Con la hipoteca al cuello
2003/06/27
Los y las jóvenes de entre 18 y 35 años lo tenemos crudo: abandonar la casa de nuestros padres y vivir por nuestra cuenta, solos/as o en pareja, es casi una misión imposible para una gran parte de la juventud porque hay varios y serios obstáculos a superar.
Primero, hay que encontrar un empleo; uno que sea realmente estable y que nos reporte un salario suficiente; más adelante, y tras haber ahorrado una cantidad respetable, hay que empezar a buscar piso, un piso cuyo precio no sea un atraco a mano armada... Aquí es donde empezamos a ponernos ciertamente nervios@s...
Si tenemos en cuenta que el salario medio de un/a joven es de 13.640 euros anuales, que los precios de los pisos han subido 5 veces más que los salarios en el último quinquenio, que dos tercios de nuestro salario lo tenemos que dedicar al pago de una hipoteca a 20 años... podremos hacernos una pequeña idea del panorama al que nos enfrentamos. Y es que el precio de una vivienda libre en Hego Euskal Herria es el doble de la cantidad que la mayoría de l@s jóvenes podemos asumir.
El resultado de esta relación imposible entre precios y salarios es que el 70% de los menores de 35 años sigue viviendo en casa de sus padres, y del 30% restante que ha conseguido independizarse, la gran mayoría lo ha hecho en pareja, ya que afrontar el acceso a una vivienda en solitario es casi inviable.
¿Qué pasa con la vivienda?
Pues pasan muchas cosas: que la demanda es muchísimo mayor que la oferta; el suelo es caro; la oferta de viviendas protegidas es absurdamente insuficiente; la de viviendas en alquiler, muy baja, cuando el número de viviendas vacías estimadas supera las 100.000...
El principal factor que afecta al problema de la vivienda es el suelo calificado, que no es escaso pero sí muy caro, principalmente porque este suelo calificado tarda mucho en llegar al mercado: l@s propietari@s no venden porque cuanto más tarden más vale su terreno; los ayuntamientos especulan con el suelo porque de esa manera obtienen un beneficio importante para las arcas municipales; l@s promotores que reciben la adjudicación del suelo tardan en edificar y ejecutar la obra, porque cuanto más tarden en hacerlo más se encarece y más beneficio sacan.
El número de viviendas en el mercado es insuficiente, pero sobre todo es insuficiente la oferta de viviendas protegidas: en el año 2002 en la CAPV se edificaron 4.050 viviendas protegidas, cuando según el análisis de la demanda real, el Departamento de Vivienda debería ofertar en torno a 20.000.
La oferta de viviendas en régimen de alquiler es meramente testimonial, frente a la media europea que se sitúa en el 40%. Recientemente se ha anunciado la puesta en marcha del Programa Bizigune con el objetivo de sacar al mercado antes del año 2005 alrededor de 5.000 de las 80.000 viviendas vacías que existen en la CAPV; medida acertada, aunque insuficiente.
La última campaña electoral ha sido especialmente dura, larga y pesada en lo político, pero si en algo se han puesto de acuerdo todos los partidos es en incluir el tema de la vivienda dentro de sus promesas electorales, como algo prioritario. Mala señal que sólo saquen a colación el tema en época electoral.
Lo cierto es que son muchos los intereses económicos en juego, y muchas las partes implicadas que sacan tajada del negocio de la especulación en todas las fases del proceso inmobiliario hasta la venta final de las construcciones, y en las que están implicadas y son cómplices tanto elementos públicos como privados.
Meterle mano a este problema requiere menos propuestas-parche y demagogia electoral y más voluntad política seria, algo que durante años ni los partidos políticos ni las administraciones públicas han demostrado tener.
Nere Urrestarazu