El movimiento nacionalista gallego es de izquierdas

Iritzia Duarte Correa, profesor de Historia y sindicalista de la CIG

En los actos que organiza el nacionalismo gallego cada año con motivo del Día da Patria Galega hay representantes extranjeros que se declaran impresionados por la fuerza de una movilización para ellos totalmente desconocida. Algo semejante les ocurre a quienes asisten por primera vez a un 1º de Mayo convocado por la Confederación Intersindical Galega-CIG.
DE DÓNDE VENIMOS
Esas movilizaciones y la actual presencia social e institucional del nacionalismo, tanto en el ámbito sindical como en el político, no son flores de un día; son fruto de una construcción colectiva de más de 100 años de movimiento nacionalista. Un movimiento que tiene una característica que nos singulariza frente a Euskal Herría o Catalunya: la reivindicación nacional y la izquierda, en nuestro caso, son lo mismo.
En Galiza nunca ha existido burguesía autóctona ni élites que defendieran nuestros intereses y un desarrollo económico en función de nuestra realidad como pueblo. Esos sectores han servido siempre al españolismo, como delegados y ejecutores de las decisiones adoptadas en Madrid. Esa realidad histórica, en una nación rica en materias primas, fuentes de energía y un sector primario con grandes potencialidades, ha provocado un desarrollo capitalista que el nacionalismo galego califica como de dependencia colonial, caracterizado por la expoliación de recursos, industrias de enclave y exportación de la plusvalía. Dependencia colonial que tiene otros efectos, además de los propiamente económicos, como la desvalorización de la propia lengua, cultura y señales de identidad, que deriva en su sustitución por las del colonizador.
El carácter popular de nuestro nacionalismo fue uno de los elementos que llevaron a los fascistas en 1936 a ejecutar un planificado exterminio de los dirigentes políticos del Partido Galeguista, empezando por todos los alcaldes, que fueron fusilados en las primeras semanas; operación de la que se salvaron muy pocos dirigentes, que consiguieron exiliarse.
La represión provocó la desaparición del nacionalismo organizado hasta que en 1964 se fundan el Partido Socialista Galego-PSG y, sobre todo, la Unión do Povo Galego-UPG, esta última con gente muy joven que carecía de referencias sobre el nacionalismo de pre-guerra y crea un partido marxista-leninista mirando más a los procesos de liberación nacional (Argelia, Vietnam, Cuba...) que a las tendencias en boga en Europa occidental o a la URSS. Ambos son base del actual Bloque Nacionalista Galego-BNG, organización frentista fundada en septiembre de 1982.

Esparru politikoari dagokio mobilizazioak elikatzea eta gizarteratzea. Etengabeko lan pedagogikoa egin behar da jendeak uler dezan ezinbestekoa dela kalean eta erakundeetan indarrak batzea, betiere, programa alternatibo baten inguruan eta indarrean den esparrua apurtzeko asmoz.


La UPG, partiendo del principio de auto-organización, en los últimos años de la dictadura se marca como objetivo crear organizaciones sindicales, estudiantiles, agrarias, culturales…, demostrando una gran capacidad de movilización que no se vio correspondida con resultados electorales. La oposición a la instalación de una central nuclear, huelgas generales contra el desmantelamiento económico debido a la entrada en la CEE o, más recientemente, movilizaciones contra las guerras, catástrofe del Prestige... son solo algunos ejemplos.
Fruto de esas luchas, hoy la CIG cuenta con más de 70.000 afiliados /as y es primera fuerza sindical con más de 4.500 delegados y delegadas. El BNG, por su parte, lidera la oposición al PP en el Parlamento Galego desde julio de 2020.
Ha sido un proceso duro, y hubo quienes perdieron la confianza en la capacidad de Galiza para escribir su propio camino, pasándose directamente al españolismo en una primera etapa, y en la actual pactando con la llamada nueva política en una posición subalterna y dependiente de las estrategias decididas en Madrid.
HACIA DÓNDE VAMOS
No hay duda de que en los próximos meses la crisis económica y social se va a agravar por las políticas que dicte el capital a nivel internacional con la excusa de la guerra, ejecutadas por la UE, el gobierno español, con un pequeño maquillaje, y la Xunta de Galiza, sin usar caretas. Y se aprovechará para acelerar la recentralización, en la que coinciden PSOE/PP y UGT/CCOO.
El nacionalismo está en buenas condiciones para encarar los retos socio-laborales e institucionales que tiene por delante siempre que sea consciente de la extrema volatilidad existente en la actual etapa y de la necesidad de profundizar en la visión de conjunto de organizaciones que, manteniendo su total soberanía de actuación, comparten el objetivo común.
Llevamos meses con movilizaciones diarias frente a problemas concretos: pérdida de empleos, carestía, desmantelamiento de servicios públicos, expolio energético..., en gran parte pilotadas por el nacionalismo. Pero debemos ir más allá y enfrentar la actual tendencia social a considerar cada conflicto como un caso aislado.
La CIG, como sindicato de contra-poder, tiene, en ese sentido, una función primordial, aprovechando su prestigio entre la clase trabajadora y su capacidad de lucha para politizar los conflictos laborales; vinculando los problemas concretos con sus causas estructurales y las soluciones con la necesidad de que Galiza cuente con poder propio.

Galiziako nazionalismoa egoera onean dago aurrean dituen gizarte-, lan- eta erakunde-erronkei aurre egiteko, baldin eta egungo etapan dagoen muturreko hegazkortasunaz jabetzen bada eta, jarduteko erabateko subiranotasunari eutsiz, helburu komuna partekatzen duten erakunde guztien ikuspegian sakontzeko beharraz jabetzen bada.


En palabras de su secretario general, Paulo Carril, “... El aprovechamiento de los muchos recursos que tenemos disponibles en nuestro país debe estar al servicio de crear empleo digno, de completar los ciclos productivos en el propio país, aumentar el valor añadido en sectores básicos de nuestra economía, diversificar nuestras capacidades productivas e industriales, procurar un mejor equilibrio territorial y ambiental, de una rentabilidad social y no privada, evitando la destrucción de empleo y la emigración, y consolidando el respeto por los derechos laborales y la mejora de las condiciones de trabajo. Por eso, hoy más que nunca, reivindicar el derecho a decidir es vital para hacer frente eficazmente a la crisis y para demostrar nuestra capacidad de responsabilizarnos colectivamente de nuestro futuro, poniendo fin a las mentiras con las que nos golpean sobre nuestra incapacidad como pueblo gallego de sobrevivir si no es con más dependencia y sumisión a lo que desde Madrid decidan...”.
Al ámbito político corresponde, sobre todo, alimentar las movilizaciones y socializarlas, desarrollando una labor pedagógica constante sobre la necesidad de sumar fuerzas en la calle y en las instituciones alrededor de un programa alternativo, forzando el marco existente hasta romperlo, para que la gente sea consciente de que el marco impide aplicar las medidas necesarias para mejorar las condiciones de vida aprovechando los recursos existentes en nuestro país.