Don Modesto

Es evidente que Iñigo Urkullu Renteria es el legítimo presidente de la Comunidad Autónoma del País Vasco. La opción política que él encabezaba fue la clara vencedora de las últimas elecciones al Parlamento Vasco celebradas en septiembre del 2016, y el propio Urkullu fue el candidato que más apoyos parlamentarios obtuvo en la sesión de investidura.

Es incuestionable la legitimidad que tiene Urkullu, como también la que tienen Uxue Barkos Berruezo y Jean-René Etchegaray, presidentes de la Comunidad Foral de Navarra y la Mancomunidad Única del País Vasco Francés, respectivamente.

Esas son las tres colectividades o entidades administrativas en las que actualmente se divide Euskal Herria. Cada una con su historia, particularidades y características, las tres son parte de una, nuestra nación sin Estado. Por eso llama la atención la cita que se destaca en la ilustración que acompaña a este texto, extraída de la entrevista que hace no mucho concedió Iñigo Urkullu al periódico francés Sud Ouest.

Tan lehendakari es Urkullu como lo son Barkos y Etchegaray. Por eso, desde una perspectiva de construcción nacional no parece que el mejor punto de partida sea menospreciar los cargos institucionales que representan las otras dos colectividades que forman Euskal Herria. Mal está que eso sea lo que piensa Urkullu, y peor está decirlo públicamente. Aunque sea por respeto tanto a los cargos como a las personas que viven en esos territorios, tan legítimamente parte de este pueblo como cualquiera.