“En el autobús, el asiento a mi lado siempre está vacío”

A los 16 años Mohammed Ounasser dejó atrás su pueblo y su familia y subió a una patera en busca del sueño europeo. Antes incluso de llegar a Pamplona, tenía claro que tendría que estudiar y trabajar más que muchos de los jóvenes de su edad. Además del idioma y la profesión, este joven bereber ha aprendido rápidamente el código de comunicación de la gente de aquí. En 2019 recibió el Premio de la Juventud de Navarra como reconocimiento a los jóvenes inmigrantes que vienen solos.
¿Cómo es tu ciudad de origen?
Todra es un pueblo de 4.000 habitantes. El norte de la región es conocido porque en invierno va mucha gente a escalar. Llueve muy poco, pero hay paisajes muy bonitos.
¿Por qué decidiste salir de allí, emigrar?
Estaba estudiando y llevaba una vida normal, pero veía que mucha gente no encontraba trabajo una vez terminados los estudios. Por eso le dije a mi padre que quería ir a España, como habían hecho muchos de mis amigos. De mi pueblo ha venido mucha gente, al menos 90 jóvenes.
Al principio ni mi padre ni mi madre querían que me fuera. Estuve muchos meses dándoles argumentos, y al terminar cuarto de la ESO, mi padre me dijo que no me iba a volver a decir que no. No me dijo que me fuera, pero no me lo prohibió.
Tienes cinco hermanas. ¿Ellas planean venir también?
No, eso es impensable. En el norte de Marruecos hay chicas que toman la decisión de venir, pero en mi pueblo no. Se casan cuando terminan los estudios y ya está.
¿Qué te contaban esos amigos que vinieron antes que tú?
Que al principio cuesta un poco aprender el idioma, encontrar un lugar para vivir y estudiar, pero que si te esfuerzas y poco a poco aprendes castellano y las costumbres de aquí, sales adelante. Mi mejor amigo se fue a Barcelona dos meses antes de venir yo aquí y me lo explicó todo.
¿Y has encontrado lo que te esperabas?
No todo. Esperaba, por ejemplo, que al llegar aquí tendría la oportunidad de estudiar lo que yo quisiera, y no fue así. Me llevaron a estudiar electricidad cuando yo quería estudiar mecánica. La verdad es que ahora me gusta mucho, pero al principio lo pasé mal.
“Orain bi lagun eta hirurok ari gara pisu bila elkarrekin bizitzeko eta inork ez digu alokatu nahi. Bizitokiaren gaia oso konplikatua da”.
¿Cómo fue el viaje desde Marruecos?
Desde Todra fui a Tánger en autobús. Allí esperé tres días, durmiendo en la calle. Cuando me dijeron que el viaje estaba preparado pagué al traficante: 4.000 euros en dirhams. Mi padre ha tenido que trabajar mucho para conseguir ese dinero; es una fortuna: tuvimos que entregar los ahorros de toda la vida a un traficante.
Además, mi padre, últimamente estaba trabajando en una empresa, pero ahora han cerrado por el COVID, así que ahora no trabaja.
Vinimos en una patera de cinco metros 35 personas. Salimos de Tánger a las cuatro de la madrugada. Hacia las cinco de la tarde nos rescataron y nos llevaron a La Línea . Esa noche que pasamos en la patera hacía un frío terrible y no teníamos ni comida ni agua. Fue duro. Pagas una auténtica fortuna para que pongan tu vida en peligro.Por suerte, todos los de nuestra patera llegamos bien a destino.
¿Qué ocurrió cuando llegaste a la península?
Me llevaron a un centro de menores. Había mucha gente. Dormíamos en el suelo. Los tres días que estuve allí fueron difíciles.
Luego llamé a un tío mío que vive en Tudela y vino a buscarme. Estuve una semana con su familia. Luego me trajo a Pamplona, me llevó a una comisaría de la Policía Foral y les dijimos que era menor de edad y que no tenía nada.
Entonces me llevaron al centro de acogida de Ilundain, y tres días más tarde, al centro de menores Argarai. Después de dos meses allí me mandaron a un piso de Barañáin con otros tres chicos, hasta que en abril cumplí 18 años.
Entonces se acabó la protección institucional y tuve que buscar alojamiento por mi cuenta. Ahora estoy en una habitación de un piso compartido.
Entonces, ¿ahora no tienes ningún apoyo público?
Así es. Te quedas fuera del programa a los 18 años. Ahora vivo por mi cuenta. Tengo contacto con los servicios sociales y con la asociación SEI (Servicio socioeducativo intercultural). Participo en actividades y salidas de fin de semana, y antes de empezar a trabajar estaba como voluntario para ayudar a otros jóvenes, pero ahora no tengo tiempo. Tengo muy buena relación con los educadores y puedo llamarles. Me ayudan, por ejemplo, a la hora de renovar papeles.
Me echan una mano porque quieren, de manera voluntaria; pero no tienen ninguna obligación.
El cambio es muy duro, de un día para otro. Y si no tienes dinero ahorrado lo pasas muy mal. Siempre está la posibilidad de solicitar la renta garantizada, pero pasan varios meses hasta que te la conceden.
