Voces que pretenden silenciar

Erreportajea Texto: Gorka Quevedo Fotos: Foku y familia de Pablo González
Inna Afinogenova vive en el exilio. Pablo González está en la cárcel. Dos periodistas que sufren las consecuencias de una guerra doble: la de Ucrania y la del periodismo libre.

Inna Afinogenova (Dagestan, 1989) y Pablo González –o Pavel Rubtsov– (Moscú, 1982) no se conocen personalmente, pero tienen muchas cosas en común. Ambos nacieron en Rusia, trabajan como periodistas y actualmente se encuentran lejos de sus lugares de nacimiento como consecuencia de la guerra en Ucrania. También tienen otras cosas en común, pero para descubrirlas hay que leer este reportaje.

Comenzamos

¿Quién es Inna Afinogenova? “Inna es una inmigrante que no sabe cuando va a poder volver a su país, una inmigrante que no se lo buscó. Soy periodista, y ejercí gran parte de mi carrera profesional en Rusia. Trabajé durante trece años en el canal público ruso RT. Hicimos un formato bastante exitoso, sobre todo en América Latina, que se llamaba Ahí les va. Estaba muy feliz haciendo ese trabajo en mi casa, hasta que comenzó la invasión rusa de Ucrania. Ese día comprendí que no podría seguir haciendo mi trabajo tal y como lo entendía, con la libertad que tenía para hacerlo. Tenía claro que Rusia se iba a meter en una ola de propaganda de guerra, y yo no lo quería hacer. Por eso decidí dejarlo todo. Afortunadamente tenía donde ir, en este caso a España, porque mi pareja es española. Por ello, un mes después del comienzo de la invasión, nos fuimos a España, sin saber muy bien exactamente qué íbamos a hacer. Y aquí estoy, intentando construirlo todo de nuevo”, responde Afinogenova.

¿Y quién es Pablo González? “Cada vez que me preguntan esto, lo primero que hago es aclarar el por qué del nombre: Pablo González o Pavel Rubtsov. Pablo es nieto de uno de esos niños de la guerra que tuvo que exiliarse en Moscú durante la guerra civil. Su padre es ruso; su madre medio rusa, medio española. Cuando tenía nueve años sus padres se separaron, y su madre lo trajo aquí. Estuvo alrededor de un año en Bilbao, y luego se fue a Cataluña. Allí realizó los estudios universitarios. Estudió filología eslava, para, entre otras cosas, perfeccionar el ruso. Después hizo un master en periodismo multimedia organizado por la Universidad del País Vasco y El Correo. Cuando terminó el master empezó a trabajar como freelance, y se especializó en el llamado espacio post-soviético. Por una parte por sus evidentes lazos con el mundo soviético y eslavo. Por otra parte, porque veía un vacío informativo en este espacio. Tenía claro que quería dedicarse al periodismo, y creía que tenía poco que aportar al periodismo de la política de aquí, porque ya hay buenos periodistas”. Quien responde no es Pablo o Pavel, como es más conocido, sino Oihana Goiriena, su pareja. El motivo es obvio: Pablo está desde el 28 de febrero del 2022 incomunicado en una prisión de Polonia.

Seguimos

A comienzos de febrero del 2022 ni Inna Afinogenova ni Pablo González se imaginaban cuál sería su situación año y poco después. Habla Oihana Goiriena. “A comienzos de febrero de 2022 Pablo estaba trabajando en Ucrania para medios como La Sexta, Público o Gara, informando como freelance de la situación pre-bélica que se vivía. Estando preparando un directo para La Sexta, muy cerca de la frontera del Dombass, se pudo ver a militares ucranianos haciendo maniobras. Los militares se mosquearon mucho y le pidieron el pasaporte. Analizaron sus datos y le dijeron que tenía que ir a Kiev, a la sede del Servicio de Inteligencia de Ucrania. Tras un viaje de siete horas se presentó en la sede del Servicio de Inteligencia, donde le retuvieron e interrogaron durante tres horas. Le quitaron la tarjeta del teléfono, le sacaron copias del pasaporte... Quienes le interrogaron concluyeron que era un informador favorable a Rusia, porque, por ejemplo, trabajaba para Gara o tenía una tarjeta de la Caja Laboral. Por eso le invitaron a irse de Ucrania. Pablo se puso en contacto con el embajador de España en Ucrania. Él le dijo que oficialmente no había nada en su contra, y que hiciera lo que creyera conveniente”.

