Otro mundo no solo es posible, es urgente

Miles de personas se movilizaron entre los días 21 y 24 de agosto –coincidiendo con la reunión del G7 en Biarritz– para defender que hay alternativa real y concreta al sistema actual

El año pasado fue en Québec, y en 2017, en Sicilia. Se podrían citar 45 sedes repartidas por todo el planeta desde que en los años 70 los estados más poderosos del hemisferio capitalista decidieron escenificar su fuerza reuniéndose una vez al año en lugares más o menos exóticos, más o menos fotogénicos. No son Mundiales de fútbol ni Juegos Olímpicos. Son las cumbres del G7 (con las distintas denominaciones que han tenido a lo largo de estas décadas), el grupo formado por EEUU, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón e Italia, como contrapeso (en su día) al bloque comunista encabezado por la URSS.

El Muro de Berlín cayó diez años después, pero eso no desactivó el G7, sino que le otorgó una supuesta legitimidad como representante del único mundo posible. ‘No hay otra alternativa’, según Margaret Thatcher, una de sus impulsoras. La resistencia se empezó a organizar, entonces, de otra manera, con otros referentes, empezando por aquella cita de Seattle en 1999, generalmente aceptada como la primera gran acción de los movimientos antiglobalización. Veinte años después, por primera vez, el G7 eligió Euskal Herria para escenificar su poder, con Emmanuel Macron como anfitrión en un Biarritz que para la mayoría de los asistentes a la cumbre sonará tan exótico como lo fueron en su día Taormina, Versalles o Camp David. Sin embargo, la penúltima semana de agosto de 2019 fue otra cosa muy diferente –nada exótica y sí muy real– para quienes en Euskal Herria creen y defienden que otro mundo no solo es posible, sino que es necesario y urgente.

Medio hegemonikoak bakarrik kontsumitzen duen publiko zabala dago, G7 bezalako gailurretan diseinatzen diren neurriak eta hor sortzen diren diskurtsoak bakarrik jasotzen dituena. Pertsona horiek modu naturalean asumitzen dute hori dela eredu posible bakarra, ez dagoela alternatibarik. Hortaz, zapalkuntza besterik ez dakarren eredu horri aurre egiten dion edozer antisistema edo iskanbila sortzailetzat hartzen dute.

Ausencia de contrapesos

En esta ocasión, a la cita del G7 le colocaron un eslógan sarcástico hasta lo hiriente: La cumbre contra las desigualdades. Desde la óptica de la resistencia anticapitalista y en los círculos más militantes queda en evidencia la hipocresía y el cinismo que encierra la frase. Sin embargo, para el gran público que solo se informa por los medios hegemónicos, el discurso –y lo que es más grave– las medidas que se van diseñando en estas cumbres del G7 se van asumiendo de forma natural, sin contrapesos políticos, “como el único mundo posible dirigido por el sentido común: esto es lo que hay”. En ese contexto, no hay un afuera ni una alternativa clara, y todo lo que se opone a esta apisonadora es antisistema, alborotador y generador de conflictos.

Ésa es precisamente la imagen y el mensaje que la organización del G7, el Estado anfitrión (y el español también) y la mayoría de los medios de comunicación han querido reflejar. Si preguntamos a cualquier persona por los términos Biarritz y G7, la respuesta será casi siempre la misma: atascos de tráfico, colas en la frontera, controles policiales, caos y, para rematar, incidentes. Evitar la frontera de Irun era un mandato en los paneles de todas las carreteras desde Algeciras a Teruel, pasando por Pancorbo. Parecía que una epidemia mortífera iba a abatirse sobre nuestras cabezas.
Algunas personas algo más informadas citarán la visita de un representante iraní y alguna que otra anécdota. Y sin embargo, es imprescindible recalcar que la cumbre oficial y la contracumbre que se desarrolló paralelamente (en Irun y Hendaia) reflejaron las dos caras de una misma moneda –nunca mejor dicho–: el modelo de mundo en el que queremos vivir. Y ELA, junto a otras muchas organizaciones (algunas de las cuales forman parte de la Carta de los Derechos Sociales de Euskal Herria) se implicó en la contracumbre que del 21 al 24 de agosto se desarrolló bajo el lema Euskal Herritik beste mundu bat sortzen (No al G7, construyendo otro mundo).

Planeta osoko administrazio publikoek kontratatzen duten zor ez-legitimoaren kontrako borrokan tinko aritu den Éric Toussaint aktibista kontragailurrean izan zen abuztuaren 21ean. Argi utzi zuen mobilizazioa ezinbestekoa dela. “Historian zehar herrialde askok euren kanpo zorra ordaintzeari uko egin diote, hartzekodun boteretsuei aurre egiteko gai izan dira, baina beti izan da herritarrek altxatu eta planto egitea erabaki dutelako; ez dago beste biderik”.

