En acción contra el odio

“En octubre de 2024 estábamos buscando ideas en CTXT –abreviatura de Contexto y Acción, medio digital creado en 2015–. A Gerardo Tecé, una de las firmas estrellas de la revista, se le ocurrió que por qué no hacíamos lo que estaban haciendo los malos, pero al revés. Denunciar en los tribunales, pero, en este caso, a quienes difunden odio, desinformación, bulos y usan la mentira para criminalizar”.
Así narra Miguel Mora, director de CTXT, el origen de Acción Contra el Odio (ACO). “De hecho, hemos aprendido de ellos, de los malos. Era evidente que había un vacío, nadie en la izquierda lo había hecho, porque tenemos la concepción de que el punitivismo no mola. Y es verdad, el punitivismo no mola, pero mola menos la impunidad del fascismo y de los nazis. Los nazis no pueden ser impunes, no pueden decir y hacer lo que quieran en las redes. No pueden permanecer impunes sin que nadie haga ni diga nada. Cuando empezamos a pensar en presentar denuncias, vimos claro que no tenía mucho sentido que lo hiciera una revista digital. Por ello decidimos crear una fundación, para presentar las denuncias a través de ella”.
De este modo, el 17 de junio de 2025 nació la Fundación Contexto y Acción, una fundación de interés público cuyo objetivo es defender el derecho a la información y a la libertad de expresión, la igualdad de trato y la no discrimininación. “La idea resultó un pelotazo. En muy pocos días vinieron 8.000 ó 9.000 donantes. En el primer mes recaudamos 200.000 euros. Ahora tenemos más de 14.000 donantes”.

La vía judicial como recurso
Pastora Filigrana es una de las abogadas que colabora con Acción Contra el Odio. “Lo que nos toca a nosotras, sobre todo al grupo de juristas, en colaboración con el equipo de comunicación, es ver cuál de estos discursos pueden ser más estratégicos para la denuncia. Porque no todo lo odioso es delito, no todo discurso de odio tiene por qué ser delito”.
¿Cuándo se considera que existe un delito que se puede denunciar y cuándo no? Filigrana reconoce que hay diferentes criterios. “Primero, que haya llamadas explícitas o indirectas a la violencia. Hay muy poca jurisprudencia de lo que es un delito de odio y de lo que no. La jurisprudencia que hay son discursos abiertamente o directamente de llamadas de violencia, y de lenguaje muy obsceno o beligerante. Por poner un ejemplo que hemos judicializado en ACO, un mensaje que decía: ‘Hay que quemar a todos los gitanos y meterlos en la cámara de gas’. Ese es el típico discurso de odio que está siendo penado en los tribunales. Nosotras queremos que se amplíe qué es eso de la llamada a la violencia. La extrema derecha asocia a grupos vulnerables –especialmente población inmigrante o racializada– con la delincuencia y la inseguridad ciudadana. Es decir, los voceros de la ultraderecha presentan a las personas migrantes, subsaharianas, magrebíes o musulmanas como potenciales criminales o como peligros para la seguridad ciudadana. Este tipo de discurso es lo que más hemos denunciado”.
“Además, –continúa–, acompañan esta asociación de la peligrosidad social con un discurso de que ‘nadie nos ayuda, nadie hace nada, la policía no hace nada, el Gobierno no quiere hacer nada…’ Entonces, como nadie hace nada, su mensaje es: ‘Pasemos a la acción, actuemos’. Esto se ha visto muy claro en el caso de Torre Pacheco (–el pueblo murciano donde estallaron una serie de disturbios y enfrentamientos de carácter xenófobo a mediados de julio de 2025–). Estos mensajes no son una llamada explícita a la violencia, como puede ser escribir ‘Todos los gitanos tienen que ir a la cámara de gas’. Pero nosotras interpretamos que este tipo de mensajes también llaman a la violencia. Además, es muy fácil que en determinados contextos se materialice en acciones violentas”.
“Hemos hablado de Torre Pacheco, pero también podría mencionar otros muchos actos de violencia, como los que frecuentemente suceden contra centros de menores no acompañados. Queremos que la hostilidad hacia determinados colectivos se interprete como un discurso de odio, porque tienen la finalidad directa de generar violencia. Por ejemplo, generar brigadas vecinales y acciones civiles organizadas contra la población migrante. Esto es lo que estamos forzando en las jurisprudencias”.
