“Las redes sociales están llenas de cobardes amargados”

Elkarrizketa TEXTO: GORKA QUEVEDO FOTOS: NAGORE URIARTE - CEDIDAS POR SARA SOCAS
Sara Socas (Tegueste, 1996) llegó a la cima del freestyle con 20 años. Sufrió acoso por ser mujer, lesbiana, feminista y por su ideología. En 2023 abandonó la competición y presentó su primer disco. Sara nos citó en Matadero Madrid, en el distrito de Legazpi. Apareció con una gorra donde ponía ‘We are not friends’. No sabemos si somos sus amigos, pero es difícil ser más amable, cordial y simpática en una entrevista.

Sara Socas nació en Tegueste, uno de los tres municipios de Tenerife –junto a Vilafor y El Tanque– que no tiene salida al mar, tal y como lo recuerda la pintada de uno de los muros que rodea al campo de fútbol: ‘Bésame hasta que Tegueste tenga playa’.

Tegueste tiene 11.359 habitantes (datos del 2024), y Sara es la segunda persona más conocida de la localidad. Porque, como ella reconoce riéndose, “es imposible competir en eso con Pedri –jugador del FC Barcelona y estrella del fútbol mundial–”. Sin embargo, a día de hoy, cuando regresa al pueblo sigue siendo ‘la hija de Socas’, profesor de literatura que se hizo conocido por el emotivo pasillo y homenaje que le realizaron sus alumnas y compañeras de trabajo el día de su jubilación.

Sara nos ha citado en El Matadero, centro cultural situado en el barrio de Legazpi (Madrid), ciudad en la que vive desde 2015, año en el que, tras terminar el bachiller, comenzó a estudiar Periodismo y Comunicación Audiovisual. Sara se hizo conocida cuando con apenas 20 años llegó a la cima del freestyle. En 2023 abandonó el freestyle, al menos la competición, en gran parte como consecuencia del brutal acoso machista que sufrió. En 2023 presentó su primer disco, TFN-MAD, compuesto por 12 canciones.

Hemos quedado con Sara para hablar de su trayectoria musical, y, sobre todo, para conocerla un poco más. Porque, detrás de esa imagen de Sara en las batallas de gallo, hay detrás una mujer con unas fuertes convicciones sociales y un brillante discurso. Aunque, de vez en cuando, se le escape alguna palabrota, algo que reivindica y sobre lo que reflexiona durante la entrevista.

Del verde de Tegueste a vivir en Madrid. Menudo cambio.

La primera vez que viene al barrio donde estaba la que iba a ser mi casa me impactó. Dije: ‘esto es muy feo, ¿por qué vive la gente aquí?’ Y me traumaticé. Luego ya ves el resto de Madrid, conoces a gente de tu edad que también viene de fuera... Digamos que pasé de llorar de angustia a llorar de felicidad por todas las cosas guapas que estaba viviendo. Pero de primeras fue impactante, sobre todo, ya te digo, el paisaje.

Cuando vienes a Madrid tocabas la guitarra, el piano y el bajo, pero no te dedicabas a la música a nivel profesional. La primera vez que rapeas en público es en el 2017, de juerga. Empezaste y tuviste una carrera meteórica. En poco tiempo pasaste de rapear como hobby a ganar premios. ¿Cómo vives aquello?

Hombre, fue muy agobiante. A día de hoy creo que sigo pagando un poco las secuelas de ese momento. Lo comparo, sin tener nada que ver por el tipo de mundo que es, con lo que les pasa a los concursantes de Operación Triunfo. Entran en la academia y, malamente hablando, no son nadie. Luego cuando salen su vida ha cambiado por completo, sobre todo a nivel de números y de exposición.

En mi caso fue así por eso, por batallas que se hicieron virales. Sobre todo una batalla en México fue la que detonó todo, allá por 2019. Entonces, la verdad, fue todo bastante loco. Tenía claro que este era mi sueño e iba a por ello. En ese momento batallar era una cosa que hacer con colegas, algo que descubrí de fiesta, y en ningún momento pensé, por mucha pasión que sintiera, que iba a llegar a ese punto.

Empiezas a rapear con el nombre de Sara Socas. Es decir, siempre eres Sara Socas. No te buscaste un nombre artístico, fuiste con tu nombre y de cara.

