XVI CONGRESO CONFEDERAL
“Queremos organizar a la clase trabajadora para transformar la sociedad”

El objetivo del congreso es definir las líneas generales de trabajo para los próximos cuatro años, pero ¿en qué contexto hay que situar la propia reflexión del congreso y los próximos años?
[Mitxel Lakuntza]: Estamos ante un contexto complejo y difícil, y a tenor de los acontecimientos de los últimos meses parece que lo vamos a tener aún más difícil.
A nivel mundial los enfrentamientos y la tensión son evidentes. Estados Unidos quiere mantener su hegemonía, pero China y los países BRICS son cada vez más fuertes. Lo que ocurre en el Congo, Gaza o Ucrania es indicativo de esos enfrentamientos. Las diputas sobre las materias primas y las fuentes de energía están impulsando estructuras y luchas neocoloniales en todo el mundo, en muchos casos hasta el punto de iniciar una guerra. La proliferación de las guerras es una muestra de ello.
Tras la pandemia la Unión Europea flexibilizó el límite de gasto y endeudamiento de los Estados, pero ya han vuelto a imponer la ‘disciplina fiscal ', y con ello la decisión de limitar o reducir los servicios públicos y las políticas sociales. Peor aún, diría que tratarán de imponer recortes más duros debido a los 800.000 millones que se han acordado para alimentar la industria armamentística y los fondos de inversión con la excusa de la guerra de Ucrania.
Las políticas neoliberales han erosionado el bienestar de los ciudadanos y las ciudadanas aumentando las desigualdades y ampliando la pobreza. Al mismo tiempo, se han reforzado los movimientos que hacen frente a las explotaciones del capitalismo y las crisis, como el transfeminismo, el ecologismo, o el antirracismo. Pero a falta de alternativas sólidas de izquierdas, la incertidumbre que todo este panorama genera alimenta el discurso de la extrema derecha. Bajo el impulso de los poderes económicos, a través de las redes sociales y los medios de comunicación, se están difundiendo bulos y noticias falsas que tratan de convertir en culpables a las víctimas de la crisis. El movimiento sindical, a pesar de que en Euskal Herria hemos desarrollado una dinámica de confrontación importante, no estamos siendo capaces de revertir esta situación. En este duro contexto, además de mantener nuestras luchas habituales, el compromiso del sindicato es firme en la defensa de los derechos humanos y la democracia. El capitalismo no necesita democracia y muchas veces incluso le molesta, pero el sindicalismo difícilmente puede subsistir sin respetar derechos fundamentales y sin democracia.
[Amaia Muñoa]: En Euskal Herria, las políticas neoliberales impuestas durante décadas han empeorado las condiciones de trabajo y de vida, y al tiempo que han aumentado los beneficios de las empresas se han reducido los salarios y el poder adquisitivo de las trabajadoras y los trabajadores. La pobreza y la exclusión social están cada vez más extendidas y son las mujeres y las personas migradas las que sufren las consecuencias más graves. Por ejemplo, la tasa de pobreza de las mujeres es significativamente mayor que la de los hombres y la tasa de pobreza entre las personas migrantes es nueve veces mayor que la del resto de la población.
Y en este contexto, ¿cuáles son las principales líneas de trabajo que se proponen?
[A. M.]: Hace cuatro años hicimos un trabajo especial para identificar y definir unas líneas estratégicas sólidas: combatir la precariedad, trabajar y fortalecer la militancia, sindicalizar los centros de trabajo, transformar la organización para la equidad de género y estructurar el trabajo planificado.
Nos impusimos mucho trabajo y unos objetivos muy ambiciosos. En este tiempo hemos dado pasos hacia adelante, en unas líneas más que en otras, pero todavía no hemos finalizado ese camino. Por tanto, proponemos mantener las mismas líneas estratégicas para seguir dando los pasos que nos faltan.
