“Occidente ha hecho más por el desarrollo ruso que toda la propaganda estatal”

Elkarrizketa Texto: Gorka Quevedo -- Fotos: Guillermo Quintero - Foku
La vida de Pablo González Yagüe cambió por completo el 28 de febrero del 2022. Ese día fue detenido en la frontera entre Polonia y Ucrania por los servicios secretos polacos, acusado de ser un espía ruso. Pablo ha pasado más de dos años y medio encarcelado en Polonia, sin que, como él destaca, “nadie haya presentado ni una prueba”. Ahora, poco más de un año después de su salida de la cárcel, Pablo González habla con ALDA sobre lo vivido durante 30 meses en las cárceles polacas, sobre lo que está sucediendo en Ucrania y sobre geopolítica.

Ha pasado poco más un año desde que saliste de la cárcel. ¿Cómo estás tanto físicamente como psicológicamente?

Cada vez mejor. Parece que el día que te suelten y estás libre estás de vuelta a tu vida. Pero no es así. La vida cambia. Ha pasado tiempo y cuesta aterrizar. Estos meses he estado tratándome de problemas que tenía en los pulmones, pero ya estoy bastante bien. Después está el tema psicológico, que también va poco a poco. Sigo adaptándome a la nueva realidad, viéndolas venir e intentando disfrutar y ser feliz en la medida de lo posible.

El 28 de febrero del 2022 te detienen en la frontera entre Polonia y Ucrania, mientras trabajabas como periodista. ¿Cómo vives esa detención?

La detención la viví en un primer momento con sorpresa. Al principio no le di mayor importancia. Como periodista me han encañonado en diferentes sitios, me han parado en checkpoints, he tenido charlas con diferentes servicios de seguridad... No le di mayor importancia hasta que en cuestión de 72 horas me meten tres meses de arresto sin estar presente mi abogado, habiéndome violado todos los derechos habidos y por haber y sin presentar ninguna acusación formal.

Entonces pasé de la sorpresa al estupor. Seguramente era muy ingenuo y pensaba que estas cosas en la Unión Europea ‘de los derechos’ no pasaban. De repente me vi esposado, tirado en una celda, luego en otra celda, que no me daban las gafas, que no me daban nada, que me trataban, como quien dice, de puta pena y sin poder hacer absolutamente nada. Estuve en aislamiento casi desde el comienzo, con un contacto muy limitado con el exterior.

El primer contacto con mi abogado lo tuve a los nueve meses, y no pude verlo en persona hasta un año y un mes de mi detención. Son cosas que a uno le llaman la atención, que no se las cree, que se cree que son de película.

Pasaste 30 meses encarcelado en Polonia. ¿Cómo fueron esos meses?

Ha sido muy duro, pero el ser humano se adapta a lo que sea. Poco a poco me fui haciendo a la idea, fui entendiendo que en Polonia no existe la presunción de inocencia, que la prisión provisional puede ser eterna. He pasado meses sin poder hacer ninguna gestión, tirado en la celda. Al principio estuve en prisión mes y pico solo. Luego me cambiaron de prisión, en la que estuve ya dos años y pico. Ahí estuve con un compañero de celda. Al compañero de celda y los presos, en general, también debería agradecerles, porque es lo más humano que he visto en la cárcel, aparte de mis abogados o las pocas visitas familiares que he tenido. Tal vez si hubiera estado en una cárcel común habría sido diferente, pero estaba en una de máxima seguridad, y la gente con la que he estado me ha apoyado mucho.

Las autoridades van jugando contigo, intentan destruirte moralmente. Cuando vieron que con el primer compañero más o menos estába a gusto, me cambiaron. Los siguientes nueve meses los pasé en la celda solo, en una celda individual. Se hace duro, porque en esas celdas no se abre la ventana, no hay ventilación, no hay nada. Yo estaba en la celda con cámaras 24 horas, incluso en el baño. No tienes ni un momento de intimidad, lo cual se supone que está prohibido. Tenía registros diarios de la celda, lo cual se supone que también está prohibido. Y todo el rato registros corporales; cada vez que sales de la celda, a lo que sea, te llevan a otro habitáculo, te tienes que desnudar, hacer sentadillas desnudo. Todo esto sin tener condena, sin tener ni acusación siquiera.

Esos meses en prisión te han dejado graves secuelas físicas...

