“De la cárcel he salido igual de republicana e independentista, pero más feminista”

Elkarrizketa SAIOA BALEZTENA
Carme Forcadell, presidenta del Parlament de Catalunya encarcelada en 2018

Mientras presidía la Asamblea Nacional Catalana (ANC) de 2012 a 2015, junto con Òmnium Cultural, Carme Forcadell impulsó las movilizaciones sociales más numerosas de las últimas décadas en Catalunya. En octubre de 2015 la nombraron presidenta del Parlament de Catalunya, y en marzo de 2018 la encarcelaron. Después de más de tres años quedó libre en junio pasado, cuando el Gobierno español tramitó los indultos.

-Antes de nada, ¿cómo se encuentra?
-Estoy bien. Siempre digo que estoy volviendo a vivir. Disfruto de las pequeñas cosas, de pasar tiempo con la familia, pero por la noche todavía me cuesta dormir, me despierto a menudo.
Salir de la prisión me hizo feliz, pero la felicidad no puede ser completa: continúa habiendo miles de personas represaliadas, entre ellas, la compañera Marta Rovira, el presidente Puigdemont, Toni Comín, Clara Ponsatí, Anna Gabriel y Lluís Puig. Solo una amnistía pondrá fin a toda esta represión.
-¿Cómo vivió el primer día en prisión?
-Cuando entré en prisión estaba en shock, y después sentí mucha rabia y tristeza. Tenía claro que no quería ser una rea dócil y abstraída en mí misma. Quise mirar a las mujeres que convivían conmigo e interesarme por ellas, y aprendí a valorar las pequeñas cosas.
Siempre digo que de la cárcel he salido igual de republicana, igual de independentista, pero más feminista.
He visto más claro que nunca que las luchas y los triunfos tienen que ser de todas, y que solo juntas tendremos más fuerza. Sin duda, la verdadera revolución del siglo XXI será la revolución feminista.

“Orain errepresioa bukatu eta gatazka konpontzeko erabaki politiko gehiago behar dira, amnistia legea eta autodeterminazio erreferenduma”.


-Usted ha denunciado la doble discriminación que sufren las mujeres en prisión.
-Las mujeres sufren una doble condena: la que les impone el juez y la de ser mujer en una prisión pensada, diseñada y creada para hombres. La sociedad es estructuralmente machista y, por lo tanto, las prisiones también lo son.
En Mas de Enric no había secadores de cabello. Las instalaciones deportivas y los canales de televisión de pago estaban pensados para hombres. A la cocina y a los puestos de trabajo mejor remunerados, y allá donde se tomaban decisiones, solo accedían los hombres. Todo esto lo pudimos cambiar.
-¿Cuál era el perfil de las reas con las que has convivido?
-La mayoría son delincuentes, pero también son víctimas. Y la pregunta es, ¿si no hubieran sido víctimas serían delincuentes?
Han tenido una vida durísima, y a menudo les han fallado dos pilares fundamentales: la familia y la escuela. Algunas, incluso, se sienten incapaces de vivir fuera, y prefieren estar encarceladas para tener un plato caliente y estar lejos de los maltratos de sus parejas.
-En Madrid estuviste en Alcalá-Meco, y en Catalunya, en Mas de Enric. ¿Fue difícil adaptarte al cambio?
-Siempre digo que fui afortunada porque la primera prisión que pisé fue Alcalá-Meco y, además, entré con Dolors Bassa: éramos dos y es una “prisión blanda”, en comparación con el régimen de Puig de las Balsas o de Mas de Enric. Pero la principal diferencia es que Alcalá-Meco es una prisión de mujeres, y en Catalunya llegamos a una prisión de hombres.
El cambio fue difícil, sí. Venía de una prisión con árboles, césped y muchas flores, donde podías desplazarte con cierta facilidad por todo el recinto. El de Madrid era un módulo de respeto que tenía las puertas y las celdas abiertas, con unas compañeras que era la primera vez que entraban en prisión o que habían cometido delitos menores o delitos económicos, con permisos de salida los fines de semana.
La prisión de Mas de Enric, en cambio, es “dura”. Es una prisión de hombres, con solo un módulo de mujeres, con mucho cemento, muchos muros y muchas puertas cerradas que no se pueden trapasar sin un funcionario que te acompañe, con normas de seguridad muy estrictas y un componente humano muy diferente.