[M. L.]: Planteamos desarrollar diagnósticos concretos y planes específicos en cada centro de trabajo para hacer frente a la precariedad y ser el sindicato de referencia para las personas trabajadoras que la padecen, así como incorporar y planificar adecuadamente el abordaje de la precariedad en el proceso de negociación colectiva. Queremos que quienes tienen salarios bajos o sufren la brecha salarial, quienes tienen contratos eventuales o parciales, quienes tienen un alto riesgo sanitario… estén en el centro de nuestra acción sindical. Las mujeres o los sexos disidentes, las personas migradas o jóvenes son, de forma especial, las que más están sufriendo este tipo de situaciones, aunque cada vez son más las situaciones y personas a las que se extiende esa realidad.
En una línea similar, en el camino hacia la construcción del sindicalismo feminista, planteamos desarrollar planes internos y externos para hacer frente a la discriminación que sufren las mujeres. Necesitamos seguir transformando la organización y la actividad del sindicato desde la perspectiva de género, para incorporar la mirada de género en todas las funciones del sindicato, para dar cabida a la participación y la corresponsabilidad de las mujeres. Generalizando la dinámica de años anteriores, queremos seguir desarrollando la negociación colectiva como herramienta para hacer frente a la discriminación de género, elaborando diagnósticos de discriminación de género y planes especiales para incorporarlos a la negociación colectiva. También planteamos los primeros pasos para empezar a incorporar el antirracismo a nuestra actividad sindical.
[A. M.]: Abordar todo esto, sin embargo, es imposible sin organizar los centros de trabajo. Hemos puesto en marcha toda una planificación para fomentar la capacidad y el espíritu de organización y confrontación de las personas trabajadoras con los empresarios en cada centro de trabajo, y queremos dar pasos significativos en los próximos años. De no hacerlo no podremos confrontarnos con los poderes económicos y políticos para mejorar las condiciones de trabajo y de vida. Eso sólo lo conseguiremos concienciando, motivando, organizando y formando a representantes y afiliados/as. Proponemos centrarnos en ello.
[M. L.]: Para ello también tenemos un gran reto en los próximos años: intentar en la mayor medida posible convertir en militantes a los y las representantes y afiliados/as de ELA. De hecho, la militancia es el núcleo de nuestro modelo sindical. Ser de ELA no es sólo una cuestión de afiliación, es una persona que se suma a los principios, valores y aspiraciones del sindicato y aporta al sindicato como miembro de la estructura, representante o afiliado/a. Fomentar la militancia es un verdadero saber y transferencia de poder. Para ello, debemos crear y fortalecer espacios de participación a todos los niveles, formar, responsabilizar y empoderar ideológica, técnica y organizativamente a las personas de nuestro entorno. Tenemos que ampliar el campo de acción de la militancia: en el ámbito empresarial, por supuesto, pero también más allá, extendiéndolo a los ámbitos sociales y políticos de trabajo de ELA.
[A. M.]: Y todo esto no se puede hacer sin sistematizar y planificar mejor nuestro trabajo. Es cierto que la labor de un sindicato está condicionada en gran parte por las decisiones de empresas y gobiernos, pero no podemos limitarnos a ello. Debemos desarrollar nuestras propias estrategias e iniciativas para conseguir nuestros objetivos. Para eso pusimos en marcha nuestro propio sistema de gestión desde el último congreso. Queremos ser más eficientes para conseguir nuestros objetivos, estableciendo prioridades, renunciando a algunas cosas. Tenemos que compatibilizar la actividad militante con la vida. Hemos avanzado, pero todavía nos queda mucho por hacer.
En el anterior congreso ELA apostó por un camino unilateral hacia la república vasca euskaldun, soberana y social, pero el independentismo no está en su mejor momento, estamos sufriendo un duro ataque contra el euskera y socialmente no diría que estamos mejor. ¿Qué es lo que se propone para los próximos cuatro años?