Gracias al apoyo de la familia y amigos pude ir comprando algo de comida dentro del penal, lo cual hace que no pases hambre. Con la comida que te dan en las prisiones polacas puedes llegar al mínimo de calorías teóricas, pero aún así pasas hambre y, desde luego, sano no sales. En mi caso los pulmones me quedaron bastante afectados, básicamente porque pasé otra vez la COVID. Ya había pasado la COVID, sabía los síntomas. Pero en Polonia no ten hacen ningún análisis, no te hacen una PCR, para que en las estadísticas no haya enfermos. Entonces, a menos que te estés muriendo del todo, te ignoran.

Poco antes de soltarme, las propias autoridades polacas, las de la cárcel, se pusieron un poco nerviosas. Cada X tiempo, creo que cada año o algo así, te hacen una placa del pecho para evitar tuberculosis y cosas así. Mi placa era horrible. Al principio pensaban que tenía cáncer, porque tenía muy mala pinta. Pero bueno, tuve suerte y al poco me liberaron. Ya en Moscú hice todas las pruebas, y mi situación era básicamente consecuencia de las malas condiciones en prisión. De todo esto poco a poco me voy recuperando y voy haciendo deporte. Con lo cual, ni tan mal. Sigo vivo, no me voy a quejar.

¿Esas duras condiciones que sufriste eran una excepción o también las sufrían los otros presos?

Mira, puedo entender que me lo hagan a mí, que me tienen como enemigo del Estado. Porque soy ciudadano ruso, al igual que soy ciudadano vasco. Puedo entender su odio visceral, histórico. No lo comparto, pero lo puedo entender. Puedes pensar que lo mío fue un caso extraordinario, porque hay un conflicto en Ucrania etc. Pero no. Lo que me hicieron lo hacen de manera sistemática con sus propios ciudadanos, incluso cosas peores. Por mi aislamiento en celda he tratado con muy pocos presos, pero en el módulo, entre el patio y la zona de paseo, habré sabido de unas 40 ó 50 personas. Pues de esos presos, por lo menos un tercio ha recibido agresiones físicas por parte de los guardias. Sobre todo te pegan si protestas, si escribes quejas sobre la alimentación o sobre derechos básicos.

Hay mucha cámara en la celda, pero después hay los típicos sitios donde no hay cámaras. Te llevan allí y te pegan una paliza para que no denuncies nada. Y si lo haces te pueden meter en máximo aislamiento, es decir, sin contacto con el exterior durante semanas, sin que ningún médico ni abogado de fuera te pueda ver. Solo te pueden ver los médicos forenses de las prisiones polacas, que lo que suelen decir es que estás estupendo y que no pasa nada. Y si tienes algún moratón pues que son autolesiones, que has atacado a los guardias. Te preguntarás: ¿cómo puedes atacar a los guardias si estás esposado y ellos son dos o tres personas mínimo? Y no puedes decir nada, por supuesto, no va a ningún sitio.

Polonia pierde casi todos los casos que se abren en Europa, pero eso no les cambia nada. Prefieren pagar algo de dinero de multa que cambiar el sistema. Las cárceles polacas son así, está todo hecho para deshumanizar a la persona. No eres una persona, eres un número, un cero a la izquierda al que ni siquiera tienen que tratar como humano. Yo tenía suerte de que el caso era mediático y había cierta tensión. La mayoría de quienes pasan por esa situación se rompen, porque todo está hecho para romperte. En Polonia piensan que la mejor prueba de tu delito es una confesión. Entonces, ¿para qué trabajárselo demasiado si te pueden meter unos meses ahí, te ablandas y firmas cualquier cosa?

Conmigo no les salió bien, porque sentía el apoyo de fuera, porque mi familia no estaba en Polonia. Esa es otra, para que confieses lo que sea pueden atacar a tu familia, meter a alguien en prisión, arrestarlos, destruir tu negocio, dejarte sin ingresos, etc. Como mi entorno no estaba en Polonia, pues relativamente ni tan mal.

El 1 de agosto del 2024, tras un acuerdo entre Rusia con los Estados Unidos y varios países sales de la cárcel y regresas a Moscú libre y sin cargos. Rusia liberó a 16 personas (estadounidenses, rusos y alemanes) y los Estados Unidos, Alemania, Noruega, Eslovenia y Polonia a 9 personas con nacionalidad rusa, entre los que estás tú. ¿Cómo recuerdas ese momento?