Fue algo que fue surgiendo sobre la marcha. De hecho, mi primera intención fue que fuera Socas. Socas, a secas, valga la bromita. Pero sí, esa era mi intención, que fuera Socas. Lo que pasa es que la gente del mundillo, del freestyle, ya sabían que me llamaba Sara. No sé qué pasa con los nombres cuyos apellidos siguen con la misma letra, tienen esa sonoridad como les pasa a los personajes de Marvel. Mira, Peter Parker, la sonoridad que tiene. La gente iba diciendo así, Sara Socas. En una competición mandé que me pusieran Socas y pusieron Sara Socas en grande en el cartel. Entonces ya fue un poco como: ‘bueno, al final la gente me conoce así y al final es mi nombre y apellido. Pues ya está, el pueblo ha hablado’. 

En enero de 2021 participaste en la liga nacional de freestyle. No te voy a preguntar aquello de ‘qué se siente siendo la única piba en un mundo de pibes’, porque lo has respondido muchas veces: ‘pues ya sabes, una mierda’.

Exactamente.

Llegas a la élite del freestyle siendo la única chica. Ahí sufriste en primera persona machismo y, digámoslo claro, un evidente acoso sexista, homófobo y machista en las redes sociales. ¿Cómo viviste esta situación?

Esa fue, sin duda, la parte más dolorosa y frustrante. Creo que si no hubiera sido tan feminista en redes sociales, en las batallas de gallos, hasta en la música, mi personaje no hubiera suscitado tantas polémicas, tanto odio, tanto en redes sociales como en las batallas y demás. Creo que al final ya no es el hecho de ser una mujer en ese mundo, sino una mujer que encima constantemente está hablando de si le gustan las mujeres, de si tú eres un mamagüevo porque haces estas cosas mal como hombre... Eso me buscó cosas bonitas, como estar aquí sentada hablando de esto, pero también la otra cara de la moneda. Al final como que los radicales salen por ahí. Entonces bueno, efectivamente, una mierda.

Una de las consecuencias de ese machismo fueron los insultos que recibiste en las redes sociales. Hace poco Sara Sálamo, tinerfeña como tú y que también ha recibido insultos machistas en redes sociales, decía que no se debe infravalorar que un tonto te insulte en una red social desde el anonimato, que eso puede llegar a intimidar tanto como que te insulten en plena calle.

Hombre, vives con ese miedo. Para la gente es muy fácil decir: ‘pues si al niño o a quien sea le hacen bullying por las redes sociales, pues que se las quite’. Entonces volvemos al rollo este en el cual tú tienes que huir o tú tienes que esconderte para protegerte, en lugar de educar a la otra parte en que no tiene ningún derecho de actuar de esa manera tan agresiva. Y, además, el discurso de los cuatro tontos también se cae cuando ya no son cuatro, sino son cuatrocientos, son quinientos, son seiscientos, son miles.

Mira lo que ha pasado con Lalachus, la tremenda misoginia y gordofobia que ha sufrido simplemente por ser una mujer con sobrepeso y, encima, cómica. Y todo porque ella representa todo lo que le puede molestar a un fachita clásico. La gente también tiene que intentar educarse en eso. Si te digo la verdad a mí la autoestima me ha afectado un montón. A mí me atacaban por posicionarme, hiciera lo que hiciera. Si ganaba decían que no debía ganar, si perdía se alegraban. Te cogen así, con esa mierda, ven que representas lo que no les gusta y van al cuello. Y lo de las redes es una locura, está todo lleno de cobardes amargados. Es muy triste esa gente.

¿En esos momentos que estuviste mal, qué o quién te ayudó a darle la vuelta?

A mí lo que más me ayudó, obviamente, fue poder ir a la psicóloga. Si no hubiera ido a terapia, la verdad es que no sé qué habría sido de mí, pero vamos, algo mucho peor. La terapia me ayudó mucho. También entiendo que no todo el mundo se la puede permitir, pero ojalá que así fuera. Luego, también me ayudó mucho el compartirlo con una red de amigos cercana o con mi equipo. Siempre he tenido una relación muy cercana tanto con mi actual equipo como con otras personas que han trabajado conmigo en el pasado.

