“Seguiremos en nuestra línea, con más fuerza e intensidad aún”

Mitxel Lakuntza, actual coordinador de ELA en Navarra, es el candidato para sustituir a Adolfo Muñoz, Txiki. La decisión se tomará el próximo 5 de abril, en Congreso extraordinario, en Donostia. Lakuntza es desde hace 14 años miembro del comité ejecutivo y ha desempeñado distintas responsabilidades en el sindicato. Con el vértigo y la responsabilidad de suceder a la cara más visible del sindicato durante una década- adelanta, sin embargo que “no habrá grandes cambios. La nuestra es una dirección colegiada en la que cambian las personas, pero no el proyecto”, explica. “Seguiremos en la misma línea, con más fuerza e intensidad incluso, porque la gente que lo está pasando mal así nos lo exige”.

El 5 de abril serás elegido con toda probabilidad secretario general. Digo con toda probabilidad porque eres candidato único. ¿Por qué en ELA no existen primarias para elegir a sus dirigentes?

Trabajar la cohesión interna en torno al proyecto del sindicato es una seña de identidad de ELA. Algo muy arraigado, parte de nuestra cultura política, y para que sea posible nos obliga a compartir, contrastar y, en definitiva, a fortalecer y a valorar el trabajo colectivo por encima de las improntas personales. Puede que los procesos de primarias sean más fáciles de vender pero también es verdad que a menudo lo que hay detrás no es un debate estratégico sino de intereses personales. Al entrar en esa dinámica muchos de esos procesos de primarias acaban destrozando las mismas organizaciones que los fomentan. Cuando en una organización se habla más de los problemas internos que de su propio proyecto... Mal asunto.

Eres el primer secretario general navarro. ¿Hay trasfondo político en tu elección?

No, ninguno. No hay ninguna cuota territorial ni nada parecido. ELA es un sindicato con implantación en toda Euskal Herria y miles de navarras y navarros formamos parte de este proyecto y también de sus órganos de dirección. Creo que la pregunta delata que Navarra sigue siendo todavía vista como una realidad periférica en nuestro país, y no solo geográficamente. Esa realidad de sindicato vasco es, precisamente, un hecho que se quiere combatir o negar, como ha intentado durante años eso que en Navarra hemos llamado régimen.

Pasas de coordinar al sindicato en Navarra a hacerlo en toda Hego Euskalerria. ¿Da vértigo el salto?

No creo que la palabra que mejor define cómo afronto un reto de esta magnitud sea vértigo. Es una sensación a medio camino entre el peso de una mayor responsabilidad, del reto de seguir acertando, pero también la tranquilidad de sentirme bien acompañado y el formar parte de un proyecto con unas bases muy sólidas y muy contrastado.

Sustituyes en el cargo a Txiki, con el que has trabajado codo con codo. ¿Qué destacarías de él?

Muchas cosas. En primer lugar, su gran capacidad de tracción. Es una persona que cuando coge un tema o un asunto lo lleva adelante con muchas ganas, con una gran determinación. También destacaría su capacidad de trabajo, es muy constante, sistemático y riguroso; suele llegar hasta el último detalle en cualquier reflexión. He aprendido cosas importantes de él. No es amigo de los caminos fáciles, sino de los consecuentes. Lleva toda una vida de relación con el sindicato y lo lleva muy adentro. Evidentemente, dentro de un trabajo muy compartido en equipo pero, sin duda, ha sido una persona clave para afrontar los años más duros de la crisis.

ELAk erronka bat du: aintzat hartu behar ditu, gero eta serioago eta hobeto, emakumeen aldarriak. Gure berdea egunetik egunera moreago bihurtu behar da.

¿Te preocupa que con la ola feminista que recorre el mundo haya gente que no entienda que el nuevo secretario general sea nuevamente un hombre?

