“Si este mundo machista y fascista no nos indigna es que somos parte del problema”

Nerea Lorón nació en 1983 en Cascante. La Furia, en 2013, en Donostia, con un disco -«No hay clemencia»- en el que gritaba a los cuatro vientos sus dolores y enfados de mujer. En apenas siete años y con tres trabajos en su haber, La Furia se ha convertido en una de las máximas exponentes del rap feminista actual. Ahora, Nerea se ha bajado unos meses de los escenarios para ser madre. Aprovechamos ese impás para charlar con ella en los estudios Shot, en Arrasate, donde encontramos a una Furia sin maquillaje ni plataformas pero con la misma valentía y ganas de siempre de sanarse a nivel personal y de denunciar las injusticias de este mundo a través del rap, la herramienta que ha elegido para ello.

Naces en Cascante en 1983. ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en la Ribera navarra, en la frontera?

Yo he tenido una identidad vasca desde pequeña, cosa que en Cascante no es -o era entonces- habitual, y eso provocó que alguna gente se sintiera con derecho y motivos para dañarme. Se metían conmigo por esa identidad vasca, por ser hija de una maestra feminista de la escuela del pueblo, por no estar bautizada... Tengo recuerdos agridulces de mi infancia pero, con la perspectiva que da el tiempo, soy consciente de que todo lo que forma parte de mis dolores más primarios ha constituido luego mis mayores fortalezas.

¿Cuándo sales de Cascante?

A los 19 años. Y me voy a Bilbao porque necesitaba encontrarme. Es una cuestión muy manida eso de encontrarse a sí misma, pero yo necesitaba verme y ver otras cosas. Y de anonimato, de ser nadie. Yo quería sentirme libre. Y me fui a Bilbao porque para mí Bilbao, dentro de Euskal Herria, es la Ciudad.

¿Qué recuerdos tienes de tus años en Bilbao?

Para mí Bilbo representa despertares, pero también muerte.
Me lo pasé muy bien, no estudié nada y aprendí mucho. Fueron 7 años en los que creí haber encontrado mi sitio; sin embargo, no me acabé de encontrar conmigo del todo. Hasta que me fui a Donostia.

¿Qué supone Donostia en tu trayectoria vital?

Decidí volver a la universidad y empezar una carrera. Y fue en Donostia, definitivamente, donde encontré a las iguales y pude hacer un proceso muy interesante y fundamental en mi vida. En este tiempo sí me encontré conmigo profundamente y aprendí a cuidarme.

Y hace un par de años haces las maletas de nuevo y emigras a Arrasate... ¡a otro pueblo!
La música me trajo hasta aquí, y aquí estoy.

“Neure buruarekin koherentea izan behar dut. Ezin ditut nire semearen hautuak baldintzatu. Nire lana heztea da. Berea, erabakitzea”.

¿Cómo llegas a la música?

La música ha estado en mi vida siempre; gracias a mi padre, sobre todo. Yo he cantado mucho todo el rato. Y también he escrito siempre mucho. Y eso me viene de mi madre, que escribe poesía.
Pero todo ello sin ser muy consciente. La música ha sido para mí una herramienta que he tenido porque me la han puesto delante, y ¡gracias!

¿Y al rap?

Descubrí el rap gracias a mi hermano pequeño. Y experimenté una sensación de alivio porque de pronto era como que me sacaba de mí y me metía en la historia de otra gente. El rap para mí tiene esa capacidad. Y está guay porque dejo de pensar en lo mío. Eso, de vez en cuando, a la gente que le damos muchas vueltas a las cosas nos sienta bien. También me maravilló del rap que pudieran decirse tantísimas cosas en tan poco tiempo.

El rap es una herramienta que me posibilita decir lo que quiero en un espacio en el que se me oye y ocupar un lugar que me pertenece. Es mi pequeño grano de arena para la transformación social a través del feminismo.

¿Cuándo das el salto a cantar en público?

Gracias también a mi hermano. Yo en esa época andaba mucho con mi hermano y sus amigos, que rapeaban en un callejón de Tudela. Él fue el que me animó a que cantara lo que escribía y me dió el feed-back necesario para hacerlo. Las mujeres tenemos una necesidad de reconocimiento más grande, porque ya se han encargado durante siglos de hacernos pensar lo contrario.

