Cuidadoras low cost

El pasado 25 de enero un hombre de 71 años fue detenido por agredir sexualmente en su casa a su empleada de hogar. Un hecho terrible que ha vuelto a poner encima de la mesa las precarias condiciones laborales de las trabajadoras del llamado servicio doméstico así como su vulnerabilidad. Isabel Otxoa, profesora de Derecho del Trabajo en la UPV y activista de la Asociación de Trabajadoras del Hogar, asegura que hay un plan deliberado para dejar el empleo del hogar fuera de control porque hace falta para cubrir las grietas de un sistema que no tiene en cuenta las necesidades de cuidado de las personas.

A grandes rasgos, ¿qué radiografía hacéis de la situación del sector del trabajo doméstico en la actualidad? ¿Qué dicen esas estadísticas que publicáis año tras año y que son un reflejo muy claro de lo que está pasando?
Por un lado están las trabajadoras externas, la mayoría autóctonas, aunque también hay migradas. Están a tiempo parcial y sus salarios no dan para subsistir; las hay que trabajan en varios domicilios y, entonces, obtienen unos ingresos mejores. La mitad de las externas solo hace tareas domésticas. El resto cuida a criaturas y personas mayores en diferentes situaciones de dependencia. Las externas, en general, ganan lo que tienen que ganar respecto al SMI, menos las que tienen jornadas largas. Y ya es un abuso el incumplimiento de condiciones con la gente sin papeles. En nuestras estadísticas, al analizar salarios siempre hay la columna de personas con papeles y sin papeles.
Y por otro lado están las trabajadoras internas.
El perfil es muy conocido: son trabajadoras migradas. Lo que no es tan conocido es que en el trabajo interno hay muchas que no tienen papeles: un tercio, aproximadamente.
Hay bastantes que en jornadas semanales de más de 70 horas no llegan al SMI de 40 y, encima, se les exige el certificado sociosanitario. Y no me gusta decir encima porque me parece bien que se proporcione a las personas ancianas cuidados cualificados. Pero el garantizar el cuidado de calidad no puede ser exclusivamente una responsabilidad de la trabajadora; habrá que ofrecerles facilidades para que obtengan ese certificado y valorarlo.
¿Externas e internas están ya mayoritariamente dadas de alta en la Seguridad Social?
Hay un proceso muy bonito por el que las mujeres autóctonas cada vez más exigen S.S. Digo muy bonito porque muestra un cambio en la conciencia. Nuestras estadísticas nos dicen que el 86 % de las autóctonas están dadas de alta en la S.S., aunque también es frecuente que si trabajan en 3 casas estén dadas de alta en dos, por ejemplo.
Las migradas, por su parte, están dadas de alta en torno al mismo porcentaje. Para ellas es una cuestión irrenunciable porque para renovar papeles necesitan estar trabajando y dadas de alta en la SS.
A todas las mujeres que se acercan a la asociación les insistimos en la idea de que hay que cotizar desde el minuto cero, porque la vida da muchas vueltas. Ahora empezamos a ver pasar por la asesoría personas mayores migradas, que llevan 20 años trabajando aquí pero sólo han cotizado 8, por ejemplo, y para recibir prestación de jubilación tenían que haber cotizado 15.

“Hoberena da etxeko langile baten lanaldia ez izatea astean 40 ordutik gorakoa; 60 ordu litzateke gehienezko muga. Horregatik, gauak arautzea ezinbestekoa da. Ezin da onartu gaua ez zenbatzea lan-denbora gisa; gutxienik prestutasuna aintzat hartu beharko litzateke”.