Para empezar, en un mundo donde avanza el autoritarismo, el machismo y la falta de democracia, el nivel de movilización y concienciación que está consiguiendo el movimiento feminista es una de las mejores noticias posibles. En segundo lugar, como el sindicato ha reiterado los últimos años, la lucha por la igualdad y contra la discriminación de género es una cuestión central, absolutamente estratégica. Esa apuesta es colectiva, y debe serlo de todas las mujeres y hombres de ELA. Las huelgas y movilizaciones que ELA está impulsando en sectores feminizados son buena prueba de ello. El imaginario y el protagonismo de las luchas sindicales está cambiando. Es un proceso imparable, en la medida en que son las mujeres las que sufren más situaciones de precariedad. 

También hay que destacar la continua incorporación de mujeres al sindicato y a los puestos de dirección, como el Comité Nacional, donde las mujeres son ya más que los hombres. Y  mujeres con responsabilidades importantes en el sindicato. Lo comenté en el Comité Nacional cuando se me propuso para secretario general: ‘No soy mujer; en eso no puedo ayudaros.Pero sí intento ser feminista, eso sí depende de mi’. Con todo lo que esta organización ya está haciendo y con el compromiso adquirido, creo que sería un simplificación reducir el debate al género de una persona. Eso no se correspondería, en absoluto, con la apuesta decidida que ELA está haciendo por la igualdad y por convertirse en un sindicato feminista; una apuesta que requiere de un cambio organizacional y de toda nuestra cultura sindical. 

La ola feminista también interpela al sindicalismo reivindicativo. En ELA tenemos claro que el sindicalismo transformador tiene que ser feminista necesariamente, y en eso estamos. Somos un sindicato feminista en construcción. Es una de nuestras principales preocupaciones y retos como sindicato: cómo hacemos que nuestra organización tome cada vez más y mejor en consideración las reivindicaciones de las mujeres. Nuestro verde tiene que ser cada día más morado.

¿Cómo vas a compatibilizar tu vida personal y laboral? La confederación está en Bilbao, tú vives en Iruña...

La concepción que históricamente ha tenido este sindicato de Bilbao como centro de decisiones, hoy, en la práctica, ya no es tal; la actividad está más descentralizada. Aun así, soy consciente de que no va a ser fácil, requiere encontrar ese equilibrio entre Iruña, Bilbao y el resto del país, para no caer en contradicciones desde el primer día. Es un debate que cada vez tenemos más presente en la organización, la militancia y el cuidado, el de uno mismo y el de los que te rodean.

“Primarien prozesuen atzean sarri ez dago eztabaida estrategikorik, baizik eta interes pertsonalak, eta hauek askotan txikituta uzten dituzte erakundeak”.

UNA PRECARIEDAD LABORAL QUE LO IMPREGNA TODO

¿Cuál es el principal reto sindical de ELA en la actualidad?

Hemos situado la lucha contra la precariedad en el centro de nuestra acción sindical. Es una precariedad laboral y social, el resultado de una estrategia económica y política para empobrecer a la mayoría de la gente. Cuando hablamos de situar la vida en el centro de las políticas estamos mandando un mensaje a confrontar con unos intereses (banca, patronal, grandes empresas…), y eso significa tomar partido, movilizarse y organizarse.

Quienes defienden esos intereses repiten que ya hemos salido de la crisis, como si todo lo que ha sucedido desde el 2009 hubiese sido un mal sueño. Las secuelas de esa crisis son permanentes, muy visibles, por desgracia, y se reflejan en una peor distribución de la riqueza, manteniendo unas políticas públicas que no cuestionan la desigualdad y con reformas laborales para da más poder a las empresas. Hoy es más fácil que una persona pierda su empleo que antes de la crisis, o que tenga peores salarios o que esté en condiciones más precarias. Los salarios bajos son una seña de identidad de la precariedad. La inestabilidad laboral, no saber si vas a trabajar o no la próxima semana, otra. Y la tercera seña de identidad es todo aquello que tiene que ver con la falta de seguridad y salud laboral, con el trabajo tóxico y penoso.

