Los Caídos, ni se caen… ¿ni los tiran?

Al fotoperiodista pamplonés Clemente Bernad lo condenaron a un año de prisión y a pagar una multa de 2.880 euros por intentar grabar un documental dentro del Monumento a los Caídos de Iruña. La entidad denunciante fue la Hermandad de Voluntarios de la Cruz, fundada en 1939 por combatientes franquistas (requetés carlistas, más concretamente) y usufructuaria de la cripta de dicho monumento. Varios de sus miembros se presentaron a sí mismos como víctimas de un delito de descubrimiento y revelación de secretos. Esto no ocurrió durante la larga y siniestra noche franquista, sino en 2019, hace cuatro días.
Hace cuatro días, por tanto, el Juzgado nº3 de Iruña decidió proteger a un grupo exaltador del golpe fascista de 1936, y aún tuvo el ‘detalle’ de rebajar la pena solicitada por el fiscal, que era de dos años y seis meses, y en cuya acusación también incluía a Carolina Martínez, pareja sentimental y profesional de Clemente que finalmente fue absuelta. Clemente y Carolina no son, ni mucho menos, las únicas víctimas de la protección legal y judicial de que disfrutan los nostálgicos del franquismo en Navarra.
‘Navarra a sus muertos en la Cruzada’
Entre otros, se puede recordar el caso de José Ramón Urtasun, denunciado por el político del PP Jaime Ignacio del Burgo (hijo, a su vez, de Jaime del Burgo, otro golpista carlista del 36), quien acusó de calumnias al pintor porque en una de sus exposiciones se exhibieron sendos cuadros donde, en su opinión, aparecían su padre (el golpista) y su hijo (ex cuñado y ex amante, según versiones, de la reina Letizia). Urtasun, al menos, fue absuelto.
Con estos antecedentes, no es difícil comprender la dimensión social y política que ha adquirido en Navarra el futuro del Monumento a los Caídos, cuyo nombre original es ‘Navarra a sus muertos en la Cruzada’, inscrito en la fachada y hoy oculto -siempre que no ande mucho viento- bajo una tela. Empezando por el final, el penúltimo acto fue el acuerdo presentado por sorpresa el pasado 20 de noviembre (la fecha no es casual) por el PSN, EH Bildu y Geroa Bai, en el que apuestan por “la resignificación” del edificio, y por tanto, descartan su demolición.
“Respecto a la simbología franquista y la arquitectura del edificio -dice el acuerdo- acordamos la desaparición y demolición de criptas en las que estuvieron enterrados los golpistas Mola y Sanjurjo, la retirada de los mármoles que se pusieron con objeto de la inauguración y que incluyen inscripciones de Franco, ocultos hoy en día y sitos en el interior del recinto, y la demolición de las arquerías exteriores del edificio”. Asimismo, abogan por “ocultar” la inmensa cúpula exterior y las pinturas de su bóveda interior (obra del valenciano Ramón Stoltz y enaltecedoras del golpe del 18 de julio).
Política de hechos consumados (como hasta ahora)
La escenografía fue llamativa por su carácter de “acuerdo entre partidos”, ya que el pacto no se alcanzó ni por medio del Gobierno de Navarra ni del Ayuntamiento de Iruña. De hecho, tan sorprendente como el acuerdo fue la ausencia del alcalde, Joseba Asiron (EH Bildu). Preguntado por la cuestión, el primer edil se ha mostrado siempre conciliador y prudente, pero siempre en defensa del acuerdo de los tres partidos. En último término, ha insistido en que la protección jurídica “impide tocar” el monumento, pero al mismo tiempo el Ayuntamiento ha rechazado las opciones jurídicas presentadas por las asociaciones memorialistas para dar vía legal a un eventual derribo. Asiron, de hecho, ya previó que el acuerdo no iba a “gustar a todo el mundo”, y de hecho las críticas no se hicieron esperar, con el culmen de una gran manifestación que recorrió Iruña el pasado 18 de enero, exigiendo la demolición del edificio, y a la que se sumó ELA.