No fue tan sencillo lo de la liberación. Espero con el tiempo poder contar algo más. Básicamente se me dio un ultimátum. El 22 de julio del 2024 se me dijo que existía una posibilidad, y esa fue la primera noticia. Se me dijo que tenía que confesar o admitir la culpa, y que solo entonces habría la posibilidad de que me intercambiaran. Dije que no, los mandé a tomar por saco. Durante un par de días me estuvieron diciendo que si no confesaba no sería posible la liberación.

Entonces les dije que en Polonia existe una fórmula: aceptar la condena sin admitir la culpa. Les dije: ‘si queréis os firmo el papel y vosotros hacéis vuestro paripé, porque no tengo ninguna esperanza en vuestro sistema judicial, con lo cual...’ Pero ellos, claro, que saben de esa fórmula jurídica, necesitaban y querían que hubiera una confesión por mi parte. De este modo podrían decir: ‘mira, este tío es culpable y ya está’.

Lo sucedido demuestra que Polonia no es un Estado soberano al 100%. Al final hicieron lo que les dijeron desde Estados Unidos, que básicamente fue: ‘nos importa una mierda vuestro sistema, tenéis que darnos a este tipo y ya está’.

Yo no he firmado nada, no he accedido a ningún intercambio. A mí básicamente se me libera de la cárcel, se me levanta el arresto y cuando voy a salir de la cárcel y se supone que soy libre, me cogen unos señores, me meten en una furgoneta, luego en un avión y me sueltan en Ankara (Turquía). No digo que prefiriese quedarme en la cárcel, pero elección no tuve. Por supuesto que si me hubieran dado la opción habría elegido salir. No hay duda que era mejor opción que quedarme en la celda, pero, dicho esto, no tuve opción de elegir. A mí se me llevó como un paquete, no hay un solo papel firmado por mí, más allá del que firmas para coger tus cosas cuando te sueltan de la cárcel.

Al principio no me lo creía… Era tan surrealista… Parecía de película. Yo estaba viéndolas venir y alucinando, porque no es tan sencillo recobrar la libertad de golpe. A mí ni me han juzgado ni han presentando pruebas de ningún delito, más allá de decir que yo sea un agente de inteligencia o chorradas de estas. ¿Cuál es mi delito? Es lo que sigo sin entender. La presunción de inocencia se la pasan por ahí. Repito. ¿Cuál es mi delito? ¿Qué es lo que he hecho? ¿Cuál es el mal que he hecho? ¿He sobornado a alguien? ¿He robado algo? ¿Me he tirado en paracaídas a lo James Bond y he hecho no se qué? Todo esto ahora lo llevo más tranquilo, pero es verdad que cuesta aceptarlo y vivirlo. He sufrido un linchamiento brutal, con el que sigo alucinando. Porque, repito: ¿Cuál es mi delito?

Desde 2014 has estado trabajando en Ucrania. ¿Qué está sucediendo allí?

Lo que está sucediendo en Ucrania es una guerra híbrida entre la OTAN, –sobre todo Estados Unidos, pero también Gran Bretaña, Francia, Alemania y otros países– contra Rusia, en la que se está luchando hasta el último ucraniano. Todo empezó con un conflicto interno, prácticamente una guerra civil, que ha escalado y donde los perdedores somos todos. Sobre todo es Ucrania, por supuesto, pero también lo es la Unión Europea, lo es Rusia. Mientras tanto, los ganadores son los Estados Unidos, porque han conseguido que todos estemos enfadados, que tengamos una guerra en el continente. Una vez provocado el conflicto, ahora dicen que se quieren salir del mismo, diciendo encima que tenemos que pagar entre todos por el armamento que ellos van a vendernos. Desde el punto de vista de Estados Unidos es una jugada bastante buena; desde el punto de vista nuestro, una cagada por todas partes.

Ahora estás en Moscú. ¿Ha cambiado la percepción de la gente del conflicto en Ucrania?

En Rusia al principio no se entendió lo que pasaba, porque Rusia entiende Ucrania como algo muy cercano, algo parte de su historia. Ha sido durante muchísimos años el mismo reino, el mismo pueblo, se habla el mismo idioma, etc. Rusia lo que no iba a permitir es que todo esto se saliera de control, sobre todo, desde el punto de vista militar y de seguridad. Y todo lo que al principio parecía conspiranoico, lo que decían las autoridades rusas, –los laboratorios químicos y bacteriológicos en Ucrania, las bases de la OTAN, las bases de entrenamiento secretas...– al final se ha demostrado que era cierto.

