“Hay que abandonar la idea de que va a volver otra nueva red social mayoritaria”

Marta G. Franco es periodista, activista y se define como habitante de internet desde 1999. Frente al uso pasivo de plataformas privadas, defiende un espacio público y comunal en la red que ya existió, recuerda, en un ejercicio de memoria histórica. “Nos han robado internet” es la tesis que vertebra su reciente libro‘Las redes son nuestras. Una historia popular de internet y un mapa para volver a habitarla’ (Consonni, 2024). No lo escribe desde la nostalgia, sino que pretende ser una herramienta para pasar a la acción y disputar el espacio digital lejos de privatizaciones.
Hace unos años las redes sociales comerciales sirvieron para impulsar grandes movilizaciones (15M, Primavera Árabe…) y nacieron colectivos y plataformas que ponían en jaque el stablishment, como Wikileaks o Anonymous. ¿Internet era entonces más nuestra que ahora?
Internet fue nuestra mucho más al principio, cuando era una red con financiación pública. Las grandes redes sociales que seguimos conociendo ahora, Twitter, Facebook, etc., nunca fueron nuestras, siempre fueron empresas privadas. Pero en aquella época sí que nos permitían habitarlas de una manera diferente, con más autonomía y más agencia, y además cumplían con lo que nos prometían desde el principio: la posibilidad de entrar en contacto con muchas personas y que nuestros mensajes fueran recibidos por muchas personas diversas.
Hay algunos proyectos que surgieron entonces que siguen siendo ejemplo, como la Wikipedia, ¿no? Sigue siendo una de las web más vistas del mundo, una fuente de información universal y probablemente la más accesible, plural, diversa que tenemos y que funciona bastante bien gracias a la colaboración de muchas personas que la editan.
Todo ha cambiado de manera acelerada. ¿En qué se diferencia aquel momento del actual?
Al principio, las redes sociales eran minoritarias, la mayoría de la población se seguía informando a través de medios de comunicación tradicionales. Era un momento en que las redes sociales comerciales no tenían tantos mecanismos para ser llenadas de publicidad y de propaganda, porque las empresas y los partidos políticos no estaban profesionalizados en su uso. Era una cosa mucho más espontánea, en la que realmente había capacidad de llegar a mucha gente si te lo currabas, si tenías un poco de ingenio y de suerte. Cosa que ahora ya no puede ocurrir, porque hay tanta competencia que hace falta, además de ingenio y suerte, mucho dinero. Ya no hay manera de crecer en redes sin invertir en publicidad o en generar contenidos que tengan capacidad de hacerse virales.
Los algoritmos mandan y deciden qué mostrar y qué no. No sé si tienes la sensación de que se esconde el contenido de movimientos y organizaciones sociales y cualquier atisbo de lucha.
La realidad es que los algoritmos penalizan el contenido que consideran explícitamente político y que tiene intención de hacer activismo o incidir en el cambio social. Se penalizan palabras o símbolos que se entienden como directamente políticos. Por ejemplo, hablar de feminismo, de ecología o de Palestina. Pero tenemos que recordar que todo es político, y estamos recibiendo muchísimo contenido que tiene una función política. Por ejemplo, que se nos muestre contenido de tradwifes o esposas tradicionales es política machista.
¿Quedarnos para hacer frente a estos discursos reaccionarios, de odio y a las fake news o abandonar las redes comerciales?
Es imposible ponernos de acuerdo sobre cuándo hay que irse, pero sí podemos estar de acuerdo en que ese momento se está acercando. Es una noción común e indiscutible que hay una degradación de esos espacios. Ahora, creo que cada persona, cada colectivo, cada organización, tiene que evaluar hasta dónde le merece la pena estar o debe irse. En este debate necesitamos hacer una evaluación real, porque lo que solemos hacer es seguir utilizando por inercia espacios en los que estamos porque eso es lo que nos dicen que hay que hacer. Pero, realmente, cada vez compensa menos en términos incluso de visibilidad y de visitas. Cuando queremos encontrar información o relacionarnos con gente, nos llevamos, sin quererlo, un montón de contenido tóxico, o poco relevante, o muy banal. Lo que ocurre es que no pensamos en que hay alternativas.
