La capitana de Paris

Irene Paredes Hernández (Legazpi, 1991)

Irene Paredes es, sin duda, la mejor jugadora de fútbol de la historia de Euskal Herria. Capitana y una de las estrellas del Paris Saint Germain, –uno de los clubs más importantes del panorama futbolístico mundial– pasó su infancia entre raquetas, balones y bicicletas. También practicó judo y atletismo pero, al final, tuvo que elegir: y eligió fútbol.

El 5 de octubre se han cumplido doce años desde que jugó su primer partido profesional con la Real Sociedad. Durante este tiempo ha vivido en primera persona la evolución del fútbol femenino, lo que le hace ser optimista de cara al futuro. Cuando ella empezó a jugar, recuerda, no había muchas chicas. Ahora, sin embargo, la situación es muy diferente. “Cada vez son más las chicas que juegan a fútbol y cada vez se apuesta más por el fútbol femenino. También en la sociedad se está dando un cambio. Cuanta más gente esté involucrada, el interés será mayor, y eso hará que suba el nivel”.

Sin embargo, eso no significa que todavía no haya muchas cosas que mejorar. Por ejemplo, en la última Champions League femenina, salvo en la final, no hubo VAR. “No quiero decir que nos eliminaron por la ausencia de VAR, pero no es normal que en un partido así, unas semifinales de Champions, no hubiera video-arbitraje. Y más jugándose ese partido en un estadio como San Mamés, que tiene toda la infraestructura para poder utilizar el VAR”.

Irene es una deportista de élite. Tiene la misma exigencia que Neymar o Mbappé, dos de las estrellas del equipo masculino. Entrena lo mismo –o más– y los compromisos del club como visitas a escuelas u hospitales son similares. Suele llegar a las 09:00 a la ciudad deportiva. Allí desayuna, entrena sobre el césped y hace los habituales trabajos de acondicionamiento físico, como gimnasio o la recuperación con los fisioterapeutas. Dos días a la semana, además, trabajan por la tarde. Sin embargo, al igual que sucede en muchos sectores, ni los sueldos ni el reconocimiento social son equivalentes.

Esperemos que, más pronto que tarde, los pasos que se están dando sirvan para lograr este objetivo, tanto en el deporte como en los diferentes ámbitos del mundo del trabajo.