El pueblo ruso, siendo al principio escéptico, quizás porque las autoridades no supieron transmitirle qué estaba sucediendo, con el tiempo se ha dado cuenta de lo que les estaban diciendo. Luego se podrá simpatizar más o menos con esas autoridades, tener momentos en las que no las entiendes, momentos de protesta, pero la gente se ha dado cuenta de que Occidente no es un remanso de democracia y paz que quiere traer progreso a esta región del mundo, sino todo lo contrario. Occidente lo que quiere es acumular el máximo de recursos. En el caso de Ucrania, las tierras raras.

Eres de los pocos periodistas occidentales que, además de cubrir el conflicto desde 2014, ha podido hablar con los diferentes actores en su propio idioma.

He seguido la prensa occidental y se han dado explicaciones infantiles y faltas de profundidad. He estado en los dos lados del frente. He estado tanto con los batallones de las milicias del Donbass como con los batallones nacionalistas ucranianos. Conozco los sitios donde combaten unos y otros. Incluso he tomado cervezas con unos y otros. He tratado con políticos de todo signo. Sé lo que sucede, lo que era y lo que es Ucrania. Y Ucrania hoy es un Estado fallido gobernado por personas que se agarran al poder, a las cuales no les importan absolutamente nada los intereses del pueblo. Políticos que llegaron con un programa y unas promesas totalmente contrarias a lo que están haciendo.

Poroshenko llegó con la promesa de poner paz. No lo hizo, solo hizo ampliar la guerra. Zelensky llegó con la promesa de restablecer las relaciones entre los dos países. Y lo hizo hablando ruso, no hablando ucraniano.

Que sea Ucrania libre, que hagan lo que quieran, nadie les desea lo que está pasando. La gente solo pide unas relaciones normales de vecinos, con todos los intereses comunes que había. Intereses económicos comunes que le interesaban a la Unión Europea, porque la Unión Europea recibía vía Ucrania, por ejemplo, productos energéticos que hacían que la economía europea, especialmente la alemana, fuera mucho más competitiva a nivel internacional. Esto se acabó por muchos años.

Porque, mientras tanto, en Rusia se vive, se sigue viviendo. No sé si se vive estupendamente o no, pero se sigue viviendo. El país sigue construyendo puentes, carreteras, escuelas, aeropuertos... Gracias a las sanciones se está volviendo a producir cosas propias, algo que después de la Unión Soviética no se hacía.

Ahí está el caso de los aviones. Boeing, por ejemplo, utilizaba un porcentaje muy alto de titanium ruso, había un sistema de cooperación. Rusia ahora está invirtiendo en volver a producir aviones propios a gran escala. ¿Tardará unos años? Sí, pero los producirá.

¿Qué consecuencias están teniendo esas sanciones?

Pueden imponer sanciones a Rusia, pero no la van a doblegar. Rusia es un país con muchas capacidades y recursos. El tema de las sanciones ha demostrado que hay países que ignoran eso que llaman sociedad internacional, el mundo occidental. En el mundo actual lo que se llama occidente es una minoría que buena parte de su bienestar lo ha logrado en base a explotar a otros.

Ahora tenemos unas relaciones mucho más justas a nivel internacional. Rusia no se va a quedar aislada. Hay muchísimas relaciones con otros países, como se demostró el 9 de mayo, el 80 aniversario de la victoria sobre el nazismo, celebración en la que se reunieron en Moscú los líderes de más de la mitad de la población mundial.

Mientras tanto, la Unión Europea sigue comprando gas y petróleo ruso. Lo sigue comprando exactamente igual. Y el dinero sigue llegando a las arcas rusas. Lo que pasa es que la Unión Europea paga más por ese gas y ese petróleo, porque lo hace a través de intermediarios como Turquía o India. El discurso de que ya no compramos gas o petróleo ruso es mentira. La población está pagando una factura de más para que, además, Estados Unidos se quede con las tierras raras de Ucrania. Es un sinsentido.

Has dicho que con la guerra perdemos todos, pero, sobre todo, Ucrania.

Nadie pensaba que se iba a llegar a esto cuando la solución era tan clara: sentarse en la mesa de negociaciones. En 2022 todavía había esa posibilidad en las conversaciones de Turquía, pero no. Vino Boris Johnson (entonces primer ministro del Reino Unido) y les dijo a los ucranianos que no, que tenían que seguir luchando y muriendo. Son cosas que no se entienden.