“Nere buruarentzat idazten dut, sendatzeko behar dudalako; nire egietatik idazten dut, nire minetatik eta oihukatzeko dudan beharrizanetik; inork irakurri edo entzun diezadan baino, barru-barrutik ateratzen zaidana askatzeko”..


¿Somos demasiado autoexigentes?

Claro. Pero esa autoexigencia no viene de nacimiento.Tiene su origen en una sociedad que no valora lo que hacen las mujeres; nuestra autoestima está minada desde pequeñas. Para superar esas barreras tienes que creer que lo tuyo es la puta hostia.


Me estabas contando tu primera vez rapeando encima de un escenario.

Habíamos organizado un festival de rap en la Ribera, en un gaztetxe. Yo me encargaba de la intendencia, no de los grupos. En un momento dado, escuchando a uno de los grupos, me dije: “Si estos se atreven a subirse ahí a hacer esta puta mierda, por qué yo, con lo mío, que es bastante digno, no puedo subirme”...

Fue una combinación de reto y compromiso feminista. Cuando hubo micro abierto, al final del festival, subí al escenario a poner un mensaje feminista. Esa primera vez no fui capaz ni de ponerme de pie; actué sentada.

¿Es el rap una música machista?

No hay un tipo de música machista. Hay machismo en la música, como lo hay en toda la sociedad.

Y ahora te comes el escenario... ¿Por qué y para quién escribes y haces música?

Escribo para mí porque lo necesito para sanarme; escribo desde mis verdades, mis dolores y desde mi necesidad de gritar, no para que alguien me oiga sino para liberar algo que me está supurando por algún lado. Y es algo mágico cuando trasciende y le llega a otra gente. Eso es lo potente de la música y el arte, que cuando hago algo que me sirve, de repente sirve a otras.

Y a pesar de mi nombre, mi rabia y mi enfado, yo no estoy mal ni me paso la vida gruñendo. Yo soy muy feliz. Si en el mundo en el que vivimos, fascista y machista, no estas jodida por algún lado y no te indignas es que, definitivamente, eres parte del problema.
Si llama la atención mi música es porque creo que la gente tiene miedo al enfado de las mujeres y, además, no está bien visto.

“Mundu neoliberal honetan arrakasta maltzurra da, eta are gehiago musikan, sare sozialetan, jarraitzaileetan, “like”etan, zure bideoaren bisitetan... Niretzat arrakasta honetan datza: arrasto bat uztea hurrengoentzat baliagarria izan dadin, eta egiten dudanak aukera eman diezadan hobeto egoteko, zoriontsuagoa izateko eta ondo bizitzeko”.

Viendo la estampa tan dulce que compones ahora con tu txiki en brazos resulta chocante verte actuando como La Furia.

Me hace mucha gracia... Desde que me quedé embarazada, y ahora con la criatura, bastantes personas me han dicho que al ser madre seguro que mis letras van a cambiar porque ahora todo se impregna de dulzura... Y yo pensaba, bueno, no voy a ser osada, voy a esperar a tener la criatura y ver... Y no, no y no. O sea, no. De hecho, hay cosas que me enfadan igual o más que antes de ser madre.

De ahí La Furia...

Decidí llamarme Furia porque es una manera de nombrar el enfado y de legitimarlo.

Sin embargo, el conflicto está muy mal visto. Algunos pintan nuestro país como un oasis, donde lo deseable es el consenso y lo moderno y progresista llegar a acuerdos, independientemente de los contenidos...

Yo creo, sin embargo,que el conflicto nos hace avanzar. Lo que no nos hace avanzar es la imposición. Es muy fácil decir: “es que estás siempre enfadada...”. A eso, yo respondo: “Es que igual si tú no te enfadas es porque eres el que pisa. Como yo tengo el cuello debajo de tu bota, perdona que me queje”. Y me quejo por mí y por todas mis compañeras.

Lo interesante del conflicto no es regodearse en él ni volverlo una identidad; lo interesante es enfrentarlo y buscar soluciones. También puntualizaría que, a veces, la rabia se convierte en un lugar cómodo en el que habitar, pero una vez expulsado lo que duele, vivir ahí instalada tampoco sirve de nada porque no construye.

Creo que hay que romper lo que está mal y luego tener propuesta constructiva, si no…

Visionando videos tuyos me ha sorprendido tu estética cuando actúas: luces muy sexy, hipermaquillada, tatuada, con tacones de vértigo... pero lanzando mensajes feministas. En una de tus canciones afirmas, incluso, que “mi apariencia es una arma de doble filo”. ¿Qué hay detrás de esta puesta en escena?