[M. L.]: Ser sindicato es nuestra forma de ser abertzale. Estamos convencidos de que construimos país mejorando la justicia social y el bienestar de los ciudadanos y las ciudadanas humildes. Es decir, que en la medida en que construimos alternativas en la negociación colectiva, en los servicios públicos, en las políticas sociales, para responder a las necesidades fundamentales de la ciudadanía, estamos ganando la mayoría social para la soberanía.
Seguir dependiendo de los Estados español y francés erosiona nuestro autogobierno y bienestar y limita la libertad de la clase trabajadora. En Euskal Herria existen mayorías sindicales y sociales para impulsar otras políticas. Por tanto, debemos ganar soberanía en diferentes ámbitos para mejorar los derechos y el bienestar social de la clase trabajadora. A eso responden, por ejemplo, la lucha y las victorias para decidir los convenios en Euskal Herria, la Iniciativa Legislativa Popular a favor de que el Salario Mínimo Interprofesional también se decida aquí, las inversiones en el sector público, las reivindicaciones para que las condiciones laborales las decidamos los trabajadores y las trabajadoras, las estrategias para desarrollar un sistema público de cuidados o los planes para euskaldunizar la administración. La soberanía o la independencia no son algo que algún día vayamos a votar porque alguien nos ha dado la oportunidad, es algo que tenemos que ir construyendo, decidiendo y ganando continuamente en diferentes ámbitos.
[A. M.]: En este sentido, nos preocupa mucho que el proceso hacia el nuevo estatus se haya convertido en un debate entre élites políticas. Una decisión que condicione a las próximas generaciones no se puede gestionar así. Es imprescindible superar la cultura política elitista y reforzar la participación de la sociedad civil. Para ELA es fundamental incorporar al debate el marco vasco de relaciones laborales, el estatus del euskera, el reconocimiento nacional, la confederación mínima de territorios de Hego Euskal Herria y el derecho a decidir, y para lograrlo, será imprescindible la participación de la sociedad civil y fuertes movilizaciones sociales.
La respuesta que están dando las instituciones vascas ante la erosión y vaciamiento del autogobierno en la CAV y Navarra está siendo muy débil. Y el movimiento soberanista no estamos siendo capaces de articular una estrategia sólida y eficaz. Pero para liberarnos de cualquier situación de opresión la confrontación es imprescindible y en nuestra opinión la polarización en el proceso de soberanía de Euskal Herria es totalmente necesaria.
Al igual que hacemos en el conflicto entre trabajadores/as y el capital, en la lucha nacional también es necesaria la confrontación, para responder a los recortes del autogobierno, para poner de manifiesto el conflicto político y para construir nuestras alternativas.
También en Ipar Euskal Herria formamos parte de un ecosistema que, a través de la Fundación Manu Robles Arangiz, se ha convertido en referencia para abertzales y progresistas. Gracias a la labor del movimiento Alda estamos formando una red de ciudadanos/as anónimos más allá del ámbito habitual del nacionalismo. ¡A esto se une la dinámica Bizi! que se está creando en torno a la justicia climática y a las diferentes soberanías. Nos corresponde dar continuidad y ampliar estas vías. ELA es un sindicato con vocación territorial de toda Euskal Herria.
La ponencia es crítica con las fuerzas políticas de izquierda. ¿Qué consecuencias tiene eso en la actuación del sindicato y qué es lo que se pide a los partidos de izquierda?
[M. L.]: Las fuerzas de izquierda presentes en las instituciones vascas siguen la misma línea de moderación política que las socialdemocracias europeas han adoptado en las últimas décadas. No están haciendo frente a los fundamentos ideológicos y a los programas neoliberales asentados durante años en nuestro pueblo, ni planteando alternativas institucionales.
Es evidente la responsabilidad de PNV, UPN, Geroa Bai, PSE-EE y PSN en la política fiscal que han impuesto en nuestro país, en el recorte de los servicios públicos, en las privatizaciones y en las posturas a favor de la patronal. De este modo, la búsqueda y justificación de ‘acuerdos de país’ o ‘acuerdos amplios’ con estos partidos, hasta el punto de ser calificados en algunos casos como históricos, supone partir de un diagnóstico erróneo, beneficia poco a la pedagogía de izquierdas e impide una profunda transformación a medio y largo plazo.