Pastora Filigrana es abogada, sindicalista y activista social. Por ello, deja claro que el derecho es solo una herramienta más para luchar contra la extrema derecha, una herramienta que debe ir acompañada de la acción social. “No siempre el derecho penal es conveniente, no siempre nos va a servir para denunciar determinados discursos. Muchas personas y defensoras de derechos humanos que estamos en torno a estos debates estamos situadas en una posición antipunitivista. Es decir, el derecho penal no soluciona graves problemas sociales como es el auge de la extrema derecha. La idea estratégica de utilizar el derecho penal en ACO es que sean casos estratégicos que vayan acompañados de una incidencia mediática y política de la sociedad civil”.

El eje mediático y periodístico
Carlos de Frutos es miembro del departamento de comunicación de Acción Contra el Odio, uno de los pilares sobre los que se asienta esta iniciativa. “ACO es un proyecto con tres patas que están conectadas: el activismo, el periodístico y el judicial. Esta combinación es lo que está haciendo que tenga éxito”, destaca.
Carlos reconoce que la ultraderecha está ganando muchas batallas, tanto en el contexto mediático como en el político. Por ello, considera interesante analizar el porqué de sus victorias. “Tristemente tenemos que aprender de ellos, de cómo lo hacen en las redes sociales, en los podcast, en los diversos canales de difusión que utilizan, medios muchas veces financiados por las instituciones. La derecha, la ultraderecha, no le pide el carnet a nadie para entrar. Les da igual un sionista, alguien de la ultraderecha tradicional, cualquiera les vale. Están sabiendo leer muy bien el contexto, y también se están organizando a nivel internacional. Hace poco veía un reportaje donde blanqueaban a Núcleo Nacional, –grupo neonazi que se presentó en abril de 2024 con el objetivo de lograr la unión de las diferentes extremas derechas–, dándoles una fachada moderna, actualizada, cuando son el fascismo de toda la vida. Es un buen ejemplo de cómo venderse en redes. Han puesto como cabecilla a un experto en marketing digital que es operador de cámara y ha trabajado en una productora. Saben lo que hacen. Podemos aprender nosotros también. Son cosas que realmente a ellos les funcionan, las conexiones internacionales funcionan, saber el lenguaje que se mueve en las redes sociales...”
Uno de los objetivos de ACO es poner freno a la impunidad de la ultraderecha. Carlos considera que el trabajo que vienen realizando poco a poco va dando resultados. “La ultraderecha y la derecha están jugando en una industria del odio en la que, como en cualquier otro negocio, hay una competitividad dentro de ellos. Quien suelta la barbaridad más grande suele ganar y suele tener un rédito, tanto de negocio como, en este caso, político. Muchos partidos se están sumando a ésto, porque hay un rédito político y utilizan el odio como una instrumentalización política. El gran valor de ACO es demostrar que hay un límite, que hay una impunidad con la que se puede chocar. Hemos logrado una respuesta social porque había mucha gente frustrada que veía que nadie le decía nada a esta gente”.

Desencapuchando el fascismo en la red
Román Cuesta es periodista de Canal Red. Lleva años analizando a la ultraderecha, y algunas de sus investigaciones han servido para que desde ACO se pueda luchar contra quienes difunden discursos de odio por las redes. Los últimos meses ha logrado desencapuchar numerosos perfiles anónimos, en algunos casos con decenas de miles de seguidores, personas que difunden bulos y mentiras por las redes sociales, sobre todo por X.
“Prácticamente un 80 % de los perfiles que hemos desencapuchado están vinculados a Vox o a esos grupúsculos de extrema derecha que están directamente ligados a ellos. Cada uno tiene su papel. Hay cuentas que se limitan a difundir esas campañas de odio. Y luego, las más importantes, suelen estar coordinadas con cuentas y con medios de comunicación afines a la ultraderecha. De este modo, complementan esas campañas de odio y las difunden para conseguir likes a través de sus seguidores. Es una labor perfectamente coordinada. Puede haber algún lobo solitario, pero son muy pocos los usuarios únicos que difunden por su cuenta”.