La precariedad no afecta solo al sector privado.

Efectivamente. Las Administraciones públicas están a la cabeza de la precariedad en este país. Hay gente que tiene hasta 200 contratos al año, como en Osakidetza u Osasunbidea. Es increible. ELA ha iniciado una campaña en el sector público, en la CAPV y en Navarra, para denunciar esta situación y socializar nuestras propuestas para rebajar la precariedad al 6%. Nuestras Administraciones tienen una responsabilidad directa. No vale decir que Madrid no nos deja, porque no es cierto.

Negoziazio kolektiboko gure lorpenak gorabehera, oraindik ere langileen erdia hitzarmena berritu gabe dago gurean.

Las reformas laborales del PSOE y el PP supusieron un ataque a la línea de flotación del modelo de negociación colectiva de ELA. ¿Qué diagnóstico haces de la situación de la negociación colectiva hoy?

Las reformas son la aceptación por parte de los gobiernos de las exigencias de la patronal. Es un esquema muy sencillo: en medio de una situación de “shock” como la que se produce en cualquier crisis, tratan de poner en marcha todas las medidas posibles para aumentar la indefensión de la clase trabajadora y aumentar sus beneficios. Para facilitar ese objetivo se ataca también a los sindicatos; las reformas se han hecho, en parte, para cerrarnos todas la puertas posibles. Nos cierran y dificultan unas posibilidades que antes eran factibles como unos convenios que garantizaban al menos unos mínimos, donde las empresas estaban obligadas a respetarlos y no desaparecían al vencer su vigencia. Y a eso hay que sumarle el efecto de esas reformas para impedir que nuestros convenios sectoriales puedan ser negociados aquí.

Con la abstención del PNV, se aprobó una reforma que permite a UGT, CCOO y CEOE apropiarse en Madrid de convenios y contenidos que hasta ahora negociábamos aquí. Es un hecho muy grave, que retrata a los que lo hacen, pero que, sobre todo, supone empeorar condiciones de trabajo. Ante un ataque de esta dimensión, hay que valorar el trabajo que ELA ha hecho para no resignarnos ante cada puerta que nos han cerrado. Casi de manera instintiva, hemos buscado alternativas, abrir esas grietas que nos permitan seguir defendiendo el derecho a la negociación colectiva. Hemos conseguido blindar muchos convenios contra la reforma y desbloquear convenios sectoriales que llevaban años sin renovarse, pero hay que ser muy conscientes de que todavía la mitad de las trabajadoras y trabajadores en nuestro país no tiene su convenio renovado. Ése sigue siendo uno de los principales desafíos del sindicato en la negociación colectiva.

Con una patronal que no necesita negociar porque el poder político se lo da todo o casi todo... ¿Qué le queda al sindicato?

Lo primero, descartar la resignación y partir desde la honestidad. No es una situación sencilla, pero no estamos para participar de ninguna ficción ni para alimentar soluciones que no pasen por implicar a la gente. El sindicato es un instrumento, y tiene valor en la medida en que los y las trabajadoras hacen uso de él. Por eso somos muy insistentes en la importancia de organizar a las y los trabajadores desde cada centro de trabajo. Se trata, en definitiva, de concienciar, de implicar, de sumar para hacernos más fuertes, para aumentar las posibilidades de tener un mejor convenio.

En todo este camino, la huelga ya no es una opción, es muchas veces nuestra única alternativa. Que las huelgas hayan aumentado en un 80% el año pasado es una magnífica noticia. Defendemos la huelga sin complejos porque da mucho a la clase trabajadora. No solo mejoras en las condiciones de trabajo, sino también unidad, reconocimiento, aprendizaje, conciencia… La huelga es dura, no es ningún camino de rosas, pero la emoción que genera es incomparable para cualquier sindicalista. Es algo fundamental para una clase trabajadora que está permanentemente en defensa de su identidad. Las huelgas hacen una sociedad mejor, más democrática y más solidaria.

