“Si nuestras reivindicaciones no están en la calle, no están en ningún sitio”

Mikel Noval explica que la Carta Social de Euskal Herria ha convocado huelga general el 30 de enero para situar en el centro del debate político la necesidad de trabajo, pensiones y vida dignas.

La Carta Social anunció hace unas semanas una campaña para reclamar algo tan básico como trabajo, pensiones y vida digna, con distintas movilizaciones que culminarán el 30 de enero de 2020 con una huelga general. ¿Cómo y por qué se llega a esta convocatoria?
MIKEL NOVAL: Yo creo que es importante recordar que hace seis años numerosos sindicatos y agentes sociales constituimos, a través de un proceso participativo, la Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria, y desde entonces hemos desarrollado iniciativas en favor de esos derechos.
La reflexión que hay detrás de esta agenda compartida por sindicatos y movimientos sociales es que las políticas que se aplican responden a una dinámica neoliberal que ataca los derechos laborales, sociales y mediambientales más básicos.
Hace varios meses, el movimiento de pensionistas de Hego Euskal Herria, que lleva dos años movilizándose todas las semanas, apuntó la necesidad de dar un salto cualitativo en su dinámica movilizadora; dinámica, no lo olvidemos, que ha dado resultado: han conseguido, por ejemplo, la revalorización de las pensiones, aunque no han logrado echar atrás, de momento, las últimas reformas.
Plantearon incorporar a otros sectores sociales en su lucha, y los miembros de la Carta, tras hacer una lectura compartida con ellos, recogimos el guante convocando diversas movilizaciones, que culminarán con una huelga general el próximo 30 de enero.
La Carta Social ha sido acusada de intentar patrimonializar al movimiento de pensionistas.
Eso no es cierto. Las conversaciones se han llevado a cabo con la coordinadora de pensionistas de Hego Euskal Herria, que representa al conjunto del movimiento de pensionistas. La campaña, las movilizaciones y la convocatoria de huelga ha sido una decisión hablada y consensuada con ellos.
La Carta no ha querido patrimonializar nada. Los pensionistas son los que nos han pedido que unamos fuerzas. Y creemos que hay motivos para sumar porque entendemos que es una lucha que nos afecta a todos y todas. En este sentido, yo daría mucho valor a la pluralidad de la convocatoria.

Pertsonak denon ardura dira, oraingo pentsiodunak, zein etorkizunekoak; bestalde, lan-baldintza duinen aldeko borroka guztiz beharrezkoa da, eta azkenik eskubide sozialak bermatu behar dira.


¿Qué se pretende conseguir con esta huelga general?
Teniendo en cuenta la situación, nos parece necesario dar un salto en la lucha en favor de unas condiciones de trabajo, unas pensiones y una vida dignas. Nos une este convencimiento triple: por un lado, las pensiones son cosa de todas y todos, tanto de las personas que actualmente son pensionistas como de las del futuro; por otro lado, la lucha en favor de unas condiciones de trabajo dignas es imprescindible; y, por último, se han de garantizar los derechos sociales de todas las personas que vivimos en este país.
Si nuestras reivindicaciones no están en la calle no están en ningún sitio; nadie nos hará caso. La huelga es una gran ocasión para recuperar lo que nos han quitado esta última década y para pasar a la ofensiva. Por eso hemos desarrollado una tabla reivindicativa muy potente: pensión mínima de 1.080 euros, edad máxima de jubilación a los 65 años, salario mínimo de 1.200 euros, jornada de 35 horas semanales, dejar sin efecto las reformas laborales y de negociación colectiva aprobadas los últimos años, garantizar los derechos sociales...
Se trata de poner freno a la precarización de las condiciones de trabajo y de vida, profundizada en las últimas décadas y promover medidas que garanticen condiciones laborales, pensiones y una vida dignas.
UGT y CCOO no apoyan esta huelga.
Es normal. No podemos olvidar que UGT y CCOO firmaron los recortes de las pensiones aprobados en las reformas de 2011 y 2013. Evidentemente, es muy dífícil apoyar una huelga que va contra una situación que ellos han provocado.
La convocatoria de huelga general no ha gustado ni al Gobierno Vasco ni a la patronal. La han calificado de huelga política y han asegurado que no les interpela porque lo que se reclama no es de su competencia. ¿ A quién va dirigida esta huelga?
En primer lugar, es cierto que es una huelga política en el sentido de que vamos contra unas determinadas políticas públicas y estamos poniendo en el centro del debate político cuestiones de gran importancia: la precariedad laboral, las pensiones, la vivienda, la falta de derechos sociales...
Y es falso que esta huelga no vaya con ellos. Interpelamos directamente al Gobierno Vasco, al Gobierno de Navarra y a las patronales como responsables en su ámbito de haber asumido un modelo que responde a la lógica neoliberal que impera en la Unión Europea y que renuncia a instrumentos financieros y al control público de empresas y sectores estratégicos (Kutxabank, CAN, Euskaltel...)
Les interpelamos muy directamente con nuestras propuestas sobre la RGI y el derecho a la vivienda. Les interpelamos muy directamente cuando les exigimos que complementen las pensiones mínimas hasta alcanzar los 1.080 euros, habiendo un informe jurídico del Parlamento Vasco que lo posibilita. Les interpelamos muy directamente cuando planteamos en el ámbito de la administración que reconozcan por ley a los/as trabajadores/as de las subcontratas públicas el derecho a la subrogación y un salario mínimo de 1.200 euros.

