

El próximo año pueden pasar varias cosas, y todas son malas. Por un lado, la fuerte subida de los tipos de interés. Si el Banco Central Europeo imita a la Reserva Federal y sube los tipos tan bruscamente como los han subido ellos, vamos a una recesión de cabeza. Esa subida de los tipos de interés va a tener, por otra parte, un efecto nefasto sobre las personas que están pagando sus hipotecas.

Hemos asistido a algo que no ocurría desde el año 2002, que es la paridad euro-dólar. Habrá empresas —en el País Vasco, por ejemplo—  a las que esa paridad les habrá podido venir bien por el tema de las exportaciones, pero tenemos el problema del precio de la gasolina. El barril de Brent se compra en dólares. El precio de la gasolina no baja aunque baje el precio del barril por la golfería de las petroleras y refinerías, pero otra de las razones está en la debilidad del euro:  comprar los barriles de Brent sale mucho más caro.

Por otro lado, esa subida de tipos de interés va a provocar un incremento tanto de la deuda privada como de la pública. En estos momentos los presupuestos generales del Estado destinan al pago de los intereses de la deuda pública 30.000 millones de euros, con los tipos de interés en mínimos históricos desde 2012. Si ahora los tipos de interés suben, la prima de riesgo sube, la deuda española va a crecer… Eso supondrá que en los próximos Presupuestos Generales del Estado, la partida al pago de intereses de la deuda aumentará. Y eso provocará que se constriña el gasto público que, como decía antes, es el que mueve la maquinaria. 

Y luego está el gasto privado, determinado por el euribor. Los que tengan una hipoteca a tipo variable en la próxima revisión van a sufrir subidas de cuota y, por ende, menor capacidad de consumo de las familias, lo que supone un frenazo de la economía, del consumo,  que nos puede llevar a una recesión bastante fácilmente.

Si la Reserva Federal sube los tipos de interés a final de año 1,5 ó 2 puntos, que significa que el euribor estará en el 4, eso es una recesión asegurada.

Sigamos con previsiones. ¿Cómo crees que va a evolucionar el tema energético?

No hace más que hablarse de la guerra de Ucrania y de Rusia, pero eso está tapando que estamos en la antesala de una verdadera crisis energética. Por un lado, porque el planeta no para de aumentar su demanda de energía y, por otro, porque se están agotando las fuentes de energía no renovables.

Y esto está englobado en la crisis climática que vivimos. Se está centrando el debate en la guerra y me da miedo de que nos olvidemos de que el petróleo se está acabando. Repsol ya anunció hace unos años que no iba a buscar más petróleo porque no le salía rentable; está haciendo su transformación ecológica por motivos de interés económico.

Tenemos que tener en el horizonte que vamos a un mundo de energía cara. Y vivimos en una sociedad que se ha basado en una energía barata. Y cuando digo sociedad, incluyo a la industria. 

“Europako Banku Zentralak Erreserba Federalak bezala jokatu eta interes-tasak hark bezain azkar igotzen baditu, zuzenean atzeraldira goaz. Bestalde, interes-tasen igoerak kalte latza eragingo dio hipoteka ordaintzen ari den jendeari”.

El ejemplo alemán es evidente.

Un caso que me está pareciendo fascinante es el alemán. Un país que en los últimos 40 años siempre exportaba más que importaba, en julio, su balanza comercial fue negativa. Alemania ha tenido gas ruso, gas de Ucrania. Ha basado su economía y su industria en energías que le salían bastante baratas. Pero ahora vemos la fisura de ese modelo.

Y si gripa el motor de Europa, que es Alemania, imagina lo que nos puede pasar al resto con el tema energético. A medio-largo plazo vamos a tener que pensar en un cambio estructural económico, que va a ser muy doloroso. Y a corto plazo, siguiendo con el tema energético, ojo como Putin cierre la llave.

En Europa la situación es preocupante. Y en el mundo la crisis de la deuda se está llevando a países enteros por delante.

Asistimos a una crisis de deuda mundial. Estamos viendo a Sri Lanka en quiebra, Ucrania ha pedido una reestructuración de su deuda, Líbano, El Salvador… Hay en estos momentos 10 ó 15 países que están rozando la quiebra; países del Sur, todos.

Si quiebran estos países y empiezan a arrastrar a otros países y a otros acreedores, el futuro se presenta complicado.

El Fondo Monetario Internacional tiene un papelón por delante. Habrá que ver cuál es la deriva del FMI porque en el próximo lustro nos vamos a encontrar con quiebras de países.

Es curioso que la deuda privada haya disminuido mientras la pública ha aumentado, ¿no?

Así es. La deuda privada de las familias y las empresas ha ido disminuyendo desde el año 2008. Lo que se ha incrementado es la deuda pública de los países. Y el gran elefante en la habitación es China. China tiene una burbuja inmobiliaria impresionante, y eso puede ser el principio del fin. Y si China sufre una crisis importante arrastra al resto del planeta.

