SALUD LABORAL
¿Cuánto vale la pierna de un trabajador/a?

Jakes Anduaga Aranburu trabajaba como tornero en Lau Lagun Bearings, empresa del metal situada en Idiazabal, Gipuzkoa. El 21 de noviembre de 2021 Jakes tuvo un grave accidente laboral. La caída de un anillo de 1.600 kilos desde una carretilla elevadora le originó graves secuelas en su pierna derecha; como consecuencia del accidente tuvieron que amputarle la pierna. Jakes llevaba seis meses en ese puesto de trabajo.
Desde la Fundación Bidelagun en seguida le trasmitieron que se trataba de una evidente negligencia por parte de la empresa, porque el trabajador no tenía la formación necesaria que requería ese puesto de trabajo.
“En ningún momento –destaca Jakes– se me ofreció hacer un curso de formación específico para mi puesto de trabajo. Hice una pequeña formación sobre fenwicks y grúas, pero que no servían en absoluto para el puesto que tenía. Te daban una fenwick, te decían un par de cosas básicas y listo. Nada, coger un palé, subirlo, bajarlo y listo, el siguiente currela. La formación consistía en eso. Con eso, se supone, ya sabías utilizar una fenwick. Con las grúas, lo mismo. Nos pusieron un balde con agua y teníamos que hacer un circuito, intentando que se cayera la menor cantidad de agua posible. Claro, a la gente se le caía agua pero daba igual, no pasaba nada, todos aprobados. Era una mera excusa para rellenar el papeleo y que si pasaba algo la empresa no se pillara los dedos”.
“Cuando empecé a trabajar los primeros días tenía una persona al lado que me ayudaba un poco; a los pocos días me cambiaron de máquina y lo mismo, quien tenía cerca me ayuda un poco. Pero en seguida, un día que me tocaba trabajar de noche, me quedé solo: ‘mira, ahí tienes las dos máquinas, tienes este trabajo por hacer y apáñatelas’. Y te lo dicen en un trabajo como el nuestro donde manejamos piezas que pesan toneladas y que tiene un grado bastante elevado de riesgo”.
Tras el accidente, la dirección de Lau Lagun llamó a Jakes para que firmara el finiquito. “Pensaba que sería un trámite normal. Ya me habían amputado la pierna y andaba con la pierna ortopédica cuando me llamaron para firmar el finiquito, pero, por fortuna, desde Bidelagun me dijeron que no lo hiciera, que pusiera un X y un ‘no conforme’. La empresa quería quedarse exenta de pagar el recargo de prestaciones que pedía ELA, algo que el propio juez ha dicho que tenía derecho”.
“Para cobrar la indemnización –continúa– no hubo problema, porque ese dinero lo ponía el seguro y a Lau Lagun no le suponía dinero, pero en lo referido al recargo de prestaciones, que es lo que tenía que pagar la empresa, su actitud fue muy distinta. No tuvimos otro remedio que acudir a los tribunales. Lau Lagun no quería pagar el recargo de prestaciones, o que, en todo caso, fuera del 30%. El juez nos ha dado la razón, y aunque la empresa tiene opción de poner recurso contra esta sentencia, es una noticia muy positiva”.
Mentiras y más mentiras
Llegó el juicio, una situación que Jakes Anduaga recuerda vivirla como si fuera el protagonista de una película. “La empresa alegó que me ofreció la oportunidad de recibir la formación necesaria y que yo me negué, algo que tal y comodemostramos era falso. Durante el juicio la empresa se agarraba a que teníamos un cursillo de manejo de carretillas y grúas. También decían que nos facilitaron una serie de papeles donde se disponían todos los puntos de seguridad a nuestro alcance. Sin embargo, eso era totalmente insuficiente, porque no teníamos ninguna formación específica para nuestro puesto de trabajo. Jamás hice el mínimo de formación para mi puesto”.
Esa no fue la única mentira. “En el juicio la empresa dijo que el mío había sido el primer accidente grave en la empresa. Mentira. Poco antes otro trabajador perdió un brazo, y no perdió la vida por poco. La abogada de la empresa, mirándome a la cara, dijo en el juicio que me había negado a recibir la formación. Mentira. Sin inmutarse. No se como esa gente luego llega a casa y puede dormir tranquila”.
“Parecía una película donde yo era el protagonista”
Jakes Anduaga recuerda el juicio como si fuera una película donde él era el protagonista. “Llevaron dos testigos: el encargado de la empresa y la compañera que tenía al lado en el momento del accidente. Yo llegué con el abogado de Bidelagun y el perito al juicio, y mi compañera de trabajo se quedó a cuadros. Se me acercó y me dijo: ‘¿Jakes, qué haces aquí?’. ‘Nada, vengo a mi juicio’, le respondí. Ella no sabía nada del juicio, no sabía a lo que iba. La empresa le dijo que tenía que acudir porque se trataba de una multa que le había puesto la Seguridad Social a la empresa con motivo del accidente, pero nada más, que el tema no tenía que ver conmigo. La llevaron engañada”.
“Esas cosas las había visto en las películas, pero no pensaba que pasaban en la vida real. Era como estar en una película, pero esta vez el protagonista era yo. Me han dejado sin pierna y son capaces de soltar unas mentiras que no se las creían ni ellos. Menos mal que David –abogado de Bidelagun– me hacía gestos para que me tranquilizara, porque si no… (se ríe)”.
El accidente de Jakes, al menos, ha servido para que la empresa haya cambiado totalmente su modo de funcionar. “Ha cambiado de arriba a abajo el modo de trabajar. Esta fue precisamente una de las preguntas que salió en el juicio, y el propio encargado tuvo que reconocer que desde el accidente habían cambiado todo el procedimiento. Eso es un modo explícito de reconocer o bien que no se trabajaba de manera correcta o bien que nuestros puestos de trabajo tenían una evidente peligrosidad. Si el accidente hubiera sido culpa mía, si ellos no hubiera hecho nada malo, estate seguro que no habrían cambiado nada”.