“Ez nuen espero eztabaida bat legebiltzarrean onartzeagatik hamaika urte eta erdiko kartzela zigorra jasoko nuenik”.


-La última vez que hablé con usted fue en noviembre de 2016, para el periódico Berria. Entonces era presidenta del Parlament de Catalunya y Mariano Rajoy era presidente de España. En aquella conversación me dijo que el desbloqueo del conflicto Catalunya-España solo sería posible con un Gobierno en el Estado predispuesto al diálogo. ¿Qué opina del gobierno de Pedro Sánchez?
-No tengo ninguna confianza en el gobierno de Pedro Sánchez, pero es evidente que es más próximo al diálogo y a la negociación, aunque sea una apuesta estratégica. Por primera vez hemos conseguido que el Gobierno español reconozca que hay un conflicto político entre Catalunya y España, y que se sienten en una mesa de negociación para buscar una solución política al problema.
Además, han tramitado los indultos, que también son una apuesta estratégica, para corregir los errores y el desprestigio de la justicia española ante la Unión Europea.

En cualquier caso, son un primer paso. Ahora hacen falta muchas más decisiones políticas para acabar con la represión y resolver el conflicto, y tengo claro que tienen que ser una ley de amnistía y un referéndum de autodeterminación.
-En aquella entrevista aseguraba que el referéndum unilateral de Puigdemont era la única opción.
-En aquel momento, después de haber pedido hasta 18 veces al Gobierno español que se abriera un proceso de negociación para hacer una consulta vinculante como la de Escocia, teníamos claro que la única vía era el referéndum unilateral. Pero hay que decir que no pensamos nunca que el Estado respondería con violencia, con una represión brutal, feroz e inimaginable.
Sabía que la calidad democrática del Estado español era baja, pero no podía imaginar que la policía española pegaría ciudadanos/as, incluso a la gente mayor, por querer meter una papeleta en una urna.
-La represión no es nueva en el Estado español. Euskal Herria hace años que la denuncia.
-Sí. A pesar de que la gente conocía la vulneración de derechos en Euskal Herria, no pensábamos que se repetiría en Catalunya.Menos, todavía, contra la gente que iba a votar. Que el Estado decidiera agredir físicamente a la ciudadanía, que solo quería votar “sí” o “no”, pacíficamente, no me lo podía esperar. Después, tampoco esperaba que, por permitir debatir en una cámara parlamentaria, me condenaran a 11 años y medio de prisión.
Ellos tienen toda la fuerza de un Estado; nosotros tenemos la fuerza de la gente. Su represión solo sirve para incrementar el anhelo del pueblo de Catalunya de conseguir la independencia.
-El caso es que la vía unilateral no ha funcionado. ¿Cree que los políticos catalanes fueron demasiado lejos?
-No. Los políticos catalanes hicieron e hicimos aquello que nos reclamaba una gran mayoría del pueblo de Catalunya: poner las urnas para decidir nuestro futuro. Celebramos un referéndum de autodeterminación, y esto fue un éxito colectivo que recordaremos y reivindicaremos siempre. Y luego nos encontramos con un Estado que aplicó toda su fuerza represora.

“Mas de Enriceko espetxea gogorra da. Gizonen kartzela da, emakumeen modulu bakarrarekin, zementu askorekin, horma askorekin eta ate itxi askorekin, eta ezin dira trapatu zurekin doan funtzionariorik gabe, segurtasun-arau oso zorrotzekin eta oso bestelako giza osagai batekin”.