En el panorama musical actual hay mujeres con mensajes transgresores y feministas con una estética sexualizada mucho más llevada al extremo que la mía. En mi caso, es una reivindicación de quién soy yo. Es una manera de resignificar mi feminidad, una feminidad subversiva. Yo no he renunciado a la feminidad para ser feminista ni para ser rapera, porque es algo que forma parte de mí. Mi feminidad no me va a impedir gritar; no me va a impedir enfadarme cuando tengo motivos. Mis tacones no me van a impedir pisar fuerte ni correr si lo necesito.

Muchas veces, las mujeres, para que se nos tome en serio, hemos renunciado a la feminidad. Yo no digo que todas las mujeres tenemos que ser superfemeninas, en absoluto. Lo que digo es que YO soy muy feliz encima de unos tacones. Y también te digo que depende cuándo. Encima de un escenario, sí, pero en otro momento, igual no. Y hoy me apetece ir de esta manera y mañana, no.

“Feminismoa ez bada antikapitalista, ez bada antiarrazista, ez bada intersekzionala, ez da. Beste horrenbeste esan daiteke LGTBI mugimenduaz; hura ere, nire ustez, feminista izan behar baita”..

La estética también es una manera de decir.

Sin duda. Y es justamente lo que comentabas antes: muchas veces puedo estar lanzando un mensaje contradictorio por esa estética asociada a lo que les gusta a los hombres; una estética, por otra parte, super heterosexual, que viene con un mensaje y, sin embargo, estoy diciendo otro tipo de cosas.

Y entonces se produce un cortocircuito. Me parece interesante ese cortocircuito para romper moldes establecidos. Pero no lo hago para eso; lo hago por ser fiel a mí misma.

¿Qué significan esos tatuajes que luces con tanto orgullo?

Cuando una tía se tatúa está siendo dueña de su cuerpo, se está reapropiando de un terreno que a menudo parece que no nos perteneciera. Por lo tanto, en primer lugar, es una manera de reapropiarme de mi cuerpo. Lo que dicen mis tatuajes son historias de dolor y amor, fundamentalmente. Me recuerdan vivencias y personas bonitas, y también dolores superados o en vías de superación.

El dolor que supone tatuarse tiene para mí un efecto catártico.

Tienes letras muy críticas y cañeras hacia el género masculino. ¿Cuál es la reacción de los hombres en tus conciertos?

Depende. Estamos en Arrasate. Y éste es el primer sitio en el que he tenido sensación de respeto; se nota que hay mucha cultura musical. La primera vez que canté aquí lo hice en el Gaztetxe, en Kultur, un ciclo que organizan los jueves. Vino bastante gente. Unas, expresamente a verme a mí, y otros, porque van todos los jueves, independientemente del concierto que haya. Había muchos chicos, y noté el respeto y la escucha atenta. Me sentí muy bien en ese concierto.

En general, pasa que hay algunos a los que les parece interesante la propuesta, y hay otros, muchos, a los que les conflictúa.

En tu caso, ¿dónde acaba el personaje y dónde empieza la persona?

Soy una. Con partes distintas, pero una. Sí que es verdad que con el tema del embarazo he pasado por algunos momentos complicados porque, de repente, mi imagen no se correspondía con la imagen que yo tenía de mí misma. En la vida tenemos que transitar distintas corporalidades pero, al final, tú eres la misma.

“Vox atzerapena da, arriskua eta heriotza. Azken batean, haien gorrotozko mezuak elkarrizketaren eta elkargunearen kontrakoak dira, liskarraren bila dabiltza eta haien naftalina-usaina ez duen edozer suntsitu nahi dute. Bizitzaren aurkakoak dira”.

¿En tu casa eres Nerea?

Soy la misma. La diferencia es que ahora me llaman más Nerea, sí. Pero he estado muchos años en los que la gente ni sabía que me llamaba así. Furia me gusta, y antes me identificaba constantemente con el nombre. Ahora me da más igual.

Volviendo de nuevo al rap. ¿Hay razones para que haya un movimiento tan importante de mujeres raperas en la actualidad?