Grebaren alde gaude konplexurik gabe, asko ematen baitio langile-klaseari: lan baldintza hobeak, batasuna, aitortza, ikasketa, kontzientzia…

LA TRAGEDIA DE LA IZQUIERDA

Estamos en plena campaña electoral, tanto en la CAPV como en Navarra. ¿Qué destacarías de las políticas públicas durante este cuatrienio?

Creo que, desgraciadamente, tanto el Gobierno de Iñigo Urkullu como el de Uxue Barkos mantienen en lo esencial políticas parecidas en materia económica y social. Y eso hace que el sindicato sea crítico con ambos. Dicho esto, hay que destacar una seña distintiva en la actuación del gobierno de Urkullu: su negativa a reunirse siquiera con ELA. Les guste o no, es el primer sindicato de la CAPV. Cierran de un portazo la posibilidad de llegar a acuerdos de tipo parcial o explorar ninguna cuestión en función del contenido. Esta decisión describe muy bien cuál es su concepción del poder y de la política. En mi opinión, sobra soberbia y falta talla democrática. Condicionar la relación con ELA a que renunciemos a ejercer la critica es inadmisible. Es tanto como pedirnos que renunciemos a nuestra autonomía.

Algunos comentaristas aseguran que la única oposición política que tiene el PNV es ELA.

Somos un sindicato. Ni más ni menos. Y no entramos en la lucha partidista, pero es evidente que el gobierno de Urkullu tolera muy mal la crítica, entre otras razones, seguramente, porque no tiene ninguna oposición política real. O por lo menos, el sindicato lo percibe así: un gobierno que hace no tanto aprobaba los presupuestos del PP en Madrid, que gobierna con el PSE en Lakua, que es capaz, incluso, de enredar en un proceso de negociación presupuestaria a EH Bildu y de firmar un acuerdo sobre un nuevo estatus que califican de histórico.... En fin, creo que el PNV está mal acostumbrado y eso hace que la crítica de ELA tenga mayor visibilidad. La política de este Gobierno afecta negativamente a muchos aspectos de la vida a la gente que defendemos y, evidentemente, ELA no se queda quieta. Muchos de los conflictos y huelgas abiertos (residencias, limpiezas, ayuda a domicilio, comedores escolares, educación…), el establecimiento de los servicios mínimos y cómo afronta los procesos de subcontratación de servicios públicos tienen como responsable al Gobierno de la CAPV y las diputaciones en las que gobierna el PNV. En materia social su negativa a reformar un sistema fiscal injusto o a debatir la ILP sobre la RGI y vivienda están en las antípodas de lo que el sindicato cree que deben ser las políticas públicas.

¿El llamado gobierno del cambio en Navarra ha traído realmente el cambio?

Cuando hace cuatro años se hizo público el programa de gobierno que había acordado el cuatripartito navarro (Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra), ELA tuvo el valor y la honestidad de hacer una lectura crítica advirtiendo de que el programa dejaba de lado puntos importantes para hacer efectivo el cambio. En una situación tan polarizada hemos puesto al sindicato a prueba en su autonomía. Nuestro sindicato, como otras tantas organizaciones y personas, ha sufrido durante los últimos cuarenta años las políticas de un régimen liderado por UPN, PP y PSN. Políticas con un componente antivasquista y antisocial, con recortes, derroche y nefasta gestión de dinero público. Sin embargo, insistimos desde el primer momento en que el cambio está por hacer: no es suficiente con cambiar el gobierno, hay que cambiar las políticas.

Me consta que nuestra lectura sobre algunas cuestiones no se comparte dentro del cuatripartito, pero no podemos callarnos cuando vemos que la política fiscal casi no se toca, cuando no se cuestiona la regla de gasto ni se aumenta la inversión en los servicios públicos o cuando se mantiene el proyecto del TAV. La decisión del Gobierno de impedirnos recoger firmas para la ILP sobre renta garantizada y vivienda es inaceptable. En Navarra hay quien pretende instalar la idea de que quien critica al gobierno da alas a la derecha. Evidentemente no es cierto, sobre todo porque hay que distinguir la dirección y la motivación de la interpelación, y ELA quiere que las cosas cambien. Por eso, la aportación no puede ser el silencio o la complacencia, sino la honestidad y la exigencia.