“Pedimos a PSOE, EH Bildu y Geroa Bai que recapaciten, que rectifiquen y que cambien el acuerdo de resignificación por acuerdo de derribo. Es muy fácil, porque las leyes son humanas y las podemos cambiar continuamente”, señalaron la personas que representan a las 33 organizaciones memorialistas convocantes. “El monumento no es lo que tiene dentro, sino es todo el monumento en sí, con símbolos externos o sin símbolos externos”, subrayaron. Miles de personas participaron en la protesta, que finalizó con actuaciones de El Drogas y Fermin Balentzia.
Sorprendentemente, y lejos de tener en cuenta la reacción ciudadana, que superó con creces las convocatorias anteriores, EH Bildu, PSN y Geroa Bai decidieron seguir adelante presentando una moción en el Ayuntamiento de Iruña para respaldar su propio acuerdo, una maniobra que tensó todavía más la situación. “Es una respuesta arrogante, despectiva y negacionista -criticaron las asociaciones memorialistas- por parte de este tripartito, y da a entender que esta va a ser la pauta a seguir: una sucesión de hechos consumados, como hasta ahora”.
Historia del monumento
Pero, ¿de verdad es para tanto? ¿Tanto peso tiene el Monumento a los Caídos en la vida e historia de Iruña y de toda Navarra? La historia del edificio daría para mucho, su simbolismo es inmenso, y su presencia en medio de la ciudad es ineludible y opresiva.
Su primera piedra se colocó en 1942, para dar sepultura a los restos de dos generales golpistas (Mola y Sanjurjo), acompañados de seis voluntarios navarros muertos en la guerra, todos requetés menos un falangista, representantes de cada merindad de Navarra. La obra fue impulsada por el Conde de Rodezno (de hecho, así se llamó la plaza hasta 2015), que como ministro de Justicia de Franco firmó 50.000 condenas a muerte durante la Guerra Civil, y se financió recargando un 10% el impuesto de la contribución provincial, lo que afectó a toda la ciudadanía navarra.
Las obras duraron diez años, y el Monumento a los Caídos fue inaugurado por Franco en 1952, con un ardoroso discurso ante miles de personas en el que calificó a Navarra de “artífice de la Victoria”. El edificio fue durante décadas administrado por el Arzobispado, hasta que en 1997 lo cedió al Ayuntamiento, reservándose a perpetuidad el uso de la cripta donde estaban enterrados Mola y Sanjurjo. Precisamente esa es la cripta donde la Hermandad de los Caballeros Voluntarios de la Cruz celebraba misas el día 19 de cada mes (al menos hasta 2020), como exaltación del golpe del 36. Las misas honraban “a los muertos por Dios y por España, y a sus miembros fallecidos, a los que lucharon –y vencieron–en dicha hora”.
Precisamente esas son las misas que Clemente Bernad y Carolina Martínez intentaron grabar, lo que les supuso la denuncia y posterior condena. Ya en 2019.
Los Caídos... ¿para siempre?
En estos últimos años han pasado muchas más cosas, como la aprobación de la Ley estatal de Memoria Democrática, en la que el PSOE no se atrevió a incluir el derribo de Cuelgamuros (la descomunal cripta donde se enterró a Franco), o la moción de censura que el PSN propició para que Joseba Asiron volviera a la alcaldía de Iruña, basada en un acuerdo no explicitado salvo en lo referente a los Caídos, tal y como reveló una concejala socialista en televisión: “La resignificación está incluida en el pacto, y eso significa no al derribo”.
Llegados a este punto, y pasará bastante tiempo antes de cualquier resolución, es innegable que el acuerdo entre PSN, EH Bildu y Geroa Bai supone, ante todo, la consolidación del Monumento a los Caídos, por mucho que se cambien su nombre y sus usos, o que se eliminen algunos elementos menores del edificio. Ambas medidas, desgraciadamente, no bastan para cambiar el significado del monumento, ni el recuerdo trágico y cruel que supone para miles de personas.
