¿Corresponsal de (pos)guerra?

Elkarrizketa IVÁN GIMÉNEZ
Mikel Aiestaran Aierra (Beasain, 1975)

Cuando Mikel Aiestaran Aierra (Beasain, 1975) inició la carrera de Periodismo en la Universidad de Navarra no estaba pensando en ser corresponsal de guerra. Fue en sus viajes como mochilero por Oriente Medio cuando se abrió paso en su cabeza la opción de dedicarse a informar de los conflictos que continuamente asolan la región, y decidió dejar su puesto fijo en El Diario Vasco, adonde llegó después de trabajar como maquetador en un periódico de Ceuta.

Una de sus primeras coberturas, un poco improvisada, fue el terremoto de Bam (Irán) en 2003, con un ordenador que le prestó la ONG Informáticos Sin Fronteras. Luego, por otra casualidad, acabó informando del huracán Katrina en Nueva Orleans, y en otro giro del destino, un iraní que conoció en Sanfermines le invitó a ir a Beirut, donde le sorprendió el bombardeo israelí que dio inició a la guerra del Líbano, en 2006.

Así, como sin querer, se hizo corresponsal de guerra Mikel Aiestaran… A día de hoy trabaja con numerosos medios de comunicación (Grupo Vocento y EITB, principalmente) y ha publicado un puñado de libros sobre los temas que mejor conoce: Guerras de ayer y de hoy (con Ramón Lobo, 2016), Gaza, cuna de mártires (2016) Oriente Medio, Oriente roto (2017), Ekialde Hurbila, muinak eta ertzak (con Ane Irazabal y Karlos Zurutuza, 2017), Las cenizas del califato (2018), Jerusalén, santa y cautiva (2021)…

Cuando habla de su trabajo, del periodismo o de las guerras que ha conocido, aporta su punto de vista, claves que pueden explicar la realidad y rechaza la neutralidad como un modelo a la hora de informar. Sin embargo, es consciente de que no tiene todas las respuestas y de que debe seguir buscando. Su entusiasmo por el oficio tampoco le nubla el criterio a la hora de reconocer que “el periodismo no sirve para mucho; no somos tan importantes”.

Pero Mikel Aiestaran sigue adelante, ahora con Estambul como campo base (durante ocho años ha estado instalado en Jerusalén), siempre con el objetivo de informar, también, sobre aquellos lugares donde quizá callaron las armas pero no se solucionaron los conflictos. ¿Un corresponsal de posguerra? Será una pregunta para otras entrevistas.