Es evidente que esta huelga no les gusta porque les ponemos en evidencia y les obligamos a retratarse.
La clase trabajadora de este país no tiene caja de resonancia. Nuestra tarea empieza por ahí: por romper el silencio, por sacar a la luz pública la injusticia en la que miles de vascas y vascos viven cada día. Conseguir voz y resonancia para, al menos, ser capaces de ver el país tal como realmente es y no como nos lo pintan. La huelga general va a servir a ello, también.

Ezin dugu etsita bizi. Ez dugu zertan inposatutakoa onartu behar, badago beste aukerarik. Oraingo eredu neoliberalaren aurrean alternatibak badaude, arlo guztietan.


Dicen que no hay razones que justifiquen la convocatoria de una huelga general.
Aquí se ha construido, mediante la ocultación y la propaganda informativa, la idea del llamado “oasis vasco”. Sin embargo, lo que tenemos (basta con observar objetivamente la realidad laboral y social) más que un oasis es, cada vez para más gente, un espejismo. Nos dicen que tenemos la mejor sanidad del mundo, pero vamos a pedir cita al médico de familia y tarda una semana en atendernos; y eso sin hablar de las listas de espera en algunas especialidades o la falta de médicos en otras muchas. Nos dicen que tenemos un sistema educativo puntero pero cada vez hay más alumnos/as en las aulas y mayor fracaso escolar.
Y no lo decimos nosotros. Sus datos, sus estadísticas nos avalan. Estamos a la cola de Europa en protección social: cinco puntos por debajo de la media europea en la CAPV, y en Navarra, todavía peor.
La última encuesta sobre la pobreza y desigualdad social que el Gobierno Vasco ha intentado ocultar, publicándola en plenas vacaciones de agosto, muestra un preocupante incremento de la pobreza en nuestro territorio ¡en tiempos de crecimiento económico! Y con un dato terrible: el 40% de las personas pobres viven en hogares con empleo. Es decir, sufrimos una precariedad laboral creciente, que ha venido para quedarse.
El reparto de la riqueza es cada vez más injusto. Y en este contexto, tenemos dirigentes políticos en las Diputaciones que plantean medidas -siguiendo la estela de Esperanza Aguirre- como eliminar el impuesto de patrimonio y sucesiones. Es evidente para quién gobierna esta gente.
Decías antes que es hora de pasar a la ofensiva.
Históricamente, muchas de las huelgas generales han seguido la lógica acción-reacción; hemos ido por detrás, a la defensiva. La reflexión desde 2013 en el seno de las organizaciones que componemos la Carta es, precisamente, la imperiosa necesidad de dar pasos en las propuestas y alternativas, y pasar a la ofensiva.
No podemos vivir en la resignación. Esto no es lo que hay ni lo único posible. Hay alternativa al modelo neoliberal actual en todos los campos: laboral, social, finanzas, energía, soberanía alimentaria... Alternativas que mucha gente todavía desconoce y que estamos visualizando y socializando.
La receta de la Carta Social es clara: radicalidad, politización, propuestas y movilización, partiendo de una oposición clara al actual modelo.