“Como estaba trabajando para La Sexta, –continúa–, decidió quedarse en Ucrania, porque en la embajada le dijeron que no había nada en su contra. Cuatro días más tarde, el 8 de febrero, vino el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a nuestra casa. Le avisamos de ello, y se puso en contacto con Gonzalo Boye, su abogado. “Si el CNI te reclama, preséntate para ver qué quiere”, le dijo. Por eso volvió a casa. Estuvo unos días aquí, y el 24 de febrero, cuando empezó la guerra, le llamaron de La Sexta. Le dijeron que querían contratarlo para hacer directos, y decidió partir hacia Ucrania. Lo detuvieron el 28 de febrero, en Polonia, en su hotel. Su intención era pasar a Ucrania, pero, por razones obvias, no llegó. Él estaba seguro que no le iba a pasar nada, porque los servicios secretos ucranianos ya le habían requisado todo lo requisable en Ucrania y tampoco había tenido noticias del CNI desde que estuvieron en nuestra casa”.

Comienzo de la invasión

El 24 de febrero del 2022, el día que comenzó la invasión rusa de Ucrania, Inna Afinogenova tuvo claro que no podría seguir trabajando con la libertad que trabajaba antes de ese día. “El principal motivo de salir de Rusia fue que no quería hacer propaganda de guerra. Quería tener la posibilidad de hacer matices, porque nada es tan dicotómico como nos venden. Nada es blanco o negro. Y cuando llegué a España vi que, precisamente, eso era lo que se estaba haciendo”.

“Lo que yo no quería hacer desde Rusia lo hacían los grandes medios de comunicación españoles desde el otro lado, donde nos decían que hay unos que son buenos y otros que son malos. No se mide más allá, no se analiza mas allá. No se analizan los motivos, no se analiza nada. Puedes tener claro quién comenzó la invasión, puedes tener claro que la invasión es criminal. De eso no nos cabe ninguna duda. Pero tenemos que movernos de este axioma, de esta realidad que todos tenemos claro. Tenemos que tratar de analizar el contexto. Y en cuanto empiezas a analizar el contexto, te encuentras que eres señalado de ‘proruso’. Comienzas a ser marginalizado, no se le ponen micrófonos a este tipo de voces que intentan analizar un poquito el contexto que rodea a esta guerra. Si intentas hablar de la OTAN, de lo que representa el envío de armas, intentan acallar tu voz”.

“La propaganda de guerra que se hace aquí es igual de burda, tampoco es mucho mejor de la que se hace en Rusia. Y, lo más grave, es que España oficialmente no está en guerra. El Estado español no ha declarado la guerra, en teoría no es parte del conflicto, pero participa en la guerra informativa. Esto es tremendo. Puedo entender que participen Rusia y Ucrania; que lo hagan países que oficialmente no participan en el conflicto no lo entiendo. Me parece increíble que desde aquí no se intente explicar un poquito más lo que pasa”.

Espías de Putin

Entre las cosas que tienen en común Inna Afinogenova y Pablo González es la gran cantidad de mentiras que desde diversos medios de comunicación se lanzan sobre ellos. Ambos tienen que soportar falacias como que son ‘espías de Putin’. Está de sobra decir, o debería estarlo, que tanto Inna como Pablo están exiliados y encarcelados respectivamente por intentar ejercer periodismo libre en un conflicto como el que se vive en Ucrania.

“Considero que Pavel es un periodista neutral, que informaba lo más neutral posible y que recibía críticas por ambos bandos. Había quien le acusaba de pro-Putin, y quienes lo hacían de pro-OTANista. Él hablaba con todas las partes involucradas en el conflicto. No sé si a alguien le molestaba que diera voz a ciertas posiciones. O que podía llegar a lugares que otros no podían llegar, porque conoce la zona, habla ruso... No sé, son hipótesis, porque apenas sabemos nada de los motivos de su detención”, afirma Oihana Goiriena.