En esos entornos siempre ha habido una relación cercana, de animarme, de apoyarme, de creer en mí. Eso, unido a mi familia, era un poco lo que me mantenía adelante, porque ya te digo, ni siquiera comentarios positivos compensaban la cantidad de basura que llegaba por el otro lado. Eso me ayudó. Eso y el día a día, el mindfulness, como quien dice. ¿Qué, puedo controlar esos 400 mamahuevos? No puedo; pues entonces respira, respira...

En tu caso no sólo te posicionabas como mujer, como feminista. También había un componente social. A diferencia de la mayoría de quienes rapeaban contigo tus preocupaciones no eran los coches de lujo. De hecho, creo que tienes un coche de segunda mano del 2010...

Sí, sí, ahí está... (Interrumpe)

Es decir, tenías otras preocupaciones más, digamos, sociales. Tener un coche de lujo no está entre tus preocupaciones vitales.

No, no, porque pienso: ¿para qué? Primero, si tuviera un coche de lujo aquí en Madrid me tendría que pillar un buen seguro, porque al segundo día va a estar rayado. No te puedo decir qué haría si tuviera muchísima pasta, no puedo saber si me daría algún capricho. Pero, de todas maneras, es algo que no va conmigo. Ahora también me puedo permitir X cosas, lo que te digo, por ejemplo, un coche de primera mano, aunque la verdad que aquí no lo veo lógico.

El dinero lo tengo para invertir en mi proyecto, si quiero seguir con la música pues tener dinero para pagar a las músicas. Si me compro un coche de lujo no voy a poder tener una banda en directo. En ese sentido he priorizado mi trabajo, mi salud y la de los de mi alrededor, que a mi perro no le falte de nada... Pero es que encima también tenemos la suerte de que mucha ropa, por ejemplo, menos las zapatillas toda la que lleva ahora, es regalada. O sea, que encima tampoco voy a ir y... No, no sé, es que estoy a gusto así.

En 2023 abandonas la competición, al menos en el freestyle, y lanzas el primer disco tuyo. La primera canción, ‘Spanish’, es como tu carta de presentación. Dices en la canción, entre otras cosas:  ‘A pastar Abascal, basta ya de fachas’, ‘A los nazis en la tele se les llama derecha y a las mujeres estrechas y feminazis’, ‘Amo a Héctor Bellerín y el arte del Guernica, a todos los cuerpos menos la Guardia Civil. Los civiles en guardia, cubriéndose la espalda por si estalla otra guerra civil’. Parece que quieres decir: mira, esto es Sara Socas. Si te gusta, bien, y si no te gusta, igual de bien.

Totalmente. De hecho, me acuerdo que haciendo el orden del track list para el disco era como: ‘¿Y dónde meto Spanish?’ La última tampoco, ¿no?’ Porque es como lo fácil: ‘bueno, el que llega hasta aquí, ¿no?’ Y al final tomé la decisión de ponerla al principio, justamente por eso que dices. Era un poco como: ‘mira, ya me han criticado por radical’. También era una manera de decir que, coño, que de verdad pienso esto, sé por qué lo pienso y lo defiendo aunque la consecuencia pueda ser X. Pues sí, pues va la primera y ya, si hay algún traumado con las personas y los temas mencionados, pues que se vaya, aunque se pueda perder el resto de mi música y luego hubiera otros temas más festivos o que hablan de otras temáticas que le pudieran gustar. Pero sí, totalmente, fue un riesgo. Creo que yo, como estoy medio loca, me atreví a tomar esa decisión.

La cultura es un sector precario. Imagínate que durante 24 horas eres ministra de Cultura. ¿Qué harías para acabar con esta precariedad? 

Por una parte habría que regular, al final todo viene también por el capitalismo. El mundo de los eventos, de la música en directo, de los festivales, antes era una cosa muy especial. Había el Rototom para quienes les gusta el reggae, el BBK Live y un par de festivales así, pero no era lo normal, lo normal era que tú fueras a ver los conciertos de los artistas que a ti te gustan y ya.