¿Qué opinas de ese discurso que afirma que el trabajo interno es la esclavitud moderna?
Personalmente ese discurso no me gusta, y no creo que muchas de las afectadas se reconozcan en él o estén a favor de ser representadas de semejante manera. Partiendo de la base de que es una decisión que toma la persona, una trabajadora interna no es una esclava. Una muestra de que el tema es más complejo es que aproximadamente una de cada cuatro internas tiene doble nacionalidad; quienes siguen internas tantos años después están haciendo una opción, tienen unos objetivos que conseguir más allá de la mera supervivencia: ayudar a sus padres, dar estudios universitarios a sus hijos e hijas, y otros.
Hay diferentes condicionantes vitales. ¡Claro que si tuvieran la libertad que les daría no ser pobres no escogerían el trabajo interno! Pero es que las elecciones para unas personas tienen unos márgenes más amplios que para otras: si tú vienes de Nicaragua exiliada y llegas aquí y no tienes una familia que tenga espacio para tí y unos ingresos, te vas interna. En este caso, el margen es muy estrecho y las opciones de explotación que ofrece el sistema de trabajo interno se expresan en toda su magnitud.
Ya sabemos por qué hay personas que quieren estar en ese sistema. Pero, ¿qué perfiles hay que dar a ese sistema para que no sea un sistema explotador?
El trabajo interno debería desaparecer, y esto no es lo mismo que decir que hay que abolir el trabajo interno. Abolir es prohibirlo y sancionar a quienes violen la prohibición. Decir que debería desaparecer es construir condiciones para que tal cosa ocurra: mientras tanto, darle derechos y controlar que se cumplan, tales como la inclusión en el Estatuto de los Trabajadores y la desaparición del Sistema Especial de la Seguridad Social que, entre otras cosas, les niega el paro.
Pero hay una cosa que me interesa mucho que quede clara: las normas laborales actuales otorgan a las trabajadoras de hogar muchos derechos, pero no se están aplicando. Si se cumplieran sería un avance importantísimo.
No se cumple, por ejemplo, que debe haber un contrato en el que la jornada laboral esté muy clara y por escrito. En mi opinión, la jornada laboral no debería superar las 40 horas pero, al menos y a día de hoy, no debería superar las 60 horas, considerando también el tiempo de acompañamiento nocturno. En este sentido, regular las noches es fundamental porque las internas, mayoritariamente, están al cuidado de personas mayores dependientes.
Es inaceptable que la noche no se considere tiempo de trabajo o, al menos, disponibilidad. En Francia, por ejemplo, la estancia de noche obligada tiene un precio. Cada hora se retribuye como un cuarto de hora de trabajo normal, y hay un máximo de 5 noches de acompañamiento nocturno.
El problema de fondo es que las trabajadoras internas están atendiendo situaciones de dependencia muy importantes, que no pueden resolverse en el domicilio privado si no es a costa de recortar los derechos laborales de las trabajadoras.
¿Qué pasa con el derecho al paro? Su ausencia condiciona mucho.
El tener derecho a paro sería un paso importantísimo. Es un tema que no se quiere abordar para no encarecer la cotización a la parte empleadora y porque, además, así hay mano de obra barata disponible siempre.
Lo cierto es que en este sector una mujer se queda embarazada y de la misma va a la calle, sin derecho a desempleo. Es una salvajada. O cuando se mueren las personas a las que atienden: un mes de indemnización y punto. Al día siguiente, a buscar empleo. Además, es un circulo vicioso: si tú estás muy necesitada porque no tienes cobertura te ves obligada a aceptar condiciones que no son las legales.
Otro tema que tiene que desaparecer: se les puede despedir con desestimiento de 12 días por año. La figura del desestimiento (despido) está contemplada para las trabajadoras de hogar y altos directivos.
Otro problema grave que sufren las trabajadoras de hogar es el del acoso o las agresiones sexuales. ¿Cómo se puede afrontar este tema?
Otro asunto muy complicado. En relación al acoso sexual yo he hablado con trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio para saber cómo gestionan este tema en su sector. Claro, ellas trabajan para una empresa. Si se da un tema de acoso, la empresa puede amenazar con dejar de prestar el servicio o puede cambiar de personas. Son mecanismos de mejora del bienestar de las trabajadoras que en el empleo de hogar no se pueden dar actualmente.
Las trabajadoras de hogar se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad ante posibles agresores; la única solución que les queda, en la práctica, es dejar el trabajo. Hemos tenido noticias de trabajadoras de hogar violadas en los domicilios donde trabajan. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales excluye de su ámbito el empleo de hogar.

“Gizarte garen aldetik etorkizunera begira zerbitzu publikoak zeharo hedatu behar dira, baina laguntza komunitarioa ahaztu gabe: gizarte-babes sareak sortu behar dira. Pandemian nabarmen geratu da horien potentziala zenbatekoa den”.


