Gurutz Gorraiz: "Análisis de clase"
Gurutz Gorraiz. Secretario general de Hainbat
"Lo que el patrón ahorra lo pagas tú". Es el duro lema de la campaña que ELA ha iniciado contra la siniestralidad en el sector de la construcción. El mensaje tiene poco que ver con el discurso habitual en materia de accidentes de trabajo, ése que habla de que la responsabilidad de la siniestralidad laboral es de todos y que ponerle remedio es también responsabilidad de todos, que lo importante es la concienciación y la formación, que la vía de las denuncias y sanciones no conduce a nada... Son los mensajes, políticamente correctos, que traslucen los editoriales de los medios de orden, las campañas oficiales sobre seguridad y salud o el discurso de algunos sindicatos muy volcados en la "gestión" de la prevención.
Es el planteamiento, por ejemplo, del Gobierno de Gasteiz, cuyo viceconsejero de Empleo acaba de afirmar que la confrontación no es el camino para afrontar la siniestralidad laboral. Nosotros le contestamos que sin tener en cuenta la confrontación de intereses no se puede entender ni abordar la siniestralidad laboral.
Por eso, nuestra campaña aporta otra mirada sobre el problema, la mirada de clase. Y es que no se pueden entender la mayoría de los accidentes o enfermedades laborales si no se tienen en cuenta las condiciones de trabajo: garantías de estabilidad, ritmos, ahorro en medios y tiempo de prevención, jornadas prolongadas y/o irregulares...
La relación entre siniestralidad y precariedad parece lógica: la persona con un contrato precario ni recibe la formación necesaria en materia de prevención ni está en condiciones de exigir seguridad. Los datos confirman esta apreciación: quienes tienen un contrato precario sufren una tasa de siniestros dos veces y media mayor que las personas con un contrato fijo. Las estadísticas confirman también la relación entre siniestralidad y cadenas de subcontratación.
Hay una cuestión clara: la prevención cuesta tiempo y cuesta dinero, que es a lo que los empresarios terminan traduciendo casi todo: formación en seguridad, planificación y ejecución de medidas de prevención, medios personales de prevención, seguimiento de la seguridad a pie de obra, etc. Todo esto falla muchas veces como consecuencia de las prisas y la obsesión por ahorrar.
Voy a referirme a dos accidentes mortales de este año. En abril el conductor de una grúa muere aplastado al hundirse el suelo del edificio en cuya demolición trabajaba. El operario había advertido del riesgo de hundimiento y pedido la utilización de una grúa de menor tonelaje, pero se le contestó que eso supondría retrasar dos días los trabajos.
En septiembre dos obreros mueren sepultados en una zanja por un desprendimiento de tierra. Los obreros habían advertido del riesgo de corrimiento, acentuado por las lluvias de los últimos días. El responsable de la empresa decide no emprender los trabajos de entiba del talud porque "retrasarían dos horas la obra".
No son sino dos ejemplos de la realidad terrible de que muchos accidentes de trabajo se producen porque el patrón ha mirado más a sus intereses -a su beneficio, en definitiva- que a nuestra seguridad. Por eso, el tópico de atribuir los accidentes a la mala suerte o a la falta de concienciación suficiente se convierte en cortina de humo para difuminar responsabilidades y encubrir su relación con las políticas patronales de minimizar costes y maximizar beneficios.