Más de 80 pacientes al día

14/12/2020
ELA presenta una batería de medidas para revertir los problemas estructurales que ya tenían Osasunbidea y Osakidetza antes de la pandemia

La pandemia creada por Covid-19 ha puesto de manifiesto las carencias del sistema público de salud, pero el problema no es de hoy, viene de hace mucho tiempo. El reciente informe de ELA sobre la situación de Osakidetza y Osasunbidea pone de manifiesto que sus problemas estructurales son anteriores a la pandemia. Los recursos públicos que se destinan a Sanidad y la situación de sus trabajadores han empeorado considerablemente en la última década.

La sanidad pública está al borde del abismo en Hego Euskal Herria. Con matices, la situación es similar tanto en la Comunidad Autónoma del País Vasco como en Navarra.

Esther Saavedra es la responsable de ELA en Osakidetza. "Osakidetza ya no es lo que fue antaño. Se ha debilitado y el servicio ha empeorado. No hay más que fijarse en los datos. Si en 2010 se destinara la misma cantidad que se destinaba a la sanidad, este año Osakidetza contaría con 434 millones de euros más. Y, aunque la población ha aumentado en esta década, el número de camas ha descendido. En 2020 hay 374 camas menos que hace diez años".

Los recursos son cada vez más escasos y los trabajadores están cada vez peor. "No se puede dar un buen servicio si las condiciones laborales no son buenas. Y en Osakidetza vamos a peor. Si vas a una residencia local sabes que 4 de cada 10 trabajadores que habrá son eventuales. Las cargas de trabajo, por su parte, son enormes. Hay médicos que atienden a más de 80 pacientes al día en la primera atención".

Para revertir la situación hacen falta más recursos. "Dicen que somos europeos, pero en cuanto a la cantidad que se destina a la sanidad pública eso no se nota. Para igualar la inversión media europea habría que destinar 1.800 millones de euros a Osakidetza. Es inaceptable que la defensa de la sanidad pública no sea una prioridad del Gobierno".

Al igual que en Osakidetza, en Osasuna la situación es muy grave. Así lo subraya su responsable Sonia Ontoria. "Si se analiza el gasto en Navarra por PIB, se ve claramente que ha bajado del 5,6% al 5,2% del PIB. En otras palabras, en 2020 habría que destinar 90,1 millones de euros más para la salud, para igualar la participación del PIB de 2010 ". Esta falta de inversión tiene consecuencias muy graves. "Faltan camas. En Navarra se debería incrementar un 30% el número de camas para igualar la media de los países que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)".

En Osakidetza la temporalidad es enorme; en Osasuna, igual. "Más de la mitad de los trabajadores tienen contrato temporal (52,2%) .Es muy grave que la tasa sea tan elevada en una zona que depende directamente del Gobierno de Navarra. Además, desde el año 2011 se ha destruido uno de cada 6 puestos de trabajo de personal fijo".

 

Esther Saavedra, responsable de ELA en Osakidetza

“Los contagios tienen origen laboral”

Han pasado nueve meses desde la primera ola del Covid-19. ¿Cuál es la situación en Osakidetza?

El Departamento de Salud no ha puesto en marcha una planificación adecuada ni los refuerzos necesarios para afrontar con garantías los posibles rebrotes. No se ha reforzado la sanidad pública. Las políticas no han cambiado ni en época de pandemia. Toda la planificación es exprimir a la plantilla y escatimar en el servicio sanitario. El criterio sigue siendo el del ahorro, tanto en recursos humanos como en recursos materiales. Las recetas, las mismas que en marzo: suspender o retrasar la asistencia de enfermedades distintas del Covid-19, con lo que implica en términos de salud para la ciudadanía; y seguir exprimiendo a un personal ya agotado al que de nuevo se le obliga a alargar sistemáticamente sus jornadas, renunciar a descansos y vacaciones, duplicar los turnos, soportar cargas de trabajo diarias insostenibles, etc.

El trabajo se multiplica, los medios humanos y materiales no.

La carga de trabajo y la presión es cada vez mayor. Como consecuencia, nuevamente, hemos llegado a una situación de colapso en la que es imposible atender a toda la actividad asistencial. Se ha empezado, otra vez, a retrasar la atención habitual programada y no urgente de enfermedades distintas del Covid-19. Estos retrasos pueden tener graves consecuencias para la ciudadanía, y sin duda ponen de manifiesto que nuestro sistema sanitario, ante el rebrote actual, no dispone de recursos suficientes para atender las necesidades asistenciales y que ha habido una falta de planificación para poder dar una respuesta diferente a la que se dio en marzo.

Mientras tanto, continúan los recortes. La pandemia también está sirviendo de excusa para aplicar o mantener recortes. Algunos PACs –Zumarraga, Eibar, Elgoibar o Gasteiz...– se mantienen cerrados o se ha reducido su horario de atención

Tampoco se sustituyen las ausencias. Muchos médicos de Atención Primaria, por ejemplo, atienden a más de 80 pacientes en un día. A ello se le une la imposición de la atención telefónica que, en realidad, persigue que las y los profesionales asuman más carga de trabajo. No estamos ante una medida que tenga como objetivo preservar la salud pública.

Y nuevamente, hay problemas con el material de protección.

En la práctica, se escatiman mascarillas. Ello provoca que, nuevamente, se den brotes y contagios entre la plantilla. El brote del Hospital de Gorliz es un ejemplo muy ilustrativo. Osakidetza, sin embargo, niega la mayor y pretende que los contagios se producen fuera del trabajo o, en todo caso, en el rato del descanso, tomando café.

Es una postura absolutamente intolerable. El 80% de los más de 3.300 contagios diagnosticados se concentran en tres categorías: enfermería, facultativos/as y auxiliares de enfermería; sin duda, las categorías que más contacto directo tienen con el paciente. ¿Acaso esas categorías se contagian más fuera del trabajo? Es evidente que el contagio tiene origen laboral.