¿La pandemia ha supuesto un antes y un después para las trabajadoras de hogar?
Las externas lo pasaron mal, con mucha incertidumbre y angustia. Muchas perdieron el empleo. Bastantes familias, durante el primer mes y medio, siguieron pagando los salarios, pero luego, cuando la situación se fue alargando en el tiempo, dejaron de hacerlo. Muchísimas mujeres externas se quedaron sin trabajo, sin ingresos y con muchos problemas para cobrar el subsidio famoso. Eso fue terrible.
Y las internas estuvieron como el resto de la ciudadanía, confinadas, pero no generalizaría tal cual el relato que ha circulado de que las empleadoras las dejaron atrapadas en hogares ajenos. Las situaciones fueron muy variadas y diría que, en un periodo en el que no se podía estar por la calle, el no contar con una vivienda aparte para el descanso o con una habitación propia no compartida y la ruptura de vínculos sociales fue muy duro. En todo caso, cuando enfermaron de COVID algunas fueron despedidas; también por la muerte de sus empleadores. Todas sin prestación de desempleo, con un subsidio muy limitado y que solo cubría a las que estaban de alta en la Seguridad Social. Sin quitar importancia, eso sí, a las situaciones que pudieron darse de riesgos laborales y que en esta situación pudieron intensificarse.
El incumplimiento de las formalidades y garantías en la contratación, la falta de control, la dejación voluntaria de sus obligaciones por parte de la Inspección de Trabajo, la Tesorería de la Seguridad Social, las instituciones responsables de la salud laboral… hacen que lo que en otros sectores no podría pasar, aquí suceda. ¿Qué hay detrás de todo esto?
La responsabilidad de que la Inspección de Trabajo funcione y que ponga fin a los abusos que denunciamos es del Gobierno Vasco. Pero mira para otro lado, porque son esas trabajadoras de hogar sin derechos quienes aseguran a bajo costo el cuidado de las personas en situación de dependencia y le permiten cuadrar la cuenta del gasto social. Es decir, hay un plan deliberado para dejar el empleo del hogar fuera de control, porque hace falta para cubrir las grietas de un sistema organizado de tal manera que no cuenta con las necesidades de cuidado de las personas.
De lo que estamos hablando es de las tremendas carencias del sistema de cuidados de nuestra sociedad. En el Estado español -y aquí no es muy diferente- residen 2.131.400 personas mayores de 65 años que viven solas, envejecen, enferman y mueren sin ninguna política pública que tenga previsto cómo apoyarles en este proceso de manera integral. La sanidad pública y las prestaciones de la dependencia atienden de manera fragmentaria e insuficiente.
El principal recurso del cuidado a domicilio son las mujeres de la familia. Del resto hay quienes malviven en soledad sin recibir más que una atención precaria del SAD, que puede ir desde la media hora diaria a las tres horas, dependiendo de territorios y grados de dependencia. Finalmente, otra parte acude a contratar empleo de hogar interno y externo, porque no tiene otra alternativa real.
Pero también hay muchas personas mayores que no quieren salir de sus casas, de su entorno...
Nunca jamás he oído tantas veces y tan claro desde las instituciones que deben respetarse los deseos de la gente mayor, en este caso, el deseo de quedarse en su casa… Y también quiere una pensión de 3.000 euros… se la vas dando... (rebate con ironía).
El recibir cuidados privados en casa no es algo, en mi opinión, que las familias de esas personas dependientes elijan libremente, sino que es una opción promovida por las instituciones porque les sale más barato y porque no hay servicios públicos suficientes para atender la demanda existente. Estoy muy de acuerdo en respetar los deseos de permanecer en casa siempre que no se haga a costa de explotar a nadie. Además, en todos los casos no es mejor permanecer en el domicilio de toda la vida, pero ocurre que si no existen alternativas a escala humana fuera del cuidado a domicilio, no las puedes desear.
En estos momentos muchos de los supuestos derechos de las personas dependientes son virtuales, papel mojado. No es solo que no haya servicio de ayuda a domicilio suficiente para las necesidades existentes. Los centros de noche son una prestación de la Ley de Dependencia que no existe. El centro de noche, mayoritariamente, son las trabajadoras de hogar internas que, además, lo hacen gratis total.

“Behar egoeran dauden pertsonen zaintza-sistema langileei leporatzen bazaie familiak ez dira mugituko. Aitzitik, etxean bizi den langile bat izatea zerbitzu garesti bilakatzen bada administrazioei gehiago galdatuko zaie, eta erakundeek erantzun beharra izango dute”.