“Lan eske joaten zarenean lanerako baimena eskatzen dizute, baina baimen hori lortzeko, edo berritzeko, enpresa batean urte baterako eta jardunaldi osoko kontratu bat behar duzu. Nola egiten duzu hori?.
¿Cómo andas de papeles?, ¿tienes documentación?
Vine sin nada y costó muchísimo que enviaran mi pasaporte desde Marruecos: un año y un mes. Tuve que ir 20 veces al consulado de Marruecos en Bilbao para conseguirlo.
Una vez obtenido el pasaporte, fui a la Oficina de Asuntos Extranjeros a solicitar el Número de Identidad de Extranjero (NIE), y me lo entregaron seis meses después. Tengo que renovarlo cada año.
Afortunadamente, a mí me concedieron permiso de residencia y también permiso de trabajo, pero no es lo habitual. Por eso he podido encontrar trabajo.
Y eso, ¿por qué?
La ley fue modificada en marzo por el Coronavirus, y desde entonces se dicta así.
Al parecer, debido al cierre de las fronteras había escasez de mano de obra, sobre todo en el ámbito agrario, y por eso nos empezaron a dar permiso a los menores que ya estábamos aquí para trabajar en cualquier sector. Dicen que es una medida excepcional.
No obstante, el sistema está mal organizado. Cuando vas a una empresa a pedir trabajo te piden permiso de trabajo, pero para conseguir ese permiso, o para renovarlo, necesitas un contrato por un año y a jornada completa en una empresa. ¿Cómo lo logras? Porque sin autorización no hay contrato, y sin contrato no hay autorización. Es un círculo vicioso.
Yo ahora estoy bien. Por la mañana estoy haciendo segundo de Formación Profesional y por la tarde tengo trabajo de media jornada en una empresa, arreglando máquinas que se averían.
¿Solicitar la renta garantizada es la única salida para muchos jóvenes como tú?
Sí. Sin embargo, en general pensamos que eso no es para nosotros. Eso es para una familia que no puede trabajar, por ejemplo. Nosotros queremos trabajo. Gracias a Dios nosotros tenemos fuerza y ganas de trabajar.
Muchos de mis amigos están en una situación difícil: tienen permiso de residencia pero no de trabajo, y lo están pasando muy mal. Siguen estudiando, pero muchos quieren dejar de estudiar; necesitan trabajo y conseguir dinero.
“Pandemia arreta handia jasotzen ari da guztioi eragiten ari zaigulako baina bada beste birus bat jende gehiago hiltzen ari dena. Gosea du izena eta bere txertoa janaria da, baina jendeak gozez hiltzen du”.
¿Qué ha supuesto para tí recibir el Premio de la Juventud de Navarra?
Al principio no sabía muy bien lo que significaba y suponía. Cuando lo entendí fue un momento muy especial para mí y para mi familia. Inmediatamente les envié todas las fotos y vídeos que me hicieron. Estaban contentos y orgullosos. Me eligieron a mí, pero hay otros muchos chicos como yo, incluso mejores.
Hay muchos prejuicios sobre los menores inmigrantes, sobre los menas, y esta clase de premios pueden servir para ir eliminándolos.
¿Te sientes o te has sentido marginado alguna vez en Pamplona?
A menudo. Por ejemplo, cuando en el portal saludo a personas de mi edificio y no me responden, o cuando el asiento a mi lado en la Villavesa (autobús) siempre queda vacío… La gente prefiere permanecer de pie antes que sentarse a mi lado, y eso me duele.
Ahora, con esto del coronavirus puedo mirarlo más positivamente y pensar que es porque todos tenemos miedo a contagiarnos.
¿Es dura de llevar la etiqueta de mena (inmigrante menor de edad no acompañado)?
Tremendamente dura. Parece que venimos a robar, a matar y a hacer todo lo malo, cuando simplemente venimos con la intención de mejorar nuestro futuro y ayudar a nuestras familias.
Ser diferente, tener otro idioma, color de piel y religión te hace sospechoso, y la gente te rechaza. Eso se nota más entre las personas de una cierta edad. Las más jóvenes suelen ser más abiertas.
Algunos dicen que venimos a quitarles el trabajo, pero hay que decir muy claramente que a los emigrantes nos quedan los trabajos que nadie quiere. Nosotros sólo queremos trabajo, sea el que sea.
No obstante, si estás aquí desde siempre y uno que ha venido de fuera hace un par de meses te quita el trabajo, no tengo yo muy claro quién es el culpable. Eso no es normal.
Es cierto, por otra parte, que algunas personas emigrantes aceptan cualquier trabajo a cualquier precio. Yo no estoy a favor, pero entiendo que haya gente desesperada, y que se vea obligado a hacerlo por pura necesidad.
¿Qué solución ves?
Yo creo que es muy importante para nosotros aprender las costumbres y los códigos de aquí, por ejemplo. A muchos jóvenes que vienen del norte de África les cuesta muchísimo. Son muy serios con los desconocidos.