Casual no es nada. El rap es una herramienta de expresión superpotente, y aquí ya llevaba mucho tiempo. Lo que pasa es que nosotras llegamos siempre un poco más tarde, porque aparte de que los lugares de producción y ejecución musical no nos son dados se invisibiliza nuestro trabajo. El primer disco de rap se editó en los años 70; el primer disco de rap hecho por mujeres una década después, en los 80.

Los movimientos se van fraguando, y ahora mismo el rap con letras feministas está explotando unido al auge del movimiento feminista en el Estado español y en Euskal Herria, entre otras razones porque todas las revoluciones necesitan música. Cuando empecé a rapear no había este movimiento de raperas aquí. Y ha sido precioso ver cómo han ido apareciendo y lo han ido petando.

Tú has tenido referentes, y siempre mencionas a Queen Latiffa. ¿Qué se siente al saber que te has convertido en referente para otras raperas?

Uno de los mayores piropos que te puede dedicar alguien es que hayas sido su referente, porque los referentes hacen que te atrevas y que creas en tí. Tríbade, que es otro grupo de rap, dice que ser referente se hace.
Para mí el éxito -que en este mundo neoliberal es tan perverso, y más en la música, con las redes sociales, lxs seguidorxs, los likes, las visitas a tu video...- es eso: dejar un poso que les sirva a otras, y que lo que hago me permita estar mejor, ser más feliz, y me posibilite vivir bien.

“Erabat sinetsita nago munduak bestelako maskulinitateak behar dituela, feministek hezitakoak”.

Has editado tres discos: No hay Clemencia (2013), Vendaval (2017) y Pecadora (2018 y 2020). Son títulos bastante explícitos. Háblame un poco de cada uno de ellos.

No hay clemencia, mi primer disco, fue un grito de rabia feminista. El siguiente, Vendaval, fue una cosa súper íntima, saqué la mierda que tenía debajo de la alfombra. Y Pecadora, del que estamos en plena grabación de más canciones, es toda una declaración de intenciones: esto es lo que soy. Ni soy perfecta, ni lo pretendo, ni soy un modelo a seguir.

En una entrevista tuya que leí hace tiempo afirmabas que el rap era una herramienta con la que pretendías transformar la sociedad y acabar con el heteropatriarcado. ¿Es posible la victoria final?

¡Qué humilde, ¿verdad?! (risas). Yo creo que en este tema tan pretencioso de declararle la guerra al heteropatriarcado la única victoria posible es precisamente ser real, poder ser. A las mujeres, a nosotras, lo que nos pasa es que no se nos permite ser. Y la venganza, como dijeron unas estupendas, es ser felices y aliarnos entre nosotras.

Yo trabajo dando talleres de rap, y muchas veces les insisto a las chavalas en que cuando hacen una amiga y la defienden por encima de todo un trozo del heteropatriarcado está muriendo. Para mí la victoria va siempre desde lo más personal y lo más íntimo hacia fuera. Siempre desde lo micro, nunca desde lo macro.

Primero tenemos que cambiar nosotras, y luego analizar lo que nos rodea para ver qué cambios podemos provocar en ese entorno de cara a este fin.

Has sido madre de un niño, recientemente. Históricamente a las mujeres se nos ha acusado y culpabilizado de alimentar ese heteropatriarcado a través de la educación que damos a nuestros hijos e hijas. ¿Te asusta el reto?

A mí, de entrada, me da mucho miedo, pero creo que nos tenemos que liberar un poco de la responsabilidad, porque lo único que educa es el ejemplo; no educa tanto lo que decimos sino lo que hacemos. Yo tengo ahora una criatura de pocos meses diagnosticada como niño que luego será lo que quiera ser. Va a ser socializado como chico, y siempre, desde pequeño, le voy a explicar que puede ser quien quiera ser, y que yo voy a luchar por ello. De hecho, lo hacía antes de que él naciera. Pero luego, las elecciones son suyas.

Le voy a intentar explicar que el heteropatriarcado le hace daño, igual que le hace a una niña; lo que pasa es que en ese daño él es el verdugo y ella la víctima. Y aunque ser el verdugo sea una puta mierda, es peor ser la víctima. Le voy a intentar explicar que ser un verdugo no le hace bien a nadie, que es guay que no quiera serlo y que hay otras maneras de ser chico, si es lo que quiere ser... Y luego elegirá.

Y tengo que ser muy coherente, también, con lo mío. Saber que yo no puedo hacer que él decida lo que yo quiero que decida. Mi trabajo es educarlo. Y el suyo, decidir.

