Riesgos y oportunidades de pactar en Madrid

Iritzia Jordi Muñoz, politólogo y profesor en la U.A. de Barcelona

 

ERCk eta EH Bilduk PSOE-UP koalizio-gobernuarekin lankidetzan aritzearen alde egin dute, eta horrek bloke konstituzionalistan haustura sakona irekitzen eta sakontzen lagundu du.

 

Una de las novedades de esta legislatura estatal es el papel protagonista activo que tienen las izquierdas soberanistas, especialmente la catalana, de la mano de ERC, y la vasca, representada por EH Bildu. En el caso de ERC, no es la primera vez que tiene un papel de apoyo externo al gobierno español, pues en la primera legislatura de Zapatero (2004-2008) ya votó a favor de la investidura y los primeros presupuestos. Pero la entrada en escena simultánea de las dos principales izquierdas soberanistas supone un cambio importante respecto a la dinámica tradicional, que había pivotado sobre mayorías absolutas (o casi) o sobre pactos con el centro-derecha de CiU y el PNV.
Sin embargo, este nuevo escenario plantea algunas incógnitas. Y esta apuesta ha suscitado debates estratégicos intensos dentro del soberanismo catalán y vasco. Es razonable que sea así, puesto que la apuesta de ERC y EH Bildu por la colaboración con el gobierno de coalición PSOE-UP ofrece oportunidades, pero también plantea algunas amenazas y riesgos. Conviene tenerlos todos presentes para no simplificar en exceso el debate.


CUATRO OPORTUNIDADES
Empecemos por las oportunidades, que creo que son cuatro. En primer lugar, como es evidente, esta apuesta mueve el centro de gravedad de la política española hacia la izquierda. Esto es una herramienta importante en la defensa de los intereses de las clases populares catalana, vasca y del resto del estado. El decreto contra los desahucios es el último ejemplo, que no habría sido posible sin esta apuesta estratégica. La pandemia hace más necesaria que nunca una respuesta en clave social.
En segundo lugar, esta apuesta por la participación en la mayoría parlamentaria estatal permite la conformación de un bloque nítidamente opuesto a la derecha y la extrema derecha y la involución neofranquista que asoma. La formación de frentes amplios ha sido históricamente una respuesta democrática en contextos de avance del fascismo, y en España éste es un escenario que no se puede descartar.
La tercera, y principal, es que esta apuesta de ERC y EH Bildu está contribuyendo a abrir y profundizar una fractura profunda en el bloque constitucionalista. El acercamiento entre el PSOE y Ciudadanos era, potencialmente, un punto de anclaje que hubiese ayudado a blindar el régimen del 78. Con el esquema de la mayoría de la investidura, esta posibilidad se desvanece. A pesar de los intentos de sectores del establishment para mantenerla viva. Esto, a pesar de que no tenga frutos inmediatos, es un elemento fundamental a tener en cuenta, puesto que las grietas en el bloque constitucional son un requisito necesario para cualquier hipótesis de cambio. Todo movimiento transformador debe saber que cuanto más dividido se encuentre el bloque hegemónico, mayores son sus oportunidades políticas.
Finalmente, a nadie se le escapa que esta apuesta política de ERC y EH Bildu tiene, también, una lectura en clave catalana y vasca, puesto que busca claramente afianzar o impulsar un proceso de cambio de hegemonías internas. Las izquierdas soberanistas tienen como objetivo estratégico situarse en el centro del tablero político de sus respectivos países y, en este sentido, posiblemente superar las posiciones testimonialistas es una vía que hay que transitar para desplegar toda la potencia política alternativa.


RIESGOS Y CONTRADICCIONES
Dicho esto, como es evidente, esta apuesta estratégica no está exenta de riesgos y de contradicciones. Hay quien piensa que con esta actitud las izquierdas soberanistas contribuyen a dulcificar el status quo, hacen más amable y estable la España del 78 y, por lo tanto, alejan la hipótesis de ruptura.
A mí me da la impresión de que el riesgo fundamental es el contrario: el problema es que esta apuesta no sea suficiente para abrir oportunidades de cambio y transformación, ni tan siquiera para mejorar el encaje de los pueblos catalán y vasco en la arquitectura constitucional española.
Las razones son múltiples. La primera y más evidente es la posición histórica del PSOE, que sigue siendo un partido orgánico del régimen del 78. Esto es algo que no ha variado sustancialmente, a pesar de que una derecha política y mediática muy radicalizada insista en lo contrario.
Además, cualquier lectura no excesivamente simplista del Estado nos permite entender que la posición del Legislativo y el Ejecutivo es solo una de las piezas del poder real. El poder económico, policial, judicial, mediático y del alto funcionariado son, entre otros, piezas clave en la conformación del poder real en el Estado español. Y no están expuestas a las contingencias de la aritmética parlamentaria. Lo vemos cada día. Por eso, para que una determinada mayoría parlamentaria y gubernamental pudiese llevar adelante una agenda seria en clave de emancipación y que abriese oportunidades de soberanía para las naciones sin estado, seguramente haría falta mucho más.
El tiempo dirá si estamos en este camino o si simplemente hay que entender esta apuesta estratégica en términos estrictamente instrumentales, como un mecanismo de defensa de los intereses populares, de contención del neofranquismo, de aceleración de las contradicciones internas del régimen del 78 y de cambio de hegemonías en la política catalana y vasca. No sería poca cosa.

 

Parlamentuko eta gobernuko gehiengo jakin batek emantzipaziorako agenda serio bat aurrera eraman ahal izateko eta estaturik gabeko nazioentzat subiranotasun-aukerak irekitzeko, seguruenik askoz gehiago beharko litzateke.
Denborak esango du bide horretan gauden edo, besterik gabe, apustu estrategiko hori modu instrumentalean ulertu behar den, hau da, herri-interesak defendatzeko, neofrankismoari eusteko, 78ko erregimenaren barne-kontraesanak bizkortzeko eta Kataluniako eta Euskadiko politiketan hegemoniak aldatzeko mekanismo gisa. Ez litzateke ezer gutxi izango.