¿Cómo entiendes que debería ser el sistema de cuidados? ¿Cuál es el modelo por el que apuesta vuestra asociación?
Nosotras creemos que los cuidados no pueden ser un negocio. Eso supone sacar de la ecuación a las empresas privadas con ánimo de lucro. La Administración pública tiene que gestionar los servicios de cuidados.
Si nos ponemos a pensar en el futuro como sociedad hay que ampliar muchísimo los servicios públicos, pero sin olvidar el apoyo comunitario: hay que crear redes sociales de apoyo. En la pandemia se ha visto muy claramente su potencialidad.
En Francia, por ejemplo, existe una figura que es el contrato para cuidado compartido de criaturas. Pero para eso hay que pensar en colectivo todo el rato: ver cuántas personas tienen una necesidad parecida e intentar que una trabajadora, a jornada completa y con buenas condiciones, cubra esa necesidad, en vez de, como aquí, contratando una persona en condiciones precarias. Más allá del cuidado remunerado, tendremos que potenciar la organización comunitaria del cuidado, terreno que tenemos por explorar.
Estamos hablando todo el rato de la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra la empleada de hogar interna, pero ¿qué ocurre con la persona cuidada? ¿En qué condiciones es cuidada?
El desamparo es por ambas partes. La que necesita atención y quien lo hace muy precariamente. Porque las personas que necesitan ser cuidadas tampoco tienen asegurada la calidad del cuidado. Pero ese derecho a ser atendidas no puede recaer sobre la espalda de la trabajadoras de hogar. Hay que poner a su disposición recursos de formación y reconocer el trabajo que están haciendo. Esa atención privada sería muy cara si estuviera correctamente valorada.
Y en muchísimos casos hablamos de clase trabajadora que tiene que pagar un salario digno a otra persona que es clase trabajadora. No da. Este sistema no es viable. La clase trabajadora, no solo las trabajadoras de hogar, está sufriendo la falta de servicios.
Nosotras vemos cómo acosan a las trabajadoras internas para que no se pongan enfermas y no cojan la baja. Claro, es horrible que no les dejen ponerse enfermas, pero es que es horrible el sistema por el cual cuando la trabajadora se pone enferma la anciana se queda tirada. Porque 8 de cada 10 personas mayores que contratan viven solas con las trabajadoras que les cuidan, y son mujeres en su mayoría.
La pandemia puso en evidencia la importancia de los cuidados en esta sociedad. ¿Esta experiencia puede servir de palanca para que se den cambios en la situación de las trabajadoras de hogar?
No lo creo. Los cambios vendrán más bien de la revisión del sistema social de cuidados en su conjunto, cuando las personas que los necesitan no tengan que optar por el cuidado privado frente al panorama de unos servicios públicos de cuidado escasos o de calidad no deseada.

“Eusko Jaurlaritzaren ardura da Lan Ikuskaritzak bere egitekoa betetzea eta salatzen ditugun abusuei aurre egitea. Baina administrazioak ezikusiarena egiten du, izan ere, eskubiderik ez duten etxeko langile hauek aukera merkea baitira behar egoeran dauden pertsonak zaintzeko, eta horrela gizarte-gastuko kontuak koadratzea posible da”.


¿Y hasta que ese momento llegue?
Yo creo que la estrategia debe ser demandar condiciones de equiparación de las trabajadoras de hogar con las relaciones laborales ordinarias. Porque si el cuidado privado fuera carísimo provocaría que hubiera más servicios públicos. Si la trabajadora soporta el sistema a base de falta de derechos, las familias no se van a mover. En cambio, si tener una empleada de hogar interna se convierte en un servicio caro las exigencias hacia las administraciones aumentarán y las instituciones se verán obligadas a responder.
Perseguir el objetivo de la equiparación de derechos laborales del empleo de hogar con los del resto de sectores servirá para mejorar la vida de las trabajadoras y para colocar a la sociedad ante el hecho de que las necesidades de cuidado de la dependencia no están resueltas.
Hoy, el cuidado en el empleo del hogar se sustenta en unas reglas de juego deliberadamente ambiguas que ensanchan las posibilidades de abuso patronal.La situación no es solo, o no principalmente, una cuestión de empleadores o empleadoras malos; las responsabilidades finales son públicas, y la invisibilización del sector es una construcción política y tiene razones perfectamente objetivables.