Creo firmemente que el mundo necesita masculinidades distintas, educadas por feministas. Ahora mismo educar a mi niño es un proyecto muy interesante. Vamos a ver qué sale de aquí. (Risas).

Hemos vivido dos grandes huelgas generales feministas; las mujeres cada vez estamos más empoderadas. ¿Cómo ves el momento actual?

Interesante, esperanzador... Veo muchas chavalas muy jóvenes, también chavales, mucha energía, mucho conocimiento, mucho interés.
Se ve, también, por la respuesta tan agresiva que hay en contra. Históricamente siempre ha sido así: cuando hay una revolución siempre hay una contrarevolución.

Esperanzada y contenta, pero con algún matiz. Por ejemplo, como en toda gran revolución, el capitalismo viene, nos roba los lemas y nos los intenta vender, como hace, por ejemplo, Amancio Ortega con las camisetas de Zara “Yo soy feminista”.

Tenemos que intentar ser conscientes de que esta ola feminista es un movimiento que no ha nacido como una seta, que tiene una historia. Creo que es importante que las que han llegado ahora conozcan esa historia y que las que llevamos o llevan más rato la cuenten. Me parecen peligrosos los personalismos. El feminismo no es ésta o ésa; el feminismo es otra cosa: son millones de mujeres, muchísimos años de lucha y muchos feminismos; no hay un solo feminismo.

En resumen, por un lado esperanzador y maravilloso el boom feminista. Y por otro, interesante y necesaria la revisión histórica para no creernos que hemos inventado la coca-cola, para no desvirtuar el movimiento en sí.

¿No crees que detrás de este “todos y todas somos feministas” actual hay mucha política de imagen? La cara del poder sigue siendo masculina; las instituciones hablan de igualdad, cuelgan banderas moradas en sus edificios pero tienen a sus trabajadoras subcontratadas en la precariedad. ¿La ola obliga a parecer que se dan pasos que muchas veces no son reales?

Yo creo que de la calle a las instituciones hay otro recorrido, porque la ola está en la calle. Sin embargo, creo que también hay que reconocer el trabajo de muchas técnicas de igualdad y políticas feministas que vienen de la militancia feminista o de la academia.

Política de imagen de las instituciones: sí hay. Trabajadoras no políticas en las instituciones que están luchando para que prevalezca ese feminismo real, para tomar la tensión entre lo institucional y lo de la calle, también hay. Y luego estamos la ciudadanía, que tenemos la responsabilidad de no dejárnosla colar.

A mí las instituciones me contratan para dar talleres de rap feminista. ¿Lo hacen por imagen? Algunas lo harán por convicción y otras por quedar bien. Pero yo el contenido lo voy a dar igual. Ese dinero público se destina a dar un mensaje feminista radical. Aunque el motivo a veces no sea honesto, si nos beneficia, aprovechémoslo. Y además, eso también es una victoria de la presión que ha ejercido el movimiento feminista y de las compañeras que se han colado y trabajan dentro.

Se ha acusado al movimiento feminista y al LGTBI de haberse olvidado de añadir el adjetivo neoliberal a sus críticas al heteropatriarcado durante mucho tiempo. ¿Dónde te sitúas en este debate?

Yo creo que si no es anticapitalista, si no es antiracista, si no es interseccional, el feminismo no es. Lo mismo con el movimiento LGTBI que, en mi opinión, debe ser feminista. Si nos olvidamos de la imagen y la lucha de Silvia Ribera y de lo que esta mujer trans, racializada, puta y pobre representó para el colectivo, entonces estamos obviando la historia, los inicios y no estamos transformando nada sino que estamos vendiendo los esfuerzos de mucha gente al mejor postor. Nueva victoria capitalista.

Tus letras no dejan indiferente a nadie. Son potentes y comprometidas. Con los ataques a la libertad de expresión que se dan en el Estado, ¿no te preocupa que algún juez iluminado te mande a prisión?

Nunca me he visto en la tesitura de tener que autocensurarme. También creo que en el momento en el que estamos lo que se busca juzgar no es tanto un discurso feminista sino otro tipo de discurso que va contra gente poderosa a la que nosotras no importamos. Lo nuestro, las cosas de mujeres, no les interesan. Somos tan hormiguitas que si no te metes con el Rey ni te miran.

"Ya están aquí” cantas en tu último disco, refiriéndote al auge del fascismo. Lo cierto es que nunca se han ido... Siendo navarra lo sabes bien.