Y no digamos si empiezan con medidas proteccionistas para salvarse. Tenemos el aprendizaje de lo que ha ocurrido en India: quisieron aprovechar que Ucrania dejó de exportar cereales por la guerra y se dedicaron a vender y vender; el incremento de la demanda supuso una subida de precios hasta el punto de que la propia población india no podía pagar esos cereales, no podía comer. Finalmente, el gobierno indio decidió cortar las exportaciones.

También podemos ir a un proceso de desglobalización, que suena bien, pero que va a ser bastante doloroso.

“Benetako energia krisi baten atarian gaude. Batetik, planetaren energia eskaria etengabe hazten delako, eta bestetik, berriztagarriak ez diren energia iturriak agortzen ari direlako. Hau kokatzen da bizitzen ari garen klimaren krisian”.

En muchas de tus intervenciones y análisis has mostrado tu preocupación por la subida del precio de los alimentos y las hambrunas que puedan derivarse de ello.

El tema hambre en los países del Sur va a ser una realidad muy dura porque el precio de los cereales y de los alimentos básicos va a duplicarse. De hecho, ya se han duplicado, y puede que suban más. En este contexto, habría que hacer una intervención de la Bolsa de Chicago, que es la que comercia con los alimentos.Hay que intervenir los precios de la alimentación a nivel mundial.

Pero claro, dile al FMI que haga esto. Lo hará cuando mueran millones de personas. Yo creo que las líneas tienen que ir por ahí: una intervención de la economía a nivel mundial en cosas tan básicas como la alimentación.

Esos países, además, suelen estar ahogados por el pago de la deuda externa.

La gente de Eurodat está trabajando en una propuesta de mecanismos de parálisis del pago de todo tipo de deuda cuando un país llega a una situación como la de Sri Lanka. Deben establecerse unos parámetros que definan la situación de riesgo humanitario y, a partir de ahí, que se cancelen los pagos de la deuda externa.

El FMI debería de tener un fondo para este tipo de situaciones. Igual el FMI reacciona cuando caigan 4 ó 5 países y se  produzcan hambrunas, muertes, movimientos migratorios masivos… Es posible que veamos estas situaciones en las próximas décadas.

“Gosea Hegoaldeko herrialdeetan izugarrizkoa izango da, laboreen eta oinarrizko elikagaien prezioa bikoiztu egingo delako. Izan ere, dagoeneko bikoiztu dira, eta litekeena da areago garestitzea. Horrenbestez, Chicagoko burtsan esku hartu beharko litzateke, han egiten baita elikagaien salerosketa. Baina zoaz eta esan NDFari hori egiteko. Milioika lagun hiltzen direnean egingo du”.

¿Cómo se está situando la UE en la guerra geopolítica por la hegemonía mundial?

La UE se está quedando muy atrás.

Gran parte de las turbulencias que estamos viviendo están provocadas por una situación de cambio de la hegemonía mundial. En estos momentos asistimos a una guerra comercial entre EEUU y China. China está adelantando ya a Estados Unidos. Y cuando finalmente lo consiga habrá una división global en el planeta. Los países del Sur, en este momento, se decantan por China.

Y la UE es el campo de batalla donde asiáticos y estadounidenses se pelean por los clientes y por los datos de los europeos.

Somos todavía el continente con la mayor renta per cápita, tenemos todavía mucho dinero, mucho ahorro y mucha inversión, somos consumidores natos... pero nos estamos quedando detrás en I+D, en industria, en tecnología, datos... porque hemos deslocalizado todo. Europa en tecnología no tiene nada, ni una sola gran empresa.

Las grandes batallas internacionales se dan entre el Google americano y el Google chino; el Uber con el Uber chino; Facebok contra Tik-Tok… Al final se trata de una guerra por los datos.

Se está hablando mucho, y puede que lo veamos, de las fusiones bancarias intrafronterizas, por ejemplo, que haya una fusión entre el Santander y el Deutsche Bank e ING para crear un gran banco europeo que pueda competir con los bancos chinos y estadounidenses. Pero, a pesar de todo, llegamos tarde.

Llegamos tarde también con los materiales “raros”: con el litio, con las baterías eléctricas, los microchips… Europa, como buena potencia colonialista, formada por estados colonialistas, se ha dormido en los laureles y ahora se da cuenta de que en esa batalla por la hegemonía mundial no pintamos nada.

¿Hay movimientos sociales ahora mismo con la fuerza necesaria para plantar cara a las decisiones antisociales que se están adoptando?

En mi opinión, los dos únicos movimientos capaces de aglutinar gente en este momento son el ecologismo y el feminismo, y no creo que diga nada nuevo.

