ABERRI EGUNA 2023
La lucha social hace república

Documento del Comité Nacional de ELA con motivo del Aberri Eguna 2023
Aberri Eguna ‘23 · La lucha social hace república
En el Aberri Eguna las y los militantes de ELA reafirmamos nuestra voluntad de ser república. Sabemos que tener un estado no trae consigo, necesaria e inmediatamente, ni justicia social ni libertad para las personas. Pero tampoco ser parte de esos estados nos lo permite. Y por eso nuestro deseo de ser república se traduce en un compromiso a favor de aquellas luchas sociales y contra todo tipo de opresión nacional, lingüística, de clase, de género…
Ese compromiso se hace realidad cada día en nuestra lucha a favor de la clase trabajadora, trabajo que nos hace solidarios con otras luchas. En ese sentido, nos alientan las manifestaciones ininterrumpidas que congregan a miles de personas en torno a todo tipo de demandas: la negociación colectiva y las huelgas ligadas a ella, la defensa y la promoción del euskara, la defensa del sector público, la movilización por las pensiones, la oposición a los desahucios y la defensa del derecho a la vivienda, el rechazo a macroproyectos impuestos, inútiles y lesivos como el TAV, la movilización a favor de las personas migrantes, las movilizaciones feministas o la defensa de un modelo de agricultura sostenible…
Damos valor igualmente a la construcción de alternativas, muchas de ellas auténticos cimientos de una Euskal Herria soberana, como pueden las energéticas, las empresas de economía social y solidaria o las monedas locales.
LA EROSIÓN DEL AUTOGOBIERNO
Como nación tenemos derecho a tener y fortalecer nuestras instituciones. En Hegoalde, sin embargo, esas instituciones de autogobierno certifican periódicamente la erosión permanente de su marco competencial por parte del estado. Esa erosión no es un problema técnico, sino político, ya que supone una merma de nuestras capacidades jurídicas y políticas para frenar la uniformización cultural, lingüística o política de que hacen gala los sucesivos gobiernos del Estado español. Por eso, nos llama la atención que ese desgaste se lleve a término con la cobertura de partidos abertzales, y no afecte lo más mínimo a las alianzas entre fuerzas abertzales y españolistas (en Gasteiz, Iruñea o Madrid). No solo eso, ese desgaste sistemático es compatible con declaraciones periódicas de las fuerzas abertzales sobre la posibilidad de una revisión al alza de nuestros marcos competenciales; hasta se habla de ventanas de oportunidad en el estado en el horizonte del reconocimiento nacional.
Desde nuestro punto de vista, convendría que cada merma del autogobierno fuese denunciada, ya que la sociedad vasca debe tener un conocimiento oportuno de cada ataque al autogobierno. No se debe ocultar lo que ocurre. Y no se puede lamentar, como hacía recientemente un dirigente del PNV, la españolización de nuestro país sin hacer, al mismo tiempo, una autocrítica respecto a nuestro compromiso y nuestra capacidad de reivindicar la cuestión nacional en lo cotidiano.
Nos urge identificar asimismo elementos concretos, sentidos por la sociedad, en torno a las cuales se puedan articular luchas, procesos de polarización y victorias, dinámicas que certifiquen ante el estado una voluntad nacional. Las limitaciones, por ejemplo, del Estado al número de plazas médicas (MIR), la aceptación por medio de los PGE de la imposición de las condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores de la función pública de Euskal Herria... son decisiones que se están llevando a cabo por el gobierno de Sánchez y que los partidos abertzales parecen relativizar. No debería quedar sin respuesta lo que está sucediendo, por ejemplo, en los tribunales en relación con los requerimientos lingüísticos en la función pública, impulsados por el sindicalismo español. La españolización, la cultura política en definitiva, no cae del cielo: el principal generador de cultura política es que las acciones políticas tengan consecuencias políticas. Si los ataques son gratuitos, no cesarán. Lo sabemos como abertzales y como sindicalistas.
NO HAY PROCESO SOBERANISTA SIN POLARIZACIÓN
No hay polarización política sin una conciencia previa y cotidiana de las prácticas uniformizadoras y opresivas. Nuestra responsabilidad como organización independentista es llamar la atención y articular respuestas en torno a ello. Esta fue la razón, por ejemplo, de nuestra interpelación a los partidos vascos, hace un año, para que no apoyasen una reforma laboral o unos presupuestos que seguían impidiéndonos negociar colectiva y libremente en nuestro país; o la actual exigencia de que no apoyen la reforma de pensiones negociada con Europa a cambio de unos fondos que solo benefician al capital. Por eso mismo, hemos fijado una posición contraria al Pacto Educativo y el anteproyecto de ley educativa planteados en la CAPV, que dan por buenos los límites impuestos por leyes como la LOMLOE y la LOE. Hablamos del derecho del pueblo vasco a determinar colectiva y autónomamente sus condiciones de vida y trabajo. Esto significa que necesitamos, en definitiva, autodeterminaciones en lo cotidiano, no solo apelaciones genéricas a la soberanía.