Ucrania se está quedando sin población. Llevan meses cazando a la gente en la calle para mandarla al ejército, porque se está quedando sin soldados. Ucrania, cada mes que pasa, pierde territorio, y eso que Rusia no está haciendo un esfuerzo especial para ganar muchos kilómetros cuadrados. Rusia lo que está haciendo militarmente es desgastar a Ucrania.

Todo esto está suponiendo un cambio de paradigma global tremendo.

Rusia ha estado históricamente orientada hacia Europa, pero la gente hoy ve que la Unión Europea declara unos valores pero que promueve otros muy distintos. Mira Siria. Decían que tenía un super dictador, Al Assad. Con él los cristianos vivían perfectamente. Desde que cayó Al Assad los están masacrando, están matando a los cristianos en Siria. ¿Y qué hace la Unión Europea? Quitar las sanciones a Siria.

Todo el mundo puede ver que la Unión Europea es una farsa con una doble vara de medir. Ya no engaña a nadie, ni en Rusia, ni en Latinoamérica, ni en Asia, ni en ningún sitio. El mundo globalizado, si llega, lo hará sobre todo con el liderazgo chino, no lo hará tal y como lo desean los Estados Unidos. Y todo esto en Rusia se ve.

Se ha demostrado que se puede vivir estupendamente sin occidente. Si un ruso no puede comprar un coche alemán comprará uno chino. Y no olvidemos que los chinos están comprando muchas compañías occidentales. Hay vida más allá de occidente. Y con las sanciones, lo mismo. En Rusia a día de hoy no hay Visa o Mastercard, pero hay un sistema ruso de tarjetas que funciona estupendamente. Como usuario, alucino con lo rápido y eficaz que es el sistema bancario ruso. Occidente, con sus sanciones y su actitud, ha hecho más por el patriotismo y el desarrollo ruso que la que haya podido hacer toda la propaganda estatal en 20, 30 ó 40 años.

Eres mitad ruso, mitad vasco. ¿Cómo vives ésto?

Me sabe mal, porque creo que Euskal Herria, por ejemplo, podría hacer con Rusia muchísimas cosas relacionadas con las tecnológicas, con diferentes proyectos industriales o en investigación de desarrollo. Pero todo esto ya no va a pasar. Me sabe mal, porque soy parte de los dos sitios, parte de las dos tierras. Y, sobre todo, me sabe mal que se haya roto este vínculo por el interés de unos terceros.

¿Hacia dónde va la Unión Europea?

La Unión Europea a día de hoy es un proyecto puramente económico. En cuanto no haya ese bienestar, ese interés económico, se acabó. Hoy día se reúnen unos estonios, italianos, franceses, británicos… Hablan ahí de sus cosas, se dan la razón los unos a los otros y ya está, estupendamente. Hablan de la capitalización de sus países, de qué grandes son sus economías, de no sé qué, de no sé cuántos…Pero realmente la producción tanto de alimentos como de otras cosas físicas es cada vez menor, porque la producción se está yendo a otros sitios. Y esto repercute en las y los trabajadores europeos, que durante tiempo fueron la cuna de la industria.

Quieren convertir Europa en un parque temático, pero a mí, personalmente, no me gusta. Me gustaría que hubiera cosas producidas en casa. Sin embargo parece que vamos a un modelo en el que lo único que produces y vendes son pinchos y en inglés para los turistas británicos que vienen a dejar el dinero.

Me gustaría que en Euskal Herria se produjeran, además de pinchos, más cosas. Y no hablo de las armas, que no es la mejor producción del mundo para nada, en ningún país. Eso no debería existir. Sin embargo, la UE se está orientando hacia las armas, que son corrupción pura y dura.

¿Cómo salir de este atolladero?

Si antes todavía veía diferentes escenarios, ahora es muy difícil prever cualquier cosa. Parece que, por desgracia, este conflicto se va a resolver en el campo de batalla, hasta que uno de los dos bandos colapse. Y a día de hoy el que parece que está más cerca de colapsar, sobre todo por falta de personal, es Ucrania. ¿Eso nos traería una paz duradera y estable? Pues no lo sé, tampoco lo podría decir.