Ya están aquí, y es verdad que nunca se han ido, ni de Navarra ni de ningún otro sitio, pero lo que me preocupa es que un discurso de odio y contra la gente como el que pregonan se legitime; y se ha legitimado. Me preocupa que haya fuerzas políticas que pacten con Vox, un partido que quiere eliminar los derechos de muchas personas en función de su lugar de origen, identidad de género, preferencias sexoafectivas…

Nunca se han ido. Y, por un lado, está guay que saquen la cabeza y ver quiénes son, porque hasta ahora estaban escondidos en el PP o en UPN, obviamente; pero me preocupa mucho que sea un discurso que tenga voz y ponga encima de la mesa debates que supuestamente estaban superados. Son atraso, son peligro y son muerte. Definitivamente, sus mensajes de odio van en contra del diálogo y el encuentro, viven del enfrentamiento por el enfrentamiento y quieren aniquilar lo que no huele a naftalina como ellos. Son antivida.

En Euskal Herria, Vox es un mal chiste, pero ¿no crees que tras las recurrentes informaciones negativas sobre los menas (menores extranjeros no acompañados) o sobre cómo, supuestamente, las personas de origen inmigrante copan fraudulentamente las ayudas de la RGI no hay mucho racismo encubierto?

No podemos ni debemos ser hipócritas: hay que tener muy claro que el racismo no está solo en Vox. El racismo está en todas las formaciones políticas y fuera de ellas. Hay gente militante en partidos bien de izquierdas muy racista, muy machista y muy homófoba. Lo que pasa es que no se atreven a decirlo.

Y volviendo a Vox: ahí no hay racismo encubierto, ahí no hay nada encubierto. Son machistas, homófonos, racistas, tránsfobos y retrógrados a la puta cara.

Eres mujer, feminista, una vasca de la Ribera navarra que ahora vive en Arrasate... ¿En qué Euskal Herria crees?

Aunque tuvo mucha polémica, para mí una expresión gráfica de la Euskal Herria que quiero se refleja en el video y en la canción de la Korrika 2019. Guste o no, Euskal Herria es plural, y lo que hay que hacer es incluir a todo el mundo, porque todo el mundo es. Creo, por tanto, en una Euskal Herria libre, feminista y habitable para todo el mundo.

¿Vives de la música?

Ahora mismo soy una trabajadora autónoma que vive de impartir talleres de música y de cantar. Además, junto a otra compañera, acabamos de crear una oficina de management y proyectos feministas, Mimosa Bulegoa. Lo hemos hecho por la necesidad que hemos detectado de cuidarnos y cuidar a las otras que vienen desde el otro lado. Nuestra idea es trabajar con grupos feministas o con una ideología cercana a la nuestra.

¿Y cómo se vive?

Soy precaria, así que se vive prescindiendo de cosas y teniendo en cuenta que no tienes ingresos fijos. Igual ahora cobras una cantidad importante por un trabajo pero luego en varios meses no tienes ningún ingreso.

Se vive arriesgando. Organizas un concierto y tienes que alquilar una sala, pagar al personal que trabaja contigo, sin saber cuánta gente va a ir a verte y a pagar una entrada... A veces palmas pasta.

Se vive creyendo en una misma y tirando pálante. Y con apoyos; tu entorno tiene que ser favorable, también.
Como decía antes, es un trabajo precario, pero es el que yo he elegido y el que me pide el cuerpo.

La precariedad se ha instalado en el mundo de la cultura. A pesar de ello, muchos te considerarán una afortunada por vivir haciendo lo que más te gusta...

Me jode decir que soy una afortunada. Hago un curro que me atraviesa de arriba abajo. Pongo todo lo mío encima del escenario. Me parece algo muy generoso. No creo que sea una afortunada, lo que creo es que mucha otra gente está explotada. El ideario capitalista se ha encargado muy bien de hacernos creer que tenemos suerte por tener un trabajo en el que no suframos “mucho”. No, perdona, tenemos derechos, o al menos por eso se ha luchado durante años.

“Emakumeek ez dute hain zorrotz jokatzen beren buruarekin jaiotzetik beretik. Horren zergatia gure inguruko gizartean bilatu behar da, gure autoestimuari azpiak jan dizkiote txikitatik. Jarritako hesi horiek gainditzeko, zeuregan sinetsi behar duzu itsu-itsuan”.


