"El pórtico de la dignidad" eta "Extorsión"
Son ya muchos, casi ocho, los meses que llevan los trabajadores de Caballito en huelga. Ocho meses en defensa de un convenio colectivo justo y por el mantenimiento del empleo y de todos los puestos de trabajo. Durante estos meses están acampados, día y noche, en el pórtico de la Catedral Nueva de Gasteiz y para muchos ese enclave se ha convertido en un símbolo de resistencia ante la prepotencia de la patronal y la negligencia de las instituciones públicas.
Caballito cumple más de 35 años en Gasteiz y en los últimos cinco ha declarado más de 3.000 millones de beneficio. Es evidente que no es una empresa en crisis pero aprovechando el cambio de planta trata de hacer desaparecer puestos de trabajo, que se trabajen más horas y que se cobre menos. Ante planteamientos tan regresivos la plantilla ha reaccionado con firmeza y solidaridad a la vez que siempre se ha mostrado dispuesta a dialogar.
Los huelguistas han dado todas las muestras de voluntad negociadora que se les ha pedido pero ante cada paso para conseguir un acuerdo, la dirección, movida por un espíritu de venganza inusual en las relaciones laborales, ha respondido introduciendo elementos de crispación como son el despido de una persona embarazada alegando baja productividad, la coacción, el despido de trabajadores por participar en piquetes informativos, el seguimiento y la intromisión en la vida privada de los delegados y ahora el chantaje de la hipotética deslocalización. De esta forma la continuidad de la huelga se ha convertido en la única alternativa que se les ha dejado a los trabajadores de Caballito. Por muy incomoda que sea la situación, más lo sería entrar bajo las condiciones que propone la dirección de la empresa, de la boca de un gerente que se ha convertido en un experto de la provocación, el comportamiento totalitario y la manipulación al margen de cualquier atisbo de sentido común.
El anuncio de la deslocalización es un paso más en la escalada de presiones a unos trabajadores que ejercen el derecho democrático a la huelga para que regresen a su puesto de trabajo sin acuerdo alguno. Una maniobra para desactivar la protesta y otra vuelta de tuerca de una empresa incapaz de alcanzar acuerdos con los huelguistas, para lo que ha contado con un grupo de esquiroles que lejos de ejercer su derecho al trabajo, están amasando dinero a costa de sus compañeros ya que, como ha denunciado la Inspección de Trabajo, sustituyen ilegalmente a los trabajadores en huelga y realizan multitud de horas extras domingos y festivos incluidos. A estas personas que han sido "buenos" el gerente les garantiza el puesto de trabajo en un claro ejercicio de discriminación y vulneración del derecho a la huelga.
Las 140 personas que están en la calle han observado como las diferentes instituciones públicas les han ignorado e incluso despreciado. Desde posiciones institucionales de privilegio han sido víctimas de la desidia del alcalde, de la negligencia del señor Rabanera y de la indiferencia de un lehendakari que se proclama de todos los vascos pero que ha sido incapaz de esbozar un gesto de solidaridad con 140 familias que están en la calle en defensa de una Euskadi para todos. Lejos de eso, el Gobierno vasco ha tratado de acallar a los huelguistas con denuncias, cargas indiscriminadas de la Ertzaintza y nula utilización de su poder político para acabar con este conflicto. Es evidente que la doctrina neoliberal de la son tributarios el lehendakari y el diputado general de Araba les lleva a perder la neutralidad que se les debe exigir a personas que ostentan cargos públicos de esas características.
Pese a todo, la dignidad y el coraje que mantienen los trabajadores de Caballito se ha convertido en un símbolo de esperanza para una clase, la trabajadora, que no se resigna a ser humillada y que exige ser respetada ante cualquier otra consideración. Así mismo, buena parte de la sociedad gasteiztarra se siente cómplice con esta pelea ya que son conscientes de que en la medida de que el conflicto de Caballito tenga una solución satisfactoria para los intereses de los trabajadores se habrá conseguido, siquiera provisionalmente, poner freno a las intenciones de una patronal que esgrimiendo permanentemente la espada de Damocles de la deslocalización ha puesto en marcha, con el beneplácito de las instituciones, una estrategia de acoso y derribo a derechos conquistados con mucho esfuerzo a lo largo de años de lucha sindical.
La piña solidaria que forman los huelguistas así como toda la red de apoyo que seamos capaces de tejer será suficiente para dar una resolución en positivo a este conflicto y poder construir entre todos una Araba más justa y solidaria en la que vivir y trabajar merezca la pena.
Gorka Vierge, miembro del Comité Nacional de ELA y Secretario comarcal de ELA en Gasteiz
(artículo publicado el 27 de junio en El Periódico de Álava y el 28 de junio en Gara)
EXTORSIÓN
A lo largo de la semana han sido noticia las declaraciones del gerente de Pferd-Rüggeberg (Caballito), José Ignacio González, sobre el conflicto de la empresa y la decisión de trasladar la producción a Polonia. La verdad es que las cosas que ha dicho este hombre dan para pensar que, o es un provocador profesional o está como un cencerro, sin que hay que descartar una combinación, mitad y mitad, de ambas cosas.
González ha ofendido a las personas en huelga ("no son trabajadores"), se ha burlado de su lucha ("llevan 8 meses de vacaciones pagadas"), ha mentido sobre el proceso ("hubo un preacuerdo con Elorrieta"), ha insultado a nuestro sindicato ("no actúa por intereses laborales sino nacionalistas"), se ha montado un ERE "sui generis", contra toda ley y jurisprudencia, para despedir a los huelguistas ("no cuento con los huelguistas, pero vamos a mantener la producción para que estas personas -los esquiroles- tengan trabajo") y como aportación al I+D local ha inventado la autocrítica con incensario ("hemos cometido el error de ser honrados").
Lo extravagante del personaje no quita gravedad al tema de fondo: la extorsión contra el personal en huelga al que sitúa en el corredor de la muerte laboral, y la extorsión contra la sociedad y sus instituciones de las que, según ha afirmado IU, Pferd-Rüggeberg ha recibido ayudas públicas cifradas en 18 millones de euros (3.000 millones de pesetas).
Si la respuesta de la asamblea de Caballito ha sido de ejemplar dignidad y valor, la respuesta institucional ha sido deplorable. La Consejera de Industria ha expresado su "amargura" ante la fatalidad de una decisión "negativa y perjudicial para todos", eludiendo cualquier crítica al incalificable comportamiento de la multinacional. El diputado general alavés ha ido más allá y ha pedido a los trabajadores que "que moderen sus pretensiones". La conclusión es clara: las empresas son intocables y las multinacionales lo son en grado superlativo. Frente a ellas sólo cabe el regalo, el halago y la sumisión, no vaya a ser que se enfaden. Una estrategia que, en cualquier caso puede tener corto recorrido ante quien es insaciable.
G.K.(Astekaria nº 141)