Ahora hay una fiebre con los festivales, hasta las fiestas de los pueblos se pasan a llamar ‘el no sé qué rock’, ‘el no sé qué urban’... Hay una sobresaturación de eventos donde todo el mundo, además, siente que necesita estar ahí. Es decir, piensan que aunque paguen una mierda necesitan estar a las 3 de la tarde en este festival para ver si así pueden rascar, que luego te llamen para no sé qué. Entonces, en ese sentido, sí que hay una precariedad grande para la gente que está empezando. También para los técnicos y para todos, porque al final están también sobrecargados de bolos. Y están sobrecargados de bolos porque no se les paga mucho y tienen que coger muchos bolos. Están tres semanas trabajando en una sala, luego el fin de semana de gira con no sé quién... Es una vida bastante jodida en ese sentido de currar mucho. Creo que eso pasa en general en el arte. También con el tema de los autónomos. No sé cómo sería lo adecuado, pero hay que regular un poco esa vaina porque hay gente que constantemente tiene trabajo y se puede permitir pagar la cuota o lo que sea, pero hay gente que de repente no se puede tomar vacaciones porque si no se le cae todo abajo.

Creo que necesitamos menos eventos pero con más calidad, que no todos sean los mismos carteles una y otra vez, que a veces parece que es un poco, no se...

¿Copiar y pegar?

Sí, copiar y pegar. Totalmente. ¿Este es el cartel de tal festival? Pues yo voy a llamar a los mismos, más o menos. Así funciona. No sé, hay que valorar las cosas un poquito más, en vez de todo en cadena, todo rápido. Pero ya te digo, esto pasa en la música y en todo.

Eres de Tenerife. En las Islas Canarias el riesgo de exclusión social casi llega al 40%. Los últimos meses la gente se está organizando y se están produciendo movilizaciones contra el actual modelo de turismo. ¿Cómo estás viviendo este movimiento?

Lo vivo con una pena muy grande, pero orgullosa de que Canarias haya despertado y se siga su ejemplo. El 20 de abril del 2024 se celebró la primera gran manifestación contra el modelo de turismo y luego otros lugares como Mallorca o Barcelona se han inspirado. Creo que es un problema de toda la costa, no solamente afecta a Canarias, pero efectivamente, es lo que mencionabas. Toda la vida nos han vendido que vivíamos del turismo, de los alemanes, de los ingleses, del turismo nacional e internacional.

El pueblo canario se ha dado cuenta que ves no solo los datos, sino la realidad en los barrios y los pueblos, y que la gente no tiene trabajo. Tienen trabajos precarios en los que no se pueden permitir ni vacaciones ni viajar. Es decir, los de fuera pueden venir de vacaciones, pero ellos no pueden ir de vacaciones. Eso fue lo que hizo despertar. Por supuesto, hay un dinero que se queda en Canarias, pero no en el bolsillo de la gente. Mi hermano ha estado trabajando de camarero varios años en un hotel de 5 estrellas. En vez de camarero lo ponían como ayudante de, porque el sueldo es menor. Trabajaba un montón de horas por mil euros al mes, mil y pico euros. Esta situación la vivo con decepción, triste, pero intentando seguir luchando. 

En Cataluña, por ejemplo, se cobra una tasa turística que se paga por noche en los hoteles. Es una de las cosas que le pedimos al gobierno; con que pusieras simplemente un euro de tasa turística ya estarías haciendo que se quedaran millones de euros al año que se podrían utilizar para cuidar de nuestro medio ambiente, para fomentar un turismo mejor... Pero bueno, por mucho que hayamos protestado por ahora parece que sigue imperando lo de intentar hacer hoteles de cinco estrellas donde se pueda.

Un modelo que crea riqueza para unos pocos y condiciones precarias para la mayoría...

Luego está la parte más triste, el tema de la vivienda... Al lado del campo de golf de Adeje, que es una zona como muy pijita, se están construyendo casas de lujo. ¿Con el índice de pobreza que hay de verdad te crees que esas casas son para los canarios y canarias? No. Entonces también buscamos que se regule esto. Porque luego bien que criticamos al inmigrante y nos inventamos que les regalan los papeles, cuando es mentira. Tengo una amiga que tocaba el piano en algunos conciertos de la banda. Es brasileña y lleva 10 años viviendo en España. Y es ahora cuando va a conseguir su DNI. ¿Sabes mi amiga cuantas facilidades ha tenido? Ninguna. Que se haga lo mismo para comprar una casa, ¿no? Si no tienes residencia en Canarias, si no tienes documentación española, ¿por qué puedes venir y comprar cuatro casas para hacer lo que quieras? Bueno, me pongo rojeras total, ¿no?