Hay que buscar la interseccionalidad de ambos movimientos porque está totalmente ligado el cuidar de la tierra y el cuidar de las personas. Y hay que aplicarle conflicto social. Hay que buscar conflictividad y empezar a promover otro tipo de organizaciones sociales, otros tipos de presión política que puedan dar pie a otro tipo de políticas diferentes a las que estamos acostumbrados.

Como activista que soy me da pena ver que los movimientos sociales están prácticamente muertos. Además, durante la pandemia parecía que había un movimiento de poner en valor lo público, el estado de bienestar, la inversión en los cuidados, etcétera… pero ahora me da la impresión de que, con esto de la inflación y la subida de la cesta de la compra, la gente se está olvidando de aquellos valores que estaba reivindicando.

¿Y dónde queda el sindicalismo?

De entre los movimientos sociales que están surgiendo, me está pareciendo muy interesante el tema de las nuevas formas de sindicalismo que están luchando contra las nuevas formas de capitalismo.

Tenemos la experiencia de la economía de plataformas y de los Riders por derechos: gente que ni siquiera  tenía un centro de trabajo, que están en bicis por las plazas, han conseguido crear una red, han logrado una sentencia del Supremo, y han forzado al Ministerio de Trabajo a regular su situación por ley. Tiene un mérito enorme.

Los sindicatos tenéis el reto de adaptaros a las nuevas formas de precariedad e intentar acoplar esas luchas a las nuevas formas de capitalismo porque vivimos un turbo capitalismo que acelera las formas de explotación.

También me parece muy importante que los sindicatos retomen la lucha por la reducción de la jornada laboral. Llevamos cien años con la jornada de 40 horas, con un paro estructural gravísimo en todos los países. La reducción de la jornada laboral, vivir más y trabajar menos, es una idea que engancha a todo el mundo y que se puede realizar de muchas maneras: ya sea trabajando menos horas cada día o trabajando menos días a la semana, como se propone con la semana laboral de 4 días...

Vivir más y trabajar menos en unos momentos en los que los márgenes empresariales siguen creciendo y la gente sigue estando en una situación tan precaria es una línea discursiva que enlaza muy bien tanto con el movimiento feminista (en la medida en que hay más tiempo para los cuidados) como con el movimiento ecologista (también hay menos desplazamientos, menos contaminación), y se acopla bastante bien, también, con el movimiento laboral y socioeconómico por el que estamos avanzando.

Yo me alegro mucho de que haya sindicatos como el vuestro, con mucha fuerza en vuestro ámbito, y también me alegro de que aparezcan esos pequeños champiñones como los Riders Por Derechos, porque están mostrando otra manera de conflictuar con el Gobierno, distinta a la de los dos grandes sindicatos, UGT y CCOO.

No diría que el viejo sindicalismo ha muerto, pero a veces ayuda poco, la verdad.

“Europak, potentzia kolonialista petoa den aldetik, estatu kolonialistek osatua baita, bertan goxo egin du eta orain ohartu da munduaren hegemonia lortzeko lehian ez daukala zer eginik”.

Este turbocapitalismo del que hablas supone, sin duda, importantes retos para un movimiento sindical que quiera plantar cara...

Las transformaciones tecnológicas aplicadas al mundo laboral van a crear grandes conflictos. Se habla mucho de la digitalización desde una perspectiva positiva pero muy poco sobre sus efectos sobre los derechos laborales.

Y la línea que está llevando la UE y que se calca en el “España Puede” (plan de los fondos europeos en el Estado español) es demasiado tecno-optimista, demasiado positivista en torno a la creación de empleo… Se dice que por cada millón de euros de fondos se va a crear un empleo en cualquier tipo de industria, por ejemplo, en Renovables. Con el 5G afirman que van a crear 5 veces más. Y yo me pregunto: ¿de dónde sacan esa cifra? Multiplican por 5 las expectativas de creación de empleo por euro invertido. Y gran parte de los puestos de trabajo que dice el Gobierno que va a crear con los 70.000 millones de euros de fondos es del 5G y de la digitalización, pero no contabilizan ninguno de los que se van a perder.

Esto es brutal. Estamos invirtiendo un montón de dinero para cambiar la economía sin tener en cuenta ni los derechos laborales ni el desempleo. Yo creo que estas cuestiones van a crear bastante conflictividad en los próximos años. 

La digitalización ya está aquí y está creando problemas laborales graves.

El sindicalismo alemán, históricamente muy fuerte, está metiendo mucha presión con el tema de la digitalización. Están presionado mucho para que el reparto de los beneficios por la mejora de la productividad beneficie también a la clase trabajadora. Si metes una máquina que sustituye a 10 trabajadores, la empresa está obligada a recolocar a parte de esos trabajadores y pagar el reciclaje profesional de otros en otra profesión. La digitalización debe ir acompañada de medidas sociales.