-Hay quien apunta una ausencia de estrategia tras la declaración de la República. ¿Lo comparte?
-Después del otoño del 2017 se desató una represión encarnizada contra los independentistas, con prisión y exilio, y ha habido que reencontrar y construir una estrategia compartida para avanzar hacia la independencia de Catalunya.
Se ha conseguido el reconocimiento del conflicto entre Catalunya y España, y se ha sentado al Gobierno español en una mesa de negociación para resolverlo políticamente. En este sentido, Esquerra Republicana ha hecho un buen trabajo.
-Finalmente, los indultos fueron la llave de su libertad.
-Personalmente no quise pensar en el indulto hasta que no fue una realidad. Una vez recibido me alegré porque puedo servir al país mucho mejor fuera de la prisión que dentro, y porque mi familia y muchas personas que nos quieren han dejado de sufrir tanto.
Cuando entré en prisión, mi madre me dijo una frase que no olvidaré nunca: “Cuando seas libre yo ya habré muerto”. Y desafiar esta frase ha sido uno de mis motores de resistencia.
También quiero insistir en que los indultos son un parche, una solución para las nueve personas que estábamos encarceladas, pero no han resuelto la situación de los exiliados y exiliadas y de las 3.000 personas represaliadas en nuestro país.

“Banekien Espainiako Estatuaren kalitate demokratikoa baxua zela, baina ezin nuen imajinatu Espainiako poliziak herritarrak joko zituenik, baita adineko jendea ere, boto-paper bat hautestontzi batean sartu nahi izateagatik”.


-¿Qué valoración hace sobre la mesa del diálogo?
-Soy absolutamente escéptica, pero creo que es necesaria. No puedo confiar porque la historia nos demuestra que el Gobierno español incumple sistemáticamente sus compromisos. Pero creo que no tenemos que abandonar nunca la bandera del diálogo porque nos da credibilidad afuera y adentro. Los muchos catalanes que no son independentistas tienen que ver que nosotros no abandonamos el diálogo.
También tengo curiosidad por saber qué propuesta pone sobre la mesa el Gobierno español. La nuestra, la sabe todo el mundo: amnistía y autodeterminación. Y sé que Pedro Sánchez dice que esto no pasará nunca, que no votaremos. Pero también dijo que los presos y presas políticas cumpliríamos la condena entera, y no ha sido así.
-Antes de dar el paso a la política, usted era presidenta de la ANC. ¿Cómo ve actualmente el movimiento independentista?
-Cuando yo presidía la asamblea, el objetivo de la entidad era unir el movimiento independentista para conseguir la independencia de Catalunya, en un contexto no mayoritariamente independentista y con un gobierno autonomista.
Conseguimos grandes hitos.Recuerdo, especialmente, el éxito de la vía catalana, que unió de punta a punta el país.
El contexto actual es diferente. Hay algunas propuestas de la ANC que comparto y otras que no. Sea como fuere, el movimiento independentista sigue siendo fuerte, y la prueba es que en las últimas elecciones superamos el 50% de los votos.Creo que la ANC tiene que continuar empujando a los representantes políticos.
-¿Cómo cree que han afectado las diferencias entre ERC y Junts a las miles de personas que creían en la hoja de ruta de Puigdemont?
-Siempre ha habido diferencias entre los partidos. Precisamente por eso nació la ANC, para buscar un espacio de consenso en el mundo independentista que compartía el mismo objetivo. Pero hoy en día, cuando se pide a la gente que se movilice, lo hace. Cuando el objetivo es compartido, se olvidan las diferencias.

“Mugimendu independentista ez dago umezurtz, herrestan daramana jendea delako, beraiek direlako protagonistak. Egia da buruzagi batzuk errepresaliatuta egon garela eta hau kolpe bat izan dela, baina mugimenduak aurrera jarraitzen du”.


-¿Está de acuerdo con quien defiende que actualmente el movimiento independentista está huérfano y sin hoja de ruta?
-No. El movimiento independentista no está huérfano porque quien lo arrastra es la gente. La sociedad es la protagonista. Es cierto que algunos de sus líderes hemos estado represaliados, y esto ha sido un golpe, pero el movimiento continúa.
La pandemia no ha puesto las cosas fáciles, no ha permitido que la ciudadanía se movilizara como seguramente hubiera querido. Y, aún así, en la Diada de este año la movilización fue extraordinaria.
No conozco a nadie que hace cuatro años fuera independentista y ahora ya no lo sea.