Antolatutako borroka gehiago (Testoa gaztelaniaz)

2003/06/27
En una primera aproximación a lo que está siendo la negociación colectiva del 2003 vemos que está resultando un año clarificador: así, el valor de las alianzas sindicales cuando son reales, la posición de enfrentamiento asumida por la patronal, la debilidad del sindicalismo español, la importancia de la organización del conflicto, la perspectiva de los contenidos... Estamos trabajando con una alianza sindical real, la formada por ELA, LAB y ESK. Los niveles de los compromisos alcanzados, tanto en los objetivos reivindicativos como en los instrumentos de trabajo sindical, están determinando la dinámica de la mayoría de los convenios sectoriales y, aunque en menor medida, de los pactos de empresa. Es cierto, también, que estamos detectando algunas diferencias en el planteamiento concreto. Algo normal, por otra parte, entre organizaciones con distintos recorridos y que durante este año no han podido ser suficientemente debatidos y solucionados, pero que tenemos que aclarar para el futuro. La patronal ha enseñado todas sus cartas. Su única pretensión es mantener un escenario de juego que le suponga la rentabilización máxima de sus intereses. No acepta escenarios alternativos. Ni siquiera modificaciones del suyo. Se niega a abrir una negociación de las condiciones de trabajo de los colectivos más castigados en las relaciones laborales, como son las mujeres y las personas jóvenes. Se atribuye para sí la propiedad absoluta de la riqueza generada. Utiliza todos los medios disponibles (que son muchos) para tratar de crear una percepción social de los riesgos de la reivindicación sindical, planteando sin rubor un chantaje a la sociedad. Utiliza la disposición complaciente del sindicalismo español para firmar acuerdos en minoría que en sus contenidos suponen la renuncia a la reivindicación sindical. Incorpora el instrumento de la adhesión individual para tratar de presionar a los sindicatos que mantenemos posiciones reivindicativas. Responde al conflicto con una política de aguante y pretensión de cansancio de las personas en huelga. En definitiva, ni negocia ni propicia escenarios de negociación. Esta es la patronal que tenemos. Y, sorprendentemente, tienen todos los apoyos y parabienes de nuestras instituciones. También cuentan con el apoyo de sindicatos que muestran con claridad sus enormes limitaciones de acción y que convierten su nula capacidad sindical en disposición servicial a favor de un consenso social dominado por la patronal. Se ofrecen al juego de firmar convenios al precio establecido por la patronal, sin buscar alternativas de mejora de las condiciones de trabajo, y transmitiendo la idea de la resignación y aceptación del mal menor que supone el concepto de una relación laboral precaria, discriminatoria e injusta con los colectivos más desfavorecidos de nuestra sociedad. Esa es la apuesta de CCOO y UGT. Renunciar a la reivindicación sindical para crear una red virtual de interlocución y finalización de los convenios favoreciendo los intereses patronales y consolidando la precariedad social. Y lo hacen aunque tengan que firmar acuerdos en minoría, no pocas veces rechazados con huelgas y movilizaciones por los colectivos afectados, y defendiendo las virtudes de una práctica que transmite estabilidad a los intereses de la clase empresarial. Es absolutamente imposible hablar de alianza con estos sindicatos. Mejor organización La respuesta sindical de una línea de trabajo con objetivos de cambio de las condiciones de precariedad es la movilización. Es la perspectiva más dura y la más comprometida, pero es la única que puede conseguir alterar la situación. Pero la movilización tiene que ser organizada en la mejor de las posibles alternativas que tenemos. Nuestra relación de fuerzas, aún con la alianza señalada, tiene limitaciones. Este año estamos aprendiendo que la perspectiva histórica no supone necesariamente ni la única ni la más valiosa de las posibilidades. Tenemos que esforzarnos en buscar alternativas de trabajo que permitan abrir escenarios de avance y referencialidad en la obtención de nuestros objetivos reivindicativos. Este es un debate necesario para reforzar la potencialidad de la alianza sindical. Podíamos haber optado por otro tipo de sindicalismo. Menos comprometido y más virtual, con muchos acuerdos fáciles y escaso nivel de conflictividad. Hasta podríamos obtener una imagen de reconocimiento por la patronal y por esas instituciones públicas que cada vez esconden menos sus preferencias sociales. Eso sería un fraude, un engaño a la clase trabajadora vasca. SEBAS ANDREU Responsable de Negociación Colectiva