Euskaldunizar el mundo laboral

 

Además de reforzar, más allá de la escuela, el ámbito no formal (tiempo libre, consumo...), Amonarriz pone sobre la mesa un segundo reto a alcanzar a corto plazo: insertar y fortalecer el euskera en el ámbito socio-económico, es decir, garantizar que también se pueda trabajar en euskera. “La pregunta es sencilla: ¿para qué han cursado sus estudios en euskera las nuevas generaciones si después ven mermado su derecho a trabajar en su lengua? Se dan las condiciones para dar el salto”, asegura.

Al hilo de lo anterior, Igeregi considera necesario hacer autocrítica en el sindicato. “Cuando a un trabajador o trabajadora le bajan el sueldo un 10%, nadie duda de que se trata de una opresión, pero cuando nos niegan la posibilidad de trabajar en euskera no entendemos que eso también lo es. El sindicato tiene un gran reto en ese sentido.  Por eso, queremos convertir la voluntad de las empresas en una obligación. Queremos aprovechar el Euskaraldia para retarnos y autoexigirnos objetivos medibles: por ejemplo, conseguir que sea obligatorio poner en marcha un plan de euskera en todas las empresas”.   

Aun comprometiéndose a ello, reconoce que es una ardua tarea. “ELA pretende organizar los sectores más precarios y, por supuesto, queremos hacerlo en euskera, pero somos conscientes de que estos sectores, al igual que las zonas más pobres, son los más castellanoparlantes. Tenemos que ir ahí,  organizarles y hacerlo en euskera”.

En la misma línea, muestra otra preocupación. “Estamos centrados en los espacios y sectores más precarios y la mayoría de esta militancia es castellanoparlante. Aún así, tenemos que ser capaces de convertir el euskera en un instrumento de lucha “, asevera.