Una vez dicho esto, otras cosas sí han cambiado, y el sindicato ha aplaudido y apoyado algunas medidas. En primer lugar, este gobierno ha roto con la línea divisoria entre buenos y malos navarros establecida por los partidos del régimen, ha intentado que la realidad institucional reconozca la pluralidad navarra; se han dado avances con el euskera; se han tomado decisiones importantes en el reconocimiento de todas las victimas, en la memoria histórica, en la lucha contra la violencia de género… Nuestro debate con este gobierno y los partidos del cuatripartito es sobre la profundidad y alcance del cambio, no sobre su continuidad.

ELAren eta LABen ekintza bateratua benetakoa izango bada egintza konkretuetan islatu behar da: hitzarmen berdinak sinatu, exijentzia maila bera izan eta, batez ere, beharrezkoa denean greba egiteko prest egon.

¿Son posibles esos cambios sociales y laborales con la izquierda actual?

No vemos una izquierda firme, con ideas claras, con programa que tenga vocación real de confrontación con una derecha crecida, a la que se le entiende muy bien y que lleva su programa adelante sin complejos. Que la agenda de la izquierda no aparezca es una tragedia para la clase trabajadora porque no tenemos un altavoz en las instituciones para nuestras reivindicaciones. No lo acabamos de entender, viendo las conclusiones tan evidentes que la renuncia y el abandono de las políticas de izquierda ha traído para la socialdemocracia en Europa, donde ha caído en la irrelevancia. Cuando se abandona un espacio político, antes o después alguien acaba ocupándolo. Las cuestiones que importan y preocupan a la ciudadanía como el empleo, la precariedad, la vivienda, los temas sociales… más allá de la retórica, no forman parte de la acción política prioritaria de la izquierda política institucional. Intentar explicar esto desde la disputa partidista en busca del centro político nos parece un gran error.

En la medida en que se van abandonando determinadas reivindicaciones, la izquierda acaba jugando en el terreno que quiere la derecha. Y eso es lo que hemos visto recientemente con la negociación de los presupuestos de la CAPV. Para ELA, ha sido inexplicable la gestión de EH Bildu o el papel de Podemos y la aprobación de parte de los presupuestos en esa “lógica” del mal menor que acaba dando oxígeno a Urkullu. El desencanto de la gente o el triunfo ideológico del neoliberalismo se explica desde esa incapacidad o falta de decisión de la izquierda para defender referencias diferentes a las hegemónicas. A la izquierda le falta hablar con nitidez y sin complejos sobre algunas cuestiones, poner encima de la mesa alternativas claras y hacer pedagogía, para jugar en el terreno que ella decida y no en el que la derecha le marque.

Así las cosas, ¿existe alternativa al status quo actual?

Por supuesto que hay alternativa: ¿Qué hace ELA? ¿Qué hacen los pensionistas? ¿Qué hace el movimiento feminista?... Estamos confrontando. Estamos situando muy bien quiénes son nuestros adversarios, cuáles son nuestros objetivos y estamos movilizando a la gente y sacándola a la calle. No es posible seguir esa corriente que defiende la amabilidad, la renuncia a la confrontación o el “buen-rollismo” cuando estás abajo y tienes un zapato sobre tu nuca. Hay una línea política que -incluso desde la izquierda- habla permanentemente de disputar un espacio sin confrontación: eso no es posible. El conflicto es inherente a la sociedad porque hay intereses muy contrapuestos. El quid de la cuestión es si se apuesta por la confrontación o no. Si la opción es que no, solo queda mimetizarse con el ideario de la derecha.