Hablemos de Mastodon. Una red social libre que forma parte de otras alternativas del llamado Fediverso. ¿Realmente puede sustituir a X?
En las redes sociales actuales, tú publicas un vídeo y tienes ahí un número que te dice que lo han visto 5 .000 personas, o 10.000, o 20.000, depende de la suerte que tengas ese día. Pero esas personas, la mayoría, no habrán visto el vídeo completo o no te habrán prestado mucha atención y no habrás conseguido realmente tener una comunicación efectiva. Es verdad que si tienes mucho dinero y mucha capacidad de bombardear todos los días con contenido, al final puede que consigas difundir tus ideas y que esas personas las acaben comprando. Pero si solamente vas a conseguir impactar una vez, porque no tienes tanta capacidad, es mucho mejor buscar desde luego la comunicación más pausada y más plena.
Por ejemplo, se puede publicar un mensaje en un foro o en una lista de correo, que sólo lo van a leer 80 personas, o 50, o menos. Esa gente realmente va a tomarse su tiempo, va a prestar atención a tu contenido y probablemente te vayan a responder solo dos o tres, frente a los 111 likes que podrías tener en Twitter. Pero son personas que te están escribiendo un mensaje y que están creando una comunicación mucho más significativa, con la que realmente estás consiguiendo crear un sentido común. Ese tipo de comunicación es la que se ve en el Fediverso.
¿Cómo crees que será el futuro de las redes sociales en los próximos años?
Yo creo que para empezar hay que abandonar la idea de que va a volver a haber otra nueva red social mayoritaria. Eso no va a pasar. Igual que fue hace muchos años Facebook, luego pasó a Twitter, Instagram, TikTok... Ya no va a volver a haber otra red, otro nuevo juguete que todo el mundo use. Por un lado, porque ya hemos perdido la inocencia, hemos tenido experiencias tóxicas y no vamos a volver a lanzarnos a otra nueva. Creo que el estado actual y el futuro va a seguir estando fragmentado. Habrá gente utilizando distintas redes sociales y no va a ser tan fácil, con una sola estrategia, destacando una sola red social, llegar a la mayoría de la sociedad.
Esto ocurrirá también porque las grandes empresas tecnológicas están ya en la industria de la Inteligencia Artificial y en otros modelos de negocio que tienen que ver también con entregar nuestros datos. En resumidas cuentas, las redes sociales serán menos hegemónicas y tendrán más que ver con construcciones de comunidad más de base y con relaciones más densas, más ricas y menos volátiles.
Fascismo, reacción, fachatubers y manosfera en general… acoso y violencia en línea, ansiedad, adicción... no es que el panorama invite a quedarse.
Desde luego. El problema es que para muchas personas estas pocas plataformas de las Big Tech son los únicos sitios donde pueden, de una manera razonablemente fácil, acceder a información, mantener el contacto con su gente o, incluso en algunos casos, mantener su vida laboral. Necesitan las redes sociales para poder difundir sus contenidos o para poder acceder al trabajo, etcétera. Realmente es un privilegio poder estar desconectado, y poco a poco, además, lo que va a pasar es que en algunos ámbitos va a ser un privilegio no ser atendido por una Inteligencia Artificial.
Hay quienes reniegan de internet, de las redes… Tú defiendes la importancia de disputar el ámbito digital.
Claro. Durante esta entrevista estamos hablando sobre las redes sociales y yo creo que es muy importante recordar que internet no son sólo las redes sociales, que obviamente se pueden regular o controlar, pero no dejan de ser espacios privados que pertenecen a empresas. Lo que ocurre en Internet es, por así decirlo, que hay muchos centros comerciales y hay muy poco espacio público.
Nuestros gobiernos han desatendido su deber de construir las calles, parques, bibliotecas públicas en Internet. No tenemos espacio público digital, o muy poco. Y desde la sociedad civil hay algunos proyectos que tienen que ver con servidores autogestionados, pero son muy poquitos y algo muy pequeño comparado con los grandes centros comerciales que serían las plataformas de las Big Tech.
Tenemos que hacer esa reflexión y tomarnos como una prioridad política construir espacios digitales que sean públicos o que sean gestionados por la sociedad civil.