Liderazgo de las mujeres sindicalistas

Iritzia ELIANA ALEMÁN SALCEDO, PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA DE NAVARRA
Históricamente las mujeres hemos estado presentes en la lucha del movimiento obrero, aunque no siempre se ha visibilizado nuestro aporte. Actualmente es imposible mirar hacia otro lado, pues cada vez es mayor el número de mujeres sindicalizadas, así como también las que protagonizan movilizaciones, huelgas y distintas formas de acción con impacto para reivindicar sus derechos laborales. Esta realidad nos lleva a preguntarnos sobre el liderazgo de las mujeres tanto en los centros de trabajo como en el sindicato. Lo primero que cabe señalar, es que no se trata de una cuestión individual, sino que las posibilidades de desarrollo del liderazgo de las mujeres dependen de cada organización, sea un sindicato o una empresa.

Hasta no hace mucho, se hablaba que los sindicatos tenían un ‘déficit democrático de género’ debido a que las mujeres no estaban suficientemente representadas en los distintos órganos de dirección. Con ello se quería indicar que el carácter democrático de los sindicatos no se reduce a la realización de elecciones para seleccionar a sus dirigentes, sino también a la existencia de barreras visibles o invisibles que dificultan el acceso de ciertos grupos sociales a puestos de dirección. Esta situación, además de ser injusta, limita la evolución del sindicato al no incorporar el punto de vista de los sectores que dice representar.

Las mujeres hemos luchado para derribar esas barreras y los sindicatos han tomado nota de ello. Hoy en día, observamos que en los principales sindicatos en Euskadi hay una presencia más equilibrada de mujeres y hombres, aunque todavía es discutible que puestos ocupan ellos y ellas. Algunos sindicatos han emprendido procesos de cambio pro-equidad de género (como es el caso de ELA) entendiendo que las transformaciones deben venir de las organizaciones en su conjunto. Incluso algunas de estas organizaciones se han declarado feministas.

Esto va más allá de atender las necesidades específicas de las mujeres en el mundo laboral, sobre todo de los trabajos feminizados y precarizados (sector cuidados, comercio, limpieza,..), sino también de comprender que lo que le sucede a las mujeres y a otros grupos que sufren la precariedad laboral (contratos temporales, jornadas parciales y extremadamente flexibles, no reconocimiento de todos los derechos) es fruto de un nuevo modelo de articulación de las relaciones laborales que tiende a extenderse a todos los sectores económicos. Por lo tanto, asumir una perspectiva feminista, resulta cuando menos útil para todas las personas trabajadoras.

Proyecto colectivos

Una vez reconocido que el liderazgo de las mujeres está relacionado con la organización donde lo ejercen, es obvio que el liderazgo en el contexto sindical tiene sus particularidades. Evidentemente, no es lo mismo que seas parte de un proyecto colectivo, motivado por unos valores e ideales de igualdad y justicia, que trabajar en una empresa privada.

Aun así, nos encontramos que abundan los estudios y manuales para mujeres ejecutivas de la empresa, pero muy pocos sobre el liderazgo de las mujeres sindicalistas. Esto es muy importante, no sólo por lo indicado antes, sino porque al colocar el foco en lo que pueden/deben hacer las mujeres lideresas, se ignora que los liderazgos tienen sentido dependiendo de los objetivos que se persiguen. Si bien, las mujeres de una empresa pueden tener en común que sufren determinadas situaciones de discriminación, también lo es que cuando hay un conflicto laboral, las mujeres sindicalistas pueden perseguir objetivos diferentes a quienes toman decisiones en su empresa, sea hombre o mujer. Los recursos de poder de los que disponen son diferentes y obviamente los intereses que representan también.

La importancia del contexto

Por lo tanto, es un error pensar en términos de liderazgos femeninos y liderazgos masculinos, como si no importara el contexto. De hecho, también lleva a equívocos creer que todas las mujeres lideramos del mismo modo (incluso, cuando con buenas intenciones se quieren exaltar virtudes atribuidas a las mujeres, casi siempre relacionadas con el cuidado) o que todos los hombres también lo hacen igual. Lo femenino y lo masculino son categorías que ha construido la sociedad que sirven para perpetuar la diferencia y con base en ello, la desigualdad. No me refiero aquí a identidades, sino de las expectativas sociales sobre cómo debemos comportarnos cada uno/a de nosotros/as.

Todavía hay sindicatos en los que hay una creencia arraigada que los hombres lideran mejor que las mujeres. Esto no se dice, pero cuando las lógicas del aparato siempre conducen al mismo resultado es que en el fondo así se piensa.

Como he dicho, tampoco se trata de decir que las mujeres lo hacen mejor que los hombres, sino de reivindicar la diversidad de liderazgos y reconocerlos. Esto pasa por cambiar nuestra concepción de líder/lideresa como alguien que se encuentra en la cúspide. En proyectos colectivos como los sindicatos, los liderazgos se ejercen en distintos niveles (son multicapas) y las características necesarias para ser un/a buen líder/lideresa sindical dependerá muchas veces de la situación. Entre más nos abramos a reconocer esta diversidad, más opciones tendrá el sindicato de enriquecer su lucha.

Es justo reconocer que muchas de las ideas que he expuesto han sido elaboradas a partir del conocimiento y experiencia compartida por mujeres afiliadas a los principales sindicatos del País Vasco y que en 2022-2023 participaron en la investigación Mujeres y liderazgo en y a través de los sindicatos en la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE): facilitadores, barreras y desafíos financiado por el Instituto Vasco de la Mujer – Emakunde (disponible online). Gracias a ellas, hoy los sindicatos y sus dirigentes cuentan con un estudio propio desde el que reflexionar sobre el liderazgo de las mujeres en estas organizaciones.