Para el movimiento sindical es fundamental que los partidos de izquierda planten cara en las instituciones a las políticas contra la clase trabajadora, que confronten la agenda reaccionaria y defiendan un programa alternativo. Si esta decisión fuera firme y se respetara la autonomía de cada agente, la articulación sindical, social y política para el desarrollo de la agenda social y soberanista tendría una gran capacidad para transformar la situación sociopolítica de Euskal Herria. Lamentablemente, no es ese el camino que ha tomado EH Bildu, pero si lo hiciera, creemos que hay capacidad y base militante suficiente para transformar la realidad sociopolítica de nuestro país.
Las relaciones con LAB tampoco están en su mejor momento...
[A. M.]: Lamentablemente, ELA y LAB vamos por diferentes caminos. La única opción y elección para ELA ha sido la mayoría sindical de Euskal Herria. Esta mayoría, más allá de la aritmética, se ha caracterizado por el modelo sindical de contrapoder y por la defensa y construcción del marco vasco de relaciones laborales y protección social. Con LAB, sin embargo, tenemos discrepancias evidentes en la negociación colectiva, en la disposición a la confrontación y a la huelga y en las herramientas de lucha. Como consecuencia de ello, en las duras confrontaciones y huelgas, a menudo LAB ha acompañado a UGT y CC.OO., aislando a ELA y sus estrategias y reivindicaciones y conformando mayorías alternativas que aceptan condiciones laborales más precarias.
Por su parte, la vinculación de LAB con su universo político incide directamente en su iniciativa sindical. Al pactar EH Bildu con PNV, PSE-EE y PSN, LAB ha limitado o rechazado las movilizaciones y las huelgas. Para ELA, la actual estrategia de EH Bildu plantea a LAB una dicotomía: ¿Cómo mantener la estrategia de contrapoder cuando el partido del mismo movimiento abandona la confrontación y busca acuerdos amplios?
Y, por último, LAB decidió en su último congreso volver a Osalan y al Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra. En las últimas décadas ELA y LAB hemos abandonado varios órganos de participación institucional por su ineficacia y supeditación a los intereses de la patronal. Aunque no han variado en nada la estructura, las funciones y la forma de hacer de estos órganos, LAB ha decidido volver a ellos, escenificando una falsa participación sindical y dando un aire de legitimidad a las decisiones que en ellos se toman. Para ELA el sindicalismo de contrapoder y la participación en estas instituciones son incompatibles y esta decisión supone la suspensión del trabajo conjunto realizado en los últimos veinte años contra la concertación social.
¿Qué mensaje le gustaría lanzar a los delegados y las delegadas que participarán en el congreso de ELA y a la militancia de ELA de cara a los próximos cuatro años?
[M. L.]: El contexto descrito es duro y los retos son grandes. Sin embargo, ELA tiene una estructura sólida, una amplia representación y capacidad de moverse y ganar en realidades complejas. El camino y los compromisos propuestos en la ponencia no son fáciles, pero muestran una dirección clara.
Si conseguimos materializar los principales compromisos mencionados, seguiremos siendo un referente de la clase trabajadora de Euskal Herria y nos convertiremos en una esperanza para quienes se encuentran en peor situación. Ese camino no es posible en solitario o con un grupo pequeño, pero tal y como se recoge en la ponencia, si somos capaces de ampliar y activar la militancia y fortalecemos la organización en los centros de trabajo, seremos capaces de dar color a esta realidad gris y de despertar la esperanza.
No se me ocurre una tarea mejor para quien tiene inquietudes sociales, para quien quiere transformar la realidad o construir nuestro país. No se me ocurre una tarea mejor para quien se siente abertzale.
"QUEREMOS UN REPARTO MÁS JUSTO DE LA RIQUEZA"
Los últimos cuatro años han sido muy intensos en cuanto a la negociación colectiva. ¿En qué quiere poner el foco el sindicato en los próximos años?