Otro de los grandes dramas que se vive en Canarias es la consecuencia de la política migratoria. Todos los años mueren miles de personas ahogadas intentando llegar a las islas.

Es que ese es el verdadero drama. Me encanta que menciones eso, de gente muriendo llegando a las costas. Mucha gente que ni siquiera ha ido nunca a Canarias lo primero que te dicen es: ‘joder, ¿qué problema tenéis ahí con toda la gente que llega?’ Me gusta que menciones toda la gente que no llega. Creo que hay que poner el foco en eso que mencionas, en toda la gente que no llega.

Luego hay gente que van más con ese discurso de, ‘es que no tenemos sitio’ y todas esas vainas. Incluso algunos canarios, aunque afortunadamente no son muchos, aunque nunca sabes de dónde te va a salir un nuevo Vox. Mira, llevan llegando pateras un montón de años. De hecho, hasta la crisis de 2008 también llegaban muchísimas pateras, como ahora o más. En ese momento, por ejemplo, me acuerdo de que en mi pueblo, Tegueste, había una instalación que estaba totalmente abandonada. Acomodaron un poco ese edificio, lo limpiaron y lo reformaron un pelín. Y ahí metían, por ejemplo, a todos los menores migrantes que llegaban en las pateras, que llegaban de Senegal, de Camerún, de distintas zonas de África. Con esto quiero poner en su sitio el rollo este de que llegas en la patera, te dan el DNI, una paguita, la suscripción a Netflix y la llave del hotel o de la casa, que, además, tiene garaje.

Al final es que es normal, estamos al lado de África, al lado del Sáhara, al lado de Marruecos. Lo que se tiene que hacer es intentar que esas personas estén en buenas condiciones, ¿no? Pues para esto que el gobierno central también ayude, y también a distribuir a la gente, por supuesto. Porque las islas ya están saturadas, pero no por inmigrantes, sino por el turismo masificado y por un turismo que ya no es turismo. Ahora, con el teletrabajo, te vas a Lanzarote a vivir de puta madre con una temperatura increíble todo el año mientras trabajas para tu empresa estadounidense que te paga una pasta.

Al final, las consecuencias siempre las pagan los mismos...

Nosotros también tenemos que tener una cosa en cuenta cuando vamos a otro sitio. Del mismo modo que una persona de Estados Unidos con pasta viene y dice: ‘guau, qué barato Madrid, me puedo permitir un duplex en el centro y vivir genial’, pues eso mismo puede pasar cuando nosotros vamos, no sé, a una zona pobre o más pobre, como, por ejemplo según qué sitio de Latinoamérica. Es decir, también es un poco hacer las cosas con perspectiva y entendiendo la huella que vas a dejar. Yo no voy a un sitio ahí a pagar por las cosas más turbias y por las excursiones más turbias y a tirar la basura al suelo y a no sé qué, ¿no? Al final es un poco poner en perspectiva y que también nos demos cuenta de que esto es insostenible.

Siempre habrá quien defienda que tenemos derecho a pedir comida rápida y que me llegue ya, derecho a pedir esto y lo otro. Pero eso tiene unas consecuencias que son las vidas de las personas. En el caso que hablamos, la vivienda. Tú tienes tus pisos y te haces tus Airbnb y tus vainas. Muy bien para tu bolsillo, enhorabuena, vale.

Entiendo hasta que votes lo que votas creyendo que va a beneficiar a tu bolsillo porque eres un egoísta y te has criado con pasta y es lo que piensas. Pero tienes que saber que eso tiene consecuencias: que un fondo buitre compra un edificio y a esta señora la echan de su casa, que esta otra persona que lleva tres años viviendo de alquiler ya no se lo puede permitir porque le han subido el alquiler 500 euros... Es un poquito el mundo que se nos está quedando: el que más tenga se lo queda. Todo es como una subasta constante. El que más pasta tenga, el que mejor currículum tenga, el que mejor tal, el más blanquito, es el que se lo va a quedar. Y así será hasta que espero que un día despertemos. No sé yo si tengo que quemar contenedores, me la pela. A ver, que nunca he quemado un contenedor, te lo digo como algo cómico sin ninguna intención real, a mí que nadie me denuncie (se ríe).

