“Aquí, destapar la corrupción se ve como una afrenta al país”

Iker Armentia. Cadena Ser y eldiario.es

“Aquí no hay una tradición de periodismo de investigación tan grande como en otros países. En EEUU se aprobó la primera Ley de Transparencia en 1966, y aquí no hubo ninguna hasta 2003. En EEUU, por ejemplo, hay equipos de investigación en grandes diarios donde cinco o seis periodistas trabajan un tema, sin grandes presiones de tiempo, hasta que consiguen sacarlo. Aquí lo que hay son lobos solitarios. Tampoco hay prácticamente organizaciones sin ánimo de lucro que se dediquen a investigar y sufraguen el trabajo de periodistas de investigación”.
“Luego está la situación de las empresas de comunicación, que sufren una doble crisis, la económica y la del propio modelo informativo. Entonces se cumple ese principio del periodismo: cuánto más débil es un medio, más frágil es ante las presiones del poder político y económico, y menos les puede molestar. Hace unos años, había empresas informativas fuertes que podían resistir las presiones políticas, de anunciantes o de los bancos acreedores. Ahora, cada vez menos...”.
“En Euskadi hay otro añadido, quizá sociológico. A veces se habla de cierta conspiración mediática, pero lo cierto es que aquí carecemos de autocrítica: los vascos nos creemos tan cojonudos que destapar cualquier evidencia de corrupción se considera una afrenta contra el país. A pesar de todo, siempre se ha tratado la corrupción en los medios, y en los 80 y principios de los 90 se dio una pequeña edad de oro del periodismo de investigación. Hubo mucha efervescencia, y quizá ahora puede darse otra época parecida. Simplificando mucho, puede decirse que el periodismo también ha vivido su 15M, y han surgido nuevos medios que hacen cosas distintas, y están más cerca de la calle”.

“Euskal herritarrok hain apartak garela uste dugu, ezen ustelkeria-frogaren bat agerian uztea gure herriaren aurkako erasotzat jotzen baita”.


“Cuando el periodista no se quiere mojar, se da paso a una falsa equidistancia: yo doy voz a las dos partes, y entonces mantengo un equilibrio y una neutralidad, pero si uno te dice que las personas vuelan, y las otras no, pues no vale limitarnos a dar las dos versiones. El periodista tiene que arriesgarse a discernir lo que ha pasado de verdad. Sin embargo, muchas veces no vamos más allá de contar ambas versiones”.
“Creo que era el periodista José Martí Gómez quien decía en un libro que “cada mesa debe ser un Vietnam”. Es decir, como periodista, yo voy a hacer todo lo posible para llegar al final: que no sea por mí que el tema no salga adelante. Luego, a la noticia otros le darán más o menos relevancia, pero yo tengo esa obligación. Y luego está la autocensura, que va relacionado con que yo me puedo encontrar en mi entorno social o local con alguien de quien he contado algo poco agradable. O sacar una noticia sobre un anunciante importante de mi cadena de radio… Por el contrario, si yo escribo sobre un ministro que está allá lejos, en Madrid, eso no me va a afectar en mi vida diaria”.
“Por otra parte, están los medios públicos, que trabajan bajo control político. Y eso lo vemos muy claro aquí, en Euskadi”.