En nuestra cultura, en casa siempre nos han dicho que si estás hablando con una persona mayor tienes que cruzarte de brazos y mirar seriamente para expresar respeto. Por eso, la gente de aquí muchas veces cree que esos jóvenes están enfadados cuando no es así. Sólo están escuchando. Detrás de esa imagen de enfado hay tristeza y otras muchas emociones.
“Afrikako gosea eta gaixotasunak Mendebaldeko gizarteetara iristen ez direnez, ezikusiarena egiten da eta hori latza da”.
¿Habláis entre vosotros de estas cuestiones?
No. De estudios, de trabajo, sí; pero de estos temas, no demasiado. Y es importante. Te das cuenta con el tiempo.
¿Cómo es su estilo de vida? ¿Tienes amigos?
Sí, un montón. Tengo amigos venidos de fuera, como yo, pero navarros también. Es complicado para nosotros encontrar amigos entre los jóvenes de aquí, pero SEI es como una familia, y gracias a ellos tenemos la oportunidad de conocer gente. También tengo amigos de clase. El fin de semana, a veces quedamos para tomar algo o dar una vuelta. Con un amigo voy muchas veces a andar en bicicleta, al monte y a conocer lugares. Hay paisajes muy bonitos en Navarra. Con SEI hemos ido dos o tres veces al monte antes de la pandemia. Es muy valioso para hacernos sentir el cariño y el afecto de la gente. No suelo andar muchas veces de noche y prefiero andar de día.
A mí me gusta mucho el deporte, también. He pacticado carrera de vallas en el club Hiru Herri, y eso también me ha dado la oportunidad de conocer a muchas personas.
¿Eres religioso?
Sí. No bebo alcohol, ni fumo, ni tomo drogas ni carne de cerdo. El alcohol no me gusta, no es sólo por la religión.
Rezo cinco veces al día, y los viernes, cuando tengo tiempo, voy a la mezquita de Sanduzelai. Cada vez rezo entre 5 y 10 minutos. También leo el Corán, realizo nuestros ritos, reflexiono y le pido cosas a Alá. Por ejemplo, que todo vaya bien y que vea pronto a mi familia. Hace dos años que no los veo. Ahora, con la pandemia es muy difícil, pero si mejora me gustaría ir en verano.
Mientras tanto, ¿qué tipo de relaciones mantiene con su familia?
Hablo con ellos por teléfono tres ó cuatro veces a la semana.
¿Les cuentas las cosas malas que te ocurren o solo las buenas?
Sobre todo contamos lo bueno. También hablamos de lo malo, pero quitándole importancia, diciendo que ya ha pasado.
De hecho, si decimos a nuestros amigos de allí que estamos mal, algunos piensan que es porque no queremos que vengan...
¿Cómo sois los bereberes?
Estamos muy orgullosos de nuestro origen. Tenemos una cultura diferente, así como lengua y bandera propia. En la escuela estudiaba árabe y francés. Mi madre no sabe árabe. Nadie sabe leer ni escribir en amazig. Nunca hemos aprendido. Los bereberes somos mayoría pero el gobierno es árabe y no nos respetan. El 13 de enero fue el año nuevo de los bereberes, pero el gobierno prohibió toda clase de celebraciones.
“Gure herrian berbereak gehiengoa gara baina gobernua arabiarrra da eta ez gaituzte errespetatzen. Adibidez, urtarrilaren 13an berbereen urte berria izan zen, baina gobernuak debekatu zituen ospakizun guztiak”
¿Cómo ves el futuro? ¿Qué te gustaría que sucediera?
De momento me gustaría seguir aquí, en Pamplona. Seguir estudiando y trabajando.
Ahora estamos realizando un proyecto con Transpirenaica Social Solidaria para la convivencia de jóvenes inmigrantes y personas mayores. Tres chicos y un educador participamos en un programa llamado “El reto del futuro” a nivel estatal, y entre 25 grupos ganó nuestro proyecto. Recientemente hemos presentado el proyecto en el Gobierno de Navarra y estamos a la espera de su respuesta. A mí me gustaría mucho vivir y acompañar a una persona mayor.
Además, hay mucha gente que no nos quiere alquilar vivienda, ni piso ni habitación. Ahora estamos tres amigos buscando piso para compartir y no hay manera; encontrar vivienda es especialmente complicado para nosotros.
¿Qué imagen tienes de los jóvenes de aquí?
Me da pena ver que algunos no aprovechan su juventud para estudiar y conseguir un futuro mejor. Aunque, por otra parte, si los padres les dejan hacer lo que quieren y les dan dinero para vivir así, es normal que pasen estas cosas.
Hay que afrontar el futuro, no esconderse detrás de los padres o de la familia. Hay que pensar que tus padres no estarán contigo siempre y llegará el día en que tendrás que arreglártelas solo: ganar dinero, trabajar y vivir por ti mismo, sin ayuda de nadie. Por eso hay que ir cogiendo experiencia.
¿Tienes intención de aprender euskera?
¡Sí! Hablo amazig, árabe y francés, y ahora me gustaría aprender euskera. Me encanta el sonido y la forma como habláis. Antes de venir aquí ni siquiera sabía que existía el euskera. Mi primer contacto con el idioma fue a través de mi educadora Lorea, que también lo está aprendiendo.