Hablemos de lo que se conoce como ‘la cultura de la cancelación’. ¿Cómo vives este tema?

Lo de la cancelación, al final, lo entiendo y, en parte, lo veo bien. En el sentido de: ‘tío, tú estás viviendo de esto y estás diciendo lo que te da la gana, haciendo lo que te da la gana, tuiteando lo que te da la gana, ¿no? Porque viva la libertad de expresión y viva todo’. Pues si en algún momento te metes una cagada, depende cómo de gorda sea,  entiendo que, bueno, te tiren alguna piedra, por así decirlo. O sea, al final, si has cometido un acto grave: ¿quién es el que te tiene que juzgar? Pues no lo sé.

Siempre se dice que se es inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero también hay veces en las que el río suena y agua lleva. Lo mismo que está pasando ahora con estos raperos que dicen que ellos sí que van a denunciar, porque a ellos no se les ha presentado una denuncia formal. (Se refiere al caso de dos conocidos jóvenes raperos que en noviembre de 2024 fueron acusados en una cuenta de Instagram por más de 80 mujeres de agresión sexual, violación, maltrato y otros delitos. Tras las denuncias de estas mujeres se cancelaron sus conciertos y giras previstas).

Ellos se escudan en que todavía no se ha presentado una denuncia (en los juzgados) contra ellos como tal. El sistema judicial exige pruebas físicas de todo. Tú, ahora, años después, sin lesiones físicas que se vean, sin que durante este tiempo hayas ido a una psicóloga y a una psiquiatra con la que hayas hablado de eso, sin tener fotos de esos días, porque tampoco se podía tener el móvil en las fiestas donde pasaban estas cosas... ¿A qué te aferras para denunciar, en primer lugar?

Sobre todo lo digo con los temas de las mujeres, porque luego están con el rollo de las denuncias falsas, con lo de tal... Bueno, estos mismos chicos eran de los que decían que eran feministas y que las denuncias falsas no existían, pero ahora sí que existen porque les ha tocado a ellos. Entonces, me gusta también la cancelación silenciosa, que es la que estoy viendo en este momento, por ejemplo. Ellos se están quejando mucho de que hay gente que les ha defraudado, que eran raperos con los que ellos hacían canciones o con lo demás. Pero, claro, también dices: hostia, si estos tíos tan amigos tuyos que son y que ponían la mano en el fuego, todos hermanitos y tal, si no están hablando por ti para defenderte, algo un poco raro hay, ¿no?

Creo que más nos tiene que preocupar cómo no se cancela a la gente que constantemente está insultando todo el día, lo que te digo. O sea, los trolls de internet, la gente de mierda, los toletes, como decimos en Canarias... Es una mierda, pero es con lo que tenemos que vivir hoy.

Hace un tiempo comentaste que seguramente como consecuencia de tu tiempo en el freestyle, en las batallas de gallos, decías muchas palabrotas. Es un debate interesante. Por ejemplo Henar Álvarez, presentadora de ‘Al cielo con ella’ en RTVE, dice que está a favor de, si te apetece o estás enfadada, como mujer también puedas decir palabrotas. Porque hasta ahora para mucha gente estaba normalizado que los hombres dijeran estas palabras, pero luego en boca de una mujer parecía que era una malhablada.

Totalmente de acuerdo. En las batallas de gallos, por ejemplo, me acuerdo que hubo un momento en el que decía cosas sexuales y hacía referencia o a los genitales de ellos o a los míos o a cualquier vaina. De primeras a mí me tiraron muchas cosas así. Entonces llegó un momento en el que pensé que la mejor estrategia era esa. Me daba igual que  me llamaras puta. Y si me llamas puta pues soy la más puta.