Quizás un escenario realista, o si quieres lo más adecuado posible, sería celebrar elecciones en Ucrania y que ese nuevo gobierno decida abiertamente, sin influencia extranjera, qué es lo que va a hacer. Hoy ese escenario se antoja casi imposible, por el estado de guerra y porque Ucrania no ha tenido elecciones libres en muchísimo tiempo, siempre ha habido influencia de oligarcas y otros actores. Cada día que pasa, el futuro acuerdo para Ucrania será peor.

¿Por qué?

Desde 2014 Ucrania ha tenido diferentes momentos para lograr un acuerdo. Tuvo opciones para solucionar los problemas del Maidán en enero y febrero de 2014, antes de la intervención rusa en Crimea. Hoy sabemos que en el Maidán no hubo ninguna revolución, hubo un golpe de Estado pagado con dinero occidental. Tras ese golpe de Estado, Ucrania perdió Crimea, porque Rusia no iba a permitir bases de la OTAN ahí y porque Crimea es mayoritariamente étnicamente rusa.

A partir de ahí Ucrania lanzó una ofensiva contra el Donbass. Rusia no reconoció el Donbass como territorio soberano hasta el 2022, seguía diciendo que era parte de Ucrania. Ucrania tuvo la oportunidad de cumplir los Acuerdos de Minsk, Minsk 1 y Minsk 2, acuerdos que el propio Kiev firmó. Eran acuerdos justos, en los que se hablaba de una autonomía similar, o incluso menor, a la vasca o catalana dentro del Estado español.

Pero no. Ucrania, por consejo occidental, decidió no hacer esto, no coger un estatus neutral. Entonces, ahora, todo acuerdo futuro será peor para Ucrania y más difícil de aceptar. Y esto requiere mucha conciencia y ser una persona de Estado, para poder decir: ‘vale, hemos perdido ahora, pero para salvar la nación ucraniana en el futuro vamos a llegar, aunque sea, a estos acuerdos’. Mira Alemania. Si comparamos las fronteras que tiene ahora con las que tenía al comienzo de la Segunda Guerra Mundial o la Primera Guerra Mundial, ha perdido muchísimo. Y esto no le ha impedido desarrollarse. Francia o el Reino Unido han ido perdiendo buena parte de su imperio colonial, y siguen existiendo. Ucrania tiene que darse cuenta que ha ido por un escenario en el que ha salido perdedora.

Por supuesto, toda muerte de civiles o incluso de militares, toda muerte humana me parece una gran pérdida para cualquiera de los bandos. Pero Ucrania en este caso tiene que aceptar que ha perdido. Ha perdido porque no quiso firmar los acuerdos que pudo y no quiso cumplir los acuerdos que firmó. Si lo hubiera hecho, habría podido garantizarse un bienestar futuro.

Y por desgracia en Rusia nadie está por la negociación a día de hoy. Es decir, sí se está por la negociación, pero con unas condiciones mucho más duras y que son mucho más difíciles de cumplir. Puede estar Trump, puede estar Biden, un futuro Obama, Hillary Clinton, da igual. Rusia ya no va a cambiar. Ha pasado cierta frontera en sus relaciones con Occidente en la que ya no hay vuelta atrás. Ya no se va a regresar a nada de lo que había.

Rusia es consciente de que ha habido de nuevo tanques alemanes en su territorio, lo cual es un drama y un tabú histórico enorme. Ha habido y sigue habiendo armamento occidental que está matando rusos, occidentales que están matando rusos porque hay tropas de la OTAN en Ucrania, aunque sea de manera no oficial. Hay occidentales, británicos, alemanes, franceses, norteamericanos, etcétera, que están ahí, que están combatiendo contra Rusia. En Rusia eso lo tienen muy claro.

¿Te podremos ver pronto por Euskal Herria?

De momento no puedo hablar del tema administrativo, pero el consejo legal que tengo es ir con cautela. Nada me garantiza que en el momento que pise territorio europeo no me vuelvan a meter en una celda. Si piso Euskal Herria o el Estado español, es posible que me detengan y me entreguen con un lacito a Polonia. Ya pasé dos años y medio, sin ninguna condena ni ninguna prueba. Nadie me va a devolver el tiempo que pasé sin ver crecer a mis hijos, sin poder pasar con ellos las Navidades o sus cumpleaños. Si hace falta haré un Sarri Sarri y volveré al cabo de 20 ó 30 años, cuando estas cosas ya hayan prescrito (se ríe).