ELA defiende en el Parlamento que la descarbonización no puede hacerse a costa de la clase trabajadora y exige recursos públicos para la transición

Antes de comenzar a realizar aportaciones y propuestas, ELA ha expresado su profunda preocupación por el rumbo que los partidos que conforman el Gobierno Vasco están siguiendo en los últimos meses en torno a la descarbonización: «Desde que conocimos los fondos Next Generations, en junio de 2020, se ha hablado constantemente de descarbonización y transición verde, ya que gran parte de los fondos se destinarán, en teoría, a proyectos relacionados con ellos. Es conocida la opinión de ELA sobre estos fondos, pero no está de más recordarlos, ya que están totalmente relacionados con el tema de hoy. Además de estar totalmente condicionados, los fondos europeos se destinarán a financiar grandes proyectos, a que las multinacionales sigan haciendo negocio y a mantener oligopolios energéticos, y no a hacer realidad la descarbonización de la economía que teóricamente buscan.
La responsable de medioambiente de ELA, Ainhara Plazaola, también ha expresado la opinión del sindicato sobre la Ley Tapia. “Cabe destacar las infraestructuras que pretendéis imponer en nombre de la transición y del interés público. Habéis aprobado trucos legales para imponer estos proyectos que decís que son de interés público superior. Ahora parece que también vais a imponer proyectos privados. Estos proyectos son para el interés de unos pocos y vuestra norma es absolutamente antidemocrática”.
ELA ha planteado una serie de medidas a adoptar en el camino hacia una descarbonización real:
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Los 3 ejes principales de la transición energética deben ser la reducción del consumo energético, un sistema basado en fuentes renovables y la electrificación del sistema energético.
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La transición debe ir encaminada a satisfacer las necesidades de las personas y garantizar el acceso a la energía, al margen de los intereses del oligopolio y de las multinacionales.
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Las instalaciones de generación de energía que funcionan con energías fósiles o que producen energía incinerando residuos no tienen cabida en este nuevo modelo.
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La construcción de parques eólicos y fotovoltaicos requiere una reflexión, porque generan un fuerte impacto social y ecológico.
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El modelo energético que hay que impulsar debe alejarse de las grandes infraestructuras y apoyarse en un diseño descentralizado. La generación de energías renovables debe realizarse en lugares humanizados, como polígonos industriales o tejados de edificios. El autoconsumo tiene que tener cada vez más presencia.
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Hay que prohibir que estas instalaciones se ubiquen en terrenos fértiles porque la tierra es un recurso escaso. La protección del suelo agrario, así como las políticas de fomento de la silvicultura sostenible y de la soberanía alimentaria son imprescindibles.
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Necesitamos un nuevo modelo de movilidad, porque el actual se basa en la energía fósil. Para reducir la movilidad se deberá impulsar un nuevo modelo territorial y urbano que busque la cercanía.
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El transporte público colectivo es el modelo de transporte a impulsar. Infraestructuras como el TAV no tienen ni cabida ni sentido en este modelo. Lo que hay que impulsar es una red ferroviaria pública y social.
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Hay que ampliar el transporte público eléctrico por carretera, sobre todo en la comunicación entre los pueblos más pequeños, garantizar un servicio que responda a las necesidades y demandas de las personas.
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Será imprescindible relocalizar la economía. La globalización e internacionalización, que ha supuesto una excesiva movilidad de las mercancías, tiene efectos ecológicos negativos y para combatirlos tendremos que basarnos en la economía local.
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Algunos sectores industriales, debido a su excesivo consumo energético y material o a sus elevadas emisiones, se deberán redimensionar e incluso desaparecer, en algunos casos. Hay que impulsar sectores sostenibles como las energías renovables, la rehabilitación de edificios, el transporte público, la soberanía alimentaria o la gestión sostenible de los residuos.
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En algunos sectores se va a perder empleo, pero hay que tomar medidas para crear empleo en otros. La industria debe tener una transición ecológica, pero justa y democrática, que no deje fuera a nadie.
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Será necesario un cambio profundo del modelo productivo, que se base en la economía circular, que relocalice la economía y priorice la proximidad. Esto supone romper el mantra de la globalización y las grandes infraestructuras.