Volviendo a la batalla cultural de la inflación. ¿Qué medidas propones para rebajar la inflación?

Se habla mucho de los paquetes de medidas anti-inflación y prácticamente ninguna de las medidas ataca la inflación. Lo que hacen es facilitar un poquito la vida a las personas más desfavorecidas.

La única medida efectiva que ha hecho este Gobierno para  bajar la inflación es poner un tope al precio del gas. Y creo que debería enseñarnos el camino: la limitación de precios. Si los precios energéticos son los que están empujando la escalada de los precios, hay una clara solución: Poner un límite al precio de la luz y de los carburantes. Topar precios es la única solución que yo veo para atajar la inflación.

Otra medida sería bajar el IRPF a las rentas más bajas. Yo no subvencionaría, la medida debería de ser poner precios máximos.

¿Qué opinas del Pacto de Rentas?

El maldito eufemismo del Pacto de Rentas... De lo que hablan, en realidad, es de bajar salarios, cuando los salarios están estancados desde 2008, mientras que los beneficios de las empresas no paran de crecer. El Pacto de Rentas es un engaño, una mentira. Lo que habría que atacar son los márgenes de beneficios empresariales.

“Nire ustez, jendea elkartzeko gauza diren mugimendu bakarrak oraintxe ekologismoa eta feminismoa dira. Aktibista naizen aldetik penaz ikusten dut mugimendu sozialak ia hilda daudela”. 

¿Qué otras medidas debería adoptar el Gobierno español para paliar el impacto social del alto precio de la energía? 

El Gobierno de España debería de estar ahora mismo poniendo placas solares en absolutamente todos los edificios públicos y subvencionando su instalación en edificios, casas privadas y en la industria. Y hay dinero para ello, porque los fondos Next Generation son para la transición justa.

De la distribución de los fondos Next Generation también podría hablarse mucho. A pesar de la poca transparencia existente en torno a quién está recibiendo esos fondos, se sabe que gran parte de ese dinero lo está recibiendo Adif, para infraestructuras. Puede estar bien el AVE a Extremadura o remodelar tramos de la red ferroviaria... pero eso no es una transición ecológica.

Siguiendo con incoherencias, la UE vuelve a apostar por la energía nuclear y el carbón. Se está realizado un green washing escandaloso; me parece una locura.

El debate fiscal está nuevamente encima de la mesa. ¿Qué medidas habría que tomar, en tu opinión?

Si me dejaran de ministro de Hacienda, iban a temblar las empresas. Yo pondría un impuesto casi confiscatorio a los beneficios excesivos, algo que ya hizo EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra de Vietnam. Sobre todo cuando son unos beneficios caídos del cielo, simplemente porque el sistema de fijación de precios está hecho a medida de las grandes empresas.

Otra medida que me parece interesante sería reducir un poco los tramos del IRPF de las zonas bajas, quitando un puntito a la gente que gana menos de 25.000 ó 30.000 euros, y se lo subiría a los que ganan más de 300.000 euros, para compensar. Al pobre es al que de verdad le afecta la inflación.

Por supuesto, estoy en contra de eliminar el impuesto de patrimonio. Ahora mismo estamos en tiempos de guerra y habría que grabar mucho más a quienes más tienen.

“Sindikatuen erronka da prekaritate modu berriei egokitzea eta borroka horiek kapitalismo era berrien arabera garatzea; oraingo turbokapitalismoak esplotazio aldaerak azkartzen ditu”.

Otro debatazo es el tema de la relocalización de empresas.

Yo apuesto por la relocalización, sobre todo de la industria. Y no solo porque crea que la industria es más estable, sino porque un país no puede depender del turismo y del ladrillo. Hay que reindustrializar España. Una reindustrialización que debe ir acompañada de la transición energética.

Pero esa relocalización tiene una doble cara, porque va a encarecer productos. Hemos vivido 4 décadas, gracias a la globalización, con una economía Made in China, que es poder comprar barato; precarizaban nuestras vidas pero podíamos seguir consumiendo. Si hacemos un proceso de desglobalización, que es la relocalización de las industrias, eso va a tener consecuencias: un aumento de precios y un descenso de la capacidad de consumo de las clases populares.

¿Hasta qué punto la UE es un corsé que impide realizar políticas económicas y fiscales como las que defiendes?

Efectivamente, la UE es un corsé. No hay más que ver lo que ha costado que permitieran al Gobierno topar el precio del gas. Yo siempre intento hablar desde el posibilitismo, teniendo en cuenta dónde estamos. Si por mí fuera, por ejemplo, intervendría muchísimos sectores, crearía empresas públicas o expropiaría las que no son públicas de sectores básicos: un banco público y una energética pública es algo fundamental. Hay que conflictuar con Bruselas sobre la publificación de los sectores básicos.