Aprendí bastante de lo que se hace en algunos colectivos. Si yo soy un chico gay y acepto la palabra maricón no como un insulto sino como una jerga la voy a utilizar para hablar en mis redes con otras personas de mi colectivo. Pero, ahora, si viene un facha y me dice maricón ya la cosa cambia. Para mí lo del lenguaje fue un poco así. Al final me di cuenta que hay un montón de tíos super brutos, que incluso a día de hoy, hasta diciendo que son feministas, en el freestyle se les sigue escapando decir puta y decir no sé qué. Entonces, digo: ¿por qué no lo voy a hacer yo?

Y sí que me di mucha cuenta de eso, de que era algo que se ve mal lo de decir palabrotas, pero se ve mucho peor si eres una tía. O sea, es como ¿por qué? Con lo fina que podrías ser, estarías mucho más guapa, serías mucho más divina, mucho más inteligente. Digo, oye, que no, que yo sé decir ‘chivo expiatorio’. ¿Qué quieres, que hagamos un test?

Hay algo sociocultural y hay algo reivindicativo en usar el lenguaje, y no solamente de una manera inclusiva, sino efectivamente decir palabrotas. Que yo llamara gilipollas a un tío, bueno. Pero que dijera algo de mi coño y de tal, era como: ‘esta tía es que es una guarra’. Y si estaba ante uno que yo sé que es tal, pues la próxima vez lo digo con más razón. Si ellos no aprenden, pues yo tampoco aprendo. Vamos, que es algo recíproco.

Eres una persona que tienes posiciones sociales y políticas claras. Y, para muchas personas, eres un referente. ¿Eso te genera una presión, es decir, una sensación de decir tener que decir siempre lo correcto y del modo correcto?

No, ya no. Sí, soy un referente, pero hay muchos referentes también. El mundo no gira en torno a mí, ni para lo malo ni para lo bueno. Es cierto que antes era mucho más activa en las redes. Luego con todo el rollo de cuando estuve en la Liga Española de Freestyle, hubo esa corriente de haters. Me desencanté y así fue.

Tengo mis redes, donde subo fotos lindas, pasándolo bien. O también para dar visibilidad a proyectos en los que estoy, como recientemente en el Sáhara. Y también para aportar como persona. No estás obligado, pero también cuando puedo utilizo las redes para difundir cosas que creo que están bien, porque llega a los seguidores que tengo. Esto lo hacía antes de ser conocida y también lo hago ahora.

Pero sí que creo que a veces hay una cierta sobresaturación. Antes había un caso de violencia machista y sentía que tenía que publicar algo, porque era Sara Socas. Ahora intento dosificar. Dosifico e intento informarme también. Hubo un punto en mi vida en el que igual estaba un día cabreada y estaba ahí en Twitter Abascal en plan ‘hijo de puta, no sé qué, esto es mentira, es una noticia falsa...’ Pero al final me veía agotada y me preguntaba hasta qué punto estaba solamente recibiendo todo lo tóxico que pasa por ahí. Ahora sigo mi activismo, pero hay unos momentos que estoy más presente y otros que menos, voy dosificando.

¿Dónde te ves dentro de 10 años?

No sé qué decirte… Hace poco se han cumplido cinco años de aquel momento mío en La Resistencia, con Broncano. Eso fue en el 2019, para que veas lo rápido que pasa el tiempo. Aquí sigo, que no es poco, con lo rápido que va todo hoy en día. Por que un día eres importante y el otro un juguete roto, todo cambia muy deprisa. Me sigo viendo en la música, haciendo música.

También tengo muy claro, –y tengo 27 años, no 80–, que si en unos años no he conseguido lo que pensaba o no estoy feliz luchando todo el día o lo que sea, que le den por saco y me meto a otra cosa. En ese sentido no me raya para nada. Hubo momentos en los que mi nombre estaba ahí, y subía una foto y tenía 2.000 comentarios. Me invitaban a no se dónde y me hablaba no sé quién. Esos momentos en los que me decían que podía ser campeona de esto, ser una estrella. Lo que pasa es que en esos momentos estaba mucho peor anímicamente que ahora. Lo que hacía sería el sueño de mucha gente, pero si lo tengo que mandar a tomar por culo, lo mando.

Entonces en 10 años me veo feliz y me veo con perros, haciendo música. Si el proyecto sigue funcionando, si los conciertos van bien o si saco un disco y va de puta madre ahí estaré, pero si no, estar luchando para que el nombre de Sara Socas no se qué, me la turbopela.