Hablamos de personas, cuentas en redes y pseudo medios de comunicación perfectamente organizados. Toda esta infraestructura de medios, tanto técnicos como humanos, requiere mucho dinero. Román reconoce que el tema de la financiación es uno de los más polémicos, porque no es tan fácil rastrearla. “Hay organizaciones como Hazte Oír, –asociación de extrema derecha de corte ultracatólico y ultraconservador fundada por Ignacio Arsuaga en 2001–, que está directamente relacionada con OK Diario. Julen Ariza Rossy, uno de los fundadores de Hazte oír, está ligado comercialmente con OK Diario y, además, ha sido asesor de Vox. Otro ejemplo de estos grupos organizados que ha salido hace poco es la cuenta que se llama Terra Ignota. Si rastreas ves que están directamente vinculados, relacionados y financiados por Hazte Oír, que no es más que la secta El Yunque”.
“Desinformadores como Javier Negre o Alvise Pérez, –continúa–, han trabajado también para Hazte Oír. Pero el núcleo irradiador es Vox a través de Mariscal Zabala, que es el responsable de redes de Vox. Sin olvidarnos de Pablo González Gasca, que es el responsable de marketing. Esas dos personas de Vox, muy ligadas a la Fundación Disenso y otras organizaciones como Revuelta o como Hércules, son una de las vías de financiación de este tipo de perfiles y medios que difunden odio. Pero también hay pseudo medios de ultraderecha que reciben grandes cantidades de dinero público. El canal de Javier Negre, EDATV, recibe dinero público de instituciones vinculadas al PP y a Vox, y ese dinero también va a parar a esas campañas de odio y desinformación. Sin olvidar los grandes medios de comunicación, que todos sabemos que recaudan dinero de las administraciones públicas y que también sirven para estas campañas”.
Uno de los objetivos que Román se marcó cuando empezó a desencapuchar diferentes perfiles anónimos de ultraderecha fue que, al perder el anonimato, perdieran la sensación de ser inmunes. “Sin saber quién está detrás de un perfil es más difícil que sus bulos y mentiras tengan consecuencias para quien los difunde. Estamos en una guerra de trincheras, y no es poco, porque ellos tienen muchísimos medios. Sin embargo, vemos que poco a poco va bajando ese nivel de discurso de odio. Los tres últimos meses ha disminuido el número de mensajes de odio, de los 70.000 mensajes monitorizados se ha logrado reportar casi un 40%”.
Román considera que la labor de ACO es fundamental para luchar contra los delitos de odio. “La ofensiva judicial para ir denunciando esos perfiles es fundamental. No solo queremos desenmascarar esos perfiles de ultraderecha, queremos que sus actos tengan consecuencias. La ofensiva judicial es complementaria a la labor que hacemos. Una vez que vayan cayendo condenas sobre esa gente seguro que se lo pensarán más a la hora de publicar según que contenidos”.


Luchando contra los bulos
Rubén Sánchez es periodista y autor del libro Bulos, manual de combate. Además, es portavoz y secretario general de FACUA, organización dedicada a la defensa de las y los consumidores. Sin olvidar que también es miembro fundador de Acción Contra el Odio. Actualmente tiene abiertos en los tribunales 23 procedimientos judiciales contra diferentes personalidades de la ultraderecha.
Rubén lleva años sufriendo, sobre todo en redes sociales, campañas llenas de bulos y difamaciones contra su persona. Su libro Bulos, manual de combate es una excelente guía que ofrece numerosas claves para luchar contra estos bulos y difamaciones. “Hay distintas formas de tratar las campañas de difamación de determinados perfiles de la ultraderecha. Si es un tipo anónimo o desconocido que lanza un tuit diciendo algo sobre ti y le contestas en abierto, al final vas a provocar más viralidad de la que lograría él. Generalmente, si contestas a alguien que tiene poca visibilidad estás haciendo de altavoz de su difamación”.
“Otra cosa es cuando hablamos de personajes que tienen repercusión pública como Alvise Pérez, Vito Quiles, Daniel Estéve Desokupa, Javier Negre… Cuando desde estos perfiles te difaman tienen gran viralidad y logran que su público, u otro público, pueda acabar dándole credibilidad. Si te difaman, ponen tu reputación en entredicho o, simplemente, te insultan, no tienes por qué aguantarlo. Te puedes enfrentar primero en el terreno público, contestar públicamente para desmontar las mentiras, porque no contestar provoca el riesgo de que mucha gente las crea y parta de que no estás dando una versión contraria de los hechos. En estos casos creo que es más inteligente dar la cara, responder y desmontar las mentiras. Luego, cuando se pueda entender que hay intromisión ilegítima, o incluso hay delitos de injurias o calumnias, hay que acudir a tribunales”.