Visibilizando las alternativas

Cerca de 6.000 personas participaron en las charlas, actividades y talleres que se celebraron en Ficoba (Irun), diversos lugares de Hendaia y Urruña. El programa fue amplísimo, y en varias ocasiones las salas se quedaron pequeñas y hubo que habilitar otros espacios. El contacto entre activistas y militantes de todo el Estado francés y Euskal Herria (junto a participantes de Andalucía, Catalunya, Madrid y otros puntos de la geografía ibérica) evidenció que una gran alternativa es posible, quizá poniendo en marcha centenares de pequeñas alternativas…

Entre otros mensajes, destacó el de Éric Toussaint, un incansable activista contra la deuda ilegítima que contratan las administraciones públicas de todo el planeta, y que visitó la contracumbre el 21 de agosto para dejar claro que la movilización es imprescindible: “A lo largo de la historia, muchos países han repudiado su deuda externa enfrentándose a poderosos acreedores, pero siempre ha sido mediante la rebelión ciudadana; no hay otra vía”. Toussaint explicó que “no existe un tribunal internacional de la deuda que califique la legitimidad o no de dichas deudas; es la movilización popular la que hace moverse a los gobiernos y la que vence a los acreedores”, y puso el ejemplo de Grecia en 2015, donde faltó ese último paso para poder “negociar de verdad” con la troika.

Aparte de Toussaint, hubo decenas de participantes de prestigio en unas jornadas que conocieron la presencia de Philippe Martínez, secretario general de la CGT francesa, un sindicato que dio el paso de oponerse frontalmente al G7 con un discurso muy crítico contra Macron. También participó David Fernández (CUP de Catalunya), y se desgranaron diversas experiencias desde el movimiento feminista, así como la lucha llevada a cabo en Grecia y Argentina para recuperar las fábricas abandonadas por sus propietarios durante las duras crisis de ambos países. En estos últimos casos, sin embargo, se atisbó un punto de cansancio tras el fracaso de diversos proyectos que han enseñado los claros límites de “intentar combatir el capitalismo desde dentro”.

Así lo explicó el abogado argentino Eduardo Soares, ex militante montonero que ha defendido judicialmente los derechos de las plantillas que reflotaron dichas empresas por toda Argentina. “Los gobiernos progresistas, que estaban en condiciones ideológicas de colaborar –denunció Soares en Irun– no lo han hecho, por pura inacción, o incluso han contribuido a acabar con estas recuperaciones. Los sistemas injustos no se suicidan”, concluyó.

Poliziaren gehiegizko presioaren ondorioz abuztuaren 23an manifestariekin izandako istiluengatik kezkatuta agertu ziren hasieran antolatzaileak, baina jai giroa berehala nagusitu zen; manifestariek indarrak batu zituzten eta G7aren kontrako desobedientzia zibilari ekin zioten, beti ere, modu baketsuan.

Grandes movilizaciones

Son tan solo algunas muestras de la alternativa política, sindical (ELA participó en varias de estas conferencias) y económica que se citó en la contracumbre de agosto, que culminó con la gran manifestación que el sábado 24 de agosto reunió a cerca de 15.000 personas en un recorrido que fue de Hendaia (Zokoburu) hasta Irun (Ficoba), atravesando el puente de Santiago sobre el Bidasoa. Fue una marcha colorida, festiva y plural, donde se fusionaron “las alternativas que deben conformar la gran alternativa”, y que discurrió sin incidentes en medio de una gran expectación.

Los incidentes provocados la víspera por la gran presión policial y el choque con grupos de manifestantes habían creado cierta preocupación en los organizadores de la marcha, pero el ambiente festivo se sumó al sol y la gran afluencia de manifestantes para dar una respuesta contundente, firme y desobediente, pero pacífica.

No fue el punto final de la resistencia activa al G7, pues el domingo 25 fue el turno de Bizi, el grupo contra el cambio climático de Iparralde, que llevó a cabo su imaginativa marcha de los retratos. Cientos de imágenes de Macron descolgadas de edificios oficiales recorrieron Baiona boca abajo, para denunciar la hipocresía del presidente francés en torno al cambio climático. Además, la aparición y el apoyo expreso de Susan George a la iniciativa de Bizi supuso un espaldarazo definitivo para rematar una semana de resistencia frente al G7.
Quizá las semillas de otro mundo han quedado sembradas.