Reforma laboral: esto no se acaba aquí

Si algo ha quedado claro, es que los elementos más lesivos de las reformas laborales de Zapatero (2010) y Rajoy (2012) siguen en pie, ahora con el visto bueno de CCOO, UGT y el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos (evidentemente, el apoyo de la patronal ya lo tuvo entonces). La mejor prueba de que casi todo sigue igual en favor de los intereses empresariales es que formaciones de derechas como Ciudadanos, PDeCat o UPN (el partido apoyaba el decreto, a pesar de que sus dos diputados votaran en contra) se unieron a Pedro Sánchez haciendo un paréntesis en su oposición total al Gobierno. A última hora, incluso, se sumó el voto salvador de un diputado extremeño del PP, por error o… por lo que sea.
Para alguien de derechas, la ocasión merecía la pena: había que consolidar el abuso empresarial vigente, ahora además con el barniz legitimador de CCOO, UGT y de la ministra Yolanda Díaz, que vino para enarbolar la bandera de la lucha obrera y ha acabado implorando apoyos para que las empresas sigan con sus despidos colectivos, sin pagar salarios de tramitación, despidiendo muy barato e imponiendo condiciones de miseria con una negociación colectiva antidemocrática (estatalización de convenios).
En resumen, la situación en los centros de trabajo no varía gran cosa tras la esperpéntica votación del 3 de febrero en el Congreso. El campo de juego para negociar condiciones laborales prácticamente sigue igual. “Lo que PSOE, Unidas Podemos y el resto de partidos que apoyaron la reforma han dicho a la clase trabajadora es que no van a recibir ningún apoyo legislativo para combatir los abusos empresariales -resume Mitxel Lakuntza-; lo que consigáis, tendrá que ser luchando, como hasta ahora”. Por eso, esto no se acaba aquí: por un lado, la oposición de PNV y EH Bildu a la reforma tiene que traducirse en mantener las reivindicaciones vivas en todas sus negociaciones con el Gobierno español (ERE, despidos colectivos, fin de la estatalización); y ELA trasladará a la negociación en los centros de trabajo la intensidad de su lucha contra la reforma. Que la mitad de las huelgas del Estado en 2021 se realizaran en Euskal Herria es la prueba de que ya se combatía con fuerza aquella reforma de Rajoy.
El 3 de febrero no fue el final de nada, sino otro comienzo. Uno más.