El Sindicato del Bulo
Así define Rubén a todas aquellas personas que han hecho del bulo y la mentira su modo de vida. “El Sindicato del Bulo, –comenta–, es un negocio mediático y político que consiste en montar campañas de descrédito contra gente, generalmente de ideología demócrata, de izquierdas o de centro izquierda, a la que insultan, acosan y difaman. Y, para ello, crean y viralizan bulos sobre ellos. Es un negocio porque ganan dinero con ello o sacan rédito político. Dentro de esos perfiles del Sindicato del Bulo podemos encontrar desde periodistas a empresarios. Esto si podemos llamar a Daniel Estévez empresario y si podemos llamar a Eduardo Inda periodista, porque, lamentablemente hoy día es un pseudo periodista. Podemos hablar también de esos perfiles de agitadores de ultraderecha como Alvise Pérez, que se ha convertido en líder de una formación política. Son perfiles variopintos en cuanto a su formación profesional o a lo que se dedican, pero al final confluyen, entre otras cosas, en que se dedican al negocio de la difamación y el bulo”.
Rubén lleva a día de hoy 29 sentencias ganadas contra ultraderechistas en los tribunales. “Hay dos vías interesantes de actuación. Por un lado, la vía de Acción Contra el Odio. Es una vía interesante en el terreno penal, es decir, denunciar ante fiscalías por delitos de odio u otros similares a gente que lanza discursos de odio, discursos ultra, discursos peligrosos. Es una vía por la que pueden acabar procesados o incluso condenados a penas de prisión por esos delitos. Es decir, la vía penal contra quien comete un delito público, que puede ser de odio, o de ciertos discursos de extrema derecha”.
“La otra vía es la relacionada con las intromisiones ilegítimas en el derecho al honor. En este caso, que cualquier persona agraviada por ese tipo de insultos y bulos pueda ir a los tribunales. No soy el primero en llevar a ultras difusores de bulos ante los tribunales, ni ACO es la primera que ha llevado a gente a los tribunales por delitos de odio. Lo que ocurre es que estamos sistematizando en llevarlos a los tribunales. ACO acumula muchas denuncias por delitos de odio, y yo muchas demandas y querellas por atentar contra mi honor o por otros motivos. Esta sistematización está dando resultados. Es verdad que se está en una fase inicial, que todavía no han juzgado a nadie, pero ACO ha demostrado que estos tipos pueden acabar procesados”.
“En mi caso se ha visto, por un lado, que al difamador le puede costar cara su difamación. Hasta ahora he conseguido, en cuatro causas judiciales, sentencias con indemnizaciones por intromisión ilegítima en mi derecho al honor. En el caso de Luis Pineda, una es de 4.000 euros y otra de 80.000 euros, más intereses y costas. O, en el caso de Raúl Alfonso Paredes, ‘Un murciano encabronao’, una de 30.000 euros más intereses y costas. También tengo otra del abogado ultra Pablo Franco, que todavía no es firme, porque está recurrida, de 20.000 euros por bulos sobre mi persona”.
Frente periodístico, judicial... y activismo
Es evidente la importancia del frente periodístico y del judicial, pero es imposible luchar contra el fascismo sin activismo social. “Aquí no sobra nadie”, recalca Pastora Filigrana. “Como sindicalista, siempre digo que no todos los problemas de la clase trabajadora se resuelven en los tribunales. La acción jurídica sirve si va de la mano y un pasito por detrás de la acción social y de la acción sindical. Si no, no avanza. Los tribunales los utilizamos como estrategia. Y esto es lo guay, que aquí no sobra nadie. La cuestión es que cada una empuje desde donde pueda. Si nos organizamos, sumamos y hacemos esta sinergia como la que estamos haciendo aquí, somos más fuertes y tenemos mayor capacidad de incidir. Aquí no sobra nadie”.
Por ello anima a quien se sienta víctima del odio a que contacte con Acción Contra el Odio. “Somos como el lema feminista: ‘solas no podemos, con amigas sí’. Cuando nos juntamos, cuando nos organizamos, podemos tener esa incidencia, y eso es lo que se intenta”.