LEGITIMAR LA APUESTA EN LA BASE
Un proceso de emancipación nacional precisa constantemente, y más aún en sus momentos críticos y definitorios, de amplias mayorías sociales para poder imponerse. Y si queremos concitar esa mayoría, es preciso hacer políticas a favor de la mayoría social. Esto tiene un significado muy preciso en la actual fase: por razones de justicia y por razón de nuestro proyecto nacional, es urgente revertir la actual deriva de empobrecimiento generalizado, alimentada por factores diversos como la precariedad del empleo, el incremento generalizado de los precios (incluidos capítulos críticos para las familias como la alimentación, el gas o la electricidad) o el aumento de las hipotecas. Carece de sentido, desde todos los puntos de vista, que nuestras instituciones hagan gala de gastar poco cuando tantas necesidades sociales están sin cubrir o se degradan los servicios sanitarios.
No solo eso: los gobernantes de la CAPV y Nafarroa parecen ser los únicos de Europa en seguir afirmando que aquí no es necesaria una reforma fiscal.
Esta orientación neoliberal debilita, en definitiva, la adhesión de la ciudadanía al proyecto nacional, e impide identificar la propuesta de soberanía con valores de solidaridad y progreso. Lo que está sucediendo en Osakidetza puede ser un ejemplo de todo esto. La debilidad de la sociedad con la reivindicación nacional se acrecienta además con una cultura política institucional impermeable a las demandas y requerimientos de las organizaciones de la sociedad. La desconfianza hacia la sociedad movilizada, el tratamiento de las manifestaciones de la sociedad como problemas de orden público o la criminalización de las protestas son prácticas ya normalizadas en nuestras instituciones de autogobierno, muy especialmente en la CAPV.
Esta no es la manera ni de tratar a la sociedad, ni de situarse ante los estados empeñados en nuestra negación. Madrid no va a ceder ni un gramo de soberanía porque una élite política le demande de forma retórica más autogobierno. Solo lo hará si existe una sociedad movilizada que lo reivindica. Es por eso que no compartimos propuestas de revisión del marco jurídico en las que se pretende que la participación popular quede limitada al refrendo del pacto previamente cocinado por las élites. Es precisamente eso lo que propone el lehendakari Urkullu, cuando habla, por ejemplo, de un proceso de diálogo, negociación, acuerdo y ratificación, en ese estricto orden; o cuando se queja de la influencia de la sociedad en los partidos políticos. El proceso soberanista, por el contrario, debe legitimarse en la base, y debe impulsar instituciones integradoras, también de la diferencia política, pues vale más un solo paso de una multitud, que unos cuantos pasos de una élite.
EL ABERTZALISMO PUEDE REFORZAR SU IMPLANTACIÓN
Desde nuestro punto de vista, el universo soberanista debe preguntarse cuánto está trabajando en los espacios donde es minoría o resulta, simplemente, inexistente. Nos referimos a la presencia en todo el territorio y en los sectores, actividades y luchas en los que no se ha significado en el pasado.
Hay multitud de iniciativas abertzales que están tomando cuerpo en ámbitos que no han sido sociológicamente abertzales ni vasquistas en el pasado. En Iparralde, son un claro ejemplo iniciativas como el Eusko, la moneda local, o Alda, organización de las clases populares que acaba de alcanzar, por cierto, representación mayoritaria en el parque social de inquilinos. También el sindicalismo abertzale ha conseguido en el tiempo implantarse en territorios que algunos han considerado vedados al abertzalismo, como la Ribera de Navarra, donde ELA ostenta ya un 22,5% de representación.
Estos casos demuestran que no hay a priori límites para el soberanismo, si es que acierta a identificar y comprometerse con las aspiraciones laborales, sociales, económicas, culturales de la ciudadanía. Y si está dispuesto, lógicamente, a invertir los esfuerzos que sean necesarios en esas apuestas.
UN ABERRI EGUNA ESPECIAL
Se cumplen 60 años de la Declaración de Itsasu, manifiesto fundacional del abertzalismo en Iparralde. Y en septiembre se cumplirán 25 años de la Declaración de Lizarra-Garazi. Son dos hitos que de alguna manera resuenan conjuntamente en la historia de ELA, ya que el período político abierto en 1998 sirvió también a nuestra organización para descubrir en Iparralde un universo de organizaciones y militantes con los que en el tiempo hemos compartido luchas y visión. Junto a otras organizaciones buscamos fortalecer un ecosistema de luchas y alternativas que son cimiento sólido para una Euskal Herria soberana. Por eso, una representación de ELA tomará parte en los actos que se convocan en Itsasu para los días 8 y 9 de abril. El Comité Nacional de ELA anima asimismo a su militancia a participar en este y otros actos de celebración del Aberri Eguna.