¿Hasta cuándo voy a ser extranjera?

Erreportajea TEXTO: IVÁN GIMÉNEZ
Desgraciadamente, Euskal Herria no es un oasis de ningún tipo, y en lo que concierne al racismo y a la discriminación que sufre la población migrante, tampoco. En todo caso, existe una red asociativa y una conciencia política más desarrolladas que permiten activar acciones colectivas para frenar algunas de las consecuencias más visibles de este fenómeno mundial. No es poco, pero no es suficiente.

También en Euskal Herria, si eres una persona migrante (y aún más si eres racializada y pobre) te pueden dar el alta en la mutua a pesar de que sigas ingresada en el hospital, incluso cuando te acaben reconociendo un 40% de discapacidad. Todo ello, bajo la excusa de que estás fingiendo, y con el objetivo de denegarte cualquier subsidio. Eso ha pasado aquí, lo ha hecho Fremap y lo ha sufrido un trabajador de origen magrebí afiliado a ELA. Se trata de un caso entre otros muchos, que en este reportaje se enumeran, y cuya fuente de información son las propias personas afectadas, en la mayoría de los casos siguiendo lo recogido en el monográfico editado por la Fundación Manu Robles-Arangiz (Migrazioa eta prekaritatea; hacia un sindicalismo antirracista).

En una de las primeras asambleas celebradas con un colectivo trabajador de personas migrantes (Gasteiz, 8 de mayo) también se recogieron testimonios que describen una discriminación cotidiana casi siempre oculta: en el mundo laboral (“Cuando nos necesitaban para trabajar durante el covid, ahí no hacían falta papeles”), formativo (“para la homologación de títulos cuesta años, y después no nos dejan trabajar en la Administración”) o educativo (“A muchos de nuestros hijos les meten en la cabeza que no valen para la Universidad, los mandan a FP, y algunos acaban en universidades francesas o belgas […]. Además, aquí hay un sistema educativo que segrega y crea guetos”).

Sindicalismo antirracista

Algunos datos completan el contexto: en la CAPV, el 60% de las personas pobres son extranjeras (nacidas fuera del Estado español), siendo únicamente el 12% de la población de la CAPV (en Navarra, el número de hogares en riesgo de pobreza cuya persona de referencia es extracomunitaria asciende al 57%, por ejemplo). Además, 8 de cada 10 personas sin hogar son de origen extranjero, y en la CAPV se les negó la posibilidad de acogerse a las Ayudas de Emergencia Social, entre otros recortes.

Entre las personas migrantes, la incidencia del desempleo es mucho mayor. Sufren una tasa de paro del 23,7% en Navarra y del 16,2% en la CAPV (la tasa global es del 6-9%) y, por supuesto, son las personas más precarias, con más contratos parciales y temporales, datos que siempre son mucho más discriminatorios en el caso de las mujeres migrantes. En resumen, y por terminar con los números, el salario de las personas extranjeras es un 45,3% menor, lo que supone una brecha salarial anual de 12.625 euros (datos de la Diputación de Gipuzkoa que seguramente pueden extrapolarse sin dificultad al resto de territorios).

Ante esta situación, ELA ha puesto en marcha una campaña que, bajo el título Guztion prekaritatea borrokatu. Hacia un sindicalismo antirracista está llevando la lucha contra el racismo y la discriminación a centenares de centros de trabajo.

ELA pretende activar a miles de sus militantes en esta tarea, y para ello va a difundir el informe Guztion prekaritatea borrokatu: Por un sindicalismo antirracista y sus propuestas de actuación en al menos 1.500 secciones sindicales de otras tantas empresas. En este sentido, cabe recordar que ELA cuenta con 192 representantes sindicales y casi 6.000 personas afiliadas de origen migrante. Entre otros datos, hay que resaltar que en comarcas como la Ribera de Navarra el 20% de la afiliación son personas migrantes.