El eje del mal, en Euskal Herria

El 8 de marzo de 1983, en un discurso ante la Asociación Nacional de Evangélicos estadounidense de la ciudad de Orlando (Florida), el presidente de los Estados Unidos de América, Ronald Reagan, definió a la URSS como Evil empire –traducida luego al castellano como ‘imperio del mal’–. Eran los años de la llamada Guerra Fría, y Reagan estaba en plena batalla anticomunista –mejor dicho, anti cualquier régimen que buscara un mínimo de justicia social o no se plegara a los designios de los Estados Unidos de América–.

El 29 de enero del 2002, George Bush, sucesor de Reagan como presidente estadounidense, utilizó durante el discurso del Estado de la Unión la expresión ‘axis of evil’ –traducida como ‘eje del mal’– para referirse a aquellos países que –según él– apoyaban el terrorismo. En aquél discurso mencionó directamente a Irak, Irán y Corea del Norte. Luego, con los años, incluyó a otros países como Libia, Siria o Cuba, entre otros.

‘Evil’. El mal. Una expresión que, reconozcámoslo, tuvo y ha tenido un gran éxito entre los predicadores y voceros del mayor imperio del planeta. Han pasado muchos años desde aquellos discursos, pero ‘el mal’ sigue vivo. Un ‘mal’ que provoca guerras por todo el planeta que suponen millones de muertos todos los años; un ‘mal’ que saquea a gran parte de la humanidad llevándola a la pobreza; un ‘mal’ que está devorando los recursos naturales del planeta llevándola a un camino de destrucción sin retorno…

Porque Reagan y Bush tenían razón. Hay un imperio del mal y un eje del mal. Y son –eran–, precisamente, ellos. O, ahora, Donald Trump. Un Trump que en agosto visitará Euskal Herria con motivo de la cumbre del G-7, un grupo informal de países del mundo –Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, además de la Unión Europea que cuenta con representación política– que durante tres días –del 24 al 26 de agosto– se reunirán en Miarritze para seguir debatiendo cómo gobiernan el mundo.