Ezkerreko agenda ez agertzea langile-klasearentzat tragedia da, erakundeetan ez baitaukagu gure aldarrientzako bozgorailurik.

¿La decisión del sindicato de no participar en las Mesas de Diálogo Social de la CAPV y Navarra es irreversible?

El Gobierno Vasco ha seguido adelante en su idea de poner en marcha una mesa de diálogo social sin la participación de ELA ni de LAB, sindicatos que representan a más del 60% de la clase trabajadora de la CAPV. La primer reflexión que hay que hacer es para qué sirven esas mesas. Nosotros creemos que para neutralizar al sindicalismo. La CGTP, el primer sindicato portugués, compartía con nosotros esa reflexión recientemente. Son una trampa para conseguir desactivar la movilización. La segunda reflexión es que esa mesa de diálogo social se hace sin la mayoría sindical. Están representados el gobierno, la patronal y dos sindicatos, UGT y CCOO, que juntos no alcanzan ni el 30%. Esa decisión tiene un componente antidemocrático muy preocupante. Y se da incluso un paso más en este salto al vacío: para llegar a acuerdos, es suficiente con que uno de los dos sindicatos lo firme. Esta mesa es un reflejo claro de la escasa talla democrática de este gobierno y nos preocupa mucho que decisiones de este tipo se adopten con total normalidad y naturalidad.

TRABAJAR LAS ALIANZAS

Vivimos una realidad compleja y con las alianzas sindicales muy dañadas. ¿Recomponer la unidad de acción con LAB será uno de los retos principales de Mitxel Lakuntza? 

No es ningún secreto que la relación ELA y LAB lleva tiempo en crisis. Llevamos años haciendo un esfuerzo importante e intentando mantener una interlocución permanente para abordar los problemas que tenemos, sobre todo en torno a la negociación colectiva, pero lo cierto es que no hemos llegado a buen puerto. ELA y LAB compartimos de partida cosas importantes; somos dos sindicatos soberanistas de clase, críticos con el modelo de diálogo social y con las políticas públicas que se aplican. Sin embargo, esas coincidencias se encuentran en la práctica con dos problemas que impiden hacer efectiva una suma real entre ELA y LAB. En primer lugar, LAB es un sindicato que forma parte de un movimiento más amplio, vinculado a una estrategia común con un partido político. Esa realidad condiciona y distorsiona la relación porque no siempre se comparten las prioridades. Dicho de otra manera, cuando EH Bildu tiene poder institucional o mantiene procesos de negociación con el PNV, la unidad entre ELA y LAB se complica.

Una segunda razón es que los instrumentos con los que partimos y trabajamos son diferentes. La estrategia y las posibilidades de un sindicato que cuenta con una caja de resistencia con amplia cobertura no son las mismas que otro que no la tiene. En la práctica, eso se concreta en que LAB hace una teorización errónea de la huelga al afirmar que deben ser cortas y efectivas. Eso es un simple deseo que se estrella contra una realidad que nos demuestra que son las empresas las que deciden la duración de la huelga. En nuestra mano está ver cómo somos capaces de generar las mejores condiciones para que nuestra gente aguante. Ahora, por ejemplo, en las residencias de Gipuzkoa, ELA ha convocado 19 nuevas jornadas de huelga y LAB solo dos. Si no coincides en el terreno real, es muy difícil hacer una acción conjunta.

Ezin dugu bat egin atsegin izatea, konfrontazioa baztertzea edota “rollo ona” aldezten duen joera horrekin, batez ere, azpian zaudenean eta zure lepoa hankapean dutenean.

¿Eres optimista a corto plazo?

Seguramente lo que haya que construir, más allá de lo que hagamos desde ambas direcciones, vendrá de abajo hacia arriba. La praxis, la coincidencia en la vida real deberá ir dando coherencia y abriendo oportunidades. La unidad de acción entre ELA y LAB, para ser real, se tiene que ver en los hechos concretos: porque acabamos firmando los mismos acuerdos, porque tenemos el mismo nivel de exigencia y, sobre todo, porque coincidimos en la huelga cuando toca.