‘No puedo volver a mi casa’

“A nivel personal, –recalca Inna Afinogenova–, llevo bastante mal que vayan difundiendo por ahí cosas como que podría ser ‘una espía de Putin’. Yo he salido de mi país para no hacer propaganda de guerra, lo cual no me convierte en OTANista como me acusan voces proPutin desde otro lado. No querer hacer propaganda de guerra no me convierte en traidora a la patria. Para mi la patria la traicionaron quienes comenzaron esta guerra. Esta guerra es una catástrofe para Rusia. También para Ucrania, claro, pero ahora hablo como ciudadana rusa. Vamos a ver las secuelas de la guerra durante décadas”.

“Estoy segura que en los próximos años no podré volver a Rusia. Y no solo porque allí no tendré trabajo, porque salí en medios nacionales como traidora. Con lo que estoy contando en esta entrevista me pueden abrir un caso penal. En Rusia se han aprobado una serie de leyes que prohíben hablar de la guerra, condenarla. No puedo ir a Rusia y cenar con mi madre. Tengo un tío muy cercano que me crió y que está enfermo, y probablemente muera sin que pueda ir a verlo. Que a mí se me esté acusando de estar a favor de la guerra, que estoy haciendo propaganda de Putin cuando por criticarlo no puedo juntarme con mi familia, es terrible. Y, desde el otro lado, que algunas personas desde fuera de Rusia me den lecciones de lo que pasa en mi país, pues, lo siento, no es vuestro momento. Entiendo los análisis geopolíticos, pero esta guerra me toca demasiado de cerca. Hay que analizar la geopolítica, pero si tu geopolítica consiste en que se maten porque crees que con esto estás jodiendo a los gringos, lo siento, no voy a jalear este discurso”.

Cortina de humo

A finales de abril del 2023, diferentes medios de comunicación empezaron una campaña de desprestigio e intoxicación contra Inna Afinogenova y Pablo González. Una circunstancia que no parece que sea casual, tal y como afirma Afinogenova.

“Las acusaciones contra mí y contra Pablo son dos fuentes anónimas que ponen en su boca lo que les da la gana. Se basan en falsos chascarrillos para construir una condena social antes de presentar ninguna prueba. No conozco a Pablo en persona, pero me parece muy extraño que en 14 meses no hayan sido capaces de sacar ni una prueba de nada. Se supone que estamos en la Europa de los valores, dicen, pero Pablo sigue sin un juicio justo, sin derecho a la defensa. Estamos todo el día denunciando detenciones de periodistas en Rusia bajo las mismas sospechas de espionaje, pero en Polonia pasa exactamente lo mismo. Es muy raro que la única fuente sea una web rusa creada hace pocos meses, y que quien ha difundido las noticias sobre Pablo sea la misma fuente que se dedica a mentir sobre mí. Parece evidente la coincidencia”.

Un agravio comparativo que comparte Oihana Goiriena. “No sé si es algo extraño, pero sí doloroso. No hay más que comparar la situación de Pavel con el eco que ha tenido la detención de un periodista estadounidense en Moscú. El agravio comparativo es evidente. Y no lo digo solo por los medios de comunicación, lo digo también por el Estado español, que en seguida exigió su liberación, mientras que con un periodista que tiene la nacionalidad española han permanecido en silencio. En 14 meses no han sido capaces de sacar ninguna prueba en su contra, ni han formalizado ningún cargo contra él. Aunque en Polonia la justicia funcione de aquella manera, tienen que cumplir unos mínimos. Según se acerca la vista la fiscalía tiene que sacar pruebas o cargos, no puede prolongar y prolongar la situación sin sacar nada. Por eso a finales de abril del 2023 filtraron unas acusaciones como cortina de humo. Tenían que justificar que ha estado 14 meses en prisión provisional y que de cara a la vista no tenían ninguna prueba de peso en su contra. La última noticia la tuvimos el 24 de mayo, cuando nos comunicaron que Pablo seguiría dos meses más en prisión provisional”.

