En las prisiones de lo posible

La acción política, entre otras cosas, consiste en administrar lo público. Es decir, cómo se distribuye en un presupuesto la riqueza que se ha logrado extraer de la actividad económica, se supone que con el fin de reducir las desigualdades y cubrir las necesidades sociales. De ahí la importancia central que tiene, o debería tener, la aprobación de unos presupuestos públicos.

Estamos en época para ello, con escaso suspense en algunos casos (el Gobierno de Navarra, por ejemplo, tiene asegurado el apoyo del cuatripartito), pero con margen para la incertidumbre tanto en el Estado español como en la CAPV. Ni el PSOE en Madrid, ni el PNV en Gasteiz tienen mayoría para aprobar sus presupuestos. Se necesitan mutuamente, pero eso no es suficiente. Ni allí, ni aquí.

En casos así, entran en juego otros partidos, cada uno con sus cálculos y su ideología, dos elementos que siempre entran en conflicto en ese descenso hacia el detalle, los números y el pragmatismo político. En Madrid ha sido Unidos Podemos quien ha echado un cable a Pedro Sánchez con un acuerdo novedoso en el contexto del Estado español, mientras que en la CAPV ha sido EH Bildu quien ha lanzado una propuesta que puede evitar al lehendakari el fracaso político de tener que prorrogar las cuentas.

Tanto Unidos Podemos como EH Bildu se han pronunciado repetidamente contra la disciplina presupuestaria impuesta desde 2011 por PSOE y PP (art. 135 de la Constitución, Ley de Estabilidad, regla de gasto, límite de déficit público…), pero en sus propuestas para 2019 han aparcado esa lucha política y han decidido centrarse en “lo posible”. Es decir, plantean varias mejoras parciales (algunas ciertamente importantes, como el SMI o el complemento vasco de las pensiones), pero siempre dentro del marco restrictivo que niega el autogobierno e impide unas verdaderas políticas sociales contra la desigualdad.
Basta leer el acuerdo Podemos-PSOE o la propuesta de EH Bildu para llegar a la conclusión de que en esa pugna entre cálculo e ideología se ha impuesto el primero: dentro de lo que hay, se apuesta por el mal menor. Como escribió en su día Marina Garcés, las propuestas políticas quedan encerradas en “las prisiones de lo posible”, sin que exista una acción política real encaminada a combatir y superar los marcos restrictivos impuestos hace unos pocos años, y que ya están casi asimilados y naturalizados incluso por quienes más los criticaron. Apelar a la responsabilidad como explicación de las cesiones políticas es un mal negocio y nos condena a considerar el mal menor como una conquista.

Sin embargo, mantener una referencia ideológica de ruptura es imprescindible para no abandonar ciertas luchas, aunque por el momento la correlación de fuerzas no sea favorable. Mejorar algunas cosas ahora tiene que ser compatible con trabajar una alternativa contundente, porque construir poder social, político y sindical para darle la vuelta a esta deriva es la única forma de empezar a cambiar las cosas. Y rebajar ese horizonte para encerrarlo en las prisiones de lo posible no va a ayudar a lograrlo.

Erreportajea

Egindakotik ikasten

2018ko otsailean Jordi Borras argazki-kazetariak Dies que duraran anys liburua –Urteak iraungo duten egunak– argitaratu zuen. Bertan 2017ko irailean eta urrian Katalunian izandako gertakarien argazkiak eta testuak biltzen dira. Intentsitate handiko egunak izan ziren, belaunaldi oso baten oroimenean betirako egongo diren egunak. Urtebete geroago gertakari horien inguruko interpretazio ezberdinak daude oraindik ere, batez ere soberanisten artean. Jordi Muñoz irakaslea da Bartzelonako Unibertsitatean, Jaume López Pompeu Fabra unibertsitatean eta Salvador Cardús Bartzelonako Unibertsitate Autonomoan. Urriaren amaieran Alda Kataluniara hurbildu zen, lagun horien eskutik egungo abagunea ulertzeko gakoak ezagutzeko asmoarekin.