Mencionabas antes la canción de la Korrika 2019, en la que cantabas junto a Fermín Muguruza y Mad Muasel. ¿Qué supone el euskera para tí?

Con el euskera he tenido una relación muy intensa desde pequeña. En la primera ikastola que hubo en Tudela, yo estaba ahí. Éramos cinco criaturas ó seis. Después me llevaron a la escuela, en Cascante, porque a mi madre y mi padre les resultaba imposible llevarme todos los días hasta Tudela y porque entró el euskara como optativa gracias a la lucha de un par de profesoras, entre las que se encontraba mi madre.
Desde pequeña he dado euskera como asignatura. Y en verano me mandaban a campamentos en euskera. Mi relación ha sido intensa porque, por un lado, yo siempre he sentido el euskera como propio y lo he reivindicado, y por otro, desde fuera, se utilizaba como arma arrojadiza contra mí.

Cuando fui a Bilbo estuve en la euskaltegi un tiempo. Igual en Donostia.

El euskera lo vivo como algo propio, forma parte de mi infancia y de mi raíz, porque es lo que me han inculcado. Me da mucha pena no hablar euskera como me gustaría, pero ya he pactado con mi criaturita que cuando él empiece en la ikastola yo volveré a la euskaltegi.

La canción de la Korrika fue una experiencia ilusionante y dulce para tí, pero también tuvo su vertiente amarga. ¿Qué paso con las redes sociales y cómo lo viviste?

El origen de la polémica fue que colgué el video en euskera, evidentemente, junto a mis comentarios, en castellano, y fui criticada por ello. Creo que cuando una crítica viene de un sitio más oprimido que el tuyo tienes que sentarte a escuchar. Pero en este caso, que tíos blancos heterosexuales que han aprendido euskera desde la cuna, en su casa y en la ikastola más cercana, que no han hecho ningún esfuerzo real por el euskera porque les ha venido regalado, me vengan a mí, mujer de la Ribera navarra, a criticarme por publicar en Facebook la canción de la Korrika sin poner nada en euskara, mi respuesta es: ¡qué suerte tenéis! Yo no he tenido esa suerte. He nacido en Cascante, en la frontera, tengo mi propia historia personal con el euskera, y lo mío me ha costado. A ese tipo de gente no le dedico cinco minutos.

Podría haber pedido que me tradujeran mis entradas de Facebook sobre la canción, pero habría sido falso. No voy a pedir perdón ni a pedir permiso. Yo soy quien soy, con mi trayectoria vital, y si a alguien le interesa saber algo, que me lo pregunte. Y si no… agur.

Acabas de ser madre en plena carrera musical en ascenso y un montón de proyectos en ciernes. ¿Es posible conciliar la vida personal, familiar y laboral?

Es que yo he elegido no tener un trabajo de 9 a 17 horas. De hecho, estamos preparando la próxima gira, y me he llegado a preguntar cómo lo haría si tras la baja por maternidad tuviera que volver a un trabajo asalariado de ocho horas diarias... Evidentemente, como pudiera, como lo hacen todas: guarderías, abuelxs... pero no como a mí me gustaría. En mi caso, la criatura y el grupo son un proyecto conjunto, de familia, en el que mi pareja y yo estamos implicados desde la corresponsabilidad. Yo me planteo mi futuro con viajes, con mi familia en el viaje en la medida de lo posible, y siempre con un equipo que posibilite que eso se pueda hacer bien.

He dicho, digo y diré no a cosas y proyectos que no pongan en el centro la vida y los cuidados. Es algo que llevo intentando hacer mucho tiempo pero que se vuelve más carne cuando tienes una criatura. Te sitúa de golpe; lo importante es esto y punto.

Finalmente, ¿proyectos a más corto plazo?

De momento vamos a grabar la segunda parte del disco Pecadora a poquitos. Ahora, tres temas, con sus respectivos videoclips. También vamos a hacer colaboraciones interesantes con otras raperas a las que admiro. Y a partir de marzo, de nuevo en los escenarios. Ya hay conciertos cerrados en Euskal Herria y en el Estado. El primero será el 8 de marzo en Bruselas, en un festival de rap al que me apetece muchísimo ir.
Estoy con ganas de volver, pero siempre poniendo por delante el bienestar de la criatura, porque solo voy a hacer cosas que me/nos sienten bien.

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Nerea Lorón, La Furia