Aviso a navegantes

Oihana Goiriena cree que la detención de Pavel ha sido un aviso a navegantes. Un aviso para el resto de periodistas. “El mensaje que quieren lanzar es el siguiente: ‘Tranquilos, que de la guerra informamos nosotros, y de nuestra forma. Vosotros no entréis aquí, y si lo hacéis e informáis, ateneros a las consecuencias’. Hace poco hicimos un acto en Gernika, y Ramon Zallo, catedrático en Comunicación por la UPV, decía lo siguiente: ‘Hoy, en el frente de guerra, no hay periodistas, quienes informan son los servicios secretos ingleses y estadounidenses’”.

“El Estado español no solo ha permanecido callado, sino lo poco que ha hablado ha sido para difundir rumores y sospechas, como ha sido el caso de Jose Manuel Albares, Ministro de Exteriores. Albares llegó a decir que los cargos contra Pavel eran muy graves. Bien, ¿de qué cargos habla el señor Albares cuando no se han presentado ni formalizado? Dice que sigue el caso de cerca, pero, que yo sepa, ha sido incapaz de denunciar cosas tan básicas como que lleva 15 meses sin poder comunicarse con sus hijos por teléfono. O, incluso, lo que es peor, ha llegado a mentir, como cuando dijo que el propio Pavel quería que su caso no saliera a la luz pública y se llevara en secreto. Mentira. Pavel siempre quiso que presionáramos y sacáramos todo el ruido posible a su favor”.

Alto el fuego. Alto el fuego. Alto el fuego

ALDA se reunió en mayo con Inna Afinogenova. A día de hoy no sabemos cómo va a terminar la guerra, pero durante toda la entrevista hay un mensaje que Inna repite constantemente: ‘alto el fuego’. “En tiempos de guerra las posturas pacifistas nunca son muy respetadas. Necesitamos el alto el fuego, que se dejen de matar. Luego ya se podrá hablar. Ya veremos hasta donde se retrocede, hasta febrero de 2022, hasta las posiciones de 1991…  Alto el fuego. Alto el fuego. Alto el fuego. No me voy a mover de esta postura por más que me golpeen”.

“En las guerras, –añade– se debe hablar, hasta en la guerra de Corea se habló y se paró el derramamiento de sangre, aunque a día de hoy no exista un tratado de paz. Que este conflicto se enquiste es la mayor tragedia para nosotros. Serán dos pueblos muy cercanos, muy parecidos, con muchas cosas en común que no se van a volver a hablar. Supongo que no voy a ver esa reconciliación. Hay que intentar salvar la mayor parte de vidas. Esta guerra pudo no haber comenzado nunca, porque hubo una serie de negociaciones y ultimátums a los que nadie hizo caso. Si a la OTAN le interesara parar la guerra lo hubiera podido lograr directamente”.

Actualmente hay varias iniciativas internacionales para lograr una solución dialogada del conflicto. Inna Afinogenova tiene claro cómo se solucionará este conflicto. “Negociando, pero para que se dé un alto el fuego todos los actores tienen que estar convencidos. Creo en una especie de alianza internacional que llame a la paz. Mientras no la haya, no vamos a avanzar. Pero mientras se sigan riendo de estas voces y las sigan tachando de proPutin, algo nada más lejos de la realidad, no vamos a llegar a un alto el fuego que se podría haber llegado si hubiera habido un trabajo mediático honesto, si se hubiera renunciado a esta propaganda bélica y militarización mediática”.

“Sabemos que en abril del 2022 se pudo parar el conflicto, que hubo un borrador de acuerdo sobre la mesa. Aquel acuerdo prometía la neutralidad de Ucrania y una serie de acuerdos que estaban a punto de ser firmados. Zelensky dijo que podría firmar su neutralidad. Aquel acuerdo lo paró Boris Johnson (ex primer ministro del Reino Unido), porque estaban entusiasmados con la idea de que finalmente iban a machacar a Putin”, concluye.