Trabajar para su derribo
De hecho, estos tres partidos han descartado trabajar un acuerdo amplio para derribar el monumento, lo que llevaría el debate político hasta el final, marcando así la frontera política entre quienes combaten los símbolos fascistas y quienes los defienden. ¿En qué punto estaría hoy el debate si EH Bildu y Geroa Bai hubieran iniciado este trabajo allá por 2015 –hace ya diez años–, cuando la mayoría política de entonces sí estaba por el derribo de los Caídos?
Para ELA, una cuestión es irrebatible: el monumento lleva ahí 82 años y hay que hacer algo cuanto antes. Por ejemplo, trabajar para su derribo, en el frente político, jurídico y legal. Cualquier otra cosa supondría… Los Caídos para siempre.
(*) Las fotos de la manifestación del 18 de enero celebrada en Iruñea-Pamplona son del fotografo navarro Santi Vaquero.
AMAPOLA DEL CAMINO
Uno de los puntos más polémicos del acuerdo entre PSN, EH Bildu y Geroa Bai consiste en el uso del nombre de Maravillas Lamberto para renombrar el Monumento a los Caídos, dentro de una amplia actuación que buscaría convertir el edificio en “un centro de denuncia del fascismo y por la memoria democrática”. La elección de esta denominación, según se afirmó en la presentación del acuerdo, apela a “la justicia poética, un símbolo combatiendo a un símbolo”.
Lo cierto es que la decisión no fue consultada previamente, ni tuvo en cuenta una de las últimas voluntades de la hermana de Maravillas, Josefina Lamberto, fallecida en 2022, quien dejó dicho que los Caídos debería demolirse. “Esto es horrible, que lo tiren”, exclamó Josefina cuando tuvo la ocasión de conocer el edificio por dentro. Las asociaciones memorialistas están abiertas a que el nombre de Maravillas Lamberto se utilice en pro de la memoria antifascista, pero nunca para rebautizar los Caídos.
‘Amapola del camino’ es un verso de la canción que Fermín Balentzia dedicó a la niña de Larraga, violada y asesinada a los 14 años por requetés de su pueblo. La imagen y el recuerdo de Maravillas ha trascendido la memoria histórica sobre la represión fascista más allá de Navarra, de un modo tan icónico que ni siquiera estos tres partidos políticos han podido resistir la tentación de utilizarla para adornar su iniciativa. Aún a sabiendas, como reconoce Asiron, de que esto “no iba a gustar a mucha gente”.
ELA, 2008TIK ERAISTEAREN ALDE
ELAk bat egin du Erorien Monumentua eraisteko aldarrikapenarekin, eta horren alde abian jarri diren mobilizazioekin. Jarrera hau ez da berria, sindikatuaren jarduera historikoan oso txertatua delako. Gogora ekarri behar da, adibidez, 2008ko ELAko 12. kongresuan onartu zen ebazpena, ‘Memoria eta justizia ahazte ofiziala gainditzeko’ izenburupean. Mitxel Lakuntzak eta Gorka Viergek aurkeztu zuten, hain justu, Erorien Monumentuen aurrean orduan emandako prentsaurreko batean.
Bertan, oroitzen zen “ELAk larrutik ordaindu zuela demokraziaren aldeko borroka: afiliatu asko espetxeratu egin zituzten, kontzentrazio-eremuetan sartu, exekutatu edota halabeharrez erbesteratu ziren; sindikatuak berak era guztietako eskubideak eta ondasunak guztiz galdu zituen”. Kongresu horretan, ELAk “Iruñeko eta Gasteizko Gobernuei galdegiten zien ken zitzatela erregimen frankistaren ikur guztiak, diktadura jasan zutenentzat iraingarriak baitira. Demokrazia ezin da indartu erregimen kriminala goraipatzen duten sinboloak irautearen injustiziarekin”. Aldarrikapen horretan Iruñeko Erorien Monumentua eraisteko eskaera bilduta zegoen ezinbestean, eta beraz, ELA 2008ko kongresuaren agindua berresten ari da egun.