[M. L.]: Los últimos años hemos tenido el mayor nivel de huelga recogido nunca en los datos oficiales y, gracias a ello, los y las trabajadoras de Hego Euskal Herria tienen la mayor cobertura de los convenios laborales de las dos últimas décadas, con subidas salariales sobre el IPC, un incremento salarial aún mayor en los sectores feminizados y reducciones significativas de jornada.
Nuestra prioridad para los próximos años será mantener este pulso y mejorar las condiciones laborales y de vida de las y los trabajadores en situación de precariedad. Proponemos sistematizar este trabajo e introducir cláusulas para hacer frente a la precariedad en los convenios y desarrollar planes específicos en ámbitos como el sector público. Para lograr un reparto más justo de la riqueza queremos lograr subidas salariales por encima del IPC y reducciones de jornada, además de introducir cláusulas para evitar el incumplimiento unilateral de los convenios. Para ello será imprescindible la participación de las y los trabajadores, la organización y las movilizaciones y huelgas en cada centro de trabajo y sector.
[A. M.]: Además de los contenidos tradicionales de la negociación colectiva mencionados por Mitxel, queremos impulsar medidas para fomentar la transición ecosocial; para ello hemos elegido más de 100 de empresas. Asimismo, queremos impulsar el euskera y la euskaldunización de las personas trabajadoras, garantizar la salud y seguridad laboral y recoger en los convenios los derechos de los colectivos discriminados (personas migradas, LGTBI+, diversidad funcional).
Los datos económicos dicen que estamos creando riqueza, pero eso no se refleja en nuestras condiciones de vida. ¿Qué propone el ELA para cambiar esta situación?
[A. M.]: La clase trabajadora está creando más riqueza que nunca, año tras año las empresas aumentan sus beneficios, pero en el reparto de la riqueza las rentas del trabajo estamos perdiendo peso y las desigualdades y la pobreza se están extendiendo.
Por eso, además de luchar para lograr subidas salariales por encima del IPC en la negociación colectiva, proponemos un salario mínimo propio para Hego Euskal Herria de 1.795 euros, el 65% del PIB per cápita, con el objetivo de tener en cuenta también las ganancias empresariales y de capital en el reparto de la riqueza. Además de ser un ejercicio de soberanía, lograr este objetivo mejoraría notablemente la situación de quienes perciben los salarios más bajos. Y junto a ello, de forma inmediata, proponemos reducir la jornada semanal a 35 horas, con el objetivo de 30 horas semanales. Esta medida fomentaría la redistribución del empleo, garantizaría la salud y el bienestar de las y los trabajadores y fomentaría un reparto más equitativo de las tareas de cuidados.
[M. L.]: Junto a eso, seguiremos apostando por un sistema fiscal más justo, para que paguen más los más ricos y los beneficios empresariales. Seguiremos trabajando y realizando propuestas concretas para la satisfacción de las necesidades sociales esenciales, el fortalecimiento de los servicios públicos y la consolidación de las políticas sociales. Y lucharemos por echar atrás la reforma laboral y de pensiones.
Y también tenemos nuevos retos. Tenemos propuestas concretas para dar pasos significativos en la transición ecosocial ante la crisis ecológica. Garantizando la justicia social y los empleos, es imprescindible reducir la dependencia de energías y recursos fósiles mediante la relocalización de la producción y el consumo y el fomento de alternativas de bajo impacto ambiental.
[A. M.]: Queremos que en los próximos años el derecho a la vivienda, los derechos de las personas migradas y la sociedad feminista sigan siendo el eje. La vivienda no puede depender de la especulación, y exigiremos a los gobiernos medidas concretas. Asimismo, es fundamental garantizar un sistema de cuidados público, gratuito y de calidad y promover un reparto equitativo de responsabilidades. Queremos derogar la Ley de Extranjería, regularizar a todas las personas y trabajar para eliminar las discriminaciones en el mundo laboral.