Los halcones están de vuelta

Iritzia Asier Blas Mendoza, director del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UPV/EHU

Harrigarria da Ukraina osoa errusiarren inbasioaren ustezko arriskuari aurre egiten ari gatzaizkion desinformazioa eta propaganda. Frogak ez dira existitzen, baina hau ere ez da berria, Estatu Batuek eta Erresuma Batuak ohituta gauzkate Irakeko suntsipen handiko armen moduko kanpaina mediatiko hauetara.

Es impresionante la desinformación y propaganda a la que estamos asistiendo al supuesto peligro de invasión rusa de toda Ucrania. Las pruebas son inexistentes, pero esto tampoco es una novedad, Estados Unidos y el Reino Unido nos tienen acostumbrados a estas campañas mediáticas como la de las armas de destrucción masiva en Irak.
Sin embargo, en esta ocasión llama la atención la estrategia rusa de adaptarse y aprovechar el marco creado por el relato de la Casa Blanca. Si bien es cierto que han desmentido en numerosas ocasiones que vayan a invadir Ucrania, sí que han contribuido a la escalada haciendo movimientos de tropas, ejercicios militares y declaraciones contundente sobre sus demandas de parar la expansión de la OTAN e impulsar los acuerdos de Minsk. Este protocolo incluye un procedimiento de reintegración de las repúblicas autoproclamadas independientes en Ucrania como territorios autónomos. Así, Rusia cree que las repúblicas “pro-rusas” se reforzarían como primer paso para reconstruir la influencia política, económica y cultural rusa en Ucrania.
En Ucrania, en la región del Donbas, hay una guerra civil desde hace ya casi ocho años, en la que el bando rebelde cuenta con el apoyo y protección de Rusia. Ciertamente desde los acuerdos de Minsk en el 2014 y 2015 el enfrentamiento es de baja intensidad, pero no por ello el número de muertos ha dejado de aumentar hasta casi los 15.000.
Kiev puede tener la tentación de recuperar los territorios rebeldes mediante una operación a gran escala; idea que se vio espoleada tras el exitoso ataque de Azerbaiyán contra Nagorno-Karabaj en el 2020. Ante esta posibilidad, la concentración de tropas rusas cerca de la frontera ucraniana busca disuadir a Ucrania de caer en la tentación de Nagorno-Karabaj, a la vez amenaza con un escenario similar al del 2008 en Georgia, cuando Tbilisi lanzó un ataque a gran escala contra Osetia del Sur que fue respondido contundentemente por Rusia.
Si Kiev lanzase una operación militar de alto alcance contra el Donbas, Rusia podría realizar una operación que tratase de restituir el control rebelde de los territorios que actualmente ocupan las repúblicas independizadas, o ir más allá, hasta dejar bajo control de los rebeldes toda la región del Donbas.
EXPANSIÓN DE LA OTAN
No obstante, los movimientos militares rusos no solo responden al conflicto del Donbas, son también una respuesta al proyecto de expansión de la OTAN. Esta es la preocupación fundamental que tiene Rusia. Se ha hablado hasta la saciedad de todas las promesas incumplidas de no expansión al Este. Pero no es solo eso, recordemos que la OTAN tiene definida a Rusia como el enemigo, y la mayoría los socios de la alianza atlántica aplican sanciones contra Moscú. Por si esto fuera poco, desde el Kremlin observan con preocupación cómo Estados Unidos se ha retirado de forma unilateral de varios tratados de no proliferación y estacionamiento de armas de destrucción masiva. Desde una lógica de la defensa parece bastante comprensible la preocupación rusa.
Respecto a los motivos de EEUU para iniciar y alimentar esta escalada, hay que tener en cuenta que la teoría conspirativa del conflicto ucraniano está sirviendo a la administración Biden para atenuar la división y polarización sociopolítica en la que está inmerso el país. Pero, además, la escalada también le ha reportado beneficios materiales a Washington, como el fortalecimiento del dólar que le ayuda a combatir una inflación y deuda creciente, o el aumento muy importante del negocio de la venta de armas.
En la dimensión exterior el capital norteamericano y el occidental sueña con una colonización económica de Rusia, de sus materias primas y del sistema financiero, sería una transfusión de sangre para mejorar la salud de un enfermo que cada vez ve más cercano el afianzamiento de un mundo multipolar bajo liderazgo chino. Sin embargo, la alianza sino-rusa está más fuerte que nunca. La integración económico-comercial eurasiática va a todo tren gracias a la nueva ruta de la seda impulsada por China, aunque falta una pata importante, la Unión Europea. De ahí que Estados Unidos intente generar o impulsar cualquier tipo de conflicto y tensión en Eurasia que sirva para molestar a Rusia y China.
Una tensión que a Washington le sirve para cohesionar a la OTAN y para anclar a los intereses estadounidenses a la Unión Europea. Sin Europa EEUU desaparece del escenario eurasiático y no estar en el gran continente significa dejar de ser la potencia hegemónica mundial. De ahí que Washington insista en cortocircuitar cualquier tipo de entendimiento entre la UE y su vecindario eurasiático. La Casa Blanca es especialmente dura con Rusia, a la que sigue presionando en una estrategia de largo alcance para erosionar su gobierno. Su objetivo es promover un cambio de régimen que facilite un escenario de mayor subalternidad rusa respecto a Occidente. La fecha clave es la retirada de Vladimir Putin, en principio programada para 2024, pero que tras la reforma constitucional de 2020 podría retrasarse aún más.
NEGOCIACIÓN RUSIA-EEUU
El Kremlin entiende perfectamente a lo que está jugando EEUU y, por ello, directamente negocia ya sus demandas con Washington, el único que manda en el bloque occidental, porque si bien la mayoría de la Europa continental, incluyendo Ucrania, han acabo por desmarcarse de las teorías conspirativas de EEUU, ello no significa que vayan a empoderarse y defender los intereses de la UE por encima de los estadounidenses.
En medio de todo ello, quizás lo más triste es observar cómo la pérdida de soberanía de todos los ucranianos es más clara que nunca, tanto en el territorio que controla Kiev como en el que controlan Donetsk y Luhansk. Directamente son herramientas de las potencias internacionales para la consecución de sus objetivos geopolíticos. La voz del pueblo ucraniano no se escucha, pero si estalla la guerra verá su sangre derramada.

Horren guztiaren erdian, agian tristeena da ikustea ukrainar guztien subiranotasun-galera inoiz baino argiagoa dela, bai Kievek kontrolatzen duen lurraldean, bai Donetskek eta Luhanskek kontrolatzen duten lurraldean. Zuzenean, nazioarteko potentzien tresnak dira, beren helburu geopolitikoak lortzeko. Ukrainarren ahotsa ez da entzuten, baina gerra geldiarazten ez bada, odola jarriko dute.