ELA ha intensificado durante los últimos años su alianza con distintos movimientos sociales. ¿Qué espera ELA de este trabajo en común?

El sindicato hace mucho que entendió que nuestra responsabilidad y nuestras necesidades como clase trabajadora excedían el ámbito del centro de trabajo. Somos también una herramienta para el cambio social. En esa dirección tenemos que seguir impulsando iniciativas; es una agenda que tiene que ser sobre todo compartida con otras organizaciones y sindicatos. ELA tiene mucho que aportar, compartir y también que aprender. No siempre es fácil poner en marcha dinámicas conjuntas, muy plurales y con distintos ritmos y concepciones, pero una organización que no se fuerza a trabajar en espacios comunes tiene un gran riesgo de caer en la irrelevancia. También es importante lo que podamos hacer a nivel interno, concienciando a nuestra gente. En el Congreso extraodinario del 5 de abril se propone la incorporación de Maialen Aranburu a la ejecutiva para dirigir el área de “Ekintza Soziala”, reflejo de que el sindicato quiere dar un salto importante en todo lo que tiene que ver en esas alternativas al neoliberalismo.

Nafarroan batzuk sinestarazi nahi dute gobernuari kritika egiten dionak eskuina indartzen duela. Jakina, hori ez da egia. Eztabaida da aldaketa zenbaterainokoa izango den, ez jarraitu behar ote duen.

UN MODELO DE CONTRAPODER SINDICAL

Estamos en pleno proceso de elecciones sindicales y los resultados están siendo muy buenos, tanto en la CAPV como en Navarra. ¿Qué lectura haces de los mismos?

Que estemos prácticamente en los máximos históricos en representación (41,30%, en la CAPV y 22,70%, en Navarra) es una muy buena noticia. Por dos cosas: primero, porque es el reconocimiento a la labor de cientos de militantes de ELA y al trabajo que hacemos cada día y, segundo, porque demuestra la vigencia y el respaldo al modelo de contrapoder de ELA. Un modelo que no es fácil en una sociedad como la nuestra. A mucha gente le gustaría que el sindicato le dijera: “Tú paga la cuota que nosotros te solucionamos los problemas”. Pero no es así. ELA le dice a la gente: “El sindicato es el instrumento, pero requiere de tu implicación. Depende de tí y de la capacidad que tengamos en esa empresa de organizar a la gente, de generar mayorías, de afiliar, de constituirnos como un poder real”.

Hay que felicitar al conjunto de nuestra militancia por estos resultados, sobre todo en aquellos sectores donde venimos de conflictos, sectores con mucha precariedad. Incrementar el resultado cuando se está por encima del 41% da buena muestra de todo el trabajo que hay tras ese apoyo, que es muy grande. Tampoco me puedo olvidar de los resultados de los últimos años en Navarra. Llegaron a elaborar listas negras con nuestra gente y hubo una auténtica entente entre gobierno, patronal, UGT y CCOO, que hasta 2015 costeaba los salarios de más de 170 personas de estos dos sindicatos con dinero público. Su objetivo, entre otros, era que ELA no incrementase su presencia en Navarra. A la vista está que han fracasado; hoy ELA está a poco más de un punto de CCOO y a poco más de dos de UGT; una UGT que hace pocos años tenía una representación del 36%.

Finalmente, ¿qué tiene Mitxel Lakuntza apuntado para el 6 de abril en su agenda?

El 6 es sábado, el 7 domingo... (sonrisa). El 8 de abril acudiré a la reunión semanal del Comité Ejecutivo del sindicato. Tocará valorar el Congreso y ponernos manos a la obra. Tenemos muchos retos a corto plazo: todo lo que tiene que ver con la negociación colectiva, cómo enfrentamos la precariedad, cómo vamos innovando y mejorando nuestra